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ecleSALia del 11/04/07 al 31/07/10

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hazte cura

hazte cura

¿SE NOS ACABAN LOS CURAS?
GREGORIO FERNÁNDEZ
VALLADOLID.

ECLESALIA, 17/03/06.- Se nos acaban los curas. Llega el día del seminario y volvemos sobre lo mismo: que hay que rezar por las vocaciones sacerdotales y que a ver si animamos a los jóvenes a hacerse curas.

Se nos acaban los curas. “Hazte cura”, dice el lema de este año, “por Cristo y por los demás”; “para dar a conocer el seminario, corazón de la diócesis”.

Se nos acaban los curas. ¿Qué diría Jesús? ¿Cómo nos miraría? Me imagino su cara al vernos tan preocupados, su rostro sonriente y compasivo.

Se nos acaban los curas… sin darnos cuenta. En las ciudades seguimos teniendo misas y sacramentos para elegir. En los pueblos se acercan para las fiestas y dicen la misa mayor ¿Qué más se puede pedir?

Se nos acaban los curas. A las parroquias se les empieza a llamar “unidades parroquiales y de atención pastoral” y nos piden que colaboremos todos, que “don José” vendrá de vez en cuando.

Se nos acaban los curas. Parece que este es el mayor problema y la más grande necesidad que tenemos los católicos en los comienzos del siglo XXI.

Se nos acaban los curas. ¿Qué curas? Los curas solitarios y entregados totalmente a su labor de pastores, los curas sin familia y a tiempo completo, los curas varones y de ninguna manera mujeres, los curas de parroquia y sin hogar…

Se nos acaban los curas de hoy porque su media de edad es de 67 años y un 40% pasan de los 75. Según cuentan en España hay todavía unos 18.000 sacerdotes diocesanos, pero los que fallecen duplican a los que se ordenan.

Se nos acaban los curas… y ahora qué.

No cabe ninguna duda de la cura que han supuesto muchos sacerdotes a lo largo de la historia. No sería ningún disparate otorgar un “premio Nobel” a este colectivo. No pararíamos de contar las bondades de su buen hacer por toda la tierra… pero, ojo, entre nosotros son una parte y no lo son todo.

¿Se nos acaban los curas? Cuidemos a los que quedan, recemos por los que fallecen y busquemos la manera de distribuirnos las tareas en comunidad.

¿Se nos acaban los curas? Sería bueno volver los ojos atrás, a los orígenes, y volver a comprender cómo vivir en cristiano en nuestros tiempos.

¿Se nos acaban los curas? Los tiempos anteriores no son más importantes que los primeros. En los primeros tiempos se repartían las tareas.

¿Se nos acaban los curas? Busquemos de entre nosotros quién se puede encargar de animar la fe, coordinar la pastoral, dinamizar las celebraciones…

¿Se nos acaban los curas? Volvamos nuestros ojos a la mirada que Jesús dirigió a mujeres y hombres para que le siguieran y no discriminemos nunca más en la Iglesia.

¿Se nos acaban los curas? La comunidad permanece y en ella la mayoría vive en familia; no deberíamos privarnos de personas vocacionadas por el hecho de estar casadas.

¿Se nos acaban los curas? También se irán acabando los obispos tal y como los solemos ver hoy en día. “Nadie es más que nadie entre vosotros”, se nos dijo.

¿Se nos acaban los curas? Que la comunidad los busque entre las personas a las que Dios suscite pasión por servir en la comunidad. Que la comunidad rastree de entre nosotros el rostro de Dios para que se haga presente. Que la comunidad elija a sus dirigentes, animadoras y animadores… servidores.

Se nos acaban los curas pero queda mucho Reino por hacer. (Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia).

vida de Pedro

vida de Pedro

PERE CASALDALIGA, ‘XVIII PREMI INTERNACIONAL CATALUNYA’
BENJAMÍN FORCANO, sacerdote y teólogo
MADRID.

ECLESALIA, 14/03/06.- ’Premi Internacional Catalunya’ es otorgado anualmente por La Generalitat de Cataluña. Para el 2006 se han presentado 238 candidaturas. Por mayoría absoluta, en su edición XVIII, ha sido otorgado al obispo Pere Casaldaliga, obispo emérito de Sao Félix do Araguaia (Brasil) “por sus meritoria labor entre los más desvalidos, en especial de indígenas y los campesinos sin tierra, con los que ha colaborado en la transformación social del Mato Grosso Brasileño”. El premio, dotado de la escultura “La llave y la Letra” de Antoni Tàpies y dotado con 80.000 euros, le ha sido entregado en persona por el presidente Maragall el día 9 de marzo en el propio Sao Félix do Araguaia.

Es raro en nuestro mundo occidental que a un obispo católico se le conceda un “premio internacional”. Ha ocurrido ahora con Pedro Casaldáliga. Quizás porque los obispos no gozan de buena prensa ni tienen gran credibilidad. Pedro, apodado el “Che” por capitanear entre los claretianos la trinchera renovadora después del Vaticano II, tenía encantamiento y credibilidad. La juventud lo admiraba por su apertura, su compromiso con la justicia y los más marginados, su sensibilidad poética y su capacidad de dialogar con los problemas de la cultura moderna.

En la vida de cada persona hay semillas que preparan su futuro. Esas semillas brotaron en Pedro y le hicieron decir un día al regreso de unos Cursillos de Cristiandad dados en Guinea: “Siento furiosa la realidad y la llamada del Tercer Mundo. Traigo para siempre en mi corazón, confusamente, como un feto, África, el Tercer Mundo, y esa nueva Iglesia -la Iglesia de los pobres- que diríamos luego a partir del concilio”.

Uno encuentra natural que Pedro, ya en el Mato Grosso, en uno de sus primeros entierros -los sepultados eran cuatro niñitos de prostitutas- dijera a su compañero Manuel Luzón: “O nos vamos de aquí inmediatamente, o nos suicidamos, o hallamos una solución para todo esto”. ¿Esto es fruto de circunstancias extremas? Entonces, ¿por qué otros antes que él no se habían convulsionado?

La lealtad, la libertad y la profecía no se improvisan. Cada uno da lo que es. El radicalismo de Pedro proviene de dentro, como de un río secreto que irrumpe cuando circunstancias externas tratan de desviarlo, pararlo, acallarlo. Cuenta Pedro: “Una vez, tras enterrar a uno de esos peones asesinados, cogí un puñado de tierra de su sepulcro, lo puse sobre el altar y excomulgué a esas haciendas. Pero fue un acto contra las haciendas, no contra las personas”. Y, ante la presión de ciertos latifundistas muy “cristianos”, que lo invitaban a celebrar misa en las capillas de sus haciendas, decidió evitar toda ambigüedad: “El Evangelio es para los ricos, pero contra su riqueza, sus privilegios, su posibilidad de explotar, dominar y oprimir. Si cada semana voy a la casa de un rico y no pasa nada, no digo nada, no sacudo aquella casa, no sacudo aquella conciencia, ya me he vendido y he negado mi opción por los pobres”.

No es habitual el testimonio episcopal de Pedro. ¿Qué hace que una misma situación de injusticia a unos los subleve y a otros los deje tranquilos? La extraña discrepancia tiene quizás esta explicación: hay quien se toma en serio lo de que el amor a Dios se verifica en el amor a la persona, el respeto u ofensa de la persona es respeto u ofensa de Dios y, a mayor ofensa, más indignación y compromiso. Ahí veo yo la clave:: “Mi decisión última, escribe Pedro, fue el 1967. Había llegado mi hora. El testimonio laico del Che Guevara, muerto por entonces, era una nueva llamada. Elegí el Brasil. Por fin, había conseguido lo que tanto había soñado: un clima heroico para vivir heroicamente”.

Y, al poco, en el 70, Pedro firmó el informe-denuncia (secuestrado por la policía) que recogía en letanía trágica “los casos en carne viva de peones engañados, controlados a pistola, golpeados o heridos o muertos, cercados en la floresta, en pleno desamparo de la ley, sin derecho alguno, sin humana salida. Hasta el Nuncio me pidió que no lo publicase en el extranjero y uno de los mayores terratenientes me advirtió que no debía meterme en esos asuntos. Pero ahora debemos aplicar nuestra opción: no podíamos celebrar la eucaristía a la sombra de los señores, no podíamos aceptar signos externos de su amistad”.

Expresado en otras palabras: “Yo, Pedro, soy incapaz de presenciar un sufrimiento sin reaccionar. Yo nunca me he olvidado de que nací en una familia pobre. Yo me siento mal en un ambiente burgués. Siempre me pregunté que si puedo vivir con tres camisas por qué voy a necesitar tener diez en el armario. Los pobres de mi prelatura viven con dos, de quita y pon”.

Pedro arroja aquí cierta luz para quienes de verdad decidan ser revolucionarios: “Estoy doblemente convencido de que no se puede tener una sensibilidad revolucionaria y profética ni se puede ser libre sin ser pobre”.

No es habitual que un obispo no visite Roma, cuando tiene obligación de hacerlo cada cinco años; no es habitual oírle decir que él no viaja porque los pobres no viajan y él es un pobre (ni siquiera cuando murió su madre vino a España); no es habitual que un obispo no tenga vacaciones, pero él ha dicho que “las tendrá bajo los parrales de la gloria”; no es habitual que un obispo se entreviste con políticos “mal vistos”: Fidel Castro, Daniel Ortega, etc; no es habitual que a un obispo católico lo visiten, lo lean y le pregunten ateos, agnósticos, periodistas, científicos, gentes de otras religiones; no es habitual que alce su voz para corregir al Papa y denunciar los pecados del sistema eclesiástico: “A Juan Pablo II, escribe, al requerirme para que lo visitara, le hablé con mucho cariño, pero con mucha libertad, ejerciendo el derecho de mi corresponsabilidad eclesial y de mi colegialidad apostólica. Le dije: en el campo social no podemos decir con mucha verdad que hayamos hecho la opción por los pobres, pues no compartimos la pobreza real que ellos experimentan ni actuamos, frente a “la riqueza de la iniquidad”, con aquella libertad y firmeza adoptadas por el Señor”.

Resulta muy esclarecedor lo que comenta acerca de la teología de la liberación: “La teología de la liberación no es un invento moderno, ni está a punto de extinguirse. La teología de la liberación nació en América Latina porque cuando el teólogo pensaba se encontró con un clima de opresión y también de liberación. Las cabezas pensantes de los teólogos iban precedidas por los pies caminantes del pueblo. Han sido muchas las barbaridades colgadas de la teología de la liberación. Nosotros no hemos optado por Marx sino por el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, por su Reino y sus pobres. La teología de la liberación nos obliga a analizar la trágica situación de los dos tercios de la humanidad, señalarla como contraria a la voluntad de Dios y asumir compromisos prácticos. Sólo a los enemigos del pueblo no les gusta la teología de la liberación. ¡Celebrarían tanto que los cristianos pensasen sólo en el cielo...despreciando la tierra!”.

Exiliado de nuestra civilización, enclavado en el sertao a miles de kilómetros, rotas las amarras como quien dice con un mundo sin el que nosotros apenas podríamos vivir, Casaldáliga divisa y sigue lúcidamente el rumbo de nuestro mundo. Su mirada cobra fulgor del proyecto original, en el que seguramente más temprano que tarde habrán de confluir personas, pueblos y continentes. Una mirada que restalla profética en el vaivén desmadrado de propósitos imperialistas, siempre inhumanos y retrógrados.

Nos encontramos ante un cristiano singular, que ha disuelto la dicotomía entre Reino de Dios e Historia del mundo. Precisamente por hallarse entrañado en el mundo, Casaldáliga capta maravillosamente la inmisericordia del sistema capitalista, origen y garantía del mundo de los empobrecidos. Rara vez se ha visto en el mundo eclesiástico un lenguaje -vital, herido, sociológico, tan atinadamente político- que lo estigmatice con tanta fuerza. Pedro no es neutral, considera idolatría ser persona cristiana y flirtear con falsos dioses.

Generalmente los jerarcas eclesiásticos se han llevado bien de la mano del poder. Pedro no puede. Lo dejó bien escrito en su consagración episcopal: “Tu MITRA será un sombrero de paja; el sol y la luna; la lluvia y el sereno; el pisar de los pobres con quien caminas y el pisar glorioso del Señor. - Tu BACULO será la verdad del Evangelio y la confianza del pueblo en ti. - Tu ANILLO será la fidelidad a la Nueva Alianza del Dios Liberador y la fidelidad al pueblo de esta Tierra. - No tendrás otro ESCUDO que la fuerza de la esperanza y la libertad de los hijos de Dios. - No usarás otros GUANTES que el servicio del amor”.

Un obispo así iba a sentir como prioritario el problema de la tierra, una tierra sin ley allá en el Mato Grosso, donde el latifundio era área de inhumana desintegración de indios, posseiros y peones: “Malditas sean todas las cercas! ¡Malditas todas las propiedades privadas que nos privan de vivir y de amar! ¡Malditas sean todas las leyes, amañadas por unas pocas manos para amparar cercas y bueyes y hacer la Tierra esclava y esclavos los humanos! ¡Otra es la tierra, hombres, todos! ¡La humana tierra libre, hermanos!”..

La maltratada tierra hizo que el obispo poeta escribiera: “Yo digo siempre que cuando me hagan la autopsia me van a encontrar tierra en el corazón y en el hígado. En el corazón por el amor a la tierra, y en el hígado, por lo mal que la tierra me ha llevado siempre”.

Analizar, escribir y firmar todo esto era firmar la propia pena de muerte, un desafío. Cohonestar la injusticia ha sido un pecado demasiado ‘católico’. “Dejábamos, escribe Pedro, de ser amigos de los grandes. Si ser obispo es ser la voz de los que no tienen voz, yo no podía honestamente permanecer de boca callada al recibir la plenitud del servicio sacerdotal. Yo me rebelo contra los tres mandamientos del neocapitalismo, que son: votar, callar y ver la televisión”.

Y siguieron las advertencias, las amenazas y las persecuciones: “Voces latifundarias y eclesiásticas, “amigas”, me decían que yo no debía entrar en esos asuntos, porque podrían acusarme de subversivo. Podrían matarme. Y pusieron precio a mi vida, con insistencia. Daban por mi cabeza mil cruzeiros, un revólver 38 y un billete de salida a voluntad... En la dictadura militar, nos perseguían militares católicos. Nuestros presidentes eran católicos, comulgaban. Nuestros terratenientes, católicos. Echan alambradas para proteger sus tierras y, al mismo tiempo, inauguran en ellas una capilla”.

No hay cosa que más asuste a los espiritualistas y que más recelos provoque en muchos cristianos que el tema de la política. Es casi un tema tabú, que se demoniza sin más, como cosa incompatible con la fe. Sin embargo, pocas verdades tan claras en los Evangelios como la de que Jesús fue ajusticiado por el poder político y religioso -la sinagoga y el imperio-. Y lo fue por su intolerable parcialidad: “No se puede servir a Dios y al dinero”.

Hoy se pretende desleír la cruda realidad de que la sociedad es una inmensa pirámide de desigualdad, donde unos están arriba y otros abajo, unos son más y otros menos, donde unos viven en la abundancia y otros en la miseria, donde unos oprimen y otros son oprimidos. Y sería un verdadero sacrilegio querer atribuir esta composición piramidal a Dios, justo y nivelador por excelencia: “Todos vosotros sois hermanos”. El Dios de los señores no es igual al Dios de los pobres. “O se sirve al sistema o se sirve al pueblo. En todos hay un político: reaccionario, reformista o transformador”.

Cada quién verá como anda en política y hacia qué opción deriva. Casaldáliga lo dice claro: “Yo siempre he sido de izquierdas. Ya de pequeño era zurdo, pero en aquellos tiempos estaba prohibido y no nos dejaban escribir con la izquierda. De manera que incluso biológicamente soy de izquierdas. Yo he pasado a las opciones del socialismo. Por el contacto con la dialéctica de la vida, por las exigencias del Evangelio y también por algunas razones del marxismo. Qué socialismo, no lo sé a punto fijo, como no sé a apunto fijo qué Iglesia será mañana la que hoy pretendemos construir por más que sé que la queremos cada vez más cristiana”.

Hoy la realidad de los pueblos es global, mundialmente interconectada, pero se ha globalizado bajo el dictado y leyes del neoliberalismo. Ante esa realidad poderosa, Casaldáliga se mueve con un buen bagaje de racionalidad, dignidad humana, firmeza ética, libertad evangélica y, sobre todo, experiencia inapelable, la de aquellos que, con marcas, atestiguan la inhumanidad del rodillo neoliberal. Son suyos los apotegmas de no a la propiedad privada privadora, no al fundamentalismo del mercado, no al neoliberalismo que mata la vida de la mayoría. Casaldáliga llama a las cosas por su nombre: el neoliberalismo es, por esencia, pecado; la gran blasfemia de nuestros días es la macroidolatría del mercado total; el antidios es el dinero: “Creo que el capitalismo es intrínsecamente malo: porque es el egoísmo socialmente institucionalizado, la idolatría pública del lucro, el reconocimiento oficial de la explotación del hombre, la esclavitud de muchos al yugo del interés y la prosperidad de los pocos. Una cosa he entendido claramente con la vida: las derechas son reaccionarias por naturaleza, fanáticamente inmovilistas cuando se trata de salvaguardar el propio tajo, solidariamente interesadas en aquel Orden que es el bien... de la minoría de siempre”.

Si por algo resulta cautivante el lenguaje de Pedro Casaldáliga es porque hay, tras él, una vida digna, coherente, libre, insobornable.: “Yo moriré de pie, como los árboles // Me matarán de pie”.

Siempre lo he dicho: un obispo sin poder, sin economía, sin burocracia organizativa, ha sido capaz de poner en jaque a uno de los poderes políticos mayores de América. El ha utilizado unas armas distintas: la cultura. Sin cultura no subsiste ningún sistema, es la argamasa que lo cohesiona y legitima. Casaldáliga mete su espada en el corazón del sistema: “Se nos está queriendo imponer una cultura única. Una macrocultura, que nos la pasan por televisión, nos la pasan en la cama. En Brasil, en América Latina y en Europa, el 70 o el 77 por ciento de las películas son gringas, norteamericanas. Y yo digo que una macrocultura acaba siendo más asesina que muchas armas. Culturas impuestas, no sólo matan a los cuerpos, matan las almas, explosionan la salud de los pueblos”.

Vista la vida de Pedro, resulta veraz lo que ha escrito: “Yo me atengo a lo dicho: La justicia: a pesar de la ley y la costumbre, a pesar del dinero y la limosna”. Palabras estas que alumbran un poco las razones por las que se le ha a concedido el Premi Internacional Catalunya. (Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia).

también fuera

también fuera

NO HAY MAL QUE POR BIEN NO VENGA
Bueno o malo, ¡quién sabe!
MARIO GONZÁLEZ JURADO, lector de Eclesalia; mariofgj@yahoo.es
MADRID.

ECLESALIA, 10/02/06.- Si no se tratase de Juan Masiá no me atrevería a poner este titular para referirme a la peripecia personal por la que está atravesando en este momento este querido hermano nuestro. Y, en breve, trataré de explicarme.

Me consta, como alumno suyo de Antropología Teológica ya hace algunos años, que su mestizaje con la sabiduría y espiritualidad oriental no es moda ni pose, sino encuentro profundo. A ese hermoso cruce de culturas apelo, Juan, para permitirme lanzar en esta breve reseña un mensaje de nuestro refranero junto con un pensamiento de un cuento con sabor oriental.

Tengo que decir (y decirte Juan) que cuando lo conocí -no llevaba él mucho tiempo de vuelta en España- me pareció un profesor difícil de catalogar. Por una parte, culto, analítico, posibilista, práctico. Por otra parte, con posturas no muy definidas o, mejor dicho, muy abiertas como lo son la vida y la realidad. Y, al mismo tiempo, no tuve la sensación de encontrarme ante una mente tan progresista y de avanzada, para que nos entendamos, ante alguien que fuese a tener problemas con la jerarquía.

Bien es cierto que, años después, he recibido el regalo (gracias por ello, Juan) de encontrármelo en otros foros, con nuevos lenguajes y diferentes mensajes de antaño. Bendita evolución intelectual y personal si es que se ha dado y no es sólo fruto de mi percepción subjetiva.

Por eso no es de extrañar que, dados los tiempos que corren por los barrios de las autoridades eclesiásticas, haya recibido trato tan preferente, evangélico y humano -dicho sea sin ironía-.

Pero Juan, “bueno o malo, ¡quién sabe!”. Lo mismo te ha llegado la hora de una jubilación creativa, libre y liberadora. Lo mismo nos encontramos con el regalo de un teólogo disidente de una altura intelectual impecable. A lo mejor te da por crearte un blog o escribir en todos aquellos foros y espacios donde aún no han aprendido a meter la mano los que las tienen demasiado largas. Ojalá, sería precioso, sería fantástico, ¡cuántas personas te lo agradeceríamos! ¡Qué bien le vendría a ese espacio marginado de cristianos que andamos en la diáspora de nuestras ideas y referencias más profundas!

Te deseo Juan lo mejor, tal bendición de Dios que puedas (podamos) decir, dentro de poco que “no hay mal que por bien no venga”. (Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia).

incluso fuera

REFLEXIONES SOBRE EL CESE DE JUAN MASIÁ EN LA CÁTEDRA DE BIOÉTICA
CARLOS BALLESTEROS
MADRID.

ECLESALIA, 01/02/06.- Juan fue (quiero decir es) profesor mío. A mis “treintaytantos” y economista como soy, me enseñó a “pensar lo humano” desde sus orígenes, desde sus fundamentos. Ahora que mi compañera y yo vamos a ser padres me vienen a la mente todas esas clases en las que hablaba de cómo empieza la vida, de cómo se genera un nuevo ser humano. Juan Masiá traía a sus clases el oriente, el Japón… y el sol de Murcia. Somos genética e historia, contaba… Juan además, es mi compañero de fatigas en la Universidad. En facultades distintas, en aulas diferentes, en campus distanciados por kilómetros, pero compañeros y partícipes de un mismo proyecto al fin y al cabo.

Juan tiene que irse. Juan, por eso de la obediencia que hace años prometió y optó, tiene que irse. Después de algunas conversaciones y muchas presiones, por carta le han comunicado a Masiá que “antes de que acabe este fin de enero” (la carta lleva fecha del 20) dejará de ser Director de la Cátedra de Bioética y que “al finalizar este curso dejarás por completo de prestar tus servicios en la Universidad”. ¡Menos mal (falso consuelo) que es jesuita, que vive en comunidad y que tiene los gastos “solucionados”! ¿Os llegáis a imaginar que eso le pase a un padre de familia?, ¿a un trabajador que depende de su sueldo para vivir? Ya se, ya se que ese no es el problema pero…

Para su sustitución en la Cátedra y el cese en la misma se aduce únicamente sus “tomas de postura, orales y publicadas, en algunos temas de bioética”, sin explicitar cuáles son esas posturas ni de qué temas se trata. ¿Será el libro Tertulias de Bioética, publicado en la editorial Sal Terrae en octubre pasado? ¿Será la reciente conferencia en el Aula Arrupe? ¿Será el crítico artículo publicado aquí en Eclesalia titulado “De vuelta en mi país”?

Juan es sencillo, es valiente: no ha querido seguir la recomendación de que no acceda a los medios de comunicación ni escriba sobre temas de Bioética a nivel de divulgación. Opina que hay que apoyar a “aquella parte de la iglesia que trata de caminar por la línea del Vaticano II, Juan XXIII y Pedro Arrupe, dando prioridad a la preocupación pastoral más que a la política eclesiástica y a la misión evangélica más que a las instituciones, confiando en la apertura a la esperanza de la Iglesia en este país”. A los 40 años del Concilio que abría las puertas y los caminos, el quiere seguir caminando por ahí.

Cuando me enteré de su cese, el viernes 27, celebrábamos en la Universidad la fiesta de Santo Tomás de Aquino. Me costó mucho celebrar esa fiesta con alegría y con ilusión. ¿Buscar la Verdad? ¿Crear Conocimiento? ¿Debatir, pensar, discernir? ¿Para qué está la Universidad? Me cuesta pensar en el silencio obligado de un jesuita, de una persona, de un profesor. Como el de tantos y tantos otros que en este mundo, en esta sociedad, en esta Iglesia, han sido silenciados, obligados a callar. Leonardo, Ernesto y ahora Juan, por sólo destacar tres nombres.

Juan era (es) mi profesor. Me ayuda a pensar lo humano, incluso hoy, incluso fuera de las clases. (Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia).

Gracias Juan.

cesado masiá

cesado masiá

"Lección final" y noticia del cese de Juan Masiá:

‘CAMINAR, TENDER PUENTES Y VIVIR EN LA FRONTERA’
Lección final, antes de la jubilación
JUAN MASIÁ CLAVEL, jesuita; profesor propio ordinario de Antropología filosófica en la Facultad de Ciencias humanas y sociales, y de Teología Moral en la Facultad de Teología de la Universidad Pontificia Comillas; Director de la Cátedra de Bioética de la misma Universidad.
MADRID.

ECLESALIA, 27/01/06.- Con la brevedad aconsejable para estas ocasiones, elijo los tres textos bíblicos siguientes:

- Ellos, por su parte, contaron lo que había pasado en el camino y cómo le habían conocido en la fracción del pan (Lc 24, 35).

- Según el Camino, que ellos llaman secta, doy culto al Dios de mis padres (Hechos 24, 14).

- Y he aquí que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo (Mt 28, 20).

El primer texto está tomado del camino de Emaús. Invita a encontrar a Jesús en el camino, en el pan y en la palabra; es decir, en la vida cotidiana, el compartir fraternal y el repartir justo, y en la comunicación alegre y esperanzadora de su Buena Noticia.

En el segundo texto, Pablo opta por el Camino y rechaza las estrecheces del grupo exclusivista (“secta”) y de la institución inmovilista (“ellos”).

En el tercer texto convergen los diversos lenguajes sobre la presencia del Crucificado Vivo para siempre. A la pregunta “¿Dónde está?” se responde de cinco maneras:

A) Está arriba: es el lenguaje de la Ascensión en clave apocalíptica de victoria. (Lc 24, 51)

B) Está a la derecha del Dios Padre/Madre: es el lenguaje escatológico recapitulación definitiva. (cgf. Heb 10, 12-13).

C) Está delante: es el lenguaje de la praxis y la cotidianidad. (Mc 16, 15).

D) Está en todo: es el lenguaje místico-cósmico. (Ef 4, 10; Jn 20, 17).

E) Está al lado: es el lenguaje de la comunidad en misión ad extra para tender puentes y vivir en la frontera. En este lenguaje se concentran los otros cuatro, es paradigma para pensar la iglesia, la comunidad y la misión. (Mt 28, 20).

La comunidad que camina, practicando el mensaje de Emaús, confronta tres tentaciones:

A) Reducirse a ser una institución y vivir para mantener la institución.

B) Convertirse, en el extremo opuesto, en secta, rechazando lo de fuera con exclusivismo e idolatrando a fundadores con culto a la personalidad.

C) Mantener un equilibrio diplomático entre ambos extremos, mediante el recurso a dobles estándares o dobles vidas, callar lo que se piensa y silenciar a quien se atreva a destapar el fraude.

Estas tres tentaciones se superan mediante la “cuarta vía”, mostrada en el citado texto de los Hechos: el Camino, la conversión, cambio y reforma continuos, la renuncia a instalarse en instituciones o encerrarse en sectas y el ánimo para conjugar mística y política, reconciliación y profecía.

Ignacio de Loyola captó esto muy bien. Quienes hemos heredado su pedagogía espiritual a través de los Ejercicios espirituales sentimos la vocación para vivir caminando, tendiendo puentes y haciendo equilibrios en la frontera. A veces habrá que hacer equilibrios de cuerda floja para estar en la frontera: entre la investigación y la divulgación, entre la investigación y la educación, entre estar presente en los medios y no dejarse manipular por ellos, entre la pastoral y la labor en tierras de marginación, entre la espiritualidad y la moral, entre Oriente y Occidente, entre Roma y Jerusalén, entre ciencias y creencias, entre la fidelidad y la creatividad, entre la pastoral ad intra, y la misión ad extra.

Para vivir con optimismo y alegría bailando en la cuerda floja nos anima la esperanza, “segura y sólida ancla del alma” (Heb. 6, 19). (Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia).

En Madrid, en la Cátedra de Bioética de la Universidad Pontificia Comillas, a 18 de enero, del 2006.


El jesuita Juan Masiá, cesado de Comillas
Vida Nueva, Nº 504, 28/01/06.- Las presiones ejercidas por una parte de la jerarquía eclesiástica estarían detrás del cese del jesuita Juan Masiá Clavel como director de la Cátedra de Bioética de la Universidad Pontificia Comillas de Madrid la pasada semana.
La destitución le fue notificada por el rector, José Ramón Busto Saiz, tras mantener conversaciones con el propio Masiá y con el Provincial de Castilla y Vice Gran Canciller de la universidad jesuita, según ha sabido “Vida Nueva”.
El jesuita murciano, que este mes de marzo cumplirá 65 años, también dejará completamente de desarrollar su labor docente en Comillas al finalizar el presente curso académico. Su sustituto al frente de la Cátedra podría darse a conocer el 15 de febrero.
Juan Masiá, que ocupaba la dirección desde febrero de 2004, rechazó la posibilidad planteada por sus superiores de flexibilizar sus opiniones, orales y escritas, sobre cuestiones bioéticas y de renunciar a divulgarlas a través de los medios de comunicación, lo que ha precipitado su cese.
Aunque las presiones a la Compañía de Jesús a propósito de los escritos de Masiá se remontan a hace más de un año, habrían arreciado tras la reciente publicación del libro Tertulias de Bioética (ver Vida Nueva, nº 2.500, p. 44), en donde aborda, con un tono coloquial y desenfadado, las consecuencias bioéticas que para la vida y la sexualidad se derivan de la evolución social y de la fe.
Previendo la polémica que este escrito podría suscitar, el religioso hacía constar en esas páginas que “por fidelidad a la Iglesia, por sentirnos Iglesia y sentirnos en la Iglesia, nos vemos obligados, no sólo a sentir con la Iglesia sino, en algunas ocasiones, a disentir en la Iglesia, a disentir razonable y responsablemente dentro de la Iglesia”.
La Cátedra de Bioética, creada en 1987, y de la que fue buque insignia hasta su muerte el también jesuita Javier Gafo, tiene, entre sus principales objetivos, “contribuir a iluminar los dilemas morales suscitados por los espectaculares avances de las ciencias biomédicas”.
José Lorenzo

entrañable

entrañable

LA MUERTE DE MI ENTRAÑABLE AMIGO CASIANO FLORISTÁN
JUAN JOSÉ TAMAYO
MADRID.

ECLESALIA, 03/01/06.- Al amanecer del 1 de enero de hoy fallecía en Pamplona mi entrañable amigo Casiano Floristán, que había nacido en Arguedas (Navarra) el 4 de noviembre de 1926. Ha sido una de las personalidades más relevantes del panorama teológico español de la segunda mitad del siglo XX. Cuando esa fría mañana recibía la noticia me vino a la mente el verso de Miguel Hernández por la muerte de su amigo Ramón Sijé: Se me ha muerto mi maestro y amigo Casiano, “con quien tanto quería”. Han sido muchas las peticiones que he recibido de escribir una semblanza suya en las pocas horas que han pasado desde su fallecimiento, “tú que fuiste su mejor amigo”, me argumentaban. Y precisamente esa razón tan cierta es la que me ha impedido escribir. Por más que lo he intentado, las teclas del ordenador se me han resistido durante todo el día y los dedos se me han quedado inmovilizados. Es ahora, en plena noche –noche oscura del alma ésta para mí y para tantos amigos- cuando me he puesto a intentarlo de nuevo, aunque no sé con qué fortuna. Tras 33 años primero de discipulado y luego de colaboración, de sintonía, de complicidad, de comunicación fluida, de comunicación, de trabajo conjunto, de conversaciones a diario y de amistad, me gustaría resumir en pocas líneas mis impresiones muy personales sobre Casiano Floristán, no sé con qué fortuna. Pido disculpas de antemano.

Cinco son los rasgos de su personalidad que me gustaría destacar: la honestidad con la realidad, el sentido crítico, el compromiso con los pobres, el sentido universalista y la sinceridad para con Dios.

1. Poco amigo de flotar sobre las nubes o de emprender huidas hacia delante, Casiano tuvo siempre la realidad como su lugar natural, su residencia permanente, pero no la realidad tozuda que se pliega a los hechos brutos, sino entendida dialécticamente, con su cara y su cruz; no la realidad plana y cerrada sobre sí misma, sino siempre abierta, en tensión hacia el ideal y generadora de esperanza; no la realidad en la que instalarse cómodamente, sino la que hay que transformar desde criterios ético-evangélicos. Esa honestidad le llevó, en su paso de la adolescencia a la juventud, a cursar estudios de Ciencias Químicas de 1945 a 1950 a la universidad de Zaragoza. El estudio de las ciencias generó en él una especial sensibilidad por la inducción y los datos empíricos, que ya nunca le abandonaron y se dejaron sentir posteriormente en su actividad teológica y pastoral de manera muy acusada.

La misma honestidad influyó más tarde en su decisión de estudiar teología en Innsbruck (Austria) de 1956 a 1958 y en Tubinga (Alemania) de 1956 a 1958. El estudiante de Ciencias Químicas convertido en seminarista buscaba un rigor científico que no encontró en la universidad pontificia de Salamanca, donde realizó los primeros estudios de filosofía y teología. En Innsbruck vivió en un clima intelectual, espiritual y cultural extraordinario. En el Seminario internacional donde residía se respiraba un aire intercultural, ya que en él convivían más de cien estudiantes de diferentes países y continentes: estadounidenses, asiáticos, alemanes, suizos, checos, austriacos, españoles, etc.

En la facultad de teología de Innsbruck siguió las clases de Jungmann y de los hermanos Rahner, Karl y Hugo. Del primero le impresionaron la universalidad de sus saberes, la capacidad de síntesis, los cuestionamientos radicales a la teología clásica y la contribución al giro antropológico de la teología en general y de sus diferentes tratados. Casiano consideraba a Rahner un pensador socrático. En Innsbruck conoció a Johann Baptist Metz, creador de la teología política, que por entonces preparaba su tesis doctoral con Rahner. Convivió unos meses con Küng, con quien coincidiría años más tarde en la dirección de la revista internacional de teología Concilium. Mantuvo contacto con Walter Kasper, quien sucedió a Geiselmann en la cátedra de Teología Fundamental.

La honestidad con la realidad jugó un papel fundamental en el tema de su tesis doctoral: La vertiente pastoral de la sociología religiosa. La sociología religiosa fue para él herramienta para el análisis, el conocimiento y la transformación del catolicismo, y una de las principales mediaciones de su actividad pastoral. La realidad socio-religiosa fue el acto primero de su ser cristiano y el análisis sociológico de dicha realidad se tornó “palabra primera” de su discurso. Accedió a la cátedra de Teología Pastoral de la Universidad Pontificia de la Salamanca en 1960, actividad que desarrolló ininterrumpidamente durante 36 años. Su llegada a Salamanca supuso una esperanza de renovación, pero también una fuente de tensiones con los sectores conservadores de la Universidad salmantina remisos a los aires renovadores. En 1963 se hizo cargo de la dirección del Instituto Superior de Pastoral, que él convirtió en lugar de diálogo con la secularización, de renovación eclesial y de encuentro intercultural. Por ello fue objeto de críticas de los sectores conservadores del catolicismo español y de control del episcopado español. Pero el principal aval del Instituto y de Casiano Floristán fue el concilio Vaticano II, horizonte global de su itinerario teológico y en tema de reflexión permanente. En realidad el Vaticano II no constituyó una novedad para él, que había tenido como maestros y colegas a algunos de los principales inspiradores del Concilio, del que él mismo fue perito.

Su formación teológica en Alemania desembocó derechamente en el cultivo de la teología pastoral o práctica, de la que fue pionero en España. Yo solía decirle con sentido del honor que era el primer pastoralista de España y quinto de Alemania. Cuando accedió a la cátedra salmantina, la teología pastoral no pasaba de ser un recetario para la correcta administración de los sacramentos y la “cura de almas”. Fue él quien dio estatuto académico riguroso a una disciplina devaluada en el concierto de los saberes teológicos y quien la situó en plano de igualdad con el resto de las materiales teológica y en el horizonte de la razón práctica. La principal característica de la disciplina recreada por Floristán fue la interdisciplinariedad. Él la puso en contacto con las ciencias sociales y con la teoría teológica. Introdujo en ella la exégesis bíblica y desarrolló una teoría litúrgica a partir de la teología de los misterios de O. Casel.

2. El sentido crítico ante la realidad fue una de las actitudes básicas de Casiano, que bebió de dos fuentes: la cultura ilustrada y el Evangelio. No fue de esos teólogos que se sometieran servilmente a los dictámenes del magisterio eclesiástico, ni acataran las directrices de la jerarquía poniéndose una venda en los ojos. Su pertenencia a la Iglesia y su reflexión teológica estuvieron guiadas siempre por una adultez crítica. Impulsó la creación de colectivos teológicos críticos como la Asociación de Teólogos y Teólogas Juan XXIII, de la que fue presidente desde su fundación en 1980 hasta 1988, y la Asociación Europea de Teólogos Católicos, y participó activamente en la puesta en marcha y animación de diferentes movimientos cristianos de base. Su crítica fue serena y constructiva, nunca ácida e iconoclasta.

3. Casiano Floristán fue un teólogo en perspectiva universal. Durante más de treinta años hizo frecuentes viajes a América Latina y a Estados Unidos. Estuvo en los orígenes de la teología de la liberación junto con Gustavo Gutiérrez, Segundo Galilea, Juan Luis Segundo y José Comblin. Su sensibilidad universalista le llevó a encarnarse entre los hispanos de los Estados Unidos, junto con Virgilio Elizondo, cultivador de la teología del mestizaje.

4. En Vallecas tuvo lugar su encuentro con el mundo de la marginación, que se convirtió desde entonces en lugar social de su magisterio teológico, de su actividad pastoral y de su compromiso con los excluidos. Fue allí donde descubrió la dimensión política de la fe, la realidad de los pobres de carne y hueso con sus rostros famélicos y su voz silenciada, sin derechos ni libertades, y donde valoró la importancia de la organización y de la movilización de los sectores marginados en su lucha por la liberación.

5. La sinceridad para con Dios fue otro rasgo importante de la personalidad, inseparable de la honestidad con la realidad. En la universidad de Zaragoza vivió una experiencia religiosa profunda que desembocó en la vocación sacerdotal, primero, y en el estudio de la liturgia y la práctica pastoral, después. En sus estudios sobre la liturgia y en sus celebraciones siempre huyó de la racionalización del misterio y buscó la aproximación simbólica a Dios. Para él la liturgia no era una forma ritual al uso, sino una actitud existencial en el horizonte de la crítica profética del culto y de su vinculación con la justicia; no era ritualidad mágica sino acción simbólica. Liberó a los sacramentos de la cautividad mágica en que estaban inmersos, los pensó simbólicamente y los celebró en el seno de la Comunidad de la Resurrección, que él puso en marcha el emblemático año 68 y animó hasta los últimos días de su vida.

Junto con el dolor nos queda el recuerdo de una vida en libertad, justicia y solidaridad y su obra de más de veinte títulos -algunos de los cuales ideamos, dirigimos y escribimos juntos en una colaboración fecunda que comenzó allá por el 75, siendo yo doctorando suyo, con un trabajo bibliográfico sobre el concilio Vaticano II, diez años después de su celebración-, que constituyen, junto con su sinceridad y honestidad, el mejor legado que puede dejarnos. A ellos remito a quienes quieran saber más de Casiano Floristán. (Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia).

con esperanza

SEGUIMOS CON ESPERANZA
REDACCIÓN DE ECLESALIA

Seguimos alumbrando el futuro.

Seguimos dando luz al pasado.

Seguimos engendrando el presente...

CON ESPERANZA.

Paz y bien... feliz Navidad.

Redacción de Eclesalia

buena nueva

LA BUENA NOTICIA DE DIOS EN EL SIGLO XXI
Antonio Zugasti

ECLESALIA, 22/12/05.- Por aquellos días salió un edicto del emperador Jorge ordenando que todos los pueblos pobres pagaran el dinero que sus procónsules y virreyes habían recibido de los prestamistas imperiales. En vano suplicaron los pueblos: "Nuestros gobernantes dedicaron la mayor parte del dinero a comprar vuestras armas o lo pusieron a su nombre en vuestros bancos y empresas.
Nosotros apenas recibimos nada, y lo poco que recibimos lo hemos devuelto con creces" "No -respondió el emperador- debéis pagarlo todo y con los intereses que nosotros os pongamos. Y mientras no lo hagáis, debéis permitir que nuestras empresas exploten vuestras riquezas naturales, y seguiréis fielmente las normas que os dicte el FMI."

Entonces sobrevino una gran hambre en todos aquellos pueblos. José era carpintero en una remota región de África. El taller donde trabajaba tuvo que cerrar, pues los muebles los fabricaba más baratos una multinacional con novísimos instrumentos y muy bajos jornales. José se quedó sin trabajo y no encontraba medio de alimentar a su familia. Entonces tomó a su esposa, María, que estaba encinta, y emprendió un largo camino hacia las tierras donde había comida abundante hasta para los perros y leche para los gatos. Allí, donde la televisión mostraba que todos eran felices, tenían suntuosas viviendas, potentes automóviles y se perfumaban con esencias que cautivaban a hombres y mujeres.

Pasando grandes trabajos, lograron alcanzar la orilla del mar y se embarcaron para llegar a los países del norte. Y sucedió que mientras estaban allí, se le cumplieron a María los días del alumbramiento, y dio a luz a su hijo, lo envolvió en una vieja camisa y lo acostó en el fondo de la patera, porque no había sitio para ellos en el barco.

En la playa donde llegaron estaban unos pescadores que remendaban sus redes y se preparaban para la faena. Cuando vieron al niño y a su madre, el Espíritu de Dios los envolvió con su luz, y ofrecieron al niño y a sus padres, ropa seca, leche caliente y refugio en sus sencillas casas.

Por la mañana unos voluntarios de Andalucía Acoge fueron preguntando: "Hemos recibido un mensaje de que ha llegado una patera con un niño recién nacido. Queremos saber dónde está y tratar de ayudarles". La noticia llegó al gobernador de aquellas tierras que airado ordenó a sus guardias buscar a los recién llegados para expulsarlos inmediatamente. Pero los voluntarios recibieron un nuevo mensaje y llegaron hasta donde estaba el niño con sus padres. Entrando, les dieron la bienvenida y les ofrecieron toda su ayuda. Al salir, se decían admirados: "El Señor Todopoderoso nos visita en la pobreza y debilidad de este niño". Y su corazón se llenó de alegría, paz y amor. (Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia).