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ecleSALia del 11/04/07 al 31/07/10

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siervo bueno

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SIERVO BUENO
Francisco Javier Ibisate, jesuita, 1930-2007
JON SOBRINO, 24/04/07
SAN SALVADOR (EL SALVADOR).

ECLESALIA, 03/05/07.- El Padre Ibisate acaba de morir hace media hora. Era previsible, pero mucha gente está llorando. Ante todo, fue un hombre bueno y muy querido. Dios nuestro Señor le está diciendo: "Muy bien, siervo bueno. Entra en el gozo de tu Señor" (Mateo 25, 23).

Murió con la serenidad y dulzura con que había vivido. Se despidió de los presentes, el Padre Chema Tojeira y la Dra. Miny Ester Romero, y les pidió que le despidieran de su familia en España. Dijo que iba a unirse con Mons. Romero y con sus Hermanos Mártires. Y quedó en la paz del Señor. Verdad es lo que decían los primeros cristianos, nuestros hermanos mayores: “Dichosos los que mueren en el Señor”.

Javier Ibisate, el padre Ibis, llenó los 76 años de su vida de fidelidad a Dios. La hizo transparente de muchas maneras. Cualquiera que le viese celebrar la eucaristía y predicar homilías, quedaba convencido de que Dios fue una realidad muy real y muy cercana para él. No se le convirtió en rutina, sino que hasta el final fue referente esencial de su vida, fuerza en su debilidad y alegría que se hacía presente en tantas cosas buenas que vio en El Salvador. La vida le fue mostrando lo profundo del misterio de Dios, y creo que siempre mantuvo la honda sencillez religiosa que heredó de su familia.

Escuchó la llamada de Dios y entró de jesuita en Loyola. Un año después escuchó otra llamada y se vino a El Salvador. Aquí se encontró con Dios de muchas formas y en muchos lugares. En la aulas de la UCA y en las bombas y cateos en su casa, y siempre entre los pobres y los más pequeños. Con gran gusto, y con seriedad total, se dedicaba todos los fines de semana a celebrar eucaristías en varias parroquias pobres, en San José del Pino, en El Calvario, sin ninguna rutina, sino con la alegría de juntarse con sus hermanos y hermanas ante Dios.

Creyente en Dios, creyó también en el potencial de los seres humanos, de todos. Por Gorbachov -y la perestroika- sentía debilidad. La última vez que hablé con él, hace cinco días, me dijo: “Gorbachov es un gran creyente. Para él lo más importante es la persona humana”. Y el creyente Ibisate veía fe, sin ninguna duda, en el soviético Gorbachov

Su devoción a Monseñor Romero fue total, cariñosa y agradecida. Y en él veía a Dios, como bien lo dijo un compañero suyo Ignacio Ellacuría: “Con Monseñor Romero Dios pasó por El Salvador”. Ibisate fue un hombre de Dios.

Fue también hombre de Iglesia, con sencillez y sin fanatismos. Citaba con frecuencia a Medellín y Puebla, y las encíclicas sociales de Juan Pablo II. Se ponía contento cuando la Iglesia hablaba bien de los temas importantes para la gente: la justicia, la verdad y la vida para las mayorías pobres. Gozaba cuando la Iglesia se entregaba de verdad a los pobres. En los últimos días mencionó con frecuencia a María Julia Hernández, directora de tutela Legal del arzobispado, que acababa de fallecer, totalmente dedicada a los derechos humanos de los pobres y de las víctimas.

Le gustaba mucho la expresión “Iglesia de los pobres”, que hace años era llamada también “Iglesia popular”. A la institución lo pareció mal ese nombre, e Ibisate, con su humor característico, salió en su defensa: “Si la Iglesia “popular” no es verdadera Iglesia, ¿cuál será? ¿La “impopular”?”. No era irrespeto, sino veneración y agradecimiento a esos miles de pobres y oprimidos, víctimas y mártires, que forman las iglesias de nuestro país. Por ellos sintió siempre gran compasión.

Por el contrario sufrió mucho cuando veía que algunos -en ocasiones también antiguos alumnos de la UCA o discípulos suyos- no tomaban partido por los pobres, sino por los opulentos. Su profecía, dado su temperamento, podía parecer suave, pero era muy firme y certera. Al presidente de Estados Unidos y a la plana mayor de su gobierno los zahirió sin remilgos. Cuando sus manifestaciones en los periódicos le sacaban de quicio, desenfundaba el bolígrafo, dibujaba un círculo alrededor de los párrafos más irritantes y decía en voz alta: “mentirosos”.

En los últimos años escribió innumerables artículos sobre la economía mundial. La enjuiciaba no según creciese o decreciese, es decir midiendo la realidad humana en números, sino según diese de comer o no a los pobres, y sobre todo según humanizase o deshumanizase. Era la opción por los pobres de un intelectual. En ECA y en la revista Realidad publicaba artículos científicos. En Carta a las Iglesias y en Orientación publicaba artículos más comprensibles y al alcance de todos. No podía ocultar el gozo con que escribía estas cosas y la alegría cuando se las publicaban. Su ilusión era aportar un grano de arena para que prosperase la verdad y la vida. En Davos no vio solución, ni petición de perdón, ni arrepentimiento, ni propósito de enmienda. Porto Alegre, Mumbay, Nairobi le animaban a la esperanza. Llegará el día en que “otro mundo será posible”.

Como economista hablaba con mucha verdad y desde un gran amor. Y también con mucho gracejo para decir las cosas con toda claridad. “El problema del país no es el salario mínimo, sino el salario máximo. Sobre éste hay que legislar -y ponerle límite”. Y con gracejo remedaba a los sesudos que inventan nuevos lenguajes, como si con ello se arreglasen bien las cosas. Han inventado, por ejemplo, los “petrodólares”. Pero el Padre Ibisate inventó otro lenguaje más humano: los “pobredólares”. Al dólar se le puede ver desde el petróleo, un hidrocarburo, pero antes que nada hay que verlo desde el pobre, un ser humano. Que las remesas -dinero- de los emigrantes no hagan olvidar el sudor y la sangre de tantos salvadoreños y salvadoreñas.

Creo que el Padre Ibisate ha sido el jesuita más conocido y más querido dentro de la Universidad, y ningún compañero suyo lo pondrá en duda. Por sus cuarenta años en la UCA, por el gran número de estudiantes que pasaron por sus aulas y el decanato de Economía, muchos y muchas le recuerdan como el Padre Ibis. Gozaba dando clase, animándoles -“hijita”-, rompiéndose la cabeza en buscar aulas para todos en años de precariedad de locales. Con las secretarias, las señoras de la limpieza, los trabajadores más sencillos fue especialmente atento. La gente pobre se le daba bien. Eran como de la familia.

Y como si no tuviese pocas cosas que hacer, aceptó ser párroco de la Capilla de la UCA. Su nombre oficial es la de “Jesucristo Liberador”, aunque se le solía conocer como “Capilla Monseñor Romero”. Allí están enterrados sus seis compañeros mártires, y desde hace año y medio el Padre Jon Cortina. Con todos ellos vivió y trabajó.

Lilia, la encargada de la capilla, “la buena de Lilia”, como él solía decir, estaba llorando esta mañana. “Cuántas veces he preparado la capilla para que el Padre Ibisate recibiese a un difunto. Y ahora le vamos a recibir a él”. Nos cuenta también que, por más ocupado que estuviese, siempre encontraba un tiempo para un bautizo o un entierro. Lilia no olvidará cuando su hija cumplió quince años. El Padre Ibisate le dijo: “tengo una reunión, pero igual salgo antes”. Salió y celebró la misa. Y también tenía tiempo para casar a estudiantes. Un día, bajo la lluvia, esperó a la novia, que llegó con cuarenta minutos de retraso. Su paciencia en esos casos era proverbial.

Quiero terminar con un recuerdo personal, que comprenderán los de mi generación, los jesuitas sobre todo. En los años setenta, después de Medellín, no todos los jesuitas pensábamos igual. A Ibisate le asustaba un poco la radicalidad de Ellacuría con las nuevas ideas sobre la misión de la Iglesia, la denuncia profética, y todo lo que iba dejando Medellín, en 1968, y la Congregación General XXXII, en 1975. En lo sustancial estaba de acuerdo, pero a Ibisate, de carácter sensible, le hacían sufrir las tensiones internas que eso generaba entre nosotros, fenómeno bastante repetido en aquellos días. Pero todo cambió el 12 de marzo de 1977, el día en que asesinaron a Rutilio. El amor de Rutilio Grande por los campesinos y su sangre derramada nos dio a todos más luz y nos hizo a todos los jesuitas más hermanos. Las antiguas tensiones se tornaron en una amistad más profunda. La persecución no distinguía entre jesuitas. Amenazas y cateos para todos, y las bombas cayeron sobre todas nuestras casas.

El 16 de noviembre Ibisate encontró a primera hora de la mañana los cuerpos sin vida de sus hermanos muy queridos, y los de las dos mujeres. Los lloró de veras. Ahora todos ellos descansan en la misma capilla de la UCA. De distinto temperamento, unos más duros, otros más afables; de distintos conocimientos, unos más filosóficos, otros más económicos; de distintos apostolados, unos ejerciendo más el ministerio sacerdotal, otros analizando más la palabra de Dios, todos fueron hermanos. Esa es la herencia que nos dejan a todos. Y creo que es una herencia muy especial para los jesuitas de El Salvador. (Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia).

Cuando asesinaron a las ocho personas de la UCA, hubo que buscar una bienaventuranza para cada una de ellas. Me acaban de pedir una cita bíblica para la esquela del Padre Ibisate. Valdría cualquiera de las ocho bienaventuranzas, pero como ya tienen dueño me he decidido por las siguientes palabras de Jesús con las que he comenzado:

"Muy bien, siervo bueno. Entra en el gozo de tu Señor" (Mateo 25, 23).


lamento

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LA CONVERSIÓN DE ROMERO Y “EL LAMENTO DEL LEVITA DESTERRADO”
“Y cenaré con él” (Ap 3,20)
BRAULIO HERNÁNDEZ MARTÍNEZ
TRES CANTOS (MADRID).

ECLESALIA, 23/03/07.- El 1 de diciembre de 1979 se anunciaba en El Salvador una inquietante profecía. Eran las fiestas jubilares en Santiago de María, la anterior diócesis de monseñor Romero, antes de ser nombrado arzobispo de San Salvador (el 3 de febrero de 1977). A él le dedicaban ese día para unos homenajes. Uno de los números, en el que participaron sacerdotes y amigos suyos, fue la escenificación del martirio de santo Tomás Moro: aquel hombre entregado a la causa de los desposeídos, que no se arrugó en denunciar la vida corrupta del monarca, negándose a reconocerle como el jefe de la Iglesia de Inglaterra. Casi cuatro meses después, el 24 de marzo de 1980, Romero era asesinado, a la hora de la cena, durante el ofertorio de la misa, en la capilla de un hospital de cancerosos. El mártir Romero se convertía en el santo Tomás Moro de Latinoamérica.

Fue una misteriosa carambola que, el pasado 12 de marzo, día del 30 aniversario del asesinato de Rutilio Grande, el jesuita cuyo martirio produjo lo que monseñor Romero llamaba su “conversión”, por todo el mundo se pregonara la noticia de la posible sanción del Vaticano a Jon Sobrino, el autor de “El Resucitado es el Crucificado”. Al igual que Rutilio, Jon Sobrino fue, junto a su compañero, el jesuita y mártir Ignacio Ellacuría, otra piedra angular en la “conversión” de monseñor Romero. Jon Sobrino está vivo de “casualidad”: alguien tenía que estar ausente, de viaje, para poder recoger el manto de Elías, cuando los escuadrones de la muerte masacraron a toda su comunidad. Pero desde hace años los guardianes de la ortodoxia de la Sinagoga bien montada (expresión del obispo Casaldáliga) están controlando sus libros. A una comunidad cristiana de Madrid que tiene como lema escuchar la Palabra de Dios en el fondo de los acontecimientos, no se le podía escapar el impresionante “detalle” del salmo propio del día: Lamento del levita desterrado (Salmo 42). Y el evangelio: Lo empujaron fuera del pueblo hasta un barranco, con la intención de despeñarlo. Había proclamado la liberación de los oprimidos y la buena noticia a los pobres (Lc 4,24-30). Y en el 27 aniversario de martirio de Romero, todas las lecturas propias del día, sábado 24, vienen como anillo al dedo: Así surgió entre la gente una división por causa de Jesús (Jn 7, 40-53). Se dice que la casualidad es el sinónimo de Dios cuando no firma. Otras veces, como aquí, la lleva con rúbrica.

Fue “un mes de junio sangriento” aquel de 1975 en la diócesis de Santiago de María. En el cantón Las Tres Calles, un grupo de campesinos que regresaban de la celebración litúrgica, fue interceptado por la Guardia Nacional que, amparada en la bula de sus uniformes, descargó sus metralletas, asesinando a seres inocentes. Un acto premeditado, que el Gobierno justificó alegando que los campesinos portaban armas subversivas. Ciertamente, se demostró después, sus únicas “armas” eran sus Biblias. El obispo Romero (había tomado posesión en diciembre) consoló y socorrió caritativamente a los familiares de las víctimas; pero se negó a condenar públicamente los asesinatos, desoyendo el clamor de una buena parte del clero y de sectores cristianos. Él optó por un tibio silencio de “resignación cristiana” enviando una dura carta personal al Presidente, su amigo, un demócrata-cristiano. El funeral por las víctimas derivó en un acto de protesta: un grito unánime de liberación de un pueblo sometido, sin voz.

La tibia reacción del obispo dio motivos a la oligarquía y al Gobierno –de militares, sustentado económicamente por aquella, a cuyos intereses servía- para confiar que contaban con un obispo a su medida que no interferiría en la cruzada de los Cuerpos de Seguridad contra la subversiva pastoral medellinista (de opción preferencial por los pobres) a la que acusaban de “marxista”. Se entiende que, dos años después, cuando el nuncio les pidió sus pareceres, tanto el Gobierno como la oligarquía cafetalera y las clases influyentes dieran su aprobación, por unanimidad, para catapultar a Romero como arzobispo de la capital de la República. El verdadero reto del nuncio era convencer al clero más influyente.

No es lo normal que en la Iglesia, en los puestos de arriba, se den procesos de conversión a lo Romero. Salvo contadas excepciones, sucede todo lo contrario: cuanto más alto en el escalafón, más “conservador” y acomodado, o atrapado, en las estructuras (de poder) de la Institución. Y más alejado del “abajamiento” de la cruz, tan presente en la teología de Jon Sobrino: asumir más el destino de los pobres, saliendo en su defensa y denunciar y desenmascarar a los poderosos. “No es un prestigio para la Iglesia estar a bien con los poderosos” declararía Romero el 17 de febrero de 1980, en vísperas de su asesinato. Por eso llaman la atención los papas Juan XXIII (vuelta primaveral a los orígenes), o de Juan Pablo I. En el caso del papa Luciani, observa un sacerdote identificado con su causa y su figura, se aprecian tres etapas: la conservadora; la de conversión al Concilio; y la profética: señalar los males de la Iglesia y apuesta decidida, (pase lo que pase) al cambio. “Usted es el papa. Es libre de decidir y yo obedeceré. Pero sepa que estos nombramientos significarían la traición a la herencia de Pablo VI”, le espetó, según testimonios fidedignos, el Secretario de Estado Vaticano, horas antes su muerte (El día de la cuenta, págs. 137-38).

Monseñor Romero era un sacerdote y obispo conservador, siempre dócil a Roma; su proceso de “conversión” se acrecentó al ascender al cargo de arzobispo y asumir la “responsabilidad” de la Iglesia salvadoreña. En una carta a Juan Pablo II le decía: “Creo en conciencia que Dios pide una fuerza pastoral en contraste con las inclinaciones ‘conservadoras’ que me son tan propias, según mi temperamento”. Habituado a la pastoral sacramentalista, él desconfiaba de los experimentos pastorales de la teología de la liberación. Su receta de más piedad y oración, y menos cantos de protesta social chocaba con la praxis de los curas más jóvenes, especialmente con los jesuitas de la Universidad Centroamericana (UCA), ellos eran el blanco de los ataques de su pluma. A Romero aún no le había llegado la hora de denunciar desde el púlpito que “Una religión de misa dominical pero de semanas injustas no gusta al Señor” (4/12/1977).

Cuando el nuncio le comunicó (el 21 de abril de 1970) el deseo del Papa de nombrarle obispo, Romero se lo tuvo que pensar 24 horas, pidiendo ayuda a sus consejeros (uno del OPUS y otro jesuita). Le pesaba la fría acogida que tuvo entre el clero en San Miguel, sus pulsos con los sacerdotes más jóvenes. Aunque “en lo que a la caridad se refiere, Romero era insuperable”, “siempre samaritano”. “¡Tenía que ser un 21!” apuntó Romero en su diario (casualmente todos los 21 estaban dedicados a la advocación de la virgen de la Paz, devoción promovida por él). Llama la atención otro “detalle”: el ceremoniero de su consagración episcopal, el 21 de junio de 1970, fue el jesuita Rutilio Grande, el mártir que sorprendentemente pasó el testigo a Romero.

Su primer destino, como obispo auxiliar en la archidiócesis, estuvo acompañado de tensiones. Romero no sintonizaba mucho con la línea pastoral, medellinista, que practicaban por allí; incluso dejó de asistir a las reuniones del clero, porque, según él, se fomentaba la desunión: “la única cosa que se hacía era criticar a la Iglesia, al papa y a los superiores”. El arzobispo, por circunstancias, le puso al frente del semanario Orientación, el principal órgano divulgativo y educativo de la fe y de la vida eclesial de la archidiócesis (el arzobispo tuvo que cesar al director, un sacerdote muy progresista de su confianza, por la publicación de un artículo ensalzando al cura guerrillero Camilo Torres); el auxiliar Romero dio un giro copernicano a Orientación, convirtiéndolo en una sucursal del L’Observatore Romano. Las ventas se desplomaron; pero lo importante para el nuevo director era salvaguardar la ortodoxia: “¡Hemos guardado la fe!”, fue su último editorial como director, al ser nombrado obispo titular de la diócesis de Santiago de María en 1974.

Allí se encontró con una experiencia piloto de pastoral popular, “Los Naranjos”, acusada de subversiva por el Gobierno y por otros cristianos. Era una experiencia de catequización y evangelización, nacida del espíritu de Medellín, donde se impartía la palabra de Dios en clave de concienciación política, para un pueblo oprimido, sin voz, que pedía liberación. Monseñor Romero, como precaución, la clausuró temporalmente, causando contrariedad entre sus promotores. Pero se comprometió a estudiarla; y, tras corregir algunas desviaciones, propuso llevarla a todas las parroquias, bajo la supervisión de los párrocos. Allí empezó a barruntar que las cosas no había que verlas sólo desde la mirada del nuncio, del Gobierno, o de la oligarquía católica, sino también desde la perspectiva de su clero. Algo se movía dentro de él. Tuvo un gran gesto de humildad: “¡Ayúdenme a ver claro!”, suplicó en una reunión.

Su firmeza en la defensa del magisterio frente a “ciertos liberadores a la moda”, y la prudencia con que resolvió la experiencia de Los Naranjos, o el suceso dramático de Las Tres Calles (y otras), colocaban a Romero, a los ojos del nuncio, como el mejor candidato para suceder al arzobispo. Cuando el rumor de su nombramiento corría, el pesimismo cundió de nuevo entre el clero más joven y los laicos más comprometidos. El nuncio tuvo que rogar, especialmente al provincial de los jesuitas, para que apoyaran el nombramiento de Romero, y lo arroparan.

Sangre y luz en la conversión de Romero, se titula uno de los epígrafes de un libro muy interesante sobre la biografía de monseñor Romero. En él se dice que tras aquel dramático suceso de Las Tres Calles, “otra experiencia dura que tuvo que afrontar el obispo Romero, tan simpatizante con las esferas gubernamentales y amigo tan allegado a Armando Arturo Molina, el coronel que entonces estaba en la presidencia de la República y era, por consiguiente, comandante general de las Fuerzas Armada”, Romero empezó a interpelarse ante el drama de su pueblo, buscando luz en la Evangelii Nuntiandi de Pablo VI, y releyendo de nuevo, más a fondo, el Documento de Medellín. Tantos gritos de liberación de un pueblo pobre y oprimido, empezaron a hacerle mella (Oscar A. Romero: Biografía, Jesús Delgado, UCA).

Fue el asesinato del sacerdote jesuita Rutilio Grande, el 12 de marzo de 1977 (apenas 20 días después de su toma de posesión como arzobispo) lo que provocó en Romero el “abajamiento” del crucificado (tan presente en Jon Sobrino), al que percibió en la violencia ejercida por el poder contra los campesinos pobres sin voz, y contra sus sacerdotes y laicos asesinados impunemente por causa del evangelio. Allí palpó definitivamente el cinismo de aquellos gobernantes “amigos”, que se tenían por muy cristianos. Eran ellos -los mismos que daban las órdenes de matar, apresar o torturar a sus sacerdotes o laicos comprometidos- los primeros en llamarle acto seguido por teléfono para darle el sentido pésame. Y no sólo no movían un dedo por aclararle los asesinatos, sino que se justificaban contándole una “sarta de mentiras”.

Romero comenzó a comprender que “el poder corrompe; y cuanto más poder, más corrompe”. Lo comprobó en sus antiguos compañeros cursillistas, cristianos honrados, que al medrar en la estructura económico-política de la sociedad, trucaban el evangelio por otros “ídolos”. Al nuncio le disgustó la firme decisión de Romero de no asistir a más a más reuniones con el Gobierno mientras no le aclarasen tantos asesinatos. En su decisión se cumplían las palabras del salmo “Dichoso el hombre que no va a reuniones de malvados” (Sal 1) que escuchábamos este mes junto a la parábola del rico epulón: «Si no escuchan a Moisés y a los profetas, aunque resucite uno de entre los muertos, no se convencerán.» (Lc. 16, 19-31).

El asesinato del jesuita Rutilio, junto a dos campesinos colaboradores, produjo, como añadidura, el milagro de la multiplicación de los panes: la unidad del clero formando una piña con su arzobispo (el gran anhelo del nuncio). Los sacerdotes, religiosos y religiosas decidieron, en asamblea, convocar a una gran misa en la catedral, única para toda la archidiócesis, privando (y eximiendo) de la misa dominical en las parroquias. Tal iniciativa intranquilizó a monseñor Romero, pero decidió sumarse: ¿cómo desaprovechar esa gran oportunidad para sellar la unidad del clero? Pero el nuncio se escandalizó, y Romero recibió una reprimenda cuando le informó de la iniciativa. También amigos católicos de la alta sociedad intentaron disuadirlo; hubo protestas por quienes se veían privados del cumplimiento del precepto dominical. Cerca de 100.000 personas llegaron a esa eucaristía desde todas partes de El Salvador. Pero faltaba una: el nuncio del Vaticano que, escandalizado, puso tierra por medio ausentándose a Guatemala. Romero había optado por sus sacerdotes, comprometidos con el pueblo sufriente, por el Dios de la vida, antes que agradar al nuncio, tan distante de los sufrimientos de aquel pueblo tan humillado y creyente. La sensibilidad del nuncio sólo se activaba ante las respuestas del sector reaccionario de los poderosos.

“Cuchicheos de muerte” empezaron a escucharse, inmisericordemente, en medio de una iglesia, aquel 10 de mayo de 1977, en la misa funeral por el ministro asesinado. Un murmullo de complicidad se expandía entre los miembros del Gobierno y las clases adineradas del país, más estridente aún entre las damas católicas: “Ay, que Dios me perdone, pero ¡yo deseo la muerte de ese obispo!”. Se sentían estafados, traicionados por aquel a quién, hacía sólo tres meses (el 3 de febrero de 1977) habían dado su apoyo sin reservas para que le ascendieran a arzobispo de la capital de la República. “Nos hemos equivocado”.

Empezaron las críticas de algunos de sus compañeros de escalafón –obispos alineados con los postulados de aquella derecha empeñada en exterminar a 200.000 salvadoreños para extirpar el “marxismo”- a cuyos gobiernos de turno bendecían. Sus mitras les tapaban los ojos, impidiéndoles ver. Romero sabía que estos compañeros se “chivaban” a Roma. A su vez, Roma le enviaba algún que otro emisario apostólico con funciones detectivescas. Para despejar malentendidos, y desmontar maquinaciones malintencionadas, Romero decidió viajar a Roma (su viaje a Jerusalén) en varias ocasiones. Allí encontró, en dos ocasiones, el aliento del papa Pablo VI (“¡Ánimo!, no todos comprenden, pero no desfallezca”); pero también una humillante reprimenda, en la Prefectura para Obispos, sin darle opción a su legítima defensa. Romero descubrió la incompatibilidad de la diplomacia con la verdad evangélica. En la frialdad de la Curia, encontró el ánimo, la solidaridad de algún monseñor como el cardenal Pironio (casualmente “La persona de Roma” a quién el papa Luciani confió sus intenciones respecto a las líneas de su papado; el cardenal amigo a quien visitó Pilar Bellosillo para hablarle sobre la muerte de Juan Pablo I (“Viaje a Roma de 1985”), también, en Roma, encontró el apoyo del padre Arrupe, el P. General de los jesuitas.

En cambio, el primer encuentro de Romero con Juan Pablo II, en mayo del 79, fue muy descorazonador. Compañeros y gentes malintencionadas habían entregado al papa informes muy negativos sobre Romero. Él le entregó un dossier con las sistemáticas violaciones de derechos humanos en su país, algunos muy calientes como la matanza del sacerdote Octavio Ortiz y de cuatro jóvenes menores de 15 años en el recinto “Despertad” donde el sacerdote impartía un cursillo de iniciación cristiana para jóvenes. “No me traiga muchas hojas, que no tengo tiempo de leerlas... Y además, procure ir de acuerdo con el gobierno”, le recriminó su papa. Romero salió llorando de la audiencia: “El papa no me ha entendido, no puede entender, porque El Salvador no es Polonia”.

Su segundo encuentro con Juan Pablo II, en enero del 80, fue algo mejor, aunque agridulce. El papa esta vez no le hizo esperar, mostró prisas por felicitarle: Romero no se había opuesto (para evitar la sangría del país) al golpe revolucionario de unos jóvenes militares, deseosos del cambio, para derrocar a sus jefes corruptos. Una salida providencial para Romero en aquellos momentos; providencialmente, fue un golpe incruento. Detrás estaba el amigo norteamericano, el que financiaba los escuadrones de la muerte y gran aliado del papa Wojtyla en la lucha contra el “marxismo” y la teología de la liberación. Juan Pablo II le alentó en su defensa por la justicia social, pero advirtiéndole de los estragos de un marxismo infiltrado en el pueblo cristiano. Romero, con su habitual espíritu de obediencia al papa, le respondió que el anticomunismo de las derechas no defendía a la religión, sino al capitalismo. Ya lo había denunciado, el 15 de septiembre de 1978: “Hay un ‘ateísmo’ más cercano y más peligroso para nuestra Iglesia: el ateísmo de capitalismo cuando los bienes materiales se erigen en ídolos y sustituyen a Dios”.

Aquella antigua tirantez de Romero para con los jesuitas, ahora, tras el martirio de Rutilio Grande, se había tonado en declarada defensa, solidaridad y admiración por su labor evangelizadora, de opción por los más pobres (trazado en el famoso documento de la Compañía de Jesús “Fe y justicia”). Ambos se convertirían en el blanco del poder económico y de los tradicionalistas, acusándolos de traidores. Para colmo, un obispo de su país, en unas lamentables declaraciones a la prensa durante la reunión episcopal latinoamericana de Puebla, atizaron el fuego al acusar a los jesuitas, y a monseñor Romero por confiar tanto en ellos, de ser los males de la Iglesia en El Salvador. Aquellas élites de El salvador no aceptaban que los educadores a quienes confiaban la educación de sus hijos, ahora tuvieran tantas preocupaciones sociales. Ambos, en comunión, practicaban una pastoral donde se condenaba la violencia estructural, con alusiones claras a la violencia arbitraria del Estado. “Aun cuando se nos llame locos, subversivos, comunistas… sabemos que no hacemos más que predicar el testimonio subversivo de las bienaventuranzas...”. (Romero, 11/05/1978). Jamás en El Salvador se había visto la catedral tan abarrotada de gentes sedientas de escuchar la Palabra, adaptada a los acontecimientos, en las homilías de monseñor Romero.

Como recuerda monseñor Samuel Ruiz, obispo emérito de Chiapas: “Todo el que opta por el mundo de la pobreza entra en conflicto... La única pregunta que se nos va a hacer al final de los tiempos es cómo tratamos al pobre... También entre la jerarquía que asume esta opción hay mártires, que no son, como antes, mártires de la fe, sino mártires de la justicia… En la parábola del Buen samaritano al sacerdote y al levita les importa más el templo, que contaminarse con lo impuro atendiendo al hombre malherido tirado en el camino”.

Todo estaba pactado, preparado para el sacrificio; esperaban, impacientes, la menor excusa. Para confundir y echar luego la culpa a los otros, le hacían llegar rumores, por boca del nuncio de un país vecino, de que la izquierda le preparaba un atentado, algo que él no se llegó a creer, no le encajaba, aunque sabía que estaba entre dos fuegos. Las acusaciones de algunos obispos tildando al arzobispo de fomentar la “subversión” del país, alimentaban el fuego para el sacrificio. Justo un mes antes de su muerte, monseñor Romero se decidió a denunciar públicamente, en la homilía dominical del 24 de febrero, las amenazas de muerte contra su persona. Sabía que aquellas derechas tan católicas habían puesto precio, hacía tiempo, a su vida. Había vivido aquel misterioso anuncio, en aquel homenaje donde escenificaron el martirio de santo Tomás Moro.

Casualmente, la liturgia de ese domingo, víspera de su asesinato, hablaba de “no matarás”. Era la Palabra más oportuna para recordar al Gobierno y al Ejército (especialmente a los disciplinados soldados) que ante una orden humana de matar debe prevalecer el mandamiento divino “no matarás”. “Ningún soldado está obligado a obedecer una orden contra la ley de Dios ... Les ordeno en nombre de Dios: ¡cese la represión!”. Pero la profética homilía sobre el “no matarás”, el Gobierno, interesadamente, la interpretó en clave de guerra: era un delito, una consigna subversiva. Era la liturgia del amor frente a la del cinismo de los poderosos. El lunes, a las 6’26 de la tarde, se consumó el sacrificio. A la hora habitual de su cena. Rondando esa hora, el nuncio le notificó en su día su designación para ser consagrado obispo. Misteriosamente, se cumplían aquellas palabras proféticas tomadas del Apocalipsis (Ap 3,20), escritas por monseñor Romero durante uno de sus retiros espirituales, doce años antes: “Y cenaré con él”. (Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia)

equívocos

equívocos

LA RELIGIÓN EN LA ESCUELA Y EN LA SOCIEDAD
JOSÉ IGNACIO CALLEJA, profesor de Ética Social Cristiana
VITORIA-GASTEIZ.

ECLESALIA, 26/02/07.- A propósito de la sentencia del Tribunal Constitucional sobre las condiciones morales de vida que pueden ser exigidas a los profesores de religión católica por parte de la autoridad competente, los Srs. Obispos, sólo puedo decir que es la consecuencia lógica de una regulación del “asunto” que puede calificarse, a todas luces, de “anacronismo jurídico”. Cuando el derecho democrático y laico juega a compartir soberanía con instancias no políticas, pasan estas cosas. Por eso, defiendo que puede, y hasta debe, haber un Acuerdo o Concordato del Estado con la Iglesia y las Religiones, pero claramente democrático en su origen, respetuoso de los derechos iguales de todos los ciudadanos, y sin privilegios para nadie. Se trata de valorar la religión y sus “Iglesias” como realidades culturales y sociales dignas de respeto y apoyo, pero, eso sí, en el juego de la sociedad civil de los ciudadanos y de los grupos iguales. No parece tan difícil entenderlo.

Profundizando en los problemas que a menudo se plantean, para mí el error está una la mala intelección, por parte de la Iglesia Católica, de la laicidad, de la sociedad civil y de la religiosidad misma; y lo mismo le sucede al Estado, por otras razones. A la Iglesia Católica, confundiendo razón religiosa con razón humana, moral religiosa con moral natural, peso sociológico del catolicismo con derechos justos, derecho internacional con legitimidad moral. Y al Estado, confundiendo neutralidad religiosa con indiferencia hacia las religiones, Gobierno de un país con Estado de todos los ciudadanos, sociedad civil con asociaciones laicas, moral civil con leyes democráticas, razón laica con verdad humana y razón religiosa con desecho cultural.

Si a estos equívocos de fondo, les sumamos el conservadurismo religioso y político que predomina en el catolicismo español, el problema se las trae. Por ello, urge que la Iglesia Católica Española, y ¡también el Gobierno del Estado!, depure su intelección de la religión en cuanto tal, su asunción de la laicidad y su pertenencia efectiva a la sociedad civil, y no, fuera de ella, como otra sociedad que la vigila. A partir de aquí, podemos crecer como cristianismo encarnado y como fuerza moral democrática. En caso contrario, "Numancia" a la vista. (Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia).


dejarse llevar II

dejarse llevar II

Mi padre vivió de verdad hasta el día de su muerte. Ese día fue el primero de su nueva vida
EL DÍA DE SU MUERTE
'Dejarse llevar', continuación*
ALMUDENA RAMOS, alrato@tiscali.es
MADRID.

ECLESALIA, 12/02/07.- La última semana de Septiembre de 2006, mientras yo preparaba un viaje de formación de enfermería a Chinguetti, Mauritania, diagnosticaron a mi padre (81 años) un cáncer de estómago. En mi familia siempre se ha hablado claro y con la verdad por delante, así que, desde antes de tener el diagnóstico, ya íbamos viendo todos que la cosa no iba bien, incluido él.

Cuando se confirmó lo que era, los médicos propusieron la cirugía. También le informaron muy detenidamente y con mucha claridad, a la par que delicadeza (sí, eso se puede hacer, poniendo un poco de cuidado), de las complicaciones a las que se exponía si se operaba, y del pronóstico ineludible de muerte si no se operaba. Nadie de la familia quiso hablar con los médicos sin él delante. Él estuvo seguro siempre de que nadie le engañaba, y por eso podíamos hablar francamente y sin temor.

Mi padre ha sido montañero, un enamorado de la naturaleza, y siempre ha sido consciente de que no vamos a estar aquí siempre. Ahora le tocaba tomar una decisión, una de las más importantes de su vida, y se puso a valorar todo con gran sentido común. Su razonamiento final fue: He vivido más de 80 años sano, en algún momento el cuerpo ha de romper por algún lado, y a mí me interesa más vivir lo que reste con calidad, que vivir más y más, sea como sea. Decidió no operarse y dejarse de hospitales, tratamientos, sondas, ambulancias para acá y para allá, Urgencias, UVIS, etc. Una parte muy importante de la dignidad de los enfermos consiste en que tomen sus propias decisiones sobre lo que les proponen, sin que nadie les imponga lo que tienen que hacer.

Tanto mi padre como mi madre tenían firmado un “Documento de instrucciones previas”, hacía cuatro años. Entonces lo tenían superclaro; pero ahora no era ni en frío ni para después, ahora era ya. No fue una decisión rápida, ni inconsciente, ni fácil. El salmo de ese día era el 88: "Lamento en la extrema aflicción ¡Fíjate!

Mi madre, mi hermano y yo, le habríamos apoyado si hubiera tomado otra decisión, pero decidió ésta y también le apoyamos. Él quería seguir en su habitación de la residencia donde vivió los últimos cuatro años, compartiéndola con su esposa y teniendo las visitas de sus hijos y amigos. El mes de Octubre lo pasó bastante bien y aprovechó para organizar sus cuentas del banco, "arreglar sus asuntos" (Salmo 112) y dejarlo todo preparado.

Mi amiga Juani, de la comunidad, me prestó su apartamento en el pueblo de al lado, en una urbanización llamada “Cumbres”, fíjate; se llama igual que el club de montaña que mi padre fundó en su juventud. A él le emocionó este detalle y quiso ir a visitarlo. Le encantaron los pinos de la terraza. Yo me había pedido un permiso en el trabajo para poder estar al tanto, así que el apartamento fue un auténtico regalo. Me ahorró 100 Km. de ida y 100 de vuelta diarios a casa, o un alquiler de otro sitio. El compartir de los hermanos no es sólo bla bla bla. También me llevé un par de libros, uno de ellos "La rueda de la vida" de Elisabeth Kübler-Ross (Esta psiquiatra escribió sobre la muerte y los moribundos). Ya que estamos en ello, vamos hasta el fondo. Varias de sus claves me sirvieron.

A primeros de Noviembre tuvo un episodio de sangrado, del que se recuperó; ya no le apetecía comer, se encontraba cada vez más flojo, y un día decidió que si volvía a ponerse muy malo no quería ni siquiera un suero.

Era el momento de los cuidados paliativos.

En la residencia no entendían muy bien qué era eso de no quererse operar y sólo querer atención paliativa. Uno de los médicos estaba muy enterado y fue magnífico, pero no estaba siempre. A los otros no les parecía bien que estuviera en su habitación deteriorándose poco a poco. Quizás pensaban que estaba desasistido. No entendían que él estaba eligiendo su propio proceso y que ellos estaban obligados a respetarlo. La situación se puso muy tensa, con comentarios como: "No está en su casa, está institucionalizado así que es responsabilidad de la residencia". "Nosotros no vamos a entrar en vuestro juego". "No sabemos cómo está atendido, y si no va al comedor tendrá que ingresar en la clínica, porque así lo dicen los estatutos". De tal forma estaba el panorama que yo empecé a buscar otras opciones por si había que irse de allí. No estábamos dispuestos a renunciar al derecho de mi padre a poder elegir. La ley 3/2005, de 23 de mayo, estaba de nuestra parte.

Puse en marcha todos mis contactos: compañeros de trabajo, amigos, y, sobre todo, la comunidad, que funcionaron estupendamente; ya teníamos un plan B, pero dos cosas me indicaron el mejor camino: una fue lo que me dijo Pilar Arranz, del Instituto ANTAE: "No pierdas de vista el objetivo. El objetivo es tu padre". Me puse en su lugar: Claro, probablemente lo último que le apetece es andar cambiando de residencia a estas alturas, por muy enfadados que nos tuvieran.

La otra cosa fue la lectura de ese domingo, que hablaba de que los caminos se allanarían y las colinas serían rebajadas. No dudé de que eso fuera así, pero, en concreto, ¿cómo? Paré, respiré, y pensé que por algo estaba allí y no en otro lado, y que quizás este proceso le sirviera al director, al médico, y a otros, para comprender que se puede llevar una enfermedad terminal de esta forma. Ellos tenían una ocasión de formación en vivo y en directo (y además gratis); y jugaríamos esa baza. Nadie nace enseñado.

De nuevo mi madre, mi hermano y yo estuvimos de acuerdo en intentar reconducir la situación.

Pilar Arranz también me puso en contacto con el ESAD (Equipo de Soporte de Atención Domiciliaria) los que llevan cuidados paliativos hasta la cabecera de tu cama. En el Área 8 habían empezado a trabajar justo el día 1 de Diciembre. ¡Fíjate!

Hablé con ellos directamente, aunque la vía de acceso normal es a través del médico de cabecera. Decidimos esperar unos días para que fuera el médico el que les llamara. Pasó Nochebuena y Navidad. Estaba muy dormido, aunque consciente cuando despertaba. El día 26 por la mañana estaba yo pensando qué hacer: si llamar otra vez yo al ESAD o al médico que quería alimentarle a toda costa, llevarle a la clínica, etc. Mientras desayunaba y pensaba me llamó Carmen, ¡la Dra. del ESAD!, ¡Fíjate!, para preguntar qué tal... (el Espíritu siempre a punto). Nos pusimos en marcha, y ese mismo día le visitaron. Coincidió que también estaba esa mañana allí mi hermano, ¡Fíjate!

Hicieron el plan y nos dejaron la medicación. Le enseñaron a mi madre, como cuidadora principal, a ponerle la medicación de forma fácil y segura. Allí estaba también el médico y la enfermera de la residencia que se quedaron pasmados con el plan, y fueron entrando poco a poco. Ya teníamos a todos de nuestra parte. El director no dijo ni mú. Dos días después volvió a visitarle el ESAD para comprobar que todo funcionaba.

Mi padre les dijo ese día que él estaba siendo un pionero y que muchos podrían aprovecharse de este proceso suyo. A él le hubiera gustado donar sus órganos, pero con su diagnóstico no fue posible. Lo que sí estaba haciendo era donar su proceso para otros. Eso le sostenía, le fortalecía, y le daba sentido a los últimos días. Les deseó muchos éxitos en su nueva actividad que comenzaban. Les entregamos un libro de Fidel Delgado: "Saber cuidarse para poder cuidar" en agradecimiento. Fue realmente muy emocionante.

De esta manera, con el dolor controlado (el suyo y el nuestro), llegamos a Nochevieja. Estuvo sentado en el sillón, como un Señor, viendo la San Silvestre Vallecana, y acompañándonos a mi hermano, a mi madre y a mí mientras cenábamos. Estaba que se caía el pobre, pero hizo un esfuerzo de campeón de maratón y aguantó sentado un buen rato. Al día siguiente, Año Nuevo, ya estuvo inconsciente todo el día. Pasé la noche con ellos, y a las 8 h del día 2 simplemente dejó de respirar.

Todo fue solucionándose fácil y de una forma íntima y entrañable. (Era muy buena hora y en día laborable: ¡un detalle de caballero!). Él había donado su cadáver a la Facultad de Medicina. La secretaria de la Facultad con la que hablé tiene una casa cerca de allí y conocía la residencia... ¡Fíjate!

Al recoger las cosas del apartamento de Juani aproveché para hacer una oración. Me encontré el salmo 95: "Yahvé es un Dios grande, suyas son las cumbres de los montes". ¡Seguro que lo has pillado! También decía: "Ojalá escucharais hoy su voz, no endurezcáis el corazón...".

Mi madre dice ahora que le gusta pensar que aún está sirviendo para algo útil, y que seguirá sirviendo en el futuro, que es como si siguiera estando por aquí.

Mi padre no era creyente, pero todos hemos jugado en su campo, cada uno desde nuestra creencia, sin imponer nuestros valores, y pensando más en sus necesidades que en lo que cada uno haría si se tratara de nosotros. Se trataba de él. No quería ver a un cura ni en pintura. Yo, como creyente, he encontrado fortaleza en la comunidad y en la Palabra, que tanto con lecturas como con señales (y ha habido unas cuantas), me han ido indicando el camino sin perder la paz ni la alegría. Como dice Fidel, el del libro: "Dichoso el Humor balsámico que contiene ternura fresca y confianza madura: hace digerible y hasta nutritivo lo duro de la vida que hay que tragar sin remedio". No he tenido problema en no encasquetarle lo mío. Total, yo ya se que es un Dios más grande que nuestras entendederas, y dudo que haya habido otro enfermo más ungido que él.

El día de Reyes celebramos en la comunidad la Resurrección de mi padre. Si te fijas, montones de detalles indican que está ya en la Vida Nueva, pero el colmo fue su regalo de Reyes. Ángeles Ramos (buen nombre el de esta mujer) había estado el día 2 con Fidel Delgado y me traía uno de sus libros para mí. De señal en señal, quizás sea una ayuda en el futuro

Es lógico, como todo el mundo sabe, "los Reyes son los Padres y Padre solo hay uno". (Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia).

Por si le sirve a alguien:

- Instituto Antae, “Psicología Aplicada y Counselling”, Plaza de Olavide, 5. Madrid. Tfn. 91 593 1495. (www.antae.net).
- Artículo del cardenal emérito de Milán, Carlo Maria Martini (22/01/2007, ELPAIS.com).
- Comunidad de Ayala (www.comayala.es).
- Fidel Delgado, "Saber cuidarse para poder cuidar", Ed. PPC.
- Elisabeth Kübler-Ross, “La rueda de la vida” Ed. Zeta Bolsillo.

- - -> * "Dejarse llevar" fue publicado en ecleSALia el pasado 27 de noviembre de 2006. Puedes encontrarlo en http://eclesalia.blogia.com/2006/112701-dejarse-llevar.php

mundo posible

mundo posible

ESPIRITUALIDAD PARA OTRO MUNDO POSIBLE
II Foro Mundial de Teología y Liberación, 16-18 de enero de 2007
EVARISTO VILLAR
NAIROBI (KENYA).

ECLESALIA, 05/02/07.- 1. Llegadas desde todo el mundo, unas trescientas personas participaron durante los días 16 al 19 de enero de 2007 en el II Foro Mundial de Teología y Liberación (FMTL), celebrado en Nairobi, Kenya. Ciudad ésta, atravesada por el Ecuador y golpeada por los perniciosos efectos de la globalización neoliberal. Con casi tres millones de habitantes y con el inglés y el kiswahili como lenguas más importantes, las tres cuartas partes de la población vive -como Kibera y Gorococho- en “slums” o barrios pobres, constituyendo un cinturón de miseria en abierto contraste con un centro colonial, comercial y administrativo más prospero.

Este segundo foro se inscribe en la ruta abierta por el primero, celebrado en Porto Alegre, Brasil, en enero de 2005 y nacido al calor de los Foros Sociales Mundiales (FSM). La vinculación estrecha entre ambos foros salta a la vista no sólo en las fechas y lugares elegidos para la celebración (el FSM se celebró el 20-25 del mismo mes y en el mismo lugar, inmediatamente a continuación del de Teología y Liberación) sino también en los temas elegidos. Prueba de ello es el lema elegido para este II FMTL “Espiritualidad para otro mundo posible”.

El acercamiento también se advierte, visto desde el segundo foro, en la metodología y en los objetivos. Una metodología que, en esta ocasión, ha sido más autogestionada y participativa, incorporando la presencia de diferentes movimientos y organizaciones de base. Y unos objetivos que se expresan en la experiencia espiritual y la reflexión de la lucha práctica contra la pobreza y el trabajo por la paz, en las apuestas por diálogo interreligioso, intercultural y en perspectiva de género, y en la participación pro-activa en los procesos de transformación de la sociedad.

El sello típicamente africano, con su rica variedad de ritmos y colores, impregnó prácticamente todos los momentos importantes del foro: desde las sentidas oraciones matinales y los cantos, pasando por los símbolos y bailes folklóricos, hasta los paneles de las mesas redondas y los debates. Pero la gran novedad estructural de este segundo foro, además del mayor número de comunicaciones, fue, sin duda, el gran número de talleres que, en sintonía con el motivo dominante del foro, trabajaron sobre aspectos como las espiritualidades, las iglesias, el diálogo interreligioso, intercultural e interétnico, los rituales, la justicia económica y ecológica, los derechos humanos, la democracia y la paz, la relectura de los textos sagrados, las diferentes clases de feminismo, las religiones, etc.

2. Durante el primer día, el foro se centró en la presentación de un análisis socio-económico, estructural y de coyuntura, del neoliberalismo global reinante, a cargo de François Houtart, sociólogo y perito del Vaticano II, por una parte, y en la urgencia de una espiritualidad que, centrada en la defensa de la vida, contemple la preferencia de Dios por los pobres por ser “Dios de vida”, por otra. De forma brillante y pedagógica fue mostrando Houtart con gráficos la brecha creciente que se está abriendo entre el Norte y el Sur con el dramático resultado de un holocausto que se cierne implacable sobre la población del Sur, cada día más empobrecida. Entre otros ejes de acumulación y de usura capitalista destacó Houtart el agronegocio, la privatización de los servicios públicos y el control de la biodiversidad. La respuesta a esta situación dramática desde una nueva espiritualidad llegó de la mano de tres teólogos que reflexionaron desde el lado de los perdedores: Tinyko Maluleke, africano, que destacó el aporte que pueden prestar a este empeño las religiones, Rohan Silva, asiático, que profundizó en la necesaria complicidad de las iglesias con los movimientos sociales, y Jon Sobrino, que, desde América, volvió a enfatizar la centralidad de las víctimas en la experiencia de fe de las comunidades cristianas.

En el segundo día, el foro dedicó la mañana a la reflexión sobre la realidad socio-religiosa africana. El diálogo entre los teólogos John Lukwata, ugandés, y Philomena Mwarua, keniata, puso al descubierto algunos aspectos menos edificantes del actual proceso sociorreligioso africano y las posibilidades de afrontarlos desde un encuentro sólido entre el cristianismo y las religiones autóctonas. Superando atávicas descalificaciones y discriminaciones, sobre todo de la mujer, y racismos encubiertos, todas las religiones están llamadas a impulsar conjuntamente la “liberación integral” tanto de las personas como de las comunidades y pueblos. La tarde de esta segunda jornada nos propició la marcante experiencia de inmersión en los barrios miseria de Nairobi. Llegados al barrio de Kibera, donde el hacinamiento de las chavolas y la podredumbre resisten milagrosamente a la muerte, te envuelve una nube de niños que, en su ingenuidad, te gritan constantemente: “¿how are you?”. Como queriendo decir teológicamente: “¿estás tú dispuesto a entrar en este infierno?”, “¿dónde encontrar a Dios en este lugar de muerte?”...

El tercer día y parte del siguiente el foro se dedicó al trabajo en talleres (las comunicaciones se fueron presentando en la mañana del miércoles y en la tarde del viernes). Fueron 24 los talleres que, en conjunto, parecen representar los mayores desafíos a los que se está enfrentando la espiritualidad del ser humano desde todos los rincones de la tierra. Especial urgencia parecen representar aquellos que llegan desde los contextos socio-económicos más castigados por el neoliberalismo rampante. Por ejemplo, los barrios miseria y su desafío a la conciencia humana, la lucha contra el SIDA, la prostitución y el tráfico de mujeres; los derechos humanos quebrantados, la democracia y la paz. No faltaron tampoco las teologías del pluralismo religioso, la nueva teología africana, las redes de encuentro entre mujeres musulmanas y cristianas, la teología desde la perspectiva de género, la superación de la teología del imperio y de los fundamentalismos. Por nuestra parte, desde nuestra experiencia europea, también presentamos un taller sobre algunas claves para la vivencia de “una espiritualidad laica”.

En la última jornada todo fue más de prisa y concentrado. El foro dedicó durante la mañana y parte de la tarde dos mesas: una al diálogo entre las tradiciones religiosas desde una perspectiva liberadora y otra a la espiritualidad y respeto a la diversidad. En la primera el Dr. Laurenti Magesa, desde la herencia espiritual africana, propuso como lugar de encuentro la dimensión afectiva del ser humano para completar el excesivo racionalismo occidental; Abdalla Ibrahim Farah, musulmán, apeló al perdón mutuo y al compromiso social como punto de partida y camino de liberación; por su parte el maestro hindú, Purshottam Rao, reivindicó el cuidado de la tierra y el compromiso ecológico como elementos de afirmación de la vida presentes tanto en los Vedas como en los Upanisads; y el profesor Patrick Ryan habló sobre la necesidad de escuchar y recoger las experiencias que llegan desde las periferias. En la segunda mesa, integrada por Eunice Santana, teóloga portorriqueña, Juan José Tamayo, teólogo español y la profesora africana Teresa Ocurre, se abordaron las patologías a superar por la nueva espiritualidad y la disposición a aceptar los nuevos paradigmas que se avecinan.

Finalmente, este II FMTL se clausuró con un sencillo homenaje a los teólogos Houtart y Jon Sobrino por haber puesto su talento al servicio de la transformación social, en un caso, y de la proyección de una imagen de Dios que revela su rostro más luminoso desde las víctimas de la historia, en otro. El broche de oro lo puso el brillante y emotivo discurso del arzobispo anglicano Desmond Tutu, ante cuya fuerza espiritual no hay aparhead que pueda resistirle.

3. Concluyo esta sencilla crónica del II FMTL con una breve síntesis del taller sobre “espiritualidad laica” que, impulsado por la Red Europea y no exento de polémica, finalmente fue presentado en este foro por un equipo integrado por Hugo Castelli, María José Arana, José María Vigil y Evaristo Villar. Señalaré también algunas apuestas provisionales.

La síntesis. El cristianismo europeo está atravesando una gran crisis por las transformaciones de la conciencia religiosa que ya no nos permiten «creer de la misma manera».

Una primera transformación es consecuencia del creciente pluralismo religioso. Tras siglos viviendo la experiencia de un cristianismo como «la única religión verdadera”, hoy en día, la biodiversidad -también la religiosa- es percibida como un valor sagrado que no permite tales exclusivismos. Esta nueva conciencia está afectando ya a nuestra forma de vivir y de comprender nuestra espiritualidad y nuestro cristianismo.

Una segunda gran transformación es causada por el avance de los saberes en su conjunto. En la nueva era del conocimiento, en la que estamos entrando, la religión ya no puede seguir desempeñando los papeles jugados en milenios anteriores. Ahora está en crisis la forma de expresión religiosa que la espiritualidad del ser humano adoptó en los últimos milenios. Hoy necesita otra forma de expresión. Esto nos pone en búsqueda, haciéndonos vivir una hora de preguntas sin todavía respuestas.

En este contexto, ¿dónde encontrar un núcleo sobre el que asentar en el futuro nuestra espiritualidad? La búsqueda de muchos de nuestros grupos y comunidades de la Red Europea, en profunda afinidad con la espiritualidad latinoamericana liberadora, cree encontrar ese núcleo en la, así llamada, regla de oro: «trata a los demás como quieres que los demás te traten a ti», que es, sin duda, la más universalizable colaboración entre las religiones y el más seguro camino para la paz. Entre los cristianos, la regla de oro se expresa en el imperativo categórico del amor-justicia liberador, que, en las últimas décadas, se ha formulado como «opción por los pobres». Por ahí pasa, a nuestro juicio, el núcleo de lo que hoy sería la espiritualidad esencial.

En concreto, ¿hacia qué tipo de espiritualidad nos dirigimos? La espiritualidad va a dejar de ser un campo separado de la vida y sometido a la religión para convertirse en una dimensión profunda de la vida en plenitud. Será una espiritualidad mayormente desligada de las religiones, laica, simple y profundamente humana. Quizá estamos yendo hacia un «postcristianismo», o tal vez un «precristianismo», es decir, un fenómeno espiritual como el movimiento de Jesús «antes del cristianismo».

Apuestas provisionales. Si nuestra hipótesis de partida fuera cierta, una espiritualidad para este mundo posible, vista desde muchos de los colectivos cristianos europeos, debería perseguir, al menos de entrada, los siguientes objetivos:

Debería reconocer el pluralismo religioso existente como punto de partida y vía de superación de toda forma de exclusivismo e inclusivismo teológico confesional y como condición necesaria para la aceptación de la igual dignidad de todas las religiones.

Debería tomar conciencia del cambio epocal que se está dando en la conciencia del ser humano y en el conjunto de todos los saberes, así como de la crisis que está afectando muy seriamente a la plausibilidad de la fe, para encaminar conjuntamente a toda la humanidad hacia un lugar común, previo y más allá de las mismas religiones, donde sea posible el encuentro de todos los seres humanos, sean creyentes o no.

Ante la desigualdad y exclusión que agranda la brecha de separación entre los seres humanos por el tener, el saber y el poder, una espiritualidad para este “Otro mundo posible” debería volver a la regla de oro, presente en casi todas las religiones, como base común e impulso ético capaz de implantar unos mínimos de justicia y libertad que dignifiquen la vida humana y la misma continuidad del planeta tierra.

En consecuencia, una espiritualidad para “Otro mundo posible”, debería estar siempre muy pegada a la vida y a la tierra, ejerciendo adultamente su libertad y responsabilidad en el mundo, siendo crítica con todas los poderes fácticos que pretendan tutelarla y emancipándose de todas las instancias e instituciones -aún de las mismas religiosas- que intenten recortar la identidad del ser humano. O dicho de otro modo, no renunciando nunca a la aventura de vivir en plenitud. (Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia).

la estrella

la estrella

¿ENCONTRARÁN LOS MAGOS LA ESTRELLA?
ENCARNA GONZÁLEZ-CAMPOS JIMÉNEZ, Agustina Misionera
VALLADOLID.

ECLESALIA, 05/01/07.-Los tiempos cambian. Los niños de hoy, además de enviar su carta por correo, les recuerdan a los Reyes Magos sus peticiones vía internet. Por si acaso se pierde la carta en el camino.

Sus majestades se han subido a la carroza de las nuevas tecnologías en algunos puntos del planeta, donde una novedosa iniciativa ha hecho posible que los niños pueden ver y comunicarse con Melchor, Gaspar y Baltasar a través de videoconferencia.

Los niños pueden ver en pantalla gigante a los Reyes de Oriente que responden a sus preguntas al estilo conferencia de prensa con los pajes oficiando de mediadores.

Si los niños alucinan al ver a los Reyes Magos en sus carrozas, imaginaros sus caras conversando con ellos on-line.

De esta manera los niños aún están a tiempo de pedir ese juguete de última hora que han olvidado poner en la carta.

A lo mejor, pronto se acaban las cabalgatas, y el pluriempleo de Melchor, Gaspar y Baltasar teniendo que estar los mismos días y a las mismas horas en las puertas de los grandes comercios, el reparto de caramelos podría pasar a ser virtual y los regalos se podrían entregar por correo electrónico.

Me pregunto qué será de todos esos niños que no disponen de los medios tecnológicos necesarios para escribir a los Magos. ¿Tendrán algún regalo esta navidad?

También me pregunto qué hacemos nosotros para que todos esos niños, y adultos, que no disponen de estos recursos, ni de otros imprescindibles, tengan una navidad feliz y un próspero año nuevo.

Es prácticamente imposible que los Magos de Oriente encuentren su estrella en ese espacio cibernético cargado de consumismo y oportunismo, en el bullicio de la ciudad, entre cabalgatas y caramelos, entre comercios competitivos rebajando al 50% lo que antes había subido al 75%, entre cohetes y petardos destinados inútilmente a “hacer ruido” en nuestras calles… ¿o quizá necesitemos ese ruido para no escuchar el verdadero mensaje de los Magos?

Hemos despedido el 2006 con la cifra de 6.000 inmigrantes africanos muertos cuando intentaban alcanzar costas canarias, año durante el cual el número de “ilegales” que alcanzó el archipiélago se multiplicó por seis, hasta 31.000. Hacinados en cayucos, algunos africanos buscan esa misma estrella en el 2007. Ya en este año, y llevamos pocos días, han arribado en nuestras costas 120 personas con hipotermia y otros ni siquiera han llegado a tocar suelo europeo.

También hemos despedido el 2006 con la ruptura de la tregua en España; con una cadena de atentados en Bagdad después de la ejecución de Sadam Husein que deja tras de si 80 muertos mientras un 80% de internautas nos paramos en la “novedad morbosa” del video difundido por Internet que ahora suscita conflictos internacionales.

El surcoreano Ban Ki-Moon ha comenzado en este año su mandato como Secretario general de la ONU y hace un llamamiento conjunto a la comunidad internacional para que le ayude con un “esfuerzo conjunto” a afrontar los grandes desafíos de este siglo.

En su primera intervención, recordó los grandes conflictos del panorama internacional, y especialmente Darfur, Oriente Próximo, Irán, Irak y Corea del Norte, así como la necesidad en avanzar en el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo del Milenio, fijados para el 2015.

Hemos comenzado con un avión desaparecido en Indonesia…

Hemos comenzado con miles de muertos en Somalia por los enfrentamientos con los rebeldes Tribunales Islámicos, que pretenden instaurar una teocracia en este país…

Hemos comenzado… ¡oh, no me mi cuenta de que este artículo hablaba sobre los Reyes Magos!

Sí, los Magos, nuestros Magos de Oriente estarán de camino buscando su estrella en este séptimo año del año dos mil ¿crees que la encontrarán? (Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia).


FELIZ AÑO NUEVO

FELIZ AÑO NUEVO

feliz 20’07

posada encontrada

posada encontrada

HEMOS ENCONTRADO POSADA
El sueño sigue en proceso
Mª MAGDALENA BENNASAR Y CARMEN NOTARIO, Misioneras de la Palabra de Dios
MADRID.

ECLESALIA, 29/12/06.- Os queremos compartir la buena noticia, en minúscula, por no hacerle sombra al Emmanuel, pero de veras que para nosotras es en mayúscula.

Os contamos. Tras la publicación el 31 de Octubre de 2006 en Eclesalia del artículo “Un sueño en proceso”, han llovido mensajes y ofertas reales de espacios y también invitaciones a ofrecer alguno de nuestros programas.

Después de viajar de norte a sur, literalmente, y pasando por el centro, que no se nos olvide, hemos entrado en profundo discernimiento junto con nuestra comunidad de Madrid, con quienes hemos convivido estos meses. Ha sido un “Hola y Adiós”, hoy aquí, mañana allá, largas horas de autobús que nos han permitido orar, ponderar, disfrutar de la belleza de unos paisajes, ciudades, gentes y cultura que hacía años no experimentábamos.

Y así, después de días de parto, precisamente en estas fechas ¡qué bonito!, y también después de conversaciones intensas y prolongadas con quienes nos lo ofrecen, nos hemos decidido: el lugar de esta primera etapa del sueño en proceso será Logroño ¡caramba, caramba! y el nombre la Casa de Acogida (muy apropiado) y Convivencias del Centro Latinoamericano de Salvatorianos, Cómo os agradecemos Rodolfo, Fernando, Reginberto, Lorenzo, Primi, Domingo, Dolores, Conme... vuestra osadía y generosidad! ¿alquiler? “lo que podáis”...

Esto ha sido Navidad para nosotras. Nos posibilita seguir soñando y ahora trabajando ya de un modo más directo, como dicen los americanos “hands on”, o sea, “con las manos en la masa”.

En la “masa” porque entre otras cosas ofrecemos un taller de aprender a hacer pan orando u orar haciendo pan, pero también en la masa real humana con quienes la Ruah nos posibilite compartir.

Queremos agradecer a varios grupos muy especialmente porque han sido excelentes “comadronas”: a las Trinitarias de Suesa que además de reír y llorar con nosotras desde hace años son las “tecnos” de nuestra Web; a nuestra comunidad de Madrid que ¡madre mía! también han reído y llorado y compartido todo con nosotras; a todos/as los/as que habéis ofrecido casa, terreno, parroquia... ¡gracias!, a los/as que habéis escrito animando, agradeciendo, preguntando, sugiriendo y sobre todo a los/las que nos habéis invitado a ofrecer alguno de nuestros programas; a Eclesalia, Redes Cristianas y Alandar que comunican a los cuatro vientos las pequeñas buenas nuevas y finalmente a los Salvatorianos de Logroño que no saben en la que se meten metiéndonos en su amplia casa, a todos Gracias, Gracias.

Una casa con dos ámbitos: el que llamamos “nuestra casa” con varias habitaciones y desde donde acompañaremos individualmente o en grupo reducido, también donde Carmen ofrecerá ese toque sanador desde una actitud orante y cariñosa, a través de masajes y reflexología y el ámbito de “la casa de convivencias” con mucha capacidad y salas multiuso desde donde se ofrecen ya programas y ahora sumaremos los nuestros.

Iremos para allá el 19 de Febrero, coincidiendo con el inicio de ese tiempo especial para profundizar, que la traducción del inglés antiguo sería Primavera (Lent) y que en español llamamos Cuaresma.

Para empezar os invitamos a todos los que os podáis acercar los miércoles a las 19:30 comenzando el 28 de Febrero a compartir la Palabra, el silencio y un ágape.

También os podéis inscribir ya a la celebración del Triduo Pascual. Más información en la página www.espiritualidadintegradoracristiana.com o llamad al 654452228 o al 629390510.

Seguiremos ofreciendo nuestros programas donde nos inviten en la medida que podamos, al igual que ofrecemos colaborar puntualmente con otras casas de espiritualidad o grupos que necesiten acompañamiento. (Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia).

Un abrazo de Año Nuevo para todos-as,

Carmen y Magdalena