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ecleSALia del 11/04/07 al 31/07/10

dejarse llevar

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DEJARSE LLEVAR
ALMUDENA

ECLESALIA, 27/11/06.- Mi nombre es Almudena, soy enfermera y trabajo en una consulta externa de Otorrino. Un día de finales de Abril de 2005, mi compañera (Juana) me trae a la consulta a una matrona amiga suya (Maite) y a su marido (Agustín) para ver si les puedo asesorar sobre audífonos para él. Le hago las pruebas y charlamos sobre las posibilidades de escuchar mejor.

Juana les había comentado que yo pintaba, y ellos tienen una tienda de enmarcación de cuadros así que, como yo estaba montando mi primera exposición, quedé en llevarles un par de cuadritos para ponerles marco. Al llevarlos, Maite me cuenta que se va a Mauritania a trabajar en un hospital que han montado unos de Murcia, y que si no tendríamos en el ambulatorio alguna trompetilla tocológica de las antiguas que aquí ya no se usan. -Pues seguro que alguna habrá, yo te la busco.

La semana siguiente, Juan Pérez (Long John) me trae un recorte de El País con un artículo sobre un hospital en Chinguetti, Mauritania, que han construido unos de Murcia ¡…! ¡Vaya casualidad! (¿casualidad?) ¡Es ese hospital! ¡En el periódico! Entre todas las compañeras buscamos con ahínco la trompetilla durante quince días pero no aparecía… hasta la tarde del día que ella se marchó por la mañana a Chinguetti, Mauritania.

- ¿Y qué hago yo ahora con esto?

- Pues será que la tienes que llevar tú, me dice quien la encontró.

El sábado siguiente, me empiezan a llegar llamadas al móvil durante la eucaristía, con mensajes: “Tu amiga la matrona, que está en la tele, en “Informe Semanal”, dando una charla a las mujeres de Chinguetti”. ¡Pero bueno! ¡Esto ya se sale de la casualidad! Y yo aquí con mi trompetilla… La llevé al grupo y lo conté. No recuerdo qué Palabra fue la de aquel día pero era algo referido a escuchar…

Maite volvió y quedé con ella. -Mira, ha pasado esto, y esto otro, y tengo la trompetilla, en fin. -¿Esto cómo es? ¿Esto de qué va? Ella estaba muy sorprendida, porque le había pasado algo similar cuando se encontró el hospital en un viaje de turismo.

Estuvimos comentando posibilidades de colaboración, qué se podría hacer… Yo mandé un correo a la doctora que estaba allí, no llegó; mandé otro a la fundacionchinguetti.com, no me contestaron… En fin, que la cosa se fue quedando ahí… un año y medio. Y la trompetilla en mi mesilla durante un año y medio.

- ¿Y tú qué? ¿Y tú “pa” qué? Le decía yo de vez en cuando.

Finales de Julio de 2006, viernes, estoy preparando una exposición para mi pueblo, en agosto, y me quedan un par de cuadritos por enmarcar; me acuerdo de Maite y Agus y pienso: les llamo el lunes, me enmarcan y a ver qué tal les va.

Mismo viernes tarde, Juana, mi compi, me da un papel. Es el teléfono de Maite, que la llames urgentemente. No, si ya les tenía pensado llamar. ¡Otra vez! ¿Qué pasa, que tiene un sensor o qué? Llamo, y me cuenta que la fundación ha preparado un programa de formación, en periodos de 15 días, para el personal mauritano, y que si me interesa, que como el año pasado pasó todo aquello…

¡Pues claro que me interesa! Chinguetti ataca de nuevo. Nos ponemos a pensar qué sería útil, qué curso podría yo llevar (aparte de la trompetilla, claro). Pensando, pensando, la que tendría que ir es mi otra compañera, Mónica, que tiene experiencia en docencia de diabetes y tiene un programa ya hecho; a lo mejor podíamos ir las dos…; vamos viendo, nos ponemos nosotras la trompetilla a ver si escuchamos qué hay que hacer.

El sábado siguiente llevo la trompetilla a la Eucaristía de la comunidad, la pongo sobre la mesa y cuento la historia. Está esos días el congreso de teología sobre bioética. En determinados problemas, no todo es evidente. Hay que escuchar los sonidos de la vida, desde el principio. Necesitamos una trompetilla.

Mónica está dispuesta a ir, yo también; casualmente nos quedan a las dos 15 días de vacaciones en Octubre, y no teníamos plan previsto. ¡ Pues eso! Mandamos la solicitud a la fundación, y a primeros de Septiembre nos dicen que sí.

A correr… Hay mucho que preparar: la documentación, el material, vuelan los e-mail con la fundación, con Orville, el médico que está allí…

El 20 de Septiembre, me voy a Segovia, a un curso de Fidel Delgado para formadores (más a punto, imposible). Nos reciben dos carteles grandes en el monasterio de San Juan de la Cruz: “Qué bien se yo la fonte que mana y corre aunque es de noche y Mil gracias derramando…” Tomo buena nota del curso, seguro que me va servir un montón.

Vuelvo a Madrid, está todo el mundo liado con esto. Beatriz nos da tres clases de Francés básico; Elena Pérez, su marido Quique, y Juan en la traducción de la documentación; nuestras compañeras apañándonos material; Belén y Maribel intentando asegurar que los equipos lleguen a tiempo; otros aportando algo de pasta para los gastos… En fin, una maravilla de logística, a toda velocidad.

Ya tenemos los billetes para el día 3 de Octubre. Todo marcha bien.

26 Septiembre, martes. Mi padre, que andaba algo pachucho este último mes, me cuenta que está con deposiciones negras desde hace una semana. Uff… díselo al médico mañana sin falta, porque esto no tiene buena pinta padre. El jueves estamos en urgencias del Hospital de Alcorcón (aquí al lado), malas noticias: sangrado digestivo, gastroscopia… cáncer de estómago; harán un TAC buscando metástasis, para ver si proponen operar.

En el papel de ángel, Pilar, la cirujana que está de guardia, conocida, con la que he pasado consulta en el ambulatorio, accesible y cuidadosa. Otra vez la logística se pone en marcha con las compañeras del hospital de Alcorcón, y a todo correr porque también hay que ultimar lo del viaje. ¿Me voy? ¿Me quedo? Si me voy, igual al volver ya no… Uff… El domingo, camino del hospital para ver a mi padre, su hermana mayor (83 años, soltera, vive sola) se rompe la cadera. ¡Hala! ¡Al hospital! (otro hospital distinto claro). ¡Anda que…!

El lunes, le hacen el TAC a mi padre, no hay metástasis, así que le ofertan la operación. Hablo con él, sabe todo y tiene que decidir qué hacer, tiene muy claro que yo debo irme, aquí queda mi hermano y mi madre; todos estamos de acuerdo, me marcho. El martes por la mañana hablamos con la cirujana, mi padre ha decidido no operarse. Por la tarde, Mónica y yo cogemos un avión para Mauritania. Uff… Enrique me manda un mensaje: “Feliz el que al mirar tras de sí, halla un ángel guardián que le procura un aura de paz”. Me lo quedo.

El día siguiente, miércoles, en la reunión de la comunidad, y cuando yo estaba llegando a Chinguetti, leen el evangelio del día: -“Te seguiré, pero déjame que antes vaya a enterrar a mi padre. -Deja que los muertos entierren a los muertos y tú sígueme, porque nadie que pone la mano en el arado y mira para atrás es digno de mí”.

Yo me enteré de esto a la vuelta del viaje, pero tenía allí la sensación de que estaba donde debía. El ”Hospital de la Fraternidad” que así se llama, se inauguró un 17 de Abril, fecha del cumpleaños de mi padre.

Allí todo ha ido bien. Hemos hecho el trabajo en el hospital, dado el curso, y conectado en lo personal con historias muy importantes de cada uno. El bisabuelo del médico, Orville, nos dio una señalita de presencia. Cada vez éramos más conscientes de que habíamos sido llevadas hasta allí de la mano.

El día 18 de Octubre regresamos, y el evangelio del día decía: La mies es mucha y los obreros pocos, rogad al dueño de la mies que envíe obreros a su mies. En la ciudad donde entréis quedaos y comed lo que os pongan, curad a los enfermos y decid la paz con vosotros, el Reino de Dios está cerca.

Mi padre está arreglando papeles, animado aunque cada vez más debilucho, asumiendo su proceso poco a poco. La tía se ha demenciado con la operación y está en silla de ruedas, así que seguimos con mucho curro, pero aún somos capaces de sonreír al contemplar las maravillas del Señor. Juani me ha prestado su apartamento, a tres kilómetros de la residencia de mis padres. La urbanización se llama Cumbres, como el club de montaña que fundó mi padre y donde conoció a mi madre.

Recuerdo el letrero de San Juan de la Cruz: “Qué bien se yo la fonte que mana y corre aunque es de noche”.

En Mauritania me regalaron un collar. Tiene muchas cuentas y un solo hilo.

Misión cumplida. (Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia).

Almudena, 8 Noviembre de 2006

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