Blogia
ecleSALia del 11/04/07 al 31/07/10

Biblia

lo agarré

lo agarré

¡QUE ME BESE CON BESOS DE SU BOCA!
JAIRO DEL AGUA, jairoagua@gmail.com

ECLESALIA, 08/09/09.- Éste podría ser el título de un artículo largo. Pero me ha entrado la impaciencia. Le estoy cogiendo gusto a esto de las confidencias cortas. Normalmente os cocino a fuego lento -lo mejor que sé- manjares bien elegidos. Pero hoy he empezado el día leyendo el Cantar de los Cantares y ¡puf!...

“¡Que me bese con besos de su boca!” (Cant 1,2). No puedo reprimir mis sensaciones más inmediatas e íntimas. Este predicador de papel tiene la secreta pasión de buscar y publicar el luminoso rostro del Dios que va rastreando.

“Es mi Amado como un gamo,
es mi Amado un cervatillo.
Mirad: se ha parado detrás de la tapia,
atisba por las ventanas,
mira por las celosías”.
Cant 2,9)

Está ahí, en la sombreada fronda de la Escritura, encubierto por el follaje de otros “falsos rostros” que hay que dejar atrás. No hay más que buscar con el alma abierta y la conciencia alerta.

“¡Ah, llévame contigo, sí, corriendo,
a tu alcoba condúceme, Rey mío:
a celebrar contigo nuestra fiesta
y alabar tus amores más que el vino!
¡Con razón de Ti se enamoran!”
(Cant 1,4)

¿Es éste el Dios a quien oramos, el que reflejamos a los otros? Me temo que no. Porque si fuera sí, se enamorarían de Él de inmediato. Pero hay otro peligro: ¿Los que lo han encontrado lo comparten? Frecuentemente nos avergonzamos y lo guardamos para nosotros en lo más secreto. Es ese “pudor espiritual” que nos vendieron como humildad.

Por eso me sale de dentro mi rebeldía y me lanzo a renovar mi promesa de transmitir una religión humanizadora, positiva, luminosa y alegre. ¿Qué otra religión existe?

Cómo no alegrarse y saltar de gozo cuando descubres un Dios al que le puedes decir:

“Ponme la mano izquierda bajo la cabeza
y abrázame con la derecha”.
(Cant 2,6)

Y oír su respuesta:

“¡Levántate, amada mía,
hermosa mía, vean a Mí!”
(Cant 2,10)

¡Permisito! Oigo la voz del “pastor de azucenas” que me busca y me llama…

“Encontré al Amor de mi alma,
lo agarré y ya no lo soltaré”.
(Cant 3,4) (Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos,
indicando su procedencia).

lucidez

lucidez

23 Tiempo ordinario (B) Marcos 7, 31-37
CURAR NUESTRA SORDERA
JOSÉ ANTONIO PAGOLA
SAN SEBASTIÁN (GUIPUZCOA).

ECLESALIA, 02/09/09.- Los profetas de Israel usaban con frecuencia la «sordera» como una metáfora provocativa para hablar de la cerrazón y la resistencia del pueblo a su Dios. Israel «tiene oídos pero no oye» lo que Dios le está diciendo. Por eso, un profeta llama a todos a la conversión con estas palabras: «Sordos, escuchad y oíd».

En este marco, las curaciones de sordos, narradas por los evangelistas, pueden ser leídas como "relatos de conversión" que nos invitan a dejarnos curar por Jesús de sorderas y resistencias que nos impiden escuchar su llamada al seguimiento. En concreto, Marcos ofrece en su relato matices muy sugerentes para trabajar esta conversión en las comunidades cristianas.

El sordo vive ajeno a todos. No parece ser consciente de su estado. No hace nada por acercarse a quien lo puede curar. Por suerte para él, unos amigos se interesan por él y lo llevan hasta Jesús. Así ha de ser la comunidad cristiana: un grupo de hermanos y hermanas que se ayudan mutuamente para vivir en torno a Jesús dejándose curar por él.

La curación de la sordera no es fácil. Jesús toma consigo al enfermo, se retira a un lado y se concentra en él. Es necesario el recogimiento y la relación personal. Necesitamos en nuestros grupos cristianos un clima que permita un contacto más íntimo y vital de los creyentes con Jesús. La fe en Jesucristo nace y crece en esa relación con él.

Jesús trabaja intensamente los oídos y la lengua del enfermo, pero no basta. Es necesario que el sordo colabore. Por eso, Jesús, después de levantar los ojos al cielo, buscando que el Padre se asocie a su trabajo curador, le grita al enfermo la primera palabra que ha de escuchar quien vive sordo a Jesús y a su Evangelio: «Ábrete».

Es urgente que los cristianos escuchemos también hoy esta llamada de Jesús. No son momentos fáciles para su Iglesia. Se nos pide actuar con lucidez y responsabilidad. Sería funesto vivir hoy sordos a su llamada, desoír sus palabras de vida, no escuchar su Buena Noticia, no captar los signos de los tiempos, vivir encerrados en nuestra sordera. La fuerza sanadora de Jesús nos puede curar. (Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia).

CURAR A NOSSA SURDEZ
José Antonio Pagola. Tradução: Antonio Manuel Álvarez Pérez

Os profetas de Israel usavam com frequência a «surdez» como uma metáfora provocativa para falar do encerramento e da resistência do povo ao seu Deus. Israel «tem ouvidos mas não ouve» é o que Deus diz. Por isso, um profeta chama a todos para a conversão com estas palavras: «Surdos, escutai e ouvi».

Neste enquadramento, as curas de surdos, narradas pelos evangelistas, podem ser lidas como "relatos de conversão" que nos convidam a deixar-nos curar por Jesus da surdez e das resistências que nos impedem de escutar a Sua chamada para o seguir. Em concreto, Marcos oferece no seu relato matizes muito sugestivos para trabalhar esta conversão nas comunidades cristãs.

O surdo vive afastado de todos. Não parece estar a ser consciente do seu estado. Não faz nada para aproximar-se de quem o pode curar. Por sorte para ele, uns amigos interessam-se por ele e levam-no até Jesus. Assim tem de ser a comunidade cristã: um grupo de irmãos e irmãs que se ajudam mutuamente para viver em torno de Jesus deixando-se curar por Ele.

A cura da surdez não é fácil. Jesus toma consigo o doente, retira-se para um lado e concentra-se nele. É necessário o recolhimento e a relação pessoal. Necessitamos nos nossos grupos cristãos um clima que permita um contacto mais íntimo e vital dos crentes com Jesus. A fé em Jesus Cristo nasce e cresce nessa relação com Ele.

Jesus trabalha intensamente os ouvidos e a língua do doente, mas não basta. É necessário que o surdo colabore. Por isso, Jesus, depois de levantar os olhos ao céu, procurando que o Pai se associe ao Seu trabalho curador, grita ao enfermo a primeira palavra que tem de escutar quem vive surdo a Jesus e ao Seu Evangelho: «Abre-te».

É urgente que os cristãos escutem também hoje esta chamada de Jesus. Não são momentos fáceis para a Sua Igreja. Pede-se que actuemos com lucidez e responsabilidade. Seria funesto viver hoje surdos à Sua chamada, não ouvir as Suas palavras de vida, não escutar a Sua Boa Nova, não captar os sinais dos tempos, viver encerrados na nossa surdez. A força salvadora de Jesus pode-nos curar.

GUARIRE LA NOSTRA SORDITÀ
José Antonio Pagola. Traduzione: Mercedes Cerezo

I profeti d’Israele usavano frequentemente la “sordità” come una metafora provocatoria per parlare della chiusura e della resistenza del popolo al suo Dio. Israele “ha orecchi ma non ode” quello che Dio gli sta dicendo. Per questo, un profeta chiama tutti alla conversione con queste parole: “Sordi, ascoltate e udite”.

In questa prospettiva, le guarigioni di sordi, narrate dagli evangelisti, possono essere lette come ”racconti di conversione” che ci invitano a lasciarci guarire da Gesù da sordità e resistenze che ci impediscono di ascoltare la sua chiamata alla sequela. In concreto, Marco offre nel suo racconto sfumature molto suggestive per lavorare a questa conversione nelle comunità cristiane.

Il sordo vive allontanato da tutti. Non sembra essere cosciente del suo stato. Non fa nulla per avvicinarsi a chi lo può guarire. Per sua fortuna, alcuni amici si interessano di lui e lo portano fino a Gesù. Così deve essere la comunità cristiana: un gruppo di fratelli e sorelle che si aiutano a vicenda per vivere accanto a Gesù, lasciandosi guarire da lui.

La guarigione dalla sordità non è facile. Gesù prende con sé l’infermo, lo porta in disparte e si concentra su di lui. È necessario il raccoglimento e la relazione personale. Abbiamo bisogno nei nostri gruppi cristiani di un clima che permetta un contato più intimo e vitale dei credenti con Gesù. La fede in Gesù Cristo nasce e cresce in questa relazione con lui.

Gesù lavora intensamente sugli occhi e la lingua dell’infermo, ma non basta. È necessario che il sordo collabori. Per questo, Gesù, dopo avere levato gli occhi al cielo, cercando la collaborazione del Padre alla sua opera di guarigione, grida all’infermo la prima parola che deve ascoltare chi vive sordo a Gesù e al suo Evangelo: “Apriti”.

È urgente che noi cristiani ascoltiamo anche oggi questa chiamata di Gesù. Non sono momenti facili per la sua Chiesa. Ci è chiesto di operare con lucidità e responsabilità. Sarebbe funesto vivere oggi sordi alla sua chiamata, non udire le sue parole di vita, non ascoltare la sua Buona Notizia, non cogliere i segni dei tempi, vivere chiusi nella nostra sordità. La forza risanatrice di Gesù ci può guarire.

GUERIR NOTRE SURDITE
José Antonio Pagola, Traducteur: Carlos Orduna, csv

Pour parler de l’enfermement et de la résistance du peuple face à son Dieu, les prophètes d’Israël utilisaient fréquemment, comme une métaphore provocatrice, la «surdité». Israël «a des oreilles mais n’entend pas»ce que Dieu lui dit». C’est pourquoi, un prophète appelle tout le monde à la conversion avec ces mots: «Sourds, écoutez et entendez».

Dans ce contexte, les guérisons des sourds décrites par les évangélistes peuvent être lues comme des «récits de conversion», nous invitant à nous laisser guérir par Jésus de ces surdités et de ces résistances qui nous empêchent d’écouter son appel à le suivre. Concrètement, Marc nous offre dans son récit des nuances très suggestives pour pouvoir travailler à cette conversion au sein des communautés chrétiennes.

Le sourd vit isolé de tous. Il ne semble pas être conscient de son état. Il ne fait rien pour se rapprocher de celui qui peut le guérir. Il a la chance d’avoir quelques amis qui s’intéressent à lui et qui l’amènent auprès de Jésus. C’est ce que doit être une communauté chrétienne: un groupe de frères et sœurs qui s’entraident mutuellement à vivre autour de Jésus, se laissant guérir par lui.

La guérison de la surdité n’est pas chose facile. Jésus prend avec lui le malade, se met de côté et se concentre sur lui. Le recueillement et la relation personnelle sont nécessaires. Nous avons besoin, au sein de nos groupes chrétiens, d’un climat permettant un contact plus intime et vital des croyants avec Jésus. C’est dans cette relation avec lui que la foi en Jésus naît et grandit.

Jésus agit de façon intense sur les oreilles et sur la langue du malade mais cela ne suffit pas. Il faut aussi que le sourd y participe. C’est pourquoi, Jésus, après avoir levé les yeux au ciel pour demander au Père de le rejoindre dans son travail de guérison, crie au malade le premier mot que doivent entendre tous ceux qui restent sourds à Jésus et à son Evangile: «Ouvre-toi».

Il est urgent que nous, chrétiens, entendions aussi aujourd’hui cet appel de Jésus. Notre temps n’est pas facile pour l’Eglise. Il nous est demandé d’agir avec lucidité et avec responsabilité. Ce serait mortel que de rester aujourd’hui sourds à son appel; de refuser d’entendre ses paroles de vie et sa Bonne nouvelle ; de ne pas percevoir les signes des temps; de vivre enfermés dans notre surdité. La force de guérison de Jésus peut nous guérir.

HOW TO HEAL OUR DEAFNESS
José Antonio Pagola. Translator: José Antonio Arroyo

The prophets of Israel often spoke of deafness as a direct reference to the disinterest and resistance of the people to their God. Israel “has ears but does not hear” what God is telling them. Hence, the prophet calls everyone to conversion with these words: “All you who are deaf: listen and hear.”

It is in this context that all the healings of the deaf, narrated by the evangelists, must be understood as stories of conversion that invite us to let Jesus heal our deafness and resistance to hear Jesus’ invitation to follow him. Mark’s narrative, in particular, has added specific suggestions to promote such conversions within the Christian communities.

The deaf people live totally alienated from the rest. A deaf man is not aware of his condition, and does nothing to let other people help him. Luckily for him, some of his friends made a move and brought him to Jesus. That’s exactly what the Christian community should be: a group of brothers and sisters that help one another to live around Jesus, letting Him do the healing.

Healing a deaf man is not easy. Jesus took the deaf man alone by himself and retired to a private place. Privacy and personal attention always help in such cases. In all our Christian groups, there should be an atmosphere of mutual respect and trust which are vital for those believing in Jesus. Faith in Jesus can only grow if there is such intimate and personal respect.

Jesus did everything he could with the man’s ears and tongue, but that wasn’t enough. The man’s cooperation was also required. So Jesus raised his eyes towards heaven, and prayed for His Father’s collaboration and cried aloud what was going to be the first word that any man deaf to Jesus and His Gospel would hear: “Be opened!”

It is absolutely urgent for all Christians today, too, that we listen and hear such call from Jesus. The Church isn’t living through her easiest times at present. We must act with lucidity and responsibility. It would be fatal were we to remain deaf to His words of life, and not listen to the Good News, and refusing to interpret the signs of the time, letting ourselves be deaf to His message. The healing power of Jesus alone can heal us.

GURE GORRERIA SENDATU
José Antonio Pagola. Itzultzailea: Dionisio Amundarain

Israelgo profetek sarritan erabili ohi zuten «gorreria» hitza metafora probokatzailetzat, herriak Jainkoari bere bihotza itxi eta eragozpenak jarri izana adierazteko. Herriak «baditu belarriak baina ez du entzuten» Jainkoa esaten ari zaiona. Horregatik, profeta batek bihotz-berritzeko deia egin die guztiei, hitz hauekin: «Jende gorra, entzun eta aditu».

Alde horretatik, ebanjelioetan kontatzen diren gorren sendatzeak «bihotz-berritzearen kontakizun» bezala har daitezke; hain zuzen ere, Jesusi senda gaitzan uztera dei egiten diguten kontakizunak dira; bai gure gorreria, bai Jesusi jarraitzeko ditugun geure eragozpenak senda ditzan uztera. Markosek, bere kontakizunean, ñabardura oso iradokitzaileak dakartza, kristau-elkarteetan bihotz-berritze horretan nola lan egin adierazteko.

Pertsona gorra beste guztiengandik urrun bizi ohi da. Gainera, badirudi ez dela jabetzen bere egoeraz. Ez da saiatzen senda dezakeenagana hurbiltzen. Baina, bere zorionerako, adiskide batzuk beraz axolatu dira eta Jesusengana eraman dute. Horrelakoa izan beharko luke kristau-elkarteak: anai-arreben talde, batak bestea laguntzen dutenek osatua, Jesusen inguruan bizi eta senda ditzan uzten diotelarik.

Gorreria sendatzea ez da gauza erraza. Jesusek berekin hartu du gorra, alde batera erretiratu da eta hari buruz barne-bildu da. Premiazkoa dira barne-biltzea eta harreman pertsonalak. Geure kristau-elkarteetan beharrezkoa dugu ingurugiro hau: fededunei Jesusekin harreman barnekoiagoak eta bizi-indarrekoak izateko aukera emango diena. Jesu Kristorekiko fedea harekiko harreman horietan jaiotzen eta hazten da.

Jesusek era bizian landu ditu gaixoaren belarriak eta mihia, baina ez da aski. Beharrezkoa da gorrak ere parte har dezan. Horregatik, Jesusek, begiak zerurantz, Aitari bere sendatze-lanean bat egin dezan eske, gaixoari hots egin dio, Jesusekiko eta haren Ebanjelioarekiko gor den orok entzun beharreko lehen hitza esanez: «Ireki zaitez».

Premiazkoa da kristauok ere, gaur egun, Jesusen dei hau entzun dezagun. Ez dira gaurkoak une errazak Jesusen Elizarentzat. Azti eta erantzukizunez joka dezagun eskatzen digu. Hondamendia izango litzateke gaur haren deiarekiko gor izatea, haren bizi-hitzei ez entzunarena egitea, haren Berri Ona ez aditzea, aldien ezaugarriei ez antzematea, gure gorrerian hesiturik bizitzea. Jesusen indar sendatzaileak senda gaitzake.

GUARIR LA NOSTRA SORDESA
José Antonio Pagola. Traductor: Francesc Bragulat

Els profetes d'Israel feien servir amb freqüència la «sordesa» com una metàfora provocativa per parlar del tancament i la resistència del poble al seu Déu. Israel «té orelles però no sent» el que Déu li està dient. Per això, un profeta crida a tots a la conversió amb aquestes paraules: «Sords, sentiu i escolteu».

En aquest marc, les guaricions de sords, narrades pels evangelistes, poden ser llegides com "relats de conversió" que ens conviden a deixar-nos guarir per Jesús de sordeses i resistències que ens impedeixen escoltar la seva crida al seguiment. En concret, Marc ofereix en el seu relat matisos molt suggerents per a treballar aquesta conversió a les comunitats cristianes.

El sord viu aliè a tothom. No sembla ser conscient del seu estat. No fa res per acostar-se a qui el pot guarir. Per sort per a ell, uns amics s'interessen per ell i el porten fins a Jesús. Així ha de ser la comunitat cristiana: un grup de germans i germanes que s'ajuden mútuament per viure entorn de Jesús deixant-se guarir per ell.

La guarició de la sordesa no és fàcil. Jesús s’endugué el malalt, es retira a part i es concentra en ell. És necessari el recolliment i la relació personal. Necessitem en els nostres grups cristians un clima que permeti un contacte més íntim i vital dels creients amb Jesús. La fe en Jesucrist neix i creix en aquesta relació amb ell.

Jesús treballa intensament les orelles i la llengua del malalt, però no n'hi ha prou. Cal que el sord col•labori. Per això, Jesús, després d'aixecar els ulls al cel, buscant que el Pare s'associï al seu treball guaridor, fa un crit al malalt amb la primera paraula que ha de sentir qui viu sord a Jesús i al seu Evangeli: «Obre’t!».

És urgent que els cristians sentim també avui aquesta crida de Jesús. No són moments fàcils per a la seva Església. Se'ns demana actuar amb lucidesa i responsabilitat. Seria funest viure avui sords a la seva crida, desatendre les seves paraules de vida, no escoltar la seva Bona Nova, no captar els signes dels temps, viure tancats en la nostra sordesa. La força guaridora de Jesús ens pot salvar.

identificación

identificación

18 Tiempo ordinario (B) Juan 6, 24-35
EL CORAZÓN DEL CRISTIANISMO
JOSÉ ANTONIO PAGOLA
SAN SEBASTIÁN (GUIPUZCOA).

ECLESALIA, 29/07/09.- La gente necesita a Jesús y lo busca. Hay algo en él que los atrae, pero todavía no saben exactamente por qué lo buscan ni para qué. Según el evangelista, muchos lo hacen porque el día anterior les ha distribuido pan para saciar su hambre.

Jesús comienza a conversar con ellos. Hay cosas que conviene aclarar desde el principio. El pan material es muy importante. Él mismo les ha enseñado a pedir a Dios «el pan de cada día» para todos. Pero el ser humano necesita algo más. Jesús quiere ofrecerles un alimento que puede saciar para siempre su hambre de vida.

La gente intuye que Jesús les está abriendo un horizonte nuevo, pero no saben qué hacer, ni por dónde empezar. El evangelista resume sus interrogantes con estas palabras: «y ¿qué obras tenemos que hacer para trabajar en lo que Dios quiere?». Hay en ellos un deseo sincero de acertar. Quieren trabajar en lo que Dios quiere, pero, acostumbrados a pensarlo todo desde la Ley, preguntan a Jesús qué obras, prácticas y observancias nuevas tienen que tener en cuenta.

La respuesta de Jesús toca el corazón del cristianismo: «la obra (¡en singular!) que Dios quiere es ésta: que creáis en el que él ha enviado». Dios sólo quiere que crean en Jesucristo pues es el gran regalo que él ha enviado al mundo. Ésta es la nueva exigencia. En esto han de trabajar. Lo demás es secundario.

Después de veinte siglos de cristianismo, ¿no necesitamos descubrir de nuevo que toda la fuerza y la originalidad de la Iglesia está en creer en Jesucristo y seguirlo? ¿No necesitamos pasar de la actitud de adeptos de una religión de "creencias" y de "prácticas" a vivir como discípulos de Jesús?

La fe cristiana no consiste primordialmente en ir cumpliendo correctamente un código de prácticas y observancias nuevas, superiores a las del antiguo testamento. No. La identidad cristiana está en aprender a vivir un estilo de vida que nace de la relación viva y confiada en Jesús el Cristo. Nos vamos haciendo cristianos en la medida en que aprendemos a pensar, sentir, amar, trabajar, sufrir y vivir como Jesús.

Ser cristiano exige hoy una experiencia de Jesús y una identificación con su proyecto que no se requería hace unos años para ser un buen practicante. Para subsistir en medio de la sociedad laica, las comunidades cristianas necesitan cuidar más que nunca la adhesión y el contacto vital con Jesús el Cristo. (Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia).

O CORAÇÃO DO CRISTIANISMO
José Antonio Pagola. Tradução: Antonio Manuel Álvarez Pérez

As pessoas necessitam de Jesus e procuram-no. Há algo Nele que as atrai, mas todavia não sabem exactamente por que o procuram nem para quê. Segundo o evangelista, muitos fazem-no porque no dia anterior distribuiu-lhes pão para saciar a sua fome.

Jesus começa a conversar com eles. Há coisas que convêm aclarar desde o princípio. O pão material é muito importante. Ele mesmo os ensinou a pedir a Deus «o pão de cada dia» para todos. Mas o ser humano necessita de algo mais. Jesus quer oferecer-lhes um alimento que possa saciar para sempre a sua fome de vida.

As pessoas intuem que Jesus lhes está a abrir um horizonte novo, mas não sabem que fazer, nem por donde começar. O evangelista resume as suas interrogações com estas palavras: «e que obras temos que fazer para trabalhar no que Deus quer?». Há neles um desejo sincero de acertar. Querem trabalhar no que Deus quer, mas, acostumados a pensar tudo a partir da Lei, perguntam a Jesus que obras, práticas e observâncias novas têm que ter em conta.

A resposta de Jesus toca o coração do cristianismo: «a obra (no singular!) que Deus quer é esta: que acrediteis Naquele que foi enviado». Deus só quer que creiam em Jesus Cristo pois é a grande dádiva que Ele enviou ao mundo. Esta é a nova exigência. Nisto têm de trabalhar. O resto é secundario.

Depois de vinte séculos de cristianismo, não necessitaremos de descobrir de novo que toda a força e originalidade da Igreja estão em crer em Jesus Cristo e segui-Lo? Não necessitamos passar da atitude de adeptos de uma religião de "crenças" e de "práticas", a viver como discípulos de Jesus?

A fé cristã não consiste primordialmente em ir cumprindo correctamente um código de práticas e observâncias novas, superiores às do antigo testamento. Não. A identidade cristã está em aprender a viver um estilo de vida que nasce da relação viva e confiada em Jesus, o Cristo. Vamo-nos fazendo cristãos na medida em que aprendemos a pensar, sentir, amar, trabalhar, sofrer e viver como Jesus.

Ser cristão exige hoje uma experiência de Jesus e uma identificação com o Seu projecto que não se requeria anos atrás para ser um bom praticante. Para subsistir no meio da sociedade laica, as comunidades cristãs necessitam cuidar mais que nunca da adesão e do contacto vital com Jesus, o Cristo.

IL CUORE DEL CRISTIANESIMO
José Antonio Pagola. Traduzione: Mercedes Cerezo

La gente ha bisogno di Gesù e lo cerca. C’è qualcosa in lui che li attrae, ma ancora non sanno esattamente perché lo cercano né per quale scopo. Secondo l’evangelista, molti lo fanno perché il giorno prima ha distribuito loro pane per saziare la loro fame.

Gesù comincia a conversare con loro. Ci sono cose che conviene chiarire dall’inizio. Il pane materiale è molto importante. Lui stesso ha insegnato loro a chiedere a Dio “il pane quotidiano” per tutti. Ma l’essere umano ha bisogno di qualcosa di più. Gesù vuole offrire loro un alimento che può saziare per sempre la loro fame di vita.

La gente intuisce che Gesù sta aprendo loro un orizzonte nuovo, ma non sanno che fare, né da dove incominciare. L’evangelista riassume i loro interrogativi con queste parole: “Quali opere dobbiamo fare per compiere la volontà di Dio?”. C’è in loro un desiderio sincero di arrivare a capire. Vogliono compiere la volontà di Dio, ma, abituati a pensare tutto a partire dalla Legge, chiedono a Gesù quali opere, pratiche e osservanze nuove devono tenere in conto.

La risposta di Gesù tocca il cuore del cristianesimo: “Questa è l’opera (al singolare!) di Dio: credere in colui che egli ha mandato”. Dio vuole solo che credano in Gesù Cristo, perché è il grande dono che egli ha inviato al mondo. Questa è la nuova esigenza. A questo devono lavorare. Il resto è secondario.

Dopo venti secoli di cristianesimo, non abbiamo bisogno di scoprire nuovamente che tutta la forza e l’originalità della Chiesa consiste nel credere in Gesù Cristo e seguirlo? Non abbiamo bisogno di passare dall’atteggiamento di adepti di una religione di “credenze” e di “pratiche” a vivere come discepoli di Gesù?

La fede cristiana non consiste in primo luogo nel compiere correttamente un codice di pratiche e di osservanze nuove, superiori a quelle dell’antico testamento. No. L’identità cristiana sta nell’imparare a vivere uno stile di vita che nasce dalla relazione viva e fiduciosa in Gesù il Cristo. Ci andiamo facendo cristiani nella misura in cui impariamo a pensare, sentire, amare, lavorare, soffrire e vivere come Gesù.

Essere cristiano esige oggi un’esperienza di Gesù e un’identificazione con il suo disegno che non si richiedeva anni fa’ per essere un buon praticante. Per continuare a vivere in una società laica, le comunità cristiane devono curare più che mai l’adesione e il contatto vitale con Gesù il Cristo.

LE COEUR DU CHRISTIANISME
José Antonio Pagola, Traducteur: Carlos Orduna, csv

Les gens ont besoin de Jésus et elles le cherchent. Il y a quelque chose chez lui qui les attire mais ils ne savent pas encore exactement pourquoi ils le cherchent ni pourquoi faire. D’après l’évangéliste, beaucoup d’entre eux le font parce qu’il leur a partagé la veille du pain pour combler leur faim.

Jésus entame un dialogue avec eux. Il y a des choses à mettre au clair dès le début. Le pain matériel est très important. C’est lui-même qui leur a appris à demander à Dieu pour tous «le pain de chaque jour». Mais l’être humain a besoin de quelque chose de plus. Jésus veut leur offrir un aliment pouvant rassasier pour toujours leur faim de vie.

Les gens devinent que Jésus est en train de leur ouvrir un nouvel horizon mais ils ne savent pas quoi faire ni par où commencer. L’évangéliste résume leur questionnement avec ces mots: «Quelles sont les œuvres que nous devons faire pour travailler à l’ouvre que Dieuveut?» Ils ont un désir sincère de réussir. Ils veulent travailler à ce que Dieu veut, mais comme ils sont habitués à tout penser à partir de la Loi, ils demandent à Jésus quelles sont les œuvres, les pratiques, les préceptes nouveaux dont ils devront tenir compte.

La réponse de Jésus touche le cœur du christianisme: «l’œuvre (au singulier) que Dieu veut est celle-ci: que vous croyiez en celui qu’il a envoyé». La seule chose que Dieu veut c’est qu’ils croient en Jésus-Christ car il est le grand cadeau qu’il a offert au monde. Voilà la nouvelle exigence à laquelle ils devront travailler. Tout le reste est secondaire.

Après vingt siècles de christianisme, n’avons-nous pas besoin de découvrir à nouveau que croire en Jésus-Christ et le suivre constituent la base de toute la force et l’originalité de l’Eglise? N’avons-nous pas besoin de passer d’une attitude d’adeptes d’une religion de «croyances» et de «pratiques» à vivre en tant que disciples de Jésus?

La foi chrétienne ne consiste pas d’abord en l’accomplissement correct d’un code de pratiques et de nouveaux préceptes, supérieurs à ceux de l’Ancien Testament. Non. L’identité chrétienne consiste à apprendre à vivre un style de vie qui naît d’une relation vivante et confiante avec Jésus le Christ. Nous devenons chrétiens dans la mesure où nous apprenons à penser, à sentir, à aimer, à travailler, à souffrir et à vivre comme Jésus.

Etre chrétien implique aujourd’hui une expérience de Jésus et une identification avec son projet que l’on n’exigeait pas il y a quelques années pour être un bon pratiquant. Pour subsister au milieu d´une société sécularisée, les communautés chrétiennes ont besoin de soigner plus que jamais leur adhésion et leur contact vital avec Jésus le Christ.

THE ESSENCE OF CHRISTIANITY
José Antonio Pagola. Translator: José Antonio Arroyo

People need Jesus and keep looking for him. There is something in Him that attracts everyone, even though they don’t know why or what for they seek Him. According to the evangelist, many sought Him because he had given them food the day before, when they were hungry.

Jesus sat down to talk with them. There are some things that have to be cleared right from the start. Staple food like bread is a basic need for all. Jesus himself had taught them to pray saying, “give us this day our daily bread.” But men and women need much more than bread alone. Jesus wants to offer them another kind of food that will “endure to eternal life.”

People began to see that Jesus was opening a new horizon for them, but they did not know what to say or how to go on from there. The evangelist summarizes their questions with these words: “What must we do if we are to do the works that God wants?” They showed a sincere effort to do the right thing. They wanted to follow God’s guidelines, but accustomed as they were to obey all the prescribed laws, they asked Jesus about new practical observances they ought to follow instead.

Jesus’ answer to their query goes to the very heart of Christianity: “This is working for God: you must believe in the one He has sent.” God only wants that they should believe in Jesus, because he is the greatest gift he has sent to the world. This is the new requirement, and they should all try to observe it. Everything else is secondary.

After twenty centuries of Christianity, shouldn’t we really accept that the full strength and originality of the Church consists in our true faith in Jesus – and in his following? The time has come to change from being simple believers in a set of doctrines and practices and become true disciples and followers of Jesus.

Our Christian faith does not consist primarily in the regular fulfilment of a new code of laws and practices which are superior to those of the Old Testament. No. Our real Christian identity consists in learning to live a new style of life that results from our true relationship with Jesus Christ. We become better Christians in as much as we learn to think, feel, love, work, suffer and live like Jesus did.

Being Christian today requires that we experience and identify ourselves with Jesus’ project. Such identification was not needed or expected of every practicing Christian in centuries gone by. But if we want to survive in our present society, where religious values are totally ignored, our Christian communities must, more than ever, rely on a total adherence and vital relationship with Jesus Christ.

KRISTAUTASUNAREN BIHOTZA
José Antonio Pagola. Itzultzailea: Dionisio Amundarain

Jesusen premia du jendeak, eta haren bila dabil. Badu hark jendea erakartzen duen zerbait; artean, ordea, ez daki zehazki zergatik eta zertarako dabilen Jesusen bila. Ebanjelariaren arabera, bezperan gosea asetzeko ogia eman dielako dabil bila haietako asko.

Haiekin hizketan hasi da Jesus. Badira hastetik argitzea komeni den gauzak. Ogi materiala oso garrantzitsua da. Jesusek berak irakatsi die Jainkoari eskatzen «eguneroko ogia» guztientzat. Alabaina, gizakiak badu beste behar bat ere. Eta bizi-gosea betiko aseko dien jatekoa eskaini nahi Jesusek.

Jendeak sumatu du, ezen Jesusek horizonte berri bat ireki nahi diola, baina ez daki ez zer egin, eta nondik nora hasi. Ebanjelariak hitz hauekin laburbildu ditu jendearen galdekizunak: «eta zein egintza behar ditugu burutu Jainkoak nahi duen harian lan egiteko?» Bada jende horrengan asmatzeko zinezko gogo bat. Jainkoak gura duen hartan lan egin nahi du; baina, dena legearen argitan pentsatzera ohitua dagoelarik, Jesusi galdetzen dio zein egintza, zein jarduera eta zein betekizun izan behar dituen kontuan.

Jesusen erantzunak kristautasunaren bihotza ukitzen du: «hau da Jainkoak nahi duen egintza (singularrean): sinets dezazuela berak bidali duen harengan». Jesu Kristogan sinets dezaten nahi du Jainkoak, hura baita berak (Jainkoak) mundura bidali duen erregalu handia. Hauxe da eskakizun berria. Horretan behar dute lan egin. Gainerakoa bigarren mailakoa da.

Kristautasunean hogei mende bizi ondoren, ez ote gara berraurkitu beharrean, ezen Elizaren indar guztia eta berezitasuna Jesu Kristogan sinestea dela eta harri jarraitzea? Ez ote gara «sineskizun» eta «betekizun» batzuen erlijiozaleen jarrera gainditu eta Jesusen ikasle bezala bizitzeari ekin beharrean?

Kristau-fedea ez datza, funtsean, jarduera eta betekizun berri batzuen kodea, itun zaharrekoena baino goragokoa, betez bizitzean. Ez. Kristau-nortasuna Jesu Kristorekiko harreman bizi eta konfiantzazkotik datorren biziera bizitzen ikastea da. Jesusek bezala pentsatzen, sentitzen, maitatzen, sufritzen eta bizitzen ikasten goazen neurrian goaz kristau bihurtzen.

Kristau izateak, gaur, Jesusen esperientzia izatea eskatzen du, haren egitasmoarekin bat egitea; duela hogei urte betetzaile on izateak eskatzen ez zuen moduan eskatzen du hori gaur egun. Gizarte laiko honetan biziari eutsi ahal izateko, kristau-elkarteek inoiz ez bezala zaindu behar dituzte Jesu Kristorekiko atxikimendua eta bizi-harremanak.

EL COR DEL CRISTIANISME
José Antonio Pagola. Traductor: Francesc Bragulat

La gent necessita Jesús i el busca. Hi ha alguna cosa en ell que els atrau, però encara no saben exactament per què el busquen ni per a què. Segons l'evangelista, molts ho fan perquè el dia abans els ha distribuït pa per sadollar la seva gana.

Jesús comença a conversar amb ells. Hi ha coses que convé aclarir des del principi. El pa material és molt important. Ell mateix els ha ensenyat a demanar a Déu «el pa de cada dia» per a tothom. Però l'ésser humà necessita quelcom més. Jesús vol oferir-los un aliment que pot sadollar per sempre la seva fam de vida.

La gent intueix que Jesús els està obrint un horitzó nou, però no saben què fer, ni per on començar. L'evangelista resumeix els seus interrogants amb aquestes paraules: «Com hem d’actuar per a fer les obres de Déu?». En ells hi ha un desig sincer d'encertar. Volen treballar en el que Déu vol, però, acostumats a pensar-ho tot des de la Llei, pregunten a Jesús quines obres, pràctiques i observàncies noves han de tenir en compte.

La resposta de Jesús toca el cor del cristianisme: «l'obra (en singular!) que Déu vol és aquesta: que cregueu en aquell que ell ha enviat». Déu només vol que creguin en Jesucrist perquè és el gran regal que ell ha enviat al món. Aquesta és la nova exigència. En això han de treballar. La resta és secundari.

Després de vint segles de cristianisme, no necessitem descobrir de nou que tota la força i l'originalitat de l'Església està en creure en Jesucrist i seguir-lo? No necessitem passar de l'actitud d'adeptes d'una religió de "creences" i de "pràctiques" a viure com a deixebles de Jesús?

La fe cristiana no consisteix primordialment en anar complint correctament un codi de pràctiques i observàncies noves, superiors a les de l'antic testament. No. La identitat cristiana està en aprendre a viure un estil de vida que neix de la relació viva i confiada en Jesús el Crist. Ens anem fent cristians en la mesura que aprenem a pensar, a sentir, a estimar, a treballar, a patir i a viure com Jesús.

Ésser cristià exigeix avui una experiència de Jesús i una identificació amb el seu projecte que no calia fa uns anys per a ésser un bon practicant. Per a subsistir enmig de la societat laica, les comunitats cristianes necessiten tenir cura més que mai de l'adhesió i el contacte vital amb Jesús el Crist.

conmoción

conmoción

17. Tiempo ordinario (B) Juan 6,1-15
NUESTRO GRAN PECADO
JOSÉ ANTONIO PAGOLA
SAN SEBASTIÁN (GUIPUZCOA).

ECLESALIA, 22/07/09.- El episodio de la multiplicación de los panes gozó de gran popularidad entre los seguidores de Jesús. Todos los evangelistas lo recuerdan. Seguramente, les conmovía pensar que aquel hombre de Dios se había preocupado de alimentar a una muchedumbre que se había quedado sin lo necesario para comer.

Según la versión de Juan, el primero que piensa en el hambre de aquel gentío que ha acudido a escucharlo es Jesús. Esta gente necesita comer; hay que hacer algo por ellos. Así era Jesús. Vivía pensando en las necesidades básicas del ser humano.

Felipe le hace ver que no tienen dinero. Entre los discípulos, todos son pobres: no pueden comprar pan para tantos. Jesús lo sabe. Los que tienen dinero no resolverán nunca el problema del hambre en el mundo. Se necesita algo más que dinero.

Jesús les va a ayudar a vislumbrar un camino diferente. Antes que nada, es necesario que nadie acapare lo suyo para sí mismo si hay otros que pasan hambre. Sus discípulos tendrán que aprender a poner a disposición de los hambrientos lo que tengan, aunque sólo sea «cinco panes de cebada y un par de peces».

La actitud de Jesús es la más sencilla y humana que podemos imaginar. Pero, ¿quién nos va enseñar a nosotros a compartir, si solo sabemos comprar? ¿quién nos va a liberar de nuestra indiferencia ante los que mueren de hambre? ¿hay algo que nos pueda hacer más humanos? ¿se producirá algún día ese "milagro" de la solidaridad real entre todos?

Jesús piensa en Dios. No es posible creer en él como Padre de todos, y vivir dejando que sus hijos e hijas mueran de hambre. Por eso, toma los alimentos que han recogido en el grupo, «levanta los ojos al cielo y dice la acción de gracias». La Tierra y todo lo que nos alimenta lo hemos recibido de Dios. Es regalo del Padre destinado a todos sus hijos e hijas. Si vivimos privando a otros de lo que necesitan para vivir es que lo hemos olvidado. Es nuestro gran pecado aunque casi nunca lo confesemos.

Al compartir el pan de la eucaristía, los primeros cristianos se sentían alimentados por Cristo resucitado, pero, al mismo tiempo, recordaban el gesto de Jesús y compartían sus bienes con los más necesitados. Se sentían hermanos. No habían olvidado todavía el Espíritu de Jesús. (Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia).

cambiará

cambiará

16 Tiempo ordinario (B) Marcos 6, 30 – 34
COMO OVEJAS SIN PASTOR
JOSÉ ANTONIO PAGOLA
SAN SEBASTIÁN (GUIPUZCOA).

ECLESALIA, 15/07/09.- Los discípulos, enviados por Jesús para anunciar su Evangelio, vuelven entusiasmados. Les falta tiempo para contar a su Maestro todo lo que han hecho y enseñado. Al parecer, Jesús quiere escucharlos con calma y los invita a retirarse «ellos solos a un sitio tranquilo a descansar un poco».

La gente les estropea todo su plan. De todas las aldeas corren a buscarlos. Ya no es posible aquella reunión tranquila que había proyectado Jesús a solas con sus discípulos más cercanos. Para cuando llegan al lugar, la muchedumbre lo ha invadido todo. ¿Cómo reaccionará Jesús?

El evangelista describe con detalle su actitud. A Jesús nunca le estorba la gente. Fija su mirada en la multitud. Sabe mirar, no sólo a las personas concretas y cercanas, sino también a esa masa de gente formada por hombres y mujeres sin voz, sin rostro y sin importancia especial. Enseguida se despierta en él la compasión. No lo puede evitar. «Le dio lástima de ellos». Los lleva todos muy dentro de su corazón.

Nunca los abandonará. Los «ve como ovejas sin pastor»: gentes sin guías para descubrir el camino, sin profetas para escuchar la voz de Dios. Por eso, «se puso a enseñarles con calma», dedicándoles tiempo y atención para alimentarlos con su Palabra curadora.

Un día tendremos que revisar ante Jesús, nuestro único Señor, cómo miramos y tratamos a esas muchedumbres que se nos están marchando poco a poco de la Iglesia, tal vez porque no escuchan entre nosotros su Evangelio y porque ya no les dicen nada nuestros discursos, comunicados y declaraciones.

Personas sencillas y buenas a las que estamos decepcionando porque no ven en nosotros la compasión de Jesús. Creyentes que no saben a quién acudir ni qué caminos seguir para encontrarse con un Dios más humano que el que perciben entre nosotros. Cristianos que se callan porque saben que su palabra no será tenida en cuenta por nadie importante en la Iglesia.

Un día el rostro de esta Iglesia cambiará. Aprenderá a actuar con más compasión; se olvidará de sus propios discursos y se pondrá a escuchar el sufrimiento de la gente. Jesús tiene fuerza para transformar nuestros corazones y renovar nuestras comunidades. (Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia).

COMO OVELHAS SEM PASTOR
José Antonio Pagola. Tradução: Antonio Manuel Álvarez Pérez

Os discípulos, enviados por Jesus para anunciar o Seu Evangelho, voltam entusiasmados. Falta-lhes tempo para contar ao Seu Mestre tudo o que fizeram e ensinaram. Pelo que parece, Jesus quer escutá-los com calma e convida-os a retirar-se «a sós para um sítio tranquilo para descansar um pouco».

As pessoas alteram todo o plano. De todas as aldeias correm a procurá-Lo. Já não é possível aquela reunião tranquila que tinha projectado Jesus a sós com os Seus discípulos mais próximos. Quando chegam ao lugar, a multidão invadiu tudo. Como reagirá Jesus?

O evangelista descreve com detalhe a Sua atitude. A Jesus nunca Lhe incomoda as pessoas. Fixa o Seu olhar na multidão. Sabe olhar, não só às pessoas concretas e próximas, mas também a essa massa de gente formada por homens e mulheres sem voz, sem rosto e sem importância especial. De seguida desperta Nele a compaixão. Não o pode evitar. «Teve lástima deles». Leva-os a todos muito dentro do Seu coração.

Nunca os abandonará. «Vê-os como ovelhas sem pastor»: pessoas sem guias para descobrir o caminho, sem profetas para escutar a voz de Deus. Por isso, «começou a ensina-los com calma», dedicando-lhes tempo e atenção para alimentá-los com a Sua Palavra curadora.

Um dia teremos que rever ante Jesus, nosso único Senhor, como olhamos e tratamos a essas multidões que se estão afastando pouco a pouco da Igreja, tal vez porque não escutam entre nós o seu Evangelho e porque já não lhes diz nada os nossos discursos, comunicados e declarações.

Pessoas simples e boas que estamos a decepcionar porque não vêem em nós a compaixão de Jesus. Crentes que não sabem a quem acudir nem que caminhos seguir para encontrar-se com um Deus mais humano que o que se apercebem entre nós. Cristãos que se calam porque sabem que a sua palavra não será tida em conta por ninguém importante na Igreja.

Um dia o rosto desta Igreja mudará. Aprenderá a actuar com mais compaixão; esquecerá os seus próprios discursos e escutará o sofrimento das pessoas. Jesus tem força para transformar os nossos corações e renovar as nossas comunidades.

COME PECORE SENZA PASTORE
José Antonio Pagola. Traduzione: Mercedes Cerezo

I discepoli, inviati da Gesù per annunciare il suo Evangelo, tornano entusiasti. Manca loro il tempo per raccontare al Maestro tutto quello che hanno fatto e insegnato. A quanto pare, Gesù vuole ascoltarli con calma e li invita a ritirarsi “loro soli in un luogo tranquillo, per riposare un poco”.

La gente manda all’aria tutto il suo piano. Da tutti i villaggi accorrono a cercarli. Non è più possibile quella riunione tranquilla che aveva progettato. Gesù a tu per tu con i suoi discepoli più vicini. Quando arrivano al luogo cercato, la moltitudine ha rovinato tutto. Come reagirà Gesù?

L’evangelista descrive in dettaglio il suo atteggiamento. Gesù, mai la gente lo disturba. Fissa lo sguardo sulla moltitudine. Sa guardare, non solo le persone concrete e vicine, ma anche quella massa di gente formata da uomini e donne senza voce, senza volto e senza particolare importanza. Subito si risveglia in lui la compassione. Non può evitarlo. “Si commosse per loro”. Li porta tutti nel profondo del cuore.

Mai li abbandonerà. Li “vede come pecore senza pastore”: gente senza guida per scoprire la via, senza profeti per ascoltare la voce di Dio. Per questo “si mise a insegnare loro con calma”, dedicando loro tempo e attenzione per nutrirli con la sua Parola guaritrice.

Un giorno dovremo rivedere davanti a Gesù, nostro unico Signore, come guardiamo e trattiamo le moltitudini che se ne stanno andando poco a poco dalla Chiesa, forse perché non ascoltano tra di noi il suo Spirito e perché non dicono loro più nulla i nostri discorsi, comunicati e dichiarazioni.

Persone semplici e buone quelle che stiamo deludendo perché non vedono in noi la compassione di Gesù. Credenti che non sanno a chi appellarsi, né quali vie seguire per incontrarsi con un Dio più umano di quello che percepiscono tra di noi. Cristiani che tacciono perché sanno che la loro parola non sarà presa in considerazione da nessuno che sia importante nella Chiesa.

Un giorno il volto di questa Chiesa cambierà. Imparerà ad operare con maggiore compassione; si dimenticherà dei suoi propri discorsi e si metterà ad ascoltare la sofferenza della gente. Gesù ha la forza per trasformare i nostri cuori e rinnovare le nostre comunità.

COMME DES BREBIS SANS BERGER
José Antonio Pagola, Traducteur: Carlos Orduna, csv

Les disciples que Jésus avait envoyés pour annoncer son Evangile, reviennent enthousiastes. Ils s’empressent d’informer leur Maître de tout ce qu’ils ont fait et enseigné. Jésus, semble-t-il, veut les écouter calmement, c’est pourquoi il les invite à se retirer « eux seuls, à un endroit tranquille pour s’y reposer un peu ».

Les gens bouleversent tout leur programme. De tous les hameaux ils accourent pour les chercher. La réunion tranquille que Jésus avait programmée seul à seul avec ses disciples les plus proches, n’est plus possible. Au moment où ils arrivent, la foule a déjà tout envahi. Comment Jésus va-t-il réagir ?

L’évangéliste décrit en détail son attitude. Jésus ne se sent jamais dérangé par les gens. Il fixe son regard sur la multitude. Il sait regarder non seulement les personnes concrètes et proches mais aussi cette foule formée par des hommes et des femmes sans voix, sans visage et sans une importance particulière. Tout de suite, la compassion s’éveille chez lui. Il ne peut pas l’éviter. « Il a pitié de cette foule ». Il les porte tous au plus profond de son cœur.

Il ne les abandonnera jamais. Il les voit « comme des brebis sans berger » : des gens qui manquent de guides pour pouvoir découvrir le chemin, et de prophètes pour pouvoir écouter la voix de Dieu. C’est pourquoi « il se met à leur enseigner calmement », en leur consacrant le temps et l’attention nécessaires pour les nourrir de sa Parole curative.

Un jour, il nous faudra revoir, devant Jésus notre seul Seigneur, comment nous regardons et nous traitons ces multitudes qui s’éloignent peu à peu de l’Eglise, peut-être parce qu’elles n’entendent plus parmi nous son Evangile et parce que nos discours, nos communiqués et nos déclarations ne leur disent plus rien.

Ce sont des personnes bonnes et simples que nous décevons parce qu’elles n’arrivent pas a découvrir chez nous la compassion de Jésus. Des croyants qui ne savent pas à qui s’adresser ni quels chemins emprunter pour rencontrer un Dieu plus humain que celui qu’ils perçoivent chez nous. Des chrétiens qui gardent le silence parce qu’ils savent que leur parole ne sera prise en compte par personne d’important dans l’Eglise.

Un jour, le visage de cette Eglise changera. Elle aura appris à agir avec plus de compassion : elle oubliera ses propres discours et elle se mettra à l’écoute de la souffrance des gens. Jésus a la force de transformer nos cœurs et de renouveler nos communautés.

LIKE SHEEP WITHOUT A SHEPHERD
José Antonio Pagola. Translator: José Antonio Arroyo

The disciples who had been sent by Jesus to preach the Good News returned all enthusiastic about their mission. They couldn’t wait to tell their Master all they had done and seen. Jesus, evidently, was waiting to hear all their stories at length: in fact, he invited them “to some lonely place and rest for a while.”

The crowds, however, spoilt their plan. People from all nearby villages came rushing and looking for them. The peaceful and private meeting that Jesus had suggested for him and his disciples was not going to take place. By the time they arrived at the secluded place of their choice, the crowds had already preceded them. What was Jesus’ reaction?

Mark the evangelist describes in full detail Jesus’ response. Jesus was never disturbed by and never avoided people. He always related to people, not only those He knew or was related with, but also the masses of faceless men and women, as well as the unknown and powerless. As soon as he saw such crowds, he felt compassion for them. He couldn’t help it: “He took pity on them.” Those were the people closest to his heart.

He would never forget them. “He saw them like sheep without a shepherd”: like people without a guide to show them the way, and without a prophet to listen to God’s voice. So “he set himself to teach them at some length,” and gave them much of His time and attention, teaching them the saving words.

A day will come when all of us will have to re-examine, before Jesus our Lord and guide, how we look and treat those large crowds of people who are leaving our churches, perhaps, because they do not hear anymore the Gospel message: our long sermons, encyclicals and written messages say little that they can understand or apply in their lives.

There are many simple and good people who may be disappointed because they can’t find in us Jesus’ compassion. There are many believers, too, who do not know to whom or where to go to find a God or a religious answer to their human problems. Finally, there are some Christians who choose to remain silent because they feel that what they need to say may not be important to the Church.

One day the face of the Church will have to change. We shall all learn to show more compassion; we shall pay less attention to our own doctrines and sermons and pay more attention to people’s sufferings. Jesus has the strength to transform our hearts and renew our communities.

ARTZAINIK GABEKO ARDIAK BEZALA
José Antonio Pagola. Itzultzailea: Dionisio Amundarain

Bere ebanjelioa hots egitera Jesusek bidali dituen ikasleak gogobero itzuli dira. Presa bizia izan dute egin eta irakatsi dutenaren berri beren Maisuari emateko. Ematen du, Jesusek patxadan entzun nahi diela, eta « leku baketsu batera joatera gonbidatu ditu berak bakarrik, apur bat atsedetera».

Jendeak, ordea, hankaz gora jarri ditu haien asmoak. Herrixka guztietatik jo du jendeak haien bila. Ezin dute egin bilera baketsu hura, Jesusek bere ikasle hurbilekoenekin egin nahi zuen hura. Izan ere, ikasleak iritsi baino lehen, jendetzak hartua du leku hura guztia. Zer egin du orduan Jesusek?

Xeheki deskribatu du ebanjelariak Jesusen jarrera. Jesusentzat jendea ez da sekula neke. Arretaz erreparatu dio jendetzari. Badaki, izan ere, Jesusek erreparatzen, ez soilik lagun jakin eta hurbilekoei, baita jendetzari ere, ahotsik, aurpegirik eta inportantzia berezirik ez duten gizon-emakumeek moldaturiko jendetzari ere. Bat-batean harrapatu du errukiak Jesusen bihotza. Ezin izan du saihestu. «Erruki izan zituen». Bihotz barnean ditu guztiak.

Ez ditu bazter utziko sekula. «Artzainik gabeko ardi bezala» ikusi ditu: bidean gidatuko dituen gidaririk gabeko jende bezala, Jainkoaren ahotsa entzutera emango dion profetarik gabeko bezala. Hargatik, «haiei patxadaz irakasteari ekin zion», bere denbora eta arreta eskainiz, bere Hitz sendatzailea janaritzat emateko.

Egunen batean aztertu beharra izango dugu Jesusen, geure Jaun bakar horren aurrean, nola ari garen erreparatzen jendetza horri, nolako trataera ematen diogun, Elizatik pixkana ihesi doakigun horri; hain zuzen eta agian, gure artean Jesusen Ebanjelio entzuteko aukerarik ez duelako, gure hitzaldiek, agiriek eta agerpenek ezer gutxi adierazten diotelako.

Jende xumea eta ona, gugan desilusioa baino aurkitu ez duena, gugan Jesusen errukirik sumatu ez duena. Jende fededuna: ez daki ez zeinengana jo, ez zein bide hartu, gugan sumatzen dutena baino Jainko gizatarrago batekin topo egin ahal izateko. Kristauak: isilik gelditu dira, ondo dakitelako beren hitza ez duela kontuan hartuko Elizan «norbait» den inork.

Egunen batean aldatuko da, ordea, Eliza honen aurpegiera. Ikasiko du erruki beroagoz jokatzen; alde batera utziko du bere hizketa eta emango dio jendearen sufrimena entzuteari. Bai, Jesusek ahalmena du gure bihotza eraldatzeko eta gure elkarteak eraberritzeko.

COM OVELLES SENSE PASTOR
José Antonio Pagola. Traductor: Francesc Bragulat

Els deixebles, enviats per Jesús per anunciar el seu Evangeli, tornen entusiasmats. Els falta temps per explicar al seu Mestre tot el que han fet i ensenyat. Pel que sembla, Jesús vol escoltar-los amb calma i els convida a retirar-se «tots sols en un lloc despoblat i reposar una mica».

La gent els espatlla tot el seu pla. De tots els llogarrets venen a cercar-los. Ja no és possible aquella reunió tranquil•la que havia projectat Jesús a soles amb els seus deixebles més propers. Quan arriben al lloc, la gent ho ha envaït tot. Com reaccionarà Jesús?

L'evangelista descriu amb detall la seva actitud. A Jesús mai li fa nos la gent. Fixa la mirada en la multitud. Sap mirar, no només les persones concretes i properes, sinó també aquesta massa de gent formada per homes i dones sense veu, sense rostre i sense importància especial. De seguida es desperta en ell la compassió. No pot evitar-ho. «se’n compadí». Els porta tots molt endins del seu cor.

Mai els abandonarà. Els «veu com ovelles sense pastor»: gent sense guies per descobrir el camí, sense profetes per escoltar la veu de Déu. Per això, «es posà a instruir-los llargament», dedicant-hi temps i atenció per alimentar-los amb la seva Paraula guaridora.

Un dia haurem de revisar davant Jesús, el nostre únic Senyor, com mirem i tractem aquestes multituds que se'ns estan anant a poc a poc de l'Església, potser perquè no senten entre nosaltres el seu Evangeli i perquè ja no els diuen res els nostres discursos, comunicats i declaracions.

Persones senzilles i bones que estem decebent perquè no veuen en nosaltres la compassió de Jesús. Creients que no saben a qui acudir ni quins camins seguir per trobar-se amb un Déu més humà que el que perceben entre nosaltres. Cristians que callen perquè saben que la seva paraula no serà tinguda en compte per ningú important en l'Església.

Un dia el rostre d'aquesta Església canviarà. Aprendrà a actuar amb més compassió; s'oblidarà dels seus propis discursos i es posarà a escoltar el patiment de la gent. Jesús té força per transformar els nostres cors i renovar les nostres comunitats.

ver cómo

ver cómo

15 Tiempo ordinario ( B ) Marcos 6, 7-13
PARA UN EXAMEN COLECTIVO
JOSÉ ANTONIO PAGOLA
SAN SEBASTIÁN (GUIPUZCOA).

ECLESALIA, 08/07/09.- Jesús no envía a sus discípulos de cualquier manera. Para colaborar en su proyecto del reino de Dios y prolongar su misión es necesario cuidar un estilo de vida. Si no es así, podrán hacer muchas cosas, pero no introducirán en el mundo su espíritu. Marcos nos recuerda algunas recomendaciones de Jesús. Destacamos algunas.

En primer lugar, ¿quiénes son ellos para actuar en nombre de Jesús? ¿cuál es su autoridad? Según Marcos, al enviarlos, Jesús «les da autoridad sobre los espíritus inmundos ». No les da poder sobre las personas que irán encontrando en su camino. Tampoco él ha utilizado su poder para gobernar sino para curar.

Como siempre, Jesús está pensando en un mundo más sano, liberado de las fuerzas malignas que esclavizan y deshumanizan al ser humano. Sus discípulos introducirán entre las gentes su fuerza sanadora. Se abrirán paso en la sociedad, no utilizando un poder sobre las personas, sino humanizando la vida, aliviando el sufrimiento de las gentes, haciendo crecer la libertad y la fraternidad.

Llevarán sólo «bastón» y «sandalias». Jesús los imagina como caminantes. Nunca instalados. Siempre de camino. No atados a nada ni a nadie. Sólo con lo imprescindible. Con esa agilidad que tenía Jesús para hacerse presente allí donde alguien lo necesitaba. El báculo de Jesús no es para mandar, sino para caminar.

No llevarán «ni pan, ni alforja, ni dinero». No han de vivir obsesionados por su propia seguridad. Llevan consigo algo más importante: el Espíritu de Jesús, su Palabra y su Autoridad para humanizar la vida de las gentes. Curiosamente, Jesús no está pensando en lo que han de llevar para ser eficaces, sino en lo que no han de llevar. No sea que un día se olviden de los pobres y vivan encerrados en su propio bienestar.

Tampoco llevarán «túnica de repuesto». Vestirán con la sencillez de los pobres. No llevarán vestiduras sagradas como los sacerdotes del Templo. Tampoco vestirán como el Bautista en la soledad del desierto. Serán profetas en medio de la gente. Su vida será signo de la cercanía de Dios a todos, sobre todo, a los más necesitados.

¿Nos atreveremos algún día a hacer en el seno de la Iglesia un examen colectivo para dejarnos iluminar por Jesús y ver cómo nos hemos ido alejando sin darnos casi cuenta de su espíritu? (Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia).

algo de esto

algo de esto

14 Tiempo ordinario ( B ) Marcos 6,1-6
NO DESPRECIAR AL PROFETA
JOSÉ ANTONIO PAGOLA
SAN SEBASTIÁN (GUIPUZCOA).

ECLESALIA, 01/07/09.- El relato no deja de ser sorprendente. Jesús fue rechazado precisamente en su propio pueblo, entre aquellos que creían conocerlo mejor que nadie. Llega a Nazaret, acompañado de sus discípulos, y nadie sale a su encuentro, como sucede a veces en otros lugares. Tampoco le presentan a los enfermos de la aldea para que los cure.

Su presencia solo despierta en ellos asombro. No saben quién le ha podido enseñar un mensaje tan lleno de sabiduría. Tampoco se explican de dónde proviene la fuerza curadora de sus manos. Lo único que saben es que Jesús un trabajador nacido en una familia de su aldea- Todo lo demás «les resulta escandaloso».

Jesús se siente «despreciado»: los suyos no le aceptan como portador del mensaje y de la salvación de Dios. Se han hecho una idea de su vecino Jesús y se resisten a abrirse al misterio que se encierra en su persona. Jesús les recuerda un refrán que, probablemente, conocen todos: «No desprecian a un profeta mas que en su tierra,entre sus parientes y en su casa».

Al mismo tiempo, Jesús «se extraña de su falta de fe». Es la primera vez que experimenta un rechazo colectivo, no de los dirigentes religiosos, sino de todo su pueblo. No se esperaba esto de los suyos. Su incredulidad llega incluso a bloquear su capacidad de curar: «no pudo hacer allí ningún milagro,sólo curó a algunos enfermos».

Marcos no narra este episodio para satisfacer la curiosidad de sus lectores, sino para advertir a las comunidades cristianas que Jesús puede ser rechazado precisamente por quienes creen conocerlo mejor: los que se encierran en sus ideas preconcebidas sin abrirse ni a la novedad de su mensaje ni al misterio de su persona.

¿Cómo estamos acogiendo a Jesús los que nos creemos « suyos »? En medio de un mundo que se ha hecho adulto, ¿no es nuestra fe demasiado infantil y superficial? ¿no vivimos demasiado indiferentes a la novedad revolucionaria de su mensaje? ¿no es extraña nuestra falta de fe en su fuerza transformadora? ¿no tenemos el riesgo de apagar su Espíritu y despreciar su Profecía?

Ésta la preocupación de Pablo de Tarso: «No apaguéis el Espíritu, no despreciéis el don de Profecía. Revisadlo todo y quedaos sólo con lo bueno» (1 tesalonicenses 5, 19-21). ¿No necesitamos algo de esto los cristianos de nuestros días? (Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia).

NÃO DESPREZAR O PROFETA
José Antonio Pagola. Tradução: Antonio Manuel Álvarez Pérez

O relato não deixa de ser surpreendente. Jesus foi rejeitado precisamente na Sua própria terra, entre aqueles que acreditavam conhece-Lo melhor que ninguém. Chega a Nazaré, acompanhado pelos Seus discípulos, e ninguém sai ao Seu encontro, como sucede por vezes noutros lugares. Tampouco lhe apresentam os doentes da aldeia para que os cure.

A Sua presença só desperta neles assombro. Não sabem quem Lhe poderá ter ensinado uma mensagem tão cheia de sabedoria. Tampouco sabem explicar de onde vem a força curadora das Suas mãos. O único que sabem é que é Jesus, um trabalhador nascido numa família da Sua aldeia. Tudo o mais «parece-lhes escandaloso».

Jesus sente-se «desprezado»: os seus não O aceitam como portador da mensagem e da salvação de Deus. Fizeram uma ideia do seu vizinho Jesus e resistem a abrir-se ao mistério que se encerra na Sua pessoa. Jesus recorda-lhes provérbio que, provavelmente, conhecem todos: «Não desprezam um profeta mais que na sua terra, entre os seus parentes e em sua casa».

Ao mesmo tempo, Jesus «estranha a Sua falta de fé». É a primeira vez que experimenta uma rejeição colectiva, não dos dirigentes religiosos, mas de todo o Seu povo. Não esperava isto dos Seus. A Sua incredulidade chega inclusive a bloquear a Sua capacidade de curar: «não podo fazer ali nenhum milagre, só curou a alguns doentes».

Marcos não narra este episódio para satisfazer a curiosidade dos seus leitores, mas para advertir as comunidades cristãs que Jesus pode ser rejeitado precisamente por quem acredita conhecer melhor: os que se encerram nas suas ideias preconcebidas sem abrir-se nem à novidade da Sua mensagem nem ao mistério da sua pessoa.

Como estamos acolhendo Jesus, os que nos cremos «Seus»? No meio de um mundo que se fez adulto, não a nossa fé demasiado infantil e superficial? não vivemos demasiado indiferentes à novidade revolucionária da Sua mensagem? não é estranha a nossa falta de fé na Sua força transformadora? não temos o risco de apagar o Seu Espírito e desprezar a Sua Profecia?

Esta é a preocupação de Paulo de Tarso: «Não apagueis o Espírito, não desprezeis o dom da Profecia. Revei tudo e ficai só com o bom» (1 tesalonicenses 5, 19-21). Não necessitaremos de algo disto, os cristãos dos nossos dias?

NON DISPREZZARE IL PROFETA
José Antonio Pagola. Traduzione: Mercedes Cerezo

Il racconto non cessa di sorprendere. Gesù fu rifiutato proprio nel suo stesso paese, tra quelli che credevano di conoscerlo meglio di tutti. Arriva a Nazaret, accompagnato dai suoi discepoli, e nessuno esce ad incontrarlo, come accade a volte in altri luoghi. Non gli portano nemmeno gli infermi del villaggio perché li guarisca.

La sua presenza risveglia in loro soltanto stupore. Non sanno chi gli ha potuto insegnare un messaggio così pieno di sapienza. E nemmeno si spiegano da dove gli viene la forza guaritrice delle sue mani. L’unica cosa che sanno è che Gesù è un operaio nato in una famiglia del loro villaggio. Tutto il resto “risulta loro scandaloso”.

Gesù si sente “disprezzato”: i suoi non lo accettano come latore del messaggio e della salvezza di Dio. Si sono fatti un’idea del loro vicino Gesù e resistono ad aprirsi al mistero racchiuso nella sua persona. Gesù ricorda loro un proverbio che, probabilmente, conoscono tutti: “Un profeta non è disprezzato che nella sua patria, tra i suoi parenti e in casa sua”.

Nello stesso tempo, Gesù “si meraviglia della loro incredulità”. È la prima volta che sperimenta un rifiuto collettivo, non dei capi religiosi, ma di tutto il suo villaggio. Non si aspettava questo dai suoi. La loro incredulità arriva persino a bloccare la sua capacità di guarire: “Non vi poté operare nessun prodigio, ma solo impose le mani a pochi ammalati”.

Marco non racconta questo episodio per soddisfare la curiosità dei suoi lettori, ma per avvertire le comunità cristiane che Gesù può essere rifiutato proprio da quelli che credono di conoscerlo meglio: quelli che si chiudono nei loro preconcetti senza aprirsi né alla novità del suo messaggio né al mistero della sua persona.

Come stiamo accogliendo Gesù noi che ci crediamo “suoi”? In un mondo che si è fatto adulto, la nostra fede non è troppo infantile e superficiale? Non viviamo troppo indifferenti di fronte alla novità rivoluzionaria del suo messaggio? Non è strana la nostra mancanza di fede nella sua forza trasformatrice? Non corriamo il rischio di spegnere il suo Spirito e disprezzare la sua Profezia?

Questa è la preoccupazione di Paolo di Tarso: “Non spegnete lo Spirito, non disprezzate il dono di Profezia. Esaminate ogni cosa, tenete ciò che è buono” (1 Tess. 5, 19-21). Noi cristiani dei nostri giorni non abbiamo bisogno di qualcosa di questo?

NE PAS MEPRISER LE PROPHETE
José Antonio Pagola, Traducteur: Carlos Orduna, csv

Le récit ne cesse pas de nous surprendre. C’est justement dans son propre village, parmi ceux qui croyaient le connaître mieux que quiconque que Jésus est refusé. Il arrive à Nazareth, accompagné de ses disciples, et personne ne sort à sa rencontre, comme cela arrive parfois ailleurs. On ne lui présente pas non plus les malades du village pour qu’il les guérisse.

Sa présence n’éveille chez eux qu’étonnement. Ils ignorent qui a pu lui apprendre un message si rempli de sagesse. Ils ne s’expliquent pas non plus d’où vient la force curative de ses mains. La seule chose qu’ils savent c’est que Jésus est un travailleur né au sein d’une famille de leur village. Tout le reste « leur paraît scandaleux ».

Jésus se sent « méprisé » : il n’est pas accepté par les siens comme porteur du message et du salut de Dieu. Ils se sont forgés une idée de leur voisin Jésus et ils refusent de s’ouvrir au mystère enfermé dans sa personne. Jésus leur rappelle un dicton connu sans doute de tous : « Un prophète n’est méprisé que dans son propre pays, parmi ses parents, chez lui ».

Jésus s’étonne en même temps de « leur manque de foi ». C’est la première fois qu’il éprouve un refus collectif, non pas des dirigeants religieux mais de tout son village. Il ne s’ y attendait pas de leur part. Leur incrédulité bloque même sa capacité de guérir : « Il ne put faire aucun miracle, il ne guérit que quelques malades ».

Marc n’écrit pas ce récit pour satisfaire la curiosité de ses lecteurs mais pour avertir les communautés chrétiennes que Jésus peut être renié précisément par ceux qui croient mieux le connaître : ceux qui s’enferment dans leurs idées préconçues et ne veulent s’ouvrir ni à la nouveauté de son message ni au mystère de sa personne.

Comment accueillons-nous Jésus, nous qui nous croyons « des siens » ? Au milieu d’un monde qui est devenu adulte, notre foi n’est-elle pas trop enfantine et superficielle ? Ne sommes-nous pas trop indifférents à la nouveauté révolutionnaire de son message ? N’est-il pas étrange notre manque de foi en sa force transformatrice ? Ne courons-nous pas le risque d’éteindre son Esprit et de mépriser sa Prophétie ?

C’est là la préoccupation de Paul de Tarse : « N’éteignez pas l’Esprit, ne méprisez pas le don de Prophétie. Réexaminez tout et gardez ce qui est bon » (1 Tes. 5,19-21). Nous, chrétiens de ce temps, n’avons-nous pas besoin de quelque chose de semblable?

REJECTED AT HOME
José Antonio Pagola. Translator: José Antonio Arroyo

Today’s Gospel narrative is quite shocking. Jesus is rejected in his own village by his own people who knew him so well. He arrived in Nazaret accompanied by his disciples, and nobody came forward to welcome him, as it had been the case in every other town he had passed through. They didn’t even bring out their sick and lame for him to bless and heal.

His presence, however, caused astonishment, as they listened to him in the synagogue. They simply wondered who could have taught him such wisdom. Similarly, they couldn’t understand how such healing power could come out from his hands. The only thing they knew was that Jesus was the carpenter’s son, born in their own village. Everything else was simply amazing.

Jesus, naturally, feels rejected by his own people, who refused to accept him as the bearer of God’s message of salvation. They had grown accustomed to see Jesus as a neighbour and equal and can’t even think of him as part of a mystery.

Jesus reminds them of a popular saying which was familiar to all: “A prophet is despised only in his own country, at home and by his own people.”

Jesus, naturally, “was amazed at their lack of faith.” This was the first time

He experienced such public rejection, not by the religious leaders, but by his own people. He could have never expected this from his own. In fact, Jesus “could work no miracle there, though he cured a few other people there while laying his hands on them.”

Mark does not write about this incident simply to satisfy the reader’s curiosity, but to inform the Christian communities that Jesus could be rejected precisely by those who ought to know Him best: by those who hold on to old preconceived ideas and remain shut to any new messages or mysteries that Jesus could teach.

How do we welcome Jesus’ messages, those of us called his own? In a world we claim to be independent and adult, isn’t our faith rather childish and mostly impersonal? Aren’t we really indifferent to Jesus’ new and revolutionary message? Are we aware of our lack of faith in His transforming power? Can’t we see that our attitude is really a rejection of Jesus’ Spirit and prophecy?

This was Paul of Tarsus’ preoccupation: “Never try to suppress the Spirit or treat the gift of prophecy with contempt – hold on to what is good and avoid every form of evil.” ( I Thes. 5, 19-21 ) Don’t we, modern Christians, need to listen to these words of Paul?

EZ GUTXIETSI PROFETA
José Antonio Pagola. Itzultzailea: Dionisio Amundarain

Kontakizun honek ez du harritzeko indar-faltarik. Jesus preseski bere herrian gutxietsi zuten, beste inork ez bezala ezagutzen zutela uste zutenen artean. Nazaretera iritsi da Jesus, ikasleak lagun dituela, eta inor ez zaio bidera atera; beste toki batzuetan gertatzen den ez bezala da han. Herriko gaixorik ere ez diote aurkeztu senda ditzan.

Hara joan denean, harridura baizik ez du sortu. Ez dakite norengandik duen hain jakintsuki agertzen ari den mezu hura. Ez diote antzeman nondik duen bere eskuak duten sendatzeko indar hura ere. Dakiten gauza bakarra, Jesus herriko familia baten jaioa den langile bat dela. Gainerako guztia «eskandalagarri gertatu zaie».

«Gutxietsia» ikusi du Jesusek bere burua: bereek ez dute aitortu Jainkoaren mezuaren eta salbazioaren emailetzat. Beren ideia egina dute bere auzoko Jesusez eta gogor egin diote Jesusek bere baitan duen misterioari irekitzeari. Hargatik, segur aski guztiek ezagutzen duten esaera hau gogorarazi die Jesusek: «Profeta bat ez dute gutxiesten bere herrian baizik, bere ahaideen eta bere etxean baizik».

Aldi berean, Jesus «harritu egin da haien fede-faltaz». Lehenengo aldiz bizi izan du talde oso baten ukoa, ez buruzagi erlijiosoena, baizik bere jaioterri osoarena. Ez zuen espero horrelakorik bereengandik. Gainera, haien sinesgabetasunak blokeatu egin du Jesusek duen sendatzeko ahalbidea bera ere: «ezin egin ahal izan zuen han miraririk, gaixo bakan batzuk bakarrik sendatu zituen».

Markosek ez dakar pasadizo hau bere irakurleen jakin-mina asetzeko. Aitzitik, honetaz jarri nahi izan ditu kristau-elkarteak jakinaren gainean: Jesusi uko egin, hobekien ezagutzen dutela uste dutenek egin diezaioketela uko: aldez aurretiko beren ideietan itxituratzen direnek, Jesusen mezuaren berritasunari eta Jesus beraren misterioari irekitzeko gai ez direlarik.

Nolako harrera ari gara egiten Jesusi «harenak» garela uste dugunok? Adindun egina den mundu honetan, ez ote da gure fedea haur-mailan gelditu, ez ote da axalekoa? Ez ote gara bizi axolagabeegi Jesusen mezuaren berritasun iraultzailearen aurrean? Ez ote da arraroa haren indar eraldatzaileaz dugun fede-falta? Ez ote gara bizi haren Espiritu itzaltzeko eta haren Profezia gutxiesteko arriskuan?

Horixe da Tartsoko Pauloren kezka: «Ez ezazue itzali Espiritua, ez gutxietsi Profezi dohaina. Aztertu guztia eta gorde on dena bakarrik» (1 Tesalonikarrei 5,19-21). Ez ote dugu horrelako zerbaiten beharra geure egunotako kristauok?

NO MENYSPREEU EL PROFETA
José Antonio Pagola. Traductor: Francesc Bragulat

El relat no deixa de ser sorprenent. Jesús va ser rebutjat precisament al seu propi poble, entre aquells que creien conèixer-lo millor que ningú. Arriba a Natzaret, acompanyat dels seus deixebles, i ningú surt al seu encontre, com succeeix a vegades en altres llocs. Tampoc li presenten els malalts de la vila perquè els curi.

La seva presència només desperta en ells sorpresa. No saben qui li ha pogut ensenyar un missatge tan ple de saviesa. Tampoc s'expliquen d'on li ve la força guaridora de les seves mans. L'únic que saben és que Jesús és un treballador nascut en una família del seu llogarret. Tota la resta «els resulta escandalós».

Jesús se sent «menyspreat»: els seus no l’accepten com portador del missatge i de la salvació de Déu. S'han fet una idea del seu veí Jesús i es resisteixen a obrir-se al misteri que s’enclou en la seva persona. Jesús els recorda un refrany que, probablement, coneixen tots: «Un profeta només és menyspreat al seu poble, entre els seus parents i a casa seva».

Al mateix temps, Jesús «se sorpren que no tinguessin fe». És la primera vegada que experimenta un rebuig col lectiu, no dels dirigents religiosos, sinó de tot el seu poble. No s'esperava això dels seus. La seva incredulitat arriba fins i tot a bloquejar la seva capacitat de guarir: «no pogué fer allí cap miracle; tan sols va curar uns quants malalts».

Marc no narra aquest episodi per satisfer la curiositat dels seus lectors, sinó per advertir les comunitats cristianes que Jesús pot ser rebutjat precisament pels qui creuen conèixer-lo millor: els que es tanquen en les seves idees preconcebudes sense obrir-se a la novetat del seu missatge ni al misteri de la seva persona.

Com estem acollint Jesús els qui ens creiem «seus»? Enmig d'un món que s'ha fet adult, no és la nostra fe massa infantil i superficial? ¿No vivim massa indiferents a la novetat revolucionària del seu missatge? ¿No és estranya la nostra manca de fe en la seva força transformadora? ¿No tenim el risc d'apagar el seu Esperit i menysprear la seva Profecia?

Aquesta és la preocupació de Pau de Tars: «No sufoqueu l’Esperit ni menyspreeu els dons de profecia. Examineu-ho tot i quedeu-vos amb el que és bo» (1Te 5,19-21). No necessitem una mica d'això els cristians dels nostres dies?

para curar

para curar

13 Tiempo ordinario ( B ) Marcos 5, 21-43
HERIDAS SECRETAS
JOSÉ ANTONIO PAGOLA
SAN SEBASTIÁN (GUIPUZCOA).

ECLESALIA, 24/06/09.- No conocemos su nombre. Es una mujer insignificante, perdida en medio del gentío que sigue a Jesús. No se atreve a hablar con él como Jairo, el jefe de la sinagoga, que ha conseguido que Jesús se dirija hacia su casa. Ella no podrá tener nunca esa suerte.

Nadie sabe que es una mujer marcada por una enfermedad secreta. Los maestros de la Ley le han enseñado a mirarse como una mujer «impura», mientras tenga pérdidas de sangre. Se pasado muchos años buscando un curador, pero nadie ha logrado sanarla. ¿Dónde podrá encontrar la salud que necesita para vivir con dignidad?

Muchas personas viven entre nosotros experiencias parecidas. Humilladas por heridas secretas que nadie conoce, sin fuerzas para confiar a alguien su «enfermedad», buscan ayuda, paz y consuelo sin saber dónde encontrarlos. Se sienten culpables cuando muchas veces solo son víctimas.

Personas buenas que se sienten indignas de acercarse a recibir a Cristo en la comunión; cristianos piadosos que han vivido sufriendo de manera insana porque se les enseñó a ver como sucio, humillante y pecaminoso todo lo relacionado con el sexo; creyentes que, al final de su vida, no saben cómo romper la cadena de confesiones y comuniones supuestamente sacrílegas... ¿No podrán conocer nunca la paz?

Según el relato, la mujer enferma «oye hablar de Jesús» e intuye que está ante alguien que puede arrancar la «impureza» de su cuerpo y de su vida entera. Jesús no habla de dignidad o indignidad. Su mensaje habla de amor. Su persona irradia fuerza curadora.

La mujer busca su propio camino para encontrarse con Jesús. No se siente con fuerzas para mirarle a los ojos: se acercará por detrás. Le da vergüenza hablarle de su enfermedad: actuará calladamente. No puede tocarlo físicamente: le tocará solo el manto. No importa. No importa nada. Para sentirse limpia basta esa confianza grande en Jesús.

Lo dice él mismo. Esta mujer no se ha de avergonzar ante nadie. Lo que ha hecho no es malo. Es un gesto de fe. Jesús tiene sus caminos para curar heridas secretas, y decir a quienes lo buscan: «Hija, hijo, tu fe te ha curado. Vete en paz y con salud». (Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia).