otra iglesia
OTRA IGLESIA ES POSIBLE
Pistas para caminar en el libro Vamos a recuperar la alegría
EVARISTO VILLAR
MADRID.
1. ¿Qué es y qué podemos encontrar en este librito?
ECLESALIA, 17/11/05.- Para saber si este librito es interesante o no parece lógico que lo conozcamos previamente. ¿Qué es, qué podemos encontrar en él? Ya el título llama la atención Vamos a recuperar la alegría. Como se dice en la presentación, se trata no sólo de una decisión o propósito loable (precisamente en medio de los dramáticos telediarios a que nos tienen acostumbrados), sino, fundamentalmente, de un programa y de una invitación. Invitar hoy a la alegría suena como el anuncio de una Buena Noticia largamente esperada. Vamos a recuperar la alegría va acompañado del siguiente denominador o subtítulo que lo despoja de toda tentación angelical o voluntarista: Análisis y toma de postura ante la situación sociopolítica y religiosa española. Se pone, pues, el pie en tierra, y se encamina en una orientación concreta.
Físicamente el librito no es grande, es más bien un folleto. Consta de tres documentos base, con un saludo de bienvenida (que hace referencia al Encuentro Convivencia del 7 de mayo, en que se presentaron los documentos para ser matizados por una asamblea de unas 200 personas), y un mensaje final que es el que dio finalmente título al librito. En la edición actual todo esto va precedido, a su vez, por una presentación o prefacio que destaca las características y objetivos que persigue la publicación. Los tres documentos-base son: 1º Análisis de coyuntura de la sociedad española y posicionamiento de la Iglesia jerárquica ante la misma; 2º Posicionamiento de cristianos de base (sujeto amplio) ante algunos desafíos mayores de la actualidad (se destacan las dos grandes crisis que afectan al cristianismo occidental); y 3º ¿Qué vías de salida tenemos? (y aquí se apuntan: la globalización de lo humano, el cambio de agenda de las Iglesias, el derecho a la diferencia, la necesidad de tejer con lo diverso, etc.). Cada documento va introducido por una cabecera en la que aparecen todos y todas los y las componentes del equipo responsable de su elaboración y las páginas van enriquecidas con unos ladillos o sumarios que facilitan su rápida lectura, así como algunos dibujos que hacen más entretenida la ya de por sí breve extensión del texto.
2. Su originalidad
¿En qué está la originalidad de este librito? Ya es difícil ser original hoy día en casi nada. No obstante, algunos detalles podrían acercarnos a esa retadora aspiración:
- Se trata de una obra colectiva (en una época de predominio individualista) en la que han participado tres equipos de unas 15 a 20 personas durante los cinco primeros meses de este año. El trabajo se ha desarrollado en tres fases: 1ª fase de intercambio de impresiones, ideas y recogida de datos; 2ª fase de elaboración de un borrador con todo lo recogido e intercambio de ida y vuelta entre los miembros de cada equipo; y 3ª de participación de toda una asamblea, de unas 200 personas, enriqueciéndolo con nuevas aportaciones. Se trata de un trabajo realmente colectivo.
- Es, en segundo lugar, un trabajo que asume conscientemente estos dos polos: el realismo del mundo en que vivimos, de la sociedad y cultura, de las iglesias, etc., visto desde los perdedores y la utopía o creatividad a la que empuja siempre el Evangelio del seguimiento de Jesús. En esta tensión entre la realidad y la utopía, entre la denuncia profética y la terapia, entre la acomodación y la alternativa el librito aboga por una pedagogía y una praxis de la permanente reforma, sin romper la caña cascada, pero sin dejar de caminar hacia el encuentro honesto con la humanidad o con el proyecto del Reino de Dios.
- Finalmente, le librito refleja un talante. Se trata de romper el síndrome de plañideras que acompaña generalmente a los espíritus más críticos y proféticos, e intenta recuperar el humor y la alegría, propios de quienes tienen esperanza en el futuro. Algunos de las frases finales lo expresan abiertamente, (p. 70).
3. La ocasión o circunstancias de su gestación
Todas las cosas tienen una causa y todo suele tener también una circunstancia, una ocasión. En este caso la circunstancia fue la presencia de la Red Europea de la Iglesia por la Libertad en Madrid durante el pasado mes de mayo. Para nosotros fue un motivo de inspiración, de creatividad. (Teológicamente se podría hablar hasta de un kairós bíblico). Esta Red coordina un movimiento de ámbito europeo en el que participan un buen número de colectivos cristiano-católicos de toda Europa. (Desde aquí, desde España participan tres: Iglesia de Base de Madrid, Somos Iglesia y el Col-lectiu de Dones en lEsglesia, de Catalunya). Se trata de una Red de movimientos que tiene como objetivo-base la defensa de los Derechos Humanos tanto al interior de la Iglesia (y en este sentido elaboró una verdadera Constitución democrática para la Iglesia católica en 1999), como hacia fuera, hacia la sociedad (y aquí es frecuente sus presencia en el Parlamento Europeo tomando postura ante temas de real importancia, como durante el proceso de elaboración de la Constitución europea). Tiene también esta Red como cometido la recuperación de la dimensión diacónica o samaritana de la Iglesia en el mundo, porque, como dirá Mons. Gaillot, una Iglesia que no sirve, no sirve para nada.
Pues bien, la sección española de esta Red iba a ser, durante el 6 al 8 del pasado mes de mayo, anfitriona de su XV asamblea anual (cada año en un país distinto), y, con este motivo, se nos ocurrió analizar en profundidad tanto lo que nos estaba pasando como las diferentes respuestas que, desde el punto de vista cristiano, estamos dando a los desafíos y retos de una sociedad en permanente cambio. Pretendíamos también hacernos conocer más allá de nuestras fronteras. Y ¿qué mejor ocasión para este objetivo que la que nos estaba brindando esta Red? En este contexto nacieron estos documentos. Y hemos visto que la experiencia ha sido rica y que puede repetirse.
4. La verdadera razón, o el telón de fondo de este trabajo
Si tuviéramos que buscar una razón más profunda que justifique este librito, no encontraríamos otra que la gran crispación que, desde hace algún tiempo, se ha instalado (muchas veces sin saber bien por qué) sobre este país nuestro. Estamos viviendo en España una situación anómala que se traduce en un desencuentro general en casi todo: desencuentro entre los representantes políticos (lucha cuerpo a cuerpo entre los partidos mayoritarios que están instalando la descalificación donde tú dices sí, yo, por principio, digo no- y la mentira como método de acción política); desencuentro entre el gobierno y la Iglesia (ésta acusa al gobierno de laicismo antirreligioso que quiere acabar con la religión -las manifestaciones contra la reforma de la enseñanza religiosa-; de ir contra la familia (matrimonio homosexual); de no tener autoridad moral en ciertos campos: ampliación de los supuestos del aborto, eutanasia, investigación con células madre, en todo lo relativo a la sexualidad y a la reproducción, etc. Por su parte, el gobierno o el PSOE ve en todo esto un afán desmedido de la Iglesia en la búsqueda prebendas y defensa de privilegios. Desencuentro entre las cúpulas directivas de las iglesias y las bases (ignorancia mutua). En fin, hay que decir que no se respira el clima de corresponsabilidad, entendimiento y colaboración que se requiere para hacer frente conjuntamente a los grandes retos que hoy tenemos planteados como son la pobreza y la injusticia, el proyecto educativo y de investigación necesaria, la organización racional de la convivencia y la solidaridad entre las comunidades autónomas, la acogida e integración de los emigrantes, la colaboración y encuentro entre las confesiones religiosas y las iglesias, etc. Dentro del mismo ámbito de los Cristianos de Base se respira desunión y atomización, suspicacias y malentendidos, desconocimiento y falta de apoyo mutuo.
No podemos ignorarlo, en el fondo de todo este maremagnum arraiga una enorme crisis que está afectando a toda la realidad existente: a la condición humana y su modo de organizarse, al planeta Tierra como sistema mayor, a las confesiones religiosas y a las mismas iglesias. Y este es el problema fuente o raíz de todo lo que nos está pasando. Tanto como ciudadanos como creyentes, cristianos o no, estamos siendo azotados por una crisis de tales dimensiones que no es fácil precisar, pero que necesitamos analizar para saber en qué huracán estamos instalados. Con la globalización (mejor diríamos mundialización) la palabra que mejor define la condición del mundo actual es, sin duda, la palabra crisis. (Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia).
4.1. Breve descripción:
Aunque aquí y ahora nos interesa más la crisis que afecta a la religión, al cristianismo, a la Iglesia, sin embargo creo que cualquier aclaración, que en este campo podamos hacer, no sería correcta si no la situáramos en un marco más amplio, dentro de un mundo en crisis. Parece necesario que reflejemos algunas manifestaciones de esta crisis mundial.
Leonardo Boff en diversas lugares (Ética planetaria desde el gran Sur, 20001; El cuidado esencial. Ética de lo humano, compasión por la Tierra, 2002; Ecología: grito de la Tierra, grito de los pobres, 32002, etc.) describe las dimensiones de esta crisis mundial en tres planos complementarios:
- La crisis social, cuya fuente está en el modo de acceso a la producción y distribución de bienes tanto materiales como culturales /espirituales. El acceso es desigual y privilegia a las minorías que detectan el tener, el poder y el saber (tanto eres cuanto puedes, cuanto sabes, cuanto tienes) sobre las mayorías. La robotización y la informática han multiplicado exponencialmente la producción de bienes, y el reparto desigual está abriendo una brecha cada día mayor entre pobres y ricos. Se alberga el temor de que la especie humana se está bifurcando en dos sociedades alternativas y antagónicas (por ejemplo, la Valla de Ceuta y Melilla): la que está en el centro (opulenta, consumista, controladora de los procesos científicos técnicos, económicos y políticos) y la que se queda en la periferia, es decir, en la marginación y la exclusión. (Interpretar lo que está pasando actualmente en Francia como fracaso del multiculturalismo o como falta de integración de otras culturas quizás tenga parte de verdad; interpretarlo como lucha de civilizaciones es excesivo; más acertado parece ver en todo ello la desigualdad de oportunidades ante los bienes y servicios de una sociedad opulenta).
- La crisis del trabajo que origina la automatización en la producción (la máquina inteligente excluye mano de obra en la producción de riqueza). Esto divide nuevamente a la humanidad entre unas minorías superespecializadas para quienes no hay horas suficientes en el día ni días suficientes en el año capaces de absorber la acumulación de tareas, y las grandes masas de parados que no tienen nada que hacer, que no tienen ocupación. Esto hace que, de cara al futuro, el problema no sea ya el trabajo, sino el ocio. ¿Cómo pasar del pleno empleo a la sociedad de la plena actividad que garantice la subsistencia individual? ¿Cómo conseguir que el ocio sea creativo? (Entre nosotros, cuando aún no existían los contratos basura, allá por 1983, aunque superábamos el 20% de desempleo, Luis Racionero, en Anagrama, se atrevía a plantear ya este tema con originalidad y brillantez. El libro se titulaba Del Paro al Ocio). En definitiva, mientras no lleguemos a descubrir y asumir una nueva cultura del trabajo y del ocio estaremos siempre a merced de las regulaciones de empleo, de las jubilaciones anticipadas, del cierre y traslado de empresas
En crisis laboral permanente.
- La crisis ecológica cuya raíz está en la equivocada relación del hombre con la Tierra, en el dominio y falta de reconocimiento y cuidado. Esto está causando un gran desequilibrio que afecta decisivamente a toda la tierra como sistema integrador de sistemas. Es como el infarto que afecta al corazón y, desde él, a todo el organismo humano. La tierra es, como el corazón, el gran sistema, cuyo cambio/alteración afecta directamente a otros sistemas con ella relacionados: al clima, al agua potable, a los bosques, a la capa do ozono, a los microorganismos, a la misma sociedad humana en general. Hemos inventado el principio de autodestrucción, dirá Boff, necesitamos tomarnos más en serio el principio de corresponsabilidad de la casa común.
Esta es la gran crisis que afecta al mundo actual neoliberal y occidental. En nuestro librito, para darle un nombre más cercano, la llamamos (en el documento1) fundamentalismo de mercado, desigualdad en la distribución de riqueza, devaluación de la democracia, hegemonía de los medios de información (supeditados, a su vez, a las empresas financieras), creciente elitismo en la educación, irregularidades administrativas, falta de integración de los emigrantes, etc.
4.2. La Crisis que afecta a todo el complejo religioso.
Como he dicho este es el principal objetivo del librito que estamos presentando. En el documento2 (p. 33) distinguimos entre crisis de significación (o plausibilidad) de la fe cristiana y crisis de credibilidad de la Iglesia (de las iglesias en general). Pero tampoco en este campo de las creencias abordaríamos correctamente el fenómeno si no lo situáramos en un contexto más amplio, en la crisis de la religión en general. Crisis que, según MARTÍN VELASCO (Metamorfosis de lo sagrado y futuro del cristianismo, 1999), afecta a todo Occidente. Esta crisis epocal (como la llama H. Küng) o crisis axial se puede advertir, al menos en estos tres planos:
1º En la pérdida de relevancia de la religión en la sociedad y en la cultura actuales (su antiguo espacio lo han ocupado la razón y la ciencia que han reducido a la religión al ámbito privado de la conciencia).
2º En la práctica selectiva que hacemos de la oferta religiosa (en cualquier religión). Hoy día se está imponiendo, dice MARTÍN VALASCO, la religión a la carta: una práctica que selecciona entre ortodoxia y ortopraxia lo que le interesa y olvida el resto. (No se trata necesariamente de disidencia, herejía o sincretismo).
3º Más al fondo, esta crisis se manifiesta en la teología, en la metafísica. Lo que Martín Buber (filósofo alemán de origen judío, s.XX) llamó eclipse de Dios y Juan Bautista METZ llama simplemente crisis de Dios: Dios está en crisis porque muchas personas han dejado de creer en él (aunque su lugar lo estén ocupando otros dioses, es verdad).
4.3. La crisis que afecta al cristianismo y, en particular, a la Iglesia católica
Las raíces de esta crisis vienen de lejos. No es necesario acudir a la teología de la kénosis del Dios cristiano para reconocer que esta imagen de Dios, que se vacía de si mismo para entregarse al mundo, lo pone todo en permanente crisis. Tampoco es necesario recorrer toda la historia cristiana para reconocer que la crisis ha sido siempre una fiel compañera de la fe: recordemos las tensiones entre los misioneros ambulantes y las comunidades urbanas de los orígenes cristianos (Gerd Theissen, Estudios de sociología del cristianismo primitivo, 1979); los conflictos que acompañaron a la normalización constantiniana del cristianismo del s.IV; la lucha de la Iglesia jerárquica en los s. XIX y XX contra el modernismo (Pío X y la encíclica Pascendi Domini gregis y el Sillabus) y su rechazo de los maestros de la sospecha (Marx, Nietzsche, Freud); las tensiones en el Vaticano II entre la mayoría conciliar renovadora y la minoría curial, defensora del mantenimiento de la Iglesia de cristiandad; o la lucha que actualmente se está librando desde la minoría jerárquica de la Iglesia contra la ciencia y las nuevas tecnologías (biología, bioética, ecología, pluralismo religioso, etc.).
La impresión dominante que actualmente tenemos es que las iglesias cristianas singularmente la católica- están sumidas en una aguda crisis que ni siquiera la euforia mediática que acompañó a la muerte de Juan Pablo II y la elección de Benedicto XVI ha logrado disipar (p. 34). GONZALEZ FAUS en un amplio estudio, (publicado en la revista Concilium 311, p. 325, titulado, Crisis de credibilidad en el cristianismo, España como síntoma) señala, entre otras, algunas de las manifestaciones o causas de esta crisis:
1ª. La infidelidad de la Iglesia a la eclesiología del Vaticano II. Infidelidad hacia adentro (donde se están reinterpretando, con espíritu preconciliar, las mayores aportaciones de la constitución Lumen Gentium: la relación Iglesia de Cristo-Iglesia católica, el pueblo de Dios, la personalidad del laico, la dignidad de la mujer, la colegialidad de los obispos, etc.); e infidelidad hacia fuera (donde se está desvirtuando la apuesta de la constitución Gaudium et Spes que habla de una presencia diakónica o samaritana de la Iglesia en el mundo; la Iglesia es para el mundo; está llamada, según la acertada traducción de Ignacio Ellacuría (inspirado en Zubiri), a hacerse cargo, a encargarse y a cargar con el mundo).
2ª La referencia a un Cristo sin Jesús, que carece de rostro humano y se convierte en un Dios sacralizado al que se le puede dar el rostro del poder eclesiástico.
3ª La apelación al pecado (dimensión personal), separado del sufrimiento humano (estructural).
4ª La pérdida de la experiencia espiritual en los que gestionan la institución. Rahner afirmó que el cristiano del s. XXI será un místico o no será cristiano. Dimensión ésta que no aparece tan evidente en la imagen de la iglesia católica actual.
En el documento2 del libro Vamos a recuperar la alegría se afirma decididamente que esta crisis eclesial, entre otros síntomas, se está manifestando en una especie de sinfonía del miedo que recorre todos los planos de la iglesia jerárquica (p. 39).
4.3 ¿Cómo interpretar esta crisis? ¿Tenemos salida?
Son de sobra conocidas las teorías sociológicas que intentan analizar, explicar y responder a las crisis sociales o políticas. Sin ir más lejos, la teoría marxista relaciona el análisis de la crisis con los procesos de producción económica, que siempre tienen repercusión social y política. El enfoque que se le dé a la crisis va a depender mucho del paradigma que se utilice para explicar/organizar la sociedad. Entre otros, estos son los dos modelos o paradigmas que nos ofrecen alguna luz para comprender las crisis y alguna vía para superarlas:
- En el paradigma funcionalista la crisis siempre es una disfunción o alteración que ocurre dentro del sistema. Para equilibrarlo, basta con aplicar los medios internos adecuados, por ejemplo, los recursos, los instrumentos, las técnicas precisas, etc.
- Pero en un paradigma estructural la crisis puede provocar un desastre total (como las Torres Gemelas, como el Windsor de Madrid) y por ello requiere intervenciones externas para superarla. En esta perspectiva más crítica, la crisis denota una situación crucial para cuya solución resultan insuficientes los recursos internos del sistema y se exigen prestaciones externas.
Pues bien, aplicados estos dos esquemas a la crisis religiosa actual, principalmente cristiana y católica, en ambos se descubre una situación grave, pero no exenta de posibilidades. O visto en positivo, la crisis ofrece la alternativa o bien para abrir la fe a las nuevas oportunidades del presente y futuro, o bien para apuntalar o restaurar el viejo sistema que ahora se está resquebrajando. La opción por una parte de la alternativa o por otra dependerá mucho del juicio previo que nos hayamos hecho de la situación del cristianismo actual y también del espíritu, actitud o talante con que hayamos decidido enfocar nuestra vida de fe.
Pongamos un ejemplo: Si yo asumo como juicio definitivo sobre la situación actual que hemos llegado al final de la historia con la implantación global del sistema capitalista (es decir, con la democracia formal, la economía de mercado y la cultura liberal) la crisis que está atravesando el mundo actual será meramente funcional. Es decir, estará creando una disfunción dentro del sistema que se puede corregir con los medios, técnicas y recursos que el mismo sistema genera. Del mismo modo, si religiosamente yo tengo la convicción de que el cristianismo es la única religión verdadera (porque está directamente revelada por Dios) y que la Iglesia católica es la única Iglesia de Cristo (porque la fundó Jesús mismo), entonces la crisis que actualmente está atravesando la Iglesia católica será una mera disfunción que se corrige aplicando los medios internos propios de la Iglesia (más tradición, ortodoxia, disciplina, moral propia, liturgia ritual, derecho canónico, etc.). Pero si, por el contrario, no creo que el capitalismo sea el sistema definitivo, ni que la religión cristiana sea la única revelada por Dios, ni que la Iglesia católica fuera fundada directamente por Jesús, ni que sea exactamente (coincida justamente) la Iglesia de Cristo entonces la crisis religiosa, cristianocatólica se aproximarse más al paradigma estructural. Y entonces es cuando entra en juego el espíritu, actitud o talante con que decidamos abordar este tiempo entre una estructura que está en quiebra y otra que está naciendo.
Recojo en breve síntesis (siguiendo de cerca el lúcido escrito del profesor indio Felix Wilfred en la revista Concilium 311, titulado El cristianismo, entre la decadencia y el resurgimiento, pp. 311 y ss.) algunas propuestas de solución que se están dando actualmente y que encierran no sólo un juicio sobre la crisis, sino, lo que también es importante, una actitud, un espíritu o talante ante la misma:
- Por un lado está la postura ortodoxa que interpreta la crisis como meramente funcional. Trata de defender su idea de fe, el sistema actualmente vigente (ahora en crisis), aunque para ello tenga que tergiversar el sentido de los textos del Vaticano II que ella misma creo. En esta actitud se ha ido pasando desde la lucha contra la ilustración y la modernidad hasta la secularización y el pluralismo religioso actual. En esta interpretación ortodoxa siempre se ha intentado subordinar la cultura, la sociedad y las religiones a su particular interpretación de la fe cristiana. Se trata de una actitud o convicción exclusivista ( extra ecclesiam nulla salus, fuera de la Iglesia no hay salvación). NI que decir tienen que gran parte de la jerarquía de la Iglesia católica está en está convencida de la verdad de esta postura ortodoxa. Será cuestión de preguntarse si la intransigencia y el alejamiento del Vaticano II, que frecuentemente refleja esta postura, no es una de las causas que originan la crisis de la Iglesia actual. ¿Qué papel están jugando en esta crisis las certezas de Juan Pablo II y las descalificaciones ideológicas hechas por el cardenal Ratzinger -actualmente Benedicto XVI- desde la Congregación para la Doctrina de la fe?
- Aunque no abiertamente confesada, entre muchos cristianos y católicos funciona la idea abiertamente teorizada en EEUU- de que la actual crisis del cristianismo va unida a la falta de implantación seria del capitalismo. Según su teórico más representativo, Michael NOVAK, el capitalismo es un argumento moral a favor del cristianismo; y la riqueza, un signo de las bendiciones de Dios. Se trata de la nueva teología liberal o teología de la riqueza y la prosperidad. (Ya en 1959 Richard Nieburk en The Kingdom of God in America, lo expresaba de este modo: Se trata de un Dios sin ira (que) lleva a los hombres sin pecado a un reino sin juicio en virtud de los buenos oficios de un Cristo sin cruz). La consecuencia parece lógica: sin el capitalismo el capitalismo se pone en crisis; promovamos, pues, el capitalismo para salir de la misma. Ahora bien, ¿cómo consagrar esta visión desde la escandalosa vida de Jesús (siempre en malas compañías) y de los pobres y excluidos del mundo, que son mayoría? ¿No será esta actitud otra de las causas de la actual crisis?
- En la Europa posmoderna se ha llegado a identificar la crisis del cristianismo con la crisis de Dios, con la crisis de la metafísica. Vivimos en un mundo posmoderno y posmetafísico en el que la gente ya no cree en Dios; y como el cristianismo se ha ligado tan indisolublemente a Dios, a la metafísica, tampoco se acepta como plausible la fe cristiana. Para salir de esta crisis la solución que se propone está en la recuperación de la metafísica por parte del cristianismo, lo que implicaría la recuperación de Dios. Pero en este viaje de recuperación del cristianismo no habría que olvidar su paso por la modernidad para no reducirlo al reino del mito, de lo misterioso y de lo mágico sin contacto con la historia. También en esta postura se levantan muchas cuestiones. Por ejemplo, ¿se hace justicia con esta posición al Evangelio? ¿No se reduce peligrosamente el Evangelio cuando se convierte en una religión, en una metafísica? Por otra parte, ¿no se corre el peligro de absolutizar el cristianismo frente al resto de las religiones, privatizando exclusivamente la imagen de Dios y convirtiéndola en un Dios parcial, de una raza, de un pueblo, de una sola religión? ¿Y de los otros pueblos, de las otras razas, de las otras etnias se ha olvidado Dios, las ha rechazado? ¿Dónde está la razón del privilegio de la elección cristiana? ¿No es Dios, como ha dicho Pedro casaldáliga, el Dios de los muchos nombres?
Conclusión con algunas propuestas
No se agotan las propuestas para superar la actual crisis en estas tres propuestas que, por otra parte, resultan claramente occidentales, del Norte, hasta eurocéntricas (precisamente cuando el cristianismo católico es mayoritario en el Sur). Y desde el Sur el paradigma cristiano que se refleja es distinto. No está exclusivamente vinculado a la metafísica, sino abierto a la pluralidad de expresiones y manifestaciones en los nuevos contextos. La originalidad del mensaje de Jesús no reside tanto a su confesada base metafísica cuanto a su propuesta de una humanidad más honda, en la hondura de haber encarnado Jesús en su persona el pacto o la apuesta de Dios en defensa de los pobres (La frase lapidaria de Alfred Loisy Jesús predicó el Reino y vino la Iglesia se podría traducir en este caso así: Jesús predicó el Reino y sus discípulos le predicaron a él olvidando, en gran parte, su historia). La recuperación de su mensaje de amor y defensa de los pobres parece ser el mejor antídoto o el mejor impulso para la superación de esta crisis. (De hecho, en el Sur, donde abundan los pobres, el cristianismo no está pasando precisamente por las dificultades que encuentra en el Centro. En esta perspectiva, se abren algunas oportunidades que simplemente insinúo:
La 1ª es, como se señala en la Primera vía de salida del libro Vamos a recuperar al Alegría (p. 51), la globalización de la humano. Pues en un mundo en crisis lleno de conflictos, violencias, guerras, destrucción ecológica, pobreza extrema y exclusión- el futuro cristiano va a depender de su aportación para superar estos retos. Ya no importa tanto la inculturación como afirma el teólogo camerunés Marc Elá con referencia al Continente africano- cuanto la necesidad de dar respuesta a los problemas cruciales que afectan a la gente. Porque actualmente se respira una gran incapacidad de la humanidad para crear un orden equitativo y justo en la ciudad, para cultivar reverentemente este jardín de la tierra en que hemos sido plantados, para escuchar agradecidamente la propia corporeidad, superando el ego (el afán de poder). Pues bien, en la medida en que el cristianismo ayude a superar esta crisis mundial se está ganando su futuro.
La 2ª, como se indica en la Tercera vía de salida de nuestro libro, es el derecho a la diferencia y a la diversidad. Más que la ortodoxia, hoy día parece más importante la experiencia religiosa. Y esta (como siempre ha hecho) nos religa a los tres ámbitos de la Real: lo divino, lo humano y lo cósmico. Lo que Raimon PANIKKAR ha llamado experiencia cosmoteándrica. Se trata de un nuevo lugar de revelación en el que confluyen las tres dimensiones más importantes del ser humano, aunque no siempre de forma simultánea y con la misma intensidad: la recuperación del cuerpo, el retorno a la tierra y la sacralizad de la polis. Vivir intensamente esa experiencia te hace libre y creativo, creador e inventivo. Te hace necesariamente diferente y diverso. Pues bien, en la medida en que el cristianismo sea capaz de crear este ambiente y proyectar esta experiencia en el mundo se está afirmando como una fuerza apasionante de humanización y de trascendencia.
La 3ª, como se apunta en las Segunda y cuarta vías de salida del librito, tejer con lo diverso, en cambiar de agenda las iglesias y religiones, etc., cada día cobra mayor fuerza e interés. En un mundo fragmentado y dividido promover el entendimiento y la comunión parece de urgente necesidad. El encuentro con otras culturas y tradiciones religiosas será el fruto del conocimiento, de la tolerancia, de la aceptación. Hans Küng he visto necesario este encuentro para establecer la justicia y la paz en el mundo. El mayor obstáculo para este encuentro lo ha señalado Wolfhart PANNENBERG: El dogmatismo intolerante fue probablemente el pecado más desastroso del cristianismo tradicional desde los primeros siglos (Concilium 311, p. 318). Y nosotros confirmamos, por desgracia, que sigue siéndolo en estos comienzos del siglo XXI. Arrepentirse de este pecado supone emprender un camino que necesita superar al menos dos obstáculos y asumir un reto cada día más urgente: El exclusivismo cristiano, expresado en la frase fuera de la Iglesia no hay salvación; el Inclusivismo cristológico (fuera de Cristo no hay salvación); y el reto está en llegar a asumir con todas sus consecuencias el pluralismo religioso actual, conscientes de que todas las religiones son salvífícas y verdaderas. (Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia).
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