amistad
5 Pascua (C), Juan 13, 31 33a. 34 - 35
COMUNIDAD DE AMISTAD
JOSÉ ANTONIO PAGOLA
SAN SEBASTIÁN (GUIPUZCOA).
ECLESALIA, 02/05/07.- Jesús se está despidiendo de sus discípulos. Dentro de muy poco, ya no lo tendrán con ellos. ¿Quién llenará su vacío? Jesús les dice: «Os doy un mandamiento nuevo: que os améis unos a otros como yo os he amado». Si saben quererse como Jesús los ha querido, no dejarán de sentirlo vivo en medio de ellos.
El evangelista Juan tiene su atención puesta en la comunidad cristiana. No está pensando en los de fuera. Cuando falte Jesús, en su comunidad se tendrán que querer como «amigos» porque así los ha querido Jesús: «vosotros sois mis amigos»; «ya nos os llamo siervos, a vosotros os he llamado amigos». La comunidad de Jesús será una comunidad de amistad.
Esta imagen de la comunidad cristiana como «comunidad de amigos» quedó pronto olvidada. Durante muchos siglos, los cristianos se han visto a sí mismos como una «familia» donde algunos son «padres» (el Papa, los obispos, los sacerdotes, los abades...); otros son «hijos» fieles, y todos han de vivir como «hermanos».
Entender así la comunidad cristiana estimula la fraternidad, pero tiene sus riesgos. En la familia cristiana se tiende a subrayar el lugar que le corresponde a cada uno. Se destaca lo que nos diferencia, no lo que nos une; se da mucha importancia a la autoridad, el orden, la unidad, la subordinación. Y se corre el riesgo de promover la dependencia, el infantilismo y la irresponsabilidad de muchos.
Una comunidad basada en la «amistad cristiana» enriquecería y trasformaría hoy a la Iglesia de Jesús. La amistad promueve lo que nos une, no lo que nos diferencia. Entre amigos se cultiva la igualdad, la reciprocidad y el apoyo mutuo. Nadie está por encima de nadie. Ningún amigo es superior a otro. Se respetan las diferencias, pero se cuida la cercanía y la relación.
Entre amigos y amigas es más fácil sentirse responsable y colaborar. Y no es tan difícil estar abiertos a los extraños y diferentes, los que necesitan acogida y amistad. De una comunidad de amigos es difícil marcharse. De una comunidad fría, rutinaria e indiferente, la gente se va, y los que se quedan, apenas lo sienten. (Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia).
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