liberada
NO TIENE CURA
GREGORIO FERNÁNDEZ
VALLADOLID.
ECLESALIA, 24/01/08.- La madurez cristiana no tiene cura. Se llega y se permanece. La madurez cristiana es un estado constante que cuando se alcanza no tiene marcha atrás.
Escribía Pablo a los cristianos gálatas que la ley era el pedagogo hasta llegar a Cristo, que con él no estamos ya bajo la ley.
La madurez cristiana es encontrarse con Cristo de frente, de fondo, de lado. Encontrarse con cada ser humano. Descubrir en la fe de Cristo la vida encarnada en todos y cada uno de los segundos de la vida.
La madurez cristiana no tiene cura. Se vive en cristiano, en todo, para todo y con todos. Se vive y se celebra. Se celebra del amanecer al descanso.
La madurez cristina no tiene cura ni lo necesita. El cura fue pedagogo y ahora es amigo. El cura es compañero y hermano. El cura no es autoridad, ni el obispo, ni el papa. Sí comunidad.
El cristiano, la cristiana que se libera de la ley no tiene cura, comparte sus descubrimientos, convive con profundidad, celebra en la vida.
Más palabra de Dios, más comunidad, más carisma, más vida, más alegría.
La madurez cristiana no tiene cura. Está sana. Rebosante de vida. Liberada de normas. Feliz y dichosa. Pasa haciendo el bien. (Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia).
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