perdices
LAS PRINCESAS QUE TAMBIÉN QUERÍAN CAZAR DRAGONES
A propósito de la acogida de anglicanos en la Iglesia católica
PEPE LAGUNA, pepe.laguna@yahoo.es
PARLA (MADRID).
ECLESALIA, 03/11/09.- Había una vez un cuento diferente. En él las niñas no estaban obligadas a repetir incansablemente el papel de princesas dormidas en espera de un príncipe azul. Un cuento en el que, si así lo deseaban, ellas también podían matar dragones, liberar príncipes o conquistar castillos.
No todos los personajes estaban cómodos en ese cuento diferente. El capitán garfio, el pirata malapata, el gato con botas o el duende de la botella no veían con buenos ojos la intromisión de las féminas en roles que, desde el principio de todos los cuentos, habían estado reservados a ellos. Así que se reunieron en el bosque y decidieron mudarse a un cuento tradicional. Un cuento donde las princesas bordan y duermen, mientras los príncipes batallan y gobiernan.
No tuvieron que buscar mucho, cerca de allí encontraron una senda que llevaba al cuento mil veces contado. Al final del trayecto encontraron una puerta entreabierta. La atravesaron y corrieron a abrazar al gigante de las botas de las siete leguas, al caballero de la armadura oxidada, a los siete enanitos y al lobo feroz. A lo lejos se escuchaba el rodar de una rueca, el traqueteo de un telar y el bullir de unas ollas, sin duda alguna hadas y princesas se ocupaban de las tareas propias de sus papeles. ¡Un cuento como Dios manda! Una fábula donde vivir felices y comer perdices. (Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia).
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