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ecleSALia del 11/04/07 al 31/07/10

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Del 21 al 23 de mayo de 2010 en las Lagunas de Ruidera

‘SUEÑOS DE QUIJOTE’

Crónica familiar de la Asamblea Estatal de Moceop

JUAN CEJUDO, jucecalomatic591@gmail.com

CÁDIZ.

 

ECLESALIA, 27/05/10.- Del 21 al 23 de Mayo hemos estado Manoli y yo en la Asamblea Estatal de MOCEOP que se ha celebrado este año en Las Lagunas de Ruidera. Un lugar maravilloso, de película, con unas vistas magníficas de las quince lagunas, comunicadas unas con otras por cascadas que forman el Parque Natural.

El viaje desde Cádiz, de unas 6 horas se hizo no muy largo. Casi todo el trayecto por Autovías y Autopistas. Pasado Valdepeñas, pasamos por varios pueblecitos, que forman la Ruta del Quijote, ya que en muchos de ellos, tienen lugar sucesos que Cervantes narra en su famoso libro "El Quijote de la Mancha". Nos hicimos varias fotos para el recuerdo.

El viernes por la noche lo dedicamos a presentarnos todos los participantes, un centenar, llegados de casi todas las partes de España. Se trataba de conocernos un poco más todos los que durante tres días íbamos a convivir.

Los compañeros de Tomelloso, nos hicieron una magnífica presentación del Parque Natural de Las Lagunas de Ruidera y repartieron un folleto hecho por ellos con todo lujo de detalles.

El sábado muy temprano, tuvimos una oración-danza, acompañada de una música relajante que nos animaba a llevar el ritmo y que nos ayudó bastante a la interiorización personal.

Después del desayuno, Eduard Mairlot nos dio la ponencia sobre "El cambio inevitable". Eduard es un jesuita belga casado con española y nos hizo reflexionar a todos sobre el concepto del poder en la Sociedad y en la Iglesia. Durante la Revolución francesa el pueblo toma la Bastilla y, frente al poder omnímodo de los reyes, la nobleza y el alto clero, se impone el pueblo. Empieza el concepto de democracia. En la Iglesia, el esquema de funcionamiento era el mismo. Pío X llegó a decir: "Los laicos no tienen otro derecho que dejarse llevar y conducir por lo que digan sus pastores". El Concilio Vaticano II diría oficialmente que la Iglesia era "El Pueblo de Dios". Pero con los papas Juan Pablo II y Benedicto XVI la Iglesia ha dado marcha atrás y quieren volver a posiciones pre-conciliares donde el poder está todo centralizado en una persona: el Papa.

Eduard nos hizo "desmontar" muchas cuestiones de fondo y nos dejó pensando...

A continuación de la charla hicimos una ruta de senderismo para disfrutar de las vistas del Parque natural. Se hicieron dos grupos: uno de mayor dificultad (había que coger los coches) y otro más sencillo, a pie. Nos apuntamos al más sencillo que iba bordeando las lagunas, con unas vistas magníficas y en un clima de compañerismo muy bueno.

Debo decir que los compañeros que prepararon el Encuentro lo bordaron. Todo iba sobre la figura del Quijote y sus principales personajes: Cervantes como escritor, Sancho Panza, El Quijote, Dulcinea del Toboso, el cura... los caballeros andantes... Y hasta el caballo Rocinante y el burro de Sancho estuvieron muy bien conseguidos por un artista fallero de Valencia. Todo enlazado con el lema del Encuentro: "Sueños de Quijote". Hicieron una escenificación, disfrazados de esos personajes, en un clima muy divertido y jugando continuamente con las frases de Cervantes y el lema del encuentro...

Después, tuvimos el trabajo por grupos, siete en total. El grupo mío se llamaba "Gobernando ínsulas", que era una reflexión sobre el poder. Venían unas preguntas que teníamos que ir contestando y un secretario tomaba nota para la puesta en común que se tuvo a continuación.

Por la noche, una gran fiesta participativa, muy divertida donde hubo de todo: el gran circo de las pulgas, juegos de magia, juegos quijotescos, rondalla con canciones de la tuna etc... todo amenizado por el "manco de Lepanto" y la participación de pequeños y mayores. Terminamos con una queimada en recuerdo de nuestro compañero recién fallecido Ángel, el gallego que siempre las hacía en nuestros encuentros.

El domingo tuvimos la Asamblea donde se plantearon cuestiones de tipo organizativo: revisión de los últimos tres años desde la Asamblea de El Espinar, información sobre Redes Cristianas donde Moceop participa de modo muy claro, informe de la Federación Internacional Europea de Sacerdotes Casados, temas de nuestra resvista "Tiempo de Hablar-Tiempo de Actuar", sobre la página web de Moceop (moceop.net), el equipo de prensa y comunicados y sobre el libro que queremos editar próximamente sobre los curas casados en España.

A las doce terminamos con la Eucaristía muy participativa y creativa donde los nueve niños presentes, vestidos de caballeros y de damas "andantes" prometieron su compromiso de querer ser caballeros y damas andantes de Jesús. Iban vestidos para la ocasión y todos los participantes también renovamos nuestro compromiso de querer seguir siendo caballeros andantes de Jesús de Nazaret, nuestro gran “Quijote”.

Canciones, lecturas, momentos para dar gracias o pedir al Señor por algo, fracción del pan y beber el vino, plegaria leída entre todos, aunque el compañero de mayor edad presidiera la mesa acompañado de su esposa. Padre nuestro, abrazo de paz de todos con todos... Canto final y despedida antes de ir a almorzar.

Y una sensación de plenitud cuando nos despedíamos unos de otros antes de partir. Refuerzo común de ideales. Fe compartida. Y una "familia" que ha crecido bastante desde nuestro último encuentro en 2007.

Nos volvimos con un sabor de boca maravilloso por todo lo que habíamos podido compartir con los compañeros y compañeras durante estos tres días del Encuentro. (Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia).

Para más información: http://juancejudo.blogspot.com/

 

acogidas

ACOMAR HA CUMPLIDO 20 AÑOS

Encontrarse con Cristo sufriente en lo marginados

FERNANDO LÓPEZ DE REGO, flr108@hotmail.com

ALICANTE.

 

ECLESALIA, 25/05/10.- El pasado 2 de febrero, ACOMAR (acrónimo de “Asociación Comunidad de Marginados”) ha cumplido 20 años de trabajo ininterrumpido al servicio de los más pobres entre los pobres de la ciudad de Alicante. Y aquí lo de “ininterrumpido” es algo estrictamente literal: ni un solo día en estos 20 años ha dejado ACOMAR, conocida en la ciudad como “Los sin techo”, de abrir las puertas de su modesto pero vibrante local.

ACOMAR nació de un grupo de formación cristiana de la parroquia Inmaculada del barrio del Pla que un día, tomando la Palabra al pie de la letra, salió a la calle a encontrarse con Cristo sufriente en la forma de los marginados errantes por las calles de Alicante. Hoy, ya como asociación legalmente constituida, los 57 voluntarios de ACOMAR, entre los que se cuenta algún antiguo acogido ya reinsertado, reciben todos los días a cuantos se dirigen a ellos para acogida, seguimiento y cena; y, un día a la semana, para ropero. ACOMAR tiene también dos pisos compartidos para residencia de sus acogidos. El presupuesto va a cargo casi íntegramente de la Providencia, por la vía de donativos de alicantinos anónimos.

Un día promedio: acuden a ACOMAR unas 60 a 70 personas, cuyo sentimiento íntimo más arraigado es el de “no valgo nada; soy un fracasado”. A todos se les acoge; no para darles por darles, sino para, desde el Evangelio, acompañarles día a día, con toda la paciencia necesaria, hacia el objetivo de la recuperación de la dignidad, la autoestima y la esperanza. Y para que salgan de las situaciones en que se encuentran. Como señala el cofundador de ACOMAR, Salvador Silva, tras las carencias materiales del pobre/Cristo que llega a ellos, hay una carencia aun mayor, subyaciendo: la de afecto, de calor humano, de interés real (que se demuestra con las obras) en su biografía, sobre todo la presente y la futura. Y, cuando a ese afecto y a ese interés, alimentados por una vida de oración, se les da tiempo, y se acompaña al pobre sin ningún tipo de prisas, la regeneración en la que el propio pobre en su postración había dejado de creer, frecuentemente se produce. (Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia).

ACOMAR recibe en la calle M. Luis Torregrosa 2, bajo C de Alicante

Para más información: info@acomar.es

 

creíble

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ASESINARON AL OBISPO
Pero no pudieron matar la verdad
FERNANDO BERMÚDEZ, ferberlop2003@yahoo.com.mx

ECLESALIA, 27/04/10.- Era el 24 de abril de 1996. Monseñor Juan Gerardi acababa de hacer la presentación oficial del proyecto de la Recuperación de la Memoria Histórica en la Catedral de Guatemala en presencia de miles de creyentes de todo el país, de la Conferencia Episcopal en pleno, del cuerpo diplomático y, lo más sobresaliente, de familiares de las víctimas de la guerra. A la salida de la Catedral nos saludamos muy efusivamente, pues éramos buenos amigos, nos dimos un apretón de manos y me dice: “¿Qué le ha parecido”. Le felicité y quedamos vernos para platicar otro día más despacio. Pero… dos días después lo mataron.

Ayer, 26 de abril de 2010, se cumplieron 12 años de la muerte martirial de este buen amigo y maestro espiritual. Hablo de “martirio” porque él fue asesinado por colocarse, al igual que Jesús, al lado de los pobres y de las víctimas.

Monseñor Gerardi fue un incansable defensor de la dignidad de la persona humana, de los derechos humanos, particularmente de los excluidos y víctimas de la guerra, fue un pastor que amaba a su pueblo. Es por eso que, desde una opción pastoral, impulsó el proyecto de la Recuperación de la Memoria Histórica con el apoyo de la Conferencia Episcopal. Dos días antes de su muerte, dijo en la Catedral de Guatemala:

“Cuando emprendimos el proyecto de la recuperación de la memoria histórica nos interesaba conocer la verdad, reconstruir la historia de dolor y muerte, ver los móviles, entender el por qué y el cómo. Mostrar el drama humano, compartir la pena, la angustia de los miles de muertos, desaparecidos y torturado; ver la raíz de la injusticia y la ausencia de valores…”

“…Queremos contribuir a la construcción de un país distinto. Por eso recuperamos la memoria del pueblo. Este camino estuvo y sigue estando lleno de riesgos, pero la construcción del Reino de Dios tiene riesgos y sólo son sus constructores aquellos que tienen fuerza para enfrentarlos”.

El obispo Gerardi al impulsar el proyecto de la recuperación de la memoria histórica, que incluía exhumaciones de los cementerios clandestinos, corrió el riego de ser malinterpretado, calumniado, perseguido por algunos sectores derechistas del país y asesinado por los militares. Siguiendo la recomendación del papa Juan Pablo II cuando hacía referencia a los crímenes del nazismo, Gerardi impulsó el proyecto de investigación y conocimiento de la verdad, para hacer justicia a las víctimas y para que nunca más vuelva a repetirse esa historia de dolor y de muerte.

A monseñor Gerardi le dolía que la memoria de las casi 200.000 víctimas que causó la guerra quedara en el olvido y que la herida provocada por el conflicto armado persistiera en la sociedad. Buscaba la reconciliación, consciente de que ésta exige justicia y perdón. El perdón no está reñido con el conocimiento de la verdad y la justicia, señalaba el mismo Juan Pablo II. Al contrario, la impunidad frente a los crímenes de lesa humanidad cometidos por los militares perpetuaría la confrontación fraticida. Es por eso que monseñor Gerardi insistía en que “el conocimiento de la verdad es una acción altamente saludable y liberadora”. Algunos decían, como aún hoy dicen en España, que la recuperación de la memoria histórica abre heridas y crea división. Eso no es verdad. Ya lo decía Juan Pablo II que sólo la impunidad de los crímenes de lesa humanidad deja heridas sin cerrar. Sólo a través del conocimiento de la verdad, la justicia y la reparación, se puede alcanzar la reconciliación.

Los enemigos de la verdad no toleraron la acción profética de Juan Gerardi. Querían que las víctimas del genocidio permanecieran olvidadas en multitud de cementerios clandestinos. Y por eso asesinaron al Obispo, creyendo que con matarle apagarían su palabra y acabarían con el proyecto de la recuperación de la memoria histórica. Gerardi sufrió con el pueblo sufriente su misma suerte. Fue víctima entre las víctimas.

Hoy, doce años después, el testimonio profético de Gerardi, junto al de millares de mártires de la justicia, es una fuerza liberadora para los pueblos que sufrieron la represión militar y es, asimismo, un camino abierto, no sólo en Guatemala sino en toda América Latina y en el mundo entero, de búsqueda de la justicia, la paz y la reconciliación, para “contribuir a la construcción de un mundo distinto”.

Monseñor Gerardi fue un “mártir de la verdad, de la paz y de la reconciliación”. Por eso sigue siendo un testimonio creíble en el mundo de hoy. “El hombre contemporáneo escucha más atento a los testigos que a los maestros, o si escucha a los maestros es porque son también testigos” (Pablo VI, EN. 41). Este fue el obispo Juan Gerardi. Su palabra, su testimonio y su obra siguen vivas. (Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia).

libertad II

libertad II

"QUEDAN LOS ÁRBOLES QUE SEMBRASTE" (II)
Las opciones fundamentales de monseñor Proaño
JUAN JOSÉ TAMAYO**, juanjotamayo@gmail.com
MADRID.

El recuerdo subversivo de las víctimas

ECLESALIA, 15/02/10.- El Centenario del nacimiento de monseñor Leonidas Proaño (1910-1988) no podía pasar inadvertido. Y no porque quisiéramos honrarle como héroe de la patria, o colocarle en una hornacina, o declararle siervo de Dios, beato o santo. Como tampoco hacerle homenajes o entonar panegíricos de su persona. Menos aún celebrar pompas fúnebres por su alma. Ninguna de esas cosas le gustaron en vida. ¡Cuánto menos tras su muerte!

¿Por qué, entonces, el empeño tan decidido, el esfuerzo tan ingente y la dedicación tan generosa de la Fundación de Pueblo Indio del Ecuador, de Nidia, de Nelly, de Emperatriz, de Leonardo Gabiecho, Patricio y Germán; de Consuelo, Olguita, Lucila, Victoria, Viviana, Cecilia, Miriam… ¿Por qué la invitación a comunidades indígenas de toda Abya-Yala, activistas sociales, líderes de los pueblos originarios, comunidades eclesiales de base, movimientos sociales, organizaciones cívicas y de derechos humanos, teólogos y teólogas, personas y organizaciones de muchos países del mundo?

La respuesta es muy sencilla: para hacer memoria del paso por la historia de un hombre que dejó huella, para recordar y hacer el largo itinerario que él hizo durante los fecundos setenta y ocho años de su vida cada uno en nuestro lugar pero abiertos al mundo, para aprender y practicar las lecciones que nos dio con su vida, para seguir su ejemplo creativamente.

Los seres humanos somos olvidadizos. Tenemos una memoria muy selectiva. Tendemos a recordar las hazañas de los héroes, muchos de ellos sólo en el imaginario social no en la realidad, y a olvidarnos de cuantos pueblos y personas se negaron a seguir la marcha triunfal del progreso. Enseguida borramos de nuestra memoria a quienes prefirieron acompañar a los que el progreso dejó atrás y a cuantos decidieron luchar por las causas perdidas a sabiendas de que no era fácil ganarlas. Resulta más gratificante recordar aquellos acontecimientos y aquellas personas que se ponen del lado de los vencedores –a quienes llamamos “héroes”-a costa de los vencidos –a quienes consideramos perdedores o fracasados- y a olvidarse de éstos. La memoria humana propende a recordar los progresos de la civilización occidental y a olvidar el “estado de excepción” en que viven los pueblos originarios precisamente por causa de dichos progresos.

La enfermedad más extendida en la civilización occidental es la amnesia, que es necesario combatir con una medicina: la razón anamnética, centrada en el recuerdo de las víctimas, en la narración de sus sufrimientos y en la rehabilitación de su dignidad. Pero no el recuerdo que vuelve la vista atrás con añoranza creyendo, con el poeta Jorge Manrique, que "cualquiera tiempo pasado fue mejor". Ni el recuerdo que considera el pasado como el tiempo ideal a repetir e imitar. Tampoco el recuerdo que se refugia perezosamente en lo "ya sido" o acontecido para repetirlo en el presente sin aportar un ápice de creatividad a lo que hicieron nuestros antepasados. No es el recuerdo del pasado como restauración, ni como contemplación pasiva de las ideas eternas al modo de la anamnesis platónica.

Es, más bien, el recuerdo subversivo contra el orden establecido de antaño, que se reproduce en el presente; el recuerdo que derriba los cánones de las evidencias dominantes, sabotea estructuras consideradas respetables y bien fundadas, evita la reconciliación precipitada con los hechos, libera de los mecanismos de la conciencia dominante y de su ideal abstracto de emancipación y posee un fuerte contenido de futuro. Es la memoria peligrosa, que mira al pasado en demanda de justicia para las víctimas y cuestiona los cánones de las evidencias dominantes. Es la mirada crítica al pasado para disentir y decir "no". Es, en fin, el recuerdo que piensa el futuro no cansinamente como continuación del pasado, sino imaginativamente como aparición de lo nuevo, dentro de la mejor tradición bíblica: nuevo cielo y nueva tierra, nueva creación, mesianismo, esperanza, tierra prometida, etc. Ése fue el recuerdo que activamos en el Centenario de Taita Proaño del 27 al 31 de enero de 2010 en Quito e Imbabura.

El recuerdo así entendido se convirtió aquellos días en fuente de acción históricamente liberadora. La historia entendida como historia del sufrimiento hecho recuerdo conserva la forma de “tradición peligrosa”. La destrucción del recuerdo es una medida típica de la dominación totalitaria. Cuando a los seres humanos se les quitan los recuerdos y los sueños, comienza su estado de esclavitud.

Las opciones fundamentales de monseñor Proaño

En los actos conmemorativos del Centenario hicimos memoria de las opciones más importantes de monseñor Proaño a lo largo de su vida y que resumo en las siguientes

Opción por la pobreza y por los pobres

La opción fundamental de monseñor Proaño fue sin duda la pobreza. Pobre nació, pobres vivió. Pobre murió. La pobreza es la única herencia que nos dejó. La pobreza como don y como valor, la austeridad como estilo de vida, la indigencia como realidad inherente al ser humano, el compartir como forma de realización. El testimonio de Leónidas Proaño es luminoso al respecto: “¡La pobreza!... Es también un don. ‘Bienaventurados los pobres’. Es un don siempre que se llegue a tener conciencia de que somos pobres. Siempre que lleguemos los hombres a ser conscientes de nuestra congénita indigencia” ¿Por qué poner la pobreza como un valor? Porque gracias a ella podemos vivir en austeridad y en libertad frente al consumismo. “Supe, como todos los pobres, lo que es padecer de necesidad y de hambre. Pero aprendí también a soportar privaciones sin quejas ni envidias”[1].

Opción por los pueblos indígenas

El compromiso que con más radicalidad asumió monseñor Proaño, su experiencia fundante, la que dio sentido a su trabajo como obispo fue la defensa de los derechos de los indígenas. Compromiso que no le supuso ningún sacrificio, ningún esfuerzo. Fue algo espontáneo, natural porque lo había mamado. Él había aprendido de sus padres a tratar a los indígenas, marginados en su país, como personas, a acogerlos como iguales en dignidad, a reconocer respetar y defender sus derechos. Su testimonio arroja luz sobre el modo de relacionarse con ellos:

“Tanto mi padre como mi madre tenían un grande aprecio a los indígenas. Parecía que encontraran un gozo especial en conversar con ellos y en servirles. Eso mismo inculcaba en mi ánimo, en conversaciones y reflexiones. Por ejemplo, cuando habíamos constatado que los indígenas eran objeto del desprecio, de la burla, de la explotación de otras personas, me hacían ver lo malo de un comportamiento semejante, diciéndome que ellos eran también hijos de Dios y hermanos. Llegaron a enseñarme las formas de trato en gestos y palabras que tenía que utilizar cada vez que me ponía en contacto con ellos”[2].

Llega a afirmar que “ese amor y respeto a los pobres, particularmente a los indígenas, llegó a formar parte de mi propia experiencia”[3]. Esta expresión refleja con claridad meridiana la identificación de Taita Proaño con los pueblos indígenas hasta hacerse uno con ellos. Y así fue durante sus años de sacerdocio y de obispo dedicados a la causa de la liberación de los indígenas, hasta ser conocido mundialmente como “el obispo de los indios”. Siguiendo el método jocista ver-juzgar-actuar Proaño constata que dos terceras partes de la diócesis de Riobamba eran indígenas y descubre su deplorable situación económica, cultural, política, social educativa y religiosa. “”[4].Vivían en la más completa miseria; eran víctimas del desprecio de todo el mundo; apenas un 8% había pasado por la escuela hasta segundo o tercer grado; por ser analfabetos, no eran reconocidos por la ley como ciudadanos; se encontraban terriblemente marginados por la sociedad e inclusive por la Iglesia. Los derechos fundamentales de este pueblo estaban cruel y permanentemente pisoteados”.

La Iglesia de Riobamba era dueña de grandes extensiones de tierras como heredera de sistemas poscoloniales. La respuesta de Proaño a la situación de injusticia estructural en que vivía la mayoría de la población fue la lucha por dar tierras a los indígenas, la solidaridad con sus luchas reivindicativas y la entrega gratuita de cientos de hectáreas propiedad de la Iglesia a familias que se constituyeron en cooperativas promovidas por la propia Iglesia, hasta desprenderse de todas sus propiedades[5].

Su opción por los pobres se tradujo en compromiso por la liberación de los pueblos indígenas desde su llegada como obispo a Riobamba. En 1972 propició el nacimiento del Ecuarunari, Movimiento del Despertar del Indio Ecuatoriano. En 1987 el Congreso Nacional le designó Asesor Honorario de Asuntos Indígenas y contribuyó a la formulación del “Proyecto de Ley de Nacionalidades Indígenas”. Poco antes de morir, monseñor Proaño creó la Fundación Pueblo Indio de Ecuador, que ha organizado este evento conmemorativo del Centenario de su nacimiento. Respondiendo a un deseo expreso suyo fue enterrado en la comunidad indígena de Pucahuico, de San Antonio de Ibarra.

Hombre de palabra, de una sola palabra, de compromiso, de un solo compromiso, de convicciones profundas, de opciones firmes. Persona responsable de sus actos, pero también corresponsable de los cinco siglos de injusticia para con los indios, de la complicidad de la Iglesia en dicha injusticia. Así de auto-exigente era Taita Proaño. El teólogo José Comblin, que conoció muy bien a monseñor Proaño, convivió con él y le acompañó teológicamente durante veinte años, ha dejado constancia de su dedicación, tesón y pasión en la lucha por la defensa de los derechos de los pueblos indígenas como traducción histórica de la causa de la justicia:

“Lo que más me impresionaba en monseñor Proaño era su rectitud y su pureza de corazón. Era un hombre de una sola palabra, un solo compromiso. Desde su llegada a la diócesis de Riobamba se había apasionado por la causa de los indígenas. Para él la causa de los indígenas del Chimborazo y del Ecuador era la encarnación de la causa de la justicia. Se sentía responsable por los cinco siglos de injusticia de la que fueron víctimas los indígenas; sentía la complicidad de la religión y de la Iglesia en su opresión. Quería dedicar su labor de evangelización a la reparación de aquella injusticia histórica”.

Opción por la Pachamama

La experiencia de la compasión, de la misericordia y de la solidaridad fue la que marcó la vida de monseñor Proaño. “Sentir como algo propio el sufrimiento del hermano de aquí y de los de allá, hacer propia la angustia de los pobres… es solidaridad”, escribía en Asís (Italia) en diciembre de 1983 en un bello poema titulado “Solidaridad”. Su solidaridad nunca fue sectaria, no se encerraba sólo en las causas más cercanas, no conocía límites. Se dirigía a todos los seres humanos, pero especialmente a los grupos y personas más vulnerables. Al ser obispo, pareciera que su comportamiento ante las personas que sufren tuviera que ser la del levita y del sacerdote de la parábola. Pero no, fue el del Buen Samaritano, considerado hereje por los judíos.

Ahora bien, su compasión trascendía a las personas y se extendía a la naturaleza, a la tierra, a la Pachamama. Lo mismo que creyó en el ser humano y en la comunidad como fermento de transformación social, amó y respetó la naturaleza que estaba en él. Nelly y Nidia Arrobo Rodas describen con gran sensibilidad ecológica el amor y el respeto de Leonidas Proaño, más aún, su identificación, con la tierra, el agua, los animales, las plantas:

“Vivía al ritmo de la naturaleza en las horas de reposo, de comida y de trabajo… Se alimentó de los productos de la tierra, preparados de la manera más sencilla. Mantuvo su salud y trató sus enfermedades por medios naturales: el barro, el agua, las plantas, los animales, los masajes, eran su medicina. Al contacto con la naturaleza recuperaba las fuerzas. En el árbol de albaricoque del patio de la Casa Episcopal veía el proceso de su vida, a veces florecida en proyectos maravillosos, otras veces seca como las ramas que han perdido las hojas, pero cada año con frutos abundantes. En el poema dedicado a la Madre Tierra manifiesta su decisión de no ser más que ‘tierra, sin vanas pretensiones, sin quejas, sin envidias’. Sembró árboles, miles de árboles, y con el CEAS, planificó y ejecutó un plan de reforestación de la provincia”[6].

Por eso, su programa era “volver a las fuentes para redimir la vida”. No existe redención fuera de la Pachamama, de la Tierra, de la Naturaleza. Para lograr la liberación integral es necesario volver a la Naturaleza. Ahí está la fuente, el manantial, el origen de la vida. La Naturaleza puede vivir sin nosotros. Y de hecho vivió sin nosotros durante millones de años. Nosotros, empero, no podemos vivir sin ella. La actitud ecologista de Proaño está fuera de toda duda.

Opción por la liberación y lucha contra el cautiverio

Para monseñor Proaño la historia es cautiverio y liberación. Cautiverio, sí, sobre todo la historia de Ecuador, que contaba entonces con un alto porcentaje de habitantes analfabetos, especialmente la historia de la provincia del Chimborazo, con el mayor grado de analfabetismo del país, ya que la mayoría de la población indígena no había ido a la escuela. Cautiverio fue también su vida al identificarse con los sufrientes de la historia de su pueblo. Él mismo vivió en carne propia la experiencia de la prisión junto con otros obispos como António Fragoso, Cándido Padín, Sergio Méndez Arceo, teólogos como Joseph Comblin y asesores laicos como Pérez Esquivel.

Esto sucedía el mes de agosto de 1976, época de los regímenes militares en muchos países de América Latina -también en el Ecuador-. Un numeroso grupo de obispos, teólogos y asesores laicos se había reunido en la Casa de Santa Cruz de la diócesis de Riobamba para estudiar la ideología de la Seguridad Nacional y responder a la angustiosa pregunta que años atrás planteara monseñor Helder Cámara: “¿qué habéis hecho con Medellín?”. Soldados ecuatorianos de la dictadura militar irrumpieron en la reunión Casa de Santa Cruz y detuvieron a los obispos creyendo que eran guerrilleros y acusados de conspiración política. Fue un hecho insólito. Casi todos los obispos reunidos estaban fichados en sus respectivos países. Las fuertes presiones diplomáticas obligaron a liberarlos en apenas 24 horas. Los extranjeros participantes en la reunión fueron obligados a abandonar el país.

Pero los problemas de monseñor Proaño no terminaron con la represión militar. Poco después, fue objeto de un severo control eclesiástico por parte del Vaticano, quien envió a la diócesis de Riobamba un Visitador Apostólico que ejerció las funciones de detective del obispo de los indios.

Precisamente porque vivió con los indígenas la doble experiencia del cautiverio - la política y la eclesiástica-, monseñor Proaño optó por la liberación. Y lo hizo siguiendo la pedagogía de la concientización a través de un lento pero seguro proceso educativo popular con la creación de las Escuelas Radiofónicas Populares y del Centro de Estudios y Acción Social (CEAS) para toda la provincia del Chimborazo. Las Escuelas Radiofónicas contribuyeron sobremanera, como reconoce el propio Proaño, al despertar de los indígenas de un sueño de siglos. El objetivo era seguir un proceso de concientización que ayudara a salir de la conciencia ingenua e intransitiva, pasando por la conciencia activa y transitiva, hasta llegar a la conciencia crítica y transformadora, que desembocara en el compromiso político. Muchas fueron las comunidades indígenas del Chimborazo, del resto del Ecuador y de otros países de Abya-Yala que siguieron esa metodología y tomaron conciencia de su dignidad y se convirtieron todas ellas en sujetos de su historia y en líderes de su pueblo. El objetivo del CEAS era la investigación socio-económica del Chimborazo y la promoción de cooperativas[7].

Opción por la comunidad

La experiencia de la pobreza fue para Proaño el lugar privilegiado para vivir la comunidad, para practicar la solidaridad, para aprender la fraternidad, para sentir la amistad. Así lo reconoció, lo vivió y lo formuló: “Aprendí lo que es la sencilla fraternidad entre los pobres: poner en práctica una generosa y delicada mutua entre vecinos. Los pobres sienten casi espontáneamente la solidaridad con otros pobres, con todos los que sufren. También la amistad es un don y este don viene acompañado de un mensaje (Mt 25,34-40). Los ricos se vuelven egoístas. El inicio de las comunidades de base en el Brasil se debe a esta filosofía popular, la filosofía de los pobres… os pobres viven más fácilmente la vocación comunitaria”[8] .

El concilio Vaticano II (1962-1965), en el que participó siendo un joven obispo, le ayudó a descubrir la dimensión comunitaria de la Iglesia. A partir de los textos conciliares tomó conciencia de necesidad de transformar radicalmente la Iglesia renunciando a su carácter piramidal y asumiendo su dimensión comunitaria. Y con la toma de conciencia, la autocrítica: “Comprendí que los sacerdotes habíamos sido acaparadores de todos los carismas en la Iglesia, que nos habíamos convertido, en vez de servidores, en dominadores del pueblo y que los laicos estaban llamados a jugar un papel preponderante”[9]. Pero la relación Proaño-Concilio Vaticano II fue bidireccional y mutuamente fecundante. Como reconoce Houtart, el obispo de Riobamba, junto con otros obispos latinoamericanos, como el chileno Manuel Larraín y el brasileño Helder Cámara, aportó mucho a la renovación eclesial que puso en marcha el Vaticano II. Y lo hizo desde su experiencia pastoral encarnada en el mundo de los pobres. No pocos de los cambios que realizó en su diócesis se adelantaron al Vaticano II, fueron avalados por éste y se incorporaron a la Constitución Pastoral sobre la Iglesia en el Mundo Actual (Gaudium et Spes). Así dejaban de ser simples experimentos locales para convertirse en experiencias asumidas por los obispos de la Iglesia universal.

Su participación en la Conferencia Episcopal de Medellín (Colombia) en 1968 contribuyó sobremanera a cambiar el rumbo de la Iglesia latinoamericana y a orientarla por el camino de la liberación. Inmediatamente después del Concilio Vaticano II, monseñor Proaño fue uno de los pioneros en la puesta en marcha de las comunidades eclesiales de base. Y la estructuración comunitaria de la diócesis de Riobamba influyó decisivamente en la centralidad que los documentos de Medellín reconocen a las comunidades eclesiales de base como forma de estructuración, principio de organización de la Iglesia, ámbito privilegiado de evangelización y cauce de promoción: “La vivencia de la comunión a que ha sido llamado, debe encontrarla el cristiano en su ‘comunidad de base’: es decir, una comunidad local o ambiental, que corresponda a la realidad de un grupo homogéneo, y que tenga una dimensión tal que permita el trato personal fraterno entre sus miembros… Ella es, pues, célula inicial de estructuración eclesial y foco de evangelización, y actualmente factor primordial de promoción humana y desarrollo”[10].

El ideal expresado tan nítidamente en Medellín ya se había hecho realidad en la diócesis de Riobamba en el hogar de Santa Cruz, maravillosa experiencia de vida comunitaria forjada durante casi treinta años a partir de una amistad auténtica y profunda, indispensable para una vida y una pastoral comunitarias, no sin dificultades que hubo que vencer y de conflictos que hubo que encauzar.

Opción por una espiritualidad evangélica, en el seguimiento de Jesús

La espiritualidad del seguimiento de Jesús de Nazaret el Cristo Liberador fue el alimento cotidiano para el compromiso de monseñor Proaño con los pobres. Su compatriota y hermano en el episcopado Fray Luis Alberto Cuenca Tobar, arzobispo de Cuenca (Ecuador) lo definía como “un contemplativo no enclaustrado”. Y sigue: “Podría decirse que su timidez, su sencillez, su primitiva y rústica humanidad le enclaustraban. Es cierto. Pero su valentía, su acción apostólica, su pasión de enamorado de la verdad, lo emanaban de sí mismo y salía con lo que la contemplación le había dado… La forma de Proaño de apelar en todo al Evangelio era revelación de su permanente estado de reflexión evangélica. La actitud de Proaño –un Cristo, es decir, del apóstol- era de atención al Padre”[11].

Era la suya una espiritualidad evangélica, cristológica, comunitaria y eclesial: “Para que el hombre cambie –escribe en 1977-, es necesario vivir la Teología. En otras palabras, es necesario vivir el Evangelio. Es necesario experimentar a Cristo. Es necesario experimentar a Dios en Cristo. Es necesario experimentar a Dios a través de Cristo. Es necesario experimentar esta vivencia entre varios, entre los discípulos de Cristo, en el seno de lo que llamamos Iglesia en su sentido más concreto”[12].

Opción por la diversidad cultural y el pluralismo religioso

Monseñor Proaño fue especialmente sensible a la diversidad cultural y al pluralismo religioso. “No era un obispo. Era un indio entre los indios”: así lo define Ana María Guacho, colaboradora de Proaño desde 1982 en el Movimiento Indígena del Chimborazo. Su inmersión en las tradiciones religiosas culturales indígenas le ayudaron a relativizar la Iglesia romana inculturada en la tradición occidental y a valorar las dimensión liberadoras de la culturas y religiones indígenas como fuentes de sabiduría, caminos de salvación, lugares de liberación integral y espacios de rico simbolismo. Su pensamiento, su forma de vida, su quehacer pastoral y su concepción del mundo se caracterizaron por el reconocimiento del pluriverso religioso, étnico, lingüístico y cultural como hecho histórico innegable, como valor a potenciar y como riqueza de la naturaleza, de la humanidad y de las religiones a cultivar. (Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia).


* "A los pueblos originarios de Aby-Yala de ayer, de hoy y de mañana, adoradores del Sol como fuente de vida y primeros ecologistas de la historia, en recuerdo de la experiencia cósmico-fraterno-sororal compartida del 27 al 31 de enero, siempre en mi memoria y en mi vida, con respeto y agradecimiento".

** Juan José Tamayo es secretario general de la Asociación de Teólogos y Teólogas Juan XXIII y director de la Cátedra de Teología y Ciencias de las Religiones de la Universidad Carlos III de Madrid. Su último libro relacionado con el tema es La teología de la liberación en el nuevo escenario político y religioso (Tirant Lo Blanc, Valencia, 2009: e-mail: tlb@tirant.com; http: www.tirant.com; librería virtual: http://www.tirant.es).


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[1] Leónidas E. Proaño Villalba, Creo en el pueblo y en la comunidad, Desclée de Brouwer, Bilbao, 1977, p. 14.
[2] Ibid., p. 17.
[3] Ibid.
[4] Leónidas E. Proaño Villalba, 500 años de marginación indígena. Discurso pronunciado en la Fundación Bruno Kreisky, de Austria, con motivo de la concesión del Premio que le fue otorgado por su defensa de los derechos humanos en 1988.
[5] Cf. El excelente relato de Nelly y Nidia Arrobo Rodas, “Monseñor Leónidas Proaño, síntesis biográfica”, en Nelly y Nidia Arrobo Robas (compiladoras), Quedan los árboles que sembraste. Testimonios sobre Monseñor Leónidas Proaño, Ediciones La Tierra, Quito, 2008, p. 27-28.
[6] Nelly y Nidia Arrobo Rodas (compiladoras), o. c., p. 55.
[7] Cf. Leónidas Proaño, Concientización, evangelización, política, Sígueme, Salamanca, 1974.
[8] Leónidas E. Proaño Villalba, Creo en el pueblo y en la comunidad, o. c., p. 14 y 18.
[9] Ibid., p. 83.
[10] “Pastoral de conjunto”, en Documentos de Medellín, n. 10.
[11] Nelly y Nidia Arrobo Rodas (compiladoras), o. c., p. 189.
[12] Leónidas E. Proaño Villalba, Creo en el pueblo y en la comunidad, o. c., p. 101.


libertad

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"QUEDAN LOS ÁRBOLES QUE SEMBRASTE" (I)
Crónica de una Utopía con monseñor Proaño en el horizonte*
JUAN JOSÉ TAMAYO**, juanjotamayo@gmail.com
MADRID.

La Iglesia, principal responsable de la opresión de los indígenas

ECLESALIA, 05/02/10.- “Quedan los árboles que sembraste”. Es éste un verso del bello poema que escribiera Leonidas Proaño el 4 de marzo de 1984. Cuatro años después fallecía a los 78 años dejando un testamento oral a su más estrecha colaboradora Nidia Arrobo, quien, contra viento y marea, ha asumido la hermosa y titánica tarea de mantener viva la memoria del obispo de los indios del Chimborazo, de todos los indios del Ecuador, de todos los indios de Abya-Yala y, con ellos, de todos los condenados de la tierra, y de activar su herencia liberadora. Un testamento dolorido, dramático, amargo, sin concesiones al triunfalismo, que señala con el dedo a la propia Iglesia como responsable de la opresión que viven los pueblos originarios. Taita Proaño se expresaba de esta guisa poco antes de morir: "Nidia, tengo una idea, me sobreviene una idea, de que la Iglesia es la principal responsable de la situación de opresión de los indígenas... ¡Qué dolor! ¡Qué dolor! Y yo estoy cargando con ese peso de siglos. ¡Qué dolor! ¡Qué dolor!".

Él, que tanto luchó por la dignidad y los derechos de los indígenas y de la Pachamama, él, que repartió centenares de hectáreas pertenecientes a la diócesis de Riobamba entre las comunidades indígenas, precisamente él quiso cargar con ese dolor, con ese peso de siglos como hiciera el Siervo de Yahvé de los Cantos de Isaías, de quien Taita Proaño fue la más viva y auténtica encarnación. ¿Recordáis el Canto primero? Vamos a leerlo juntos todos los árboles ya dispersos por nuestros pueblos: “He puesto mi espíritu sobre él: dictará la ley a las naciones. No vociferará ni alzará el tono. Y no hará oír en la calle su voz. Caña quebrada no partirá, y mecha mortecina no apagará. Lealmente hará justicia; no desmayará ni se quebrará hasta implantar en la tierra el derecho, y su instrucción atendrán las islas… Yo Yahvé, te he llamado en justicia, te así de la mano, te formé; te he destinado a ser alianza de los pueblos y luz de las gentes para abrir los ojos a los ciegos, para sacar del calabozo a los presos, para abrir los ojos a los ciegos. Para sacar del calabozo a los presos y de la cárcel a los que viven en tinieblas” (Isaías 42,1-4.6-7).

La inter-identidad como nueva forma de afirmar nuestra identidad

La propia figura y el estilo de vida de monseñor Proaño y de los indígenas con quienes compartió su suerte, el Sumak Kawsay (bien vivir, vida en plenitud, que poco tiene que ver con vivir mejor o darse a la buena vida) responden a la descripción que del Siervo de Yahvé hiciera el cuarto Canto de Isaías: “¿Quién dio crédito a nuestra noticia (del Sumak Kawsay) Creció como un retoño delante de él, como raíz de tierra árida. No tenía apariencia ni presencia; le vimos y no tenía aspecto que pudiésemos estimar. Despreciado, marginado, ser doliente y enfermizo… Un Don Nadie. ¡Y con todo eran nuestras dolencias las que él llevaba y nuestros dolores los que soportaba!” (Isaías 53,1-4).

Para celebrar el 100 cumpleaños de Proaño nos reunimos en Quito, del 27 al 31de enero de 2010, 250 árboles sembrados por él a lo largo y ancho del Planeta. Árboles que no han logrado ser abatidos ni por el huracán de la globalización, ni por la actual involución de las iglesias, ni por el fundamentalismo político (religión del Imperio), ni por el fundamentalismo económico (religión del Mercado), ni por el fundamentalismo cultural (religión de Occidente). Éramos, somos, árboles de todos los pueblos y naciones de Abya Yala, también de Haití, presente en nuestro recuerdo a través de la solidaridad efectiva, de varios países de Europa, del Norte de América, de África. Cada uno con nuestra propia savia, con nuestras ramas autóctonas, con nuestras raíces, con nuestros propios nombres.

Ninguno de los árboles allí convocados por Taita Proaño tuvimos que renunciar a nuestras raíces profundas, a nuestras identidades conformadas desde siglos y milenios. Eso sí, eran todas raíces e identidades en comunicación y sintonía, en convergencia y armonía con otras raíces e identidades, hasta tejer la inter-identidad en red, que es nuestra verdadera identidad. Así hacíamos nuestras las palabras de Sygmunt Bauman: "La identidad es como un mosaico al que le falta una tesela". La inter-identidad es la verdadera identidad de los pueblos, de los originarios y ancestrales y de los surgidos posteriormente.

La interdependencia y la intercomunicación, la fraternidad y la sororidad, la solidaridad inter-humana y la cosmicidad fue lo que nos mantuvo unidos a los hombres, las mujeres, los pueblos y la naturaleza durante los últimos cinco días de enero en la Universidad Andina Simón Bolívar de Quito. ¿Con qué finalidad? ¿Con qué intención? Para conmemorar la efemérides de la “resurrección” de monseñor Proaño, obispo de los indios, símbolo de resistencia contra el capitalismo, despertador de las conciencias adormecidas, educador popular siguiendo el método jocista del “ver, juzgar y actuar” y la pedagogía de la concientización de Paulo Freire, profeta que denunció las injusticias estructurales y anunció una nueva sociedad igualitaria, poeta y cantor de la solidaridad y de la esperanza, “el jilguero de Pucahuaico”, como le llama el cantante Ataulfo Tovar, el más universal, al tiempo que el más local, de todos los ecuatorianos y ecuatorianas.

La herencia de los obispos-profetas frente a la involución eclesiástica

Vivimos tiempos de involución eclesial, mejor eclesiástica, y no podemos dilapidar la herencia que nos legaron los obispos-profetas que en Abya-Yala han sido durante los últimos cuarenta años: los chilenos Manuel Larraín (1900-1966) y Raúl Siva Enríquez (1907-1991), los mexicanos Sergio Méndez Arceo (1907-1991) y Samuel Ruiz (nacido en 1924), el salvadoreño Oscar Arnulfo Romero (1917-1980), los brasileños Helder Cámara (1909-1999), Pablo Evaristo Arns (nacido en 1921), Antonio Fragoso (1920-2002), Pedro Casaldàliga (nacido en 1928) y Aloys Lorscheider (1924-2008), el argentino asesinado Enrique Angelelli (1923-1976), el guatemalteco Juan Gerardi (1922-1998), el ecuatoriano Leonidas Proaño y otros que harían esta lista interminable, muchos de ellos fallecidos y otros eméritos. Pero todos ellos portadores de luz y utopía en tiempos oscuros y anti-utópicos. Tenemos una responsabilidad histórica con ellos: continuar el trabajo que iniciaron, pero no de manera mimética, sino creativamente, cada uno en su lugar, en su tiempo, en su comunidad, en su cultura, en su religión, en su actividad política; responder a los nuevos desafíos que nos plantea la globalización neoliberal, incluyendo a quienes ésta excluye. Los obispos de Abya-Yala citados y otros que caminaron por la misma senda son, como los llama José Comblin, los nuevos padres de la Iglesia latinoamericana que pusieron la primera piedra de la Iglesia de los pobres e inauguraron un nuevo magisterio social al servicio de los excluidos.

Ellos pusieron en práctica un nuevo modelo episcopal alejado de la pura gestión administrativa y comprometido con la evangelizadora liberadora y concientizadora mediada políticamente. Sí, la política como mediación necesaria para hacer realidad el reino de Dios en la historia. Por eso la acusación a monseñor Proaño de hacer política, lejos de ser un insulto, era un elogio, un piropo, como demuestra el título de uno de sus libros más emblemáticos: Evangelización, concientización y político. Nosotros, los árboles sembrados por el obispo de los indios, tampoco consideramos un insulto la acción política. Todo lo contrario es nuestro timbre de honor. Los cristianos y cristianas, dijo Frei Betto en su conferencia, somos seguidores de un condenado político. Si no hiciéramos política, estaríamos desviándonos del camino de Jesús de Nazaret. Pero, ¿qué política? La del Reino, no la del Imperio, la de Jesús de Nazaret, no la del César, la de las Bienaventuranzas, no la del joven rico, la de Lázaro, no la del rico epulón, la de de los alterglobalizadores, no la de los globalizadores neoliberales.

Aquellos obispos eran todos amigos y muchas veces los acogió Taita Proaño en la residencia de Santa Cruz, donde en una ocasión fueron detenidos y apresados. Ningún proyecto humano puede salir adelante, dice el Dalai Lama, líder del budismo tibetano, si no está basado en la amistad. Amistad, confianza mutua, fe en un proyecto, compromiso de hacerlo realidad: ésas eran las bases del trabajo colectivo del grupo de obispos que había ido forjando su amistad desde la Conferencia de Medellín (Colombia) en 1968.

Todos ellos tenían en común una serie de valores que les convertía en una comunidad viva y los diferenciaba de otros colegas en el episcopado que, quizá con la mejor voluntad, se limitaban a ser “funcionarios de Dios”. El primero y principal fue la libertad, que ejercieron venciendo el miedo a la represión política a la que se vieron sometidos por las dictaduras militares y los gobiernos autoritarios de sus países, y resistiendo frente a las amenazas de sanciones eclesiásticas de que fueron objeto. El segundo fue la opción por los pobres, que se tradujo en la denuncia de las estructuras injustas y la lucha por su transformación, en el trabajo por la paz fundada en la justicia y la ubicación de los marginados en el centro de sus preocupaciones. El tercero fue la persecución por el poder político y por la propia Iglesia-institución en sus distintas modalidades: fueron acusados de comunistas por los poderosos, de “malos obispos” por los sedicentes católicos, de sembrar división en la Iglesia, de defender la lucha de clases. Lo recordaba monseñor Helder Cámara: “Si doy de comer a un pobre, dicen que son una persona caritativa, si pregunto por qué existe la pobreza me llaman comunista”. El cuarto fue el ecumenismo con otras iglesias cristianas, religiones y movimientos sociales; ecumenismo que no buscaba el entendimiento y el acuerdo en la doctrina, en los ritos, en la moral, sino en el territorio común de la acción liberadora. (Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia).

* "A los pueblos originarios de Aby-Yala de ayer, de hoy y de mañana, adoradores del Sol como fuente de vida y primeros ecologistas de la historia, en recuerdo de la experiencia cósmico-fraterno-sororal compartida del 27 al 31 de enero, siempre en mi memoria y en mi vida, con respeto y agradecimiento".

** Juan José Tamayo es autor de “La teología de la liberación en el nuevo escenario político y religioso” (Tirant Lo Blanc, Valencia, 2009).

haití

haití

Haití se desploma
SACUDIR LA CONCIENCIA
Para concretar un gesto sólido de solidaridad con el pueblo haitiano
JULIN, casadelcaribe4@yahoo.es; 13/01/10, 06:27
PUERTO PRÍNCIPE (HAITÍ).

ECLESALIA, 14/01/10.- Solidarios, solidarias del Sicsal* y otros-as amigos-as: Ilesos, y tener que ver dolorosamente la desesperación de la gente indefensa e impotente. El terremoto se da hacia la 5.45pm, epicentro a 14 kms de Puerto Principe.

Además de varios edificios públicos, incluyendo Palacio Nacional y oficinas de la Minustah-ONU, ¿Quien cuantificara el desplome doloroso de casuchas maltrecha en estado de indigencia e intemperie que no han sido alcanzadas por cámara algunas?. Hablamos de las viviendas en los cinturones miserables tan frágiles "ellas" como el suelo-solar donde se construyen (quebradizo y accidentado), éstas, que progresivamente se van desplomando hoy, 13 de enero de 2010, tiene a sus moradores y moradoras deambulando en las calles después del impacto horroroso del fenómeno catastrófico.

Hasta el momento no se puede calcular ni hacer balance de los daños y destrucciones en Puerto Principe Capital, aunque algunas estimaciones hablan de unos 3,000 muertos y muertas.

A este servidor (que suscribe) le tocó contemplar la lucha desesperada de multitudes intentando sacar sus familiares atrapados y aplastados por los derrumbes y las piedras derribadas de las mismas montañas explotadas por obreros para extraer cal y materiales de construcción (nos referimos a los pueblitos ubicados en el trayecto de la carretera Puerto Principe - Malpasse RD) trayecto que recorrí desde el norte de Puerto Príncipe hasta el punto fronterizo bilateral (45 minutos) después de salir ileso del fenómeno.

Una vez atravesada la frontera, intenté comunicarme con el personal de las iglesias, oficinas y amistades de la solidaridad haitiana, primero para saber de su suerte y al mismo tiempo para emprender los contactos pro-asistencia solidaria. Hasta ahora no ha sido posible la comunicación telefónica, todas las redes quedaron cortadas, continuamos los esfuerzos por otra vía. Mañana, día 14, participaré en una reunión en Santo Domingo con un sector eclesiástico donde plantearemos la emergencia solidaria.

Se está a la expectativa que las autoridades del gobierno y organismos de socorros humanitarios diseñen lo antes posible programas y mecanismos de intervención para el rescate y reconstrucción de la infraestructura hecha escombro.

Por nuestra parte Casa del Caribe** queda a la disponibilidad solidaria para con el pueblo haitiano.

Ojalá que la catástrofe sufrida con los ciclones en agosto-septiembre 2008 y el espectro horroroso del terremoto (13-01-2010) puedan sacudir la conciencia solidaria internacional, no para la mera asistencia emergente humanitaria, sino para, de una vez por todas, concretar un gesto serio y sólido de la solidaridad para con el pueblo haitiano. (Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia).

Notas de edición:

*Sicsal: Servicio internacional cristiano de solidaridad con los pueblos de América Latina.

**Casa del Caribe: entidad no lucrativa, que promueve, educa y defiende los derechos de la persona migrante, sin distinción de nacionalidad, en el marco de la cultura de la vida y el contexto de la solidaridad.


con ecleSALia

con ecleSALia

ECLESALIA, 24/12/09.- Nos llega Navidad y después de anunciarla con tanta esperanza no podemos menos que estar alegres. Ante tantos que no tienen ni sitio para nacer, adoramos el misterio de la vida. “Dios con nosotros” en cada uno de ellos, en cada una de ellas. En los que no tienen sitio ni en la posada, ni en el sistema. No podemos menos que estar alegres porque tenemos esperanza, terca esperanza.

Os dejamos con la aportación que hicimos al último número de la revista “Imágenes de la Fe” (438, diciembre 2009). Juan Yzuel dirige este sencillo y jugoso monográfico titulado “La pastoral en Internet”. Nos dio cabida en las páginas que llevan por título “La red a través de sus protagonistas” y se lo agradecemos. Podíamos decir que en estas líneas contamos “la verdadera historia de Eclesalia”. A punto de cumplir diez años en la red, os deseamos con ellas un 2010 rebosante de paz y bien. (Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia).

ecleSALia

www.eclesalia.net

Cristina Plaza y César Rollán. Madrid

Eclesalia Informativo nace con el siglo. El uno de septiembre de 2001 distribuimos el primer número con cerca de un centenar de ejemplares. Sin tinta ni papel, sin sello ni sobre y un remite centrado en una arroba.

Habíamos comenzado años atrás un servicio de información entre las comunidades cristianas de Madrid reunidas en la coordinadora Encomún. Desde la comisión de Realidad Eclesial enviábamos, por correo electrónico, noticias de las cosas de la Iglesia a los representantes de las comunidades. Su formato era el de “revista de prensa”. Más tarde se incluyó como una de las secciones de la revista digital Discípulos. Con el tiempo el número de personas que lo recibían fue aumentado considerablemente.

Nuestro servicio de información cobró autonomía con nombre propio en el 2001 y con ISSN un año después, pasando entonces a formar parte del número de publicaciones de carácter religioso del panorama internacional. En el 2009 dimos de alta nuestro archivo de suscripciones en la Agencia Española de Protección de Datos. Hoy llegamos a los cinco continentes con cerca de 10.000 suscripciones repartidas por todos los estados de vida y compromisos cristianos. Eminentemente católica y en español, nos reciben cristianos de otras confesiones y personas de distintos idiomas.

A eclesalia@eclesalia.net llegan los escritos inspirados y creativos de mujeres y hombres que nos piden su publicación. Apostamos por una Iglesia al aire del Espíritu, renovada y renovadora, con sabor a pueblo, Dios al fondo y Cristo en medio, nunca excluyente y siempre fraterna. Desde estos principios seleccionamos los artículos publicados.

A punto de cumplir los diez años, hoy somos en la redacción una familia con dos pequeños “becarios”. Desde esta realidad vamos discerniendo la vida. Tenemos nuestros propios trabajos con sus horas respectivas. Formamos parte de una comunidad cristiana y participamos en las movidas de varios colectivos cristianos. En los ratos libres damos vida al informativo. Suscripciones nuevas, alguna baja, correos devueltos, respuestas, reenvíos, eliminación de spam y preparación del artículo del día en poco más de una hora… si se puede. Cuando no se puede, pues nada, quizá mañana…

La gratuidad es otra de las características de nuestro servicio informativo. Nos hemos resistido a convertirnos en institución. Por ahora podemos hacerlo, podemos costear los gastos, podemos mantenernos de forma autónoma. Adquirimos, por tanto, una responsabilidad relativa. No tenemos obligación de mantener el servicio más allá de nuestras posibilidades. Al comienzo teníamos más tiempo para dedicarlo a ecleSALia y menos experiencia. Con el paso de los años vivimos intensamente la vida de familia que ocupa buena parte de nuestro tiempo y eso es una gran experiencia. Nuestra sensibilidad se enriquece, aunque la disponibilidad disminuya.

El futuro se nos presenta incierto y abierto. Con ecleSALia realizamos una labor de voluntariado, un trabajo pastoral escondido, una formación silenciosa. Su continuidad depende del interés de los que escriben y de la atención de los que lo reciben. No pretendemos mucho más, al menos por ahora.

En la Navidad del 2008 tuvimos que interrumpir nuestro servicio por problemas técnicos. Como en otras ocasiones, encontramos la solución de la mano de gente voluntaria que dedicó su tiempo y su esfuerzo a ayudarnos. No somos profesionales de nada técnico y todo lo vamos aprendiendo de manera autodidacta. En los últimos días de la Cuaresma de 2009 empezaron a resolverse las dificultades. Entonces mandamos un correo de prueba para ver si llegábamos… y recibimos centenares de respuestas entusiastas celebrando el regreso. Palabras de ánimo, de admiración, sentimientos de alegría, comunicaciones que expresaban la necesidad de vernos de nuevo en su “bandeja de entrada”. Llegaban a nuestro ordenador y nosotros las leíamos con calma mientras preparábamos la cena, estábamos pendientes del baño de los niños o recogíamos la ropa tendida. Nada que ver con la importancia que nos otorgaban. Nada que ver con la fragilidad de nuestra ecleSALia… pero muy relacionadas con el Espíritu que nos anima.

éxodo

éxodo

CARTA APASIONADA A ÉXODO 100
PEDRO CASALDÁLIGA, obispo, servicioskoinonia.org/Casaldaliga/contacto.php
SÃO FÉLIX DO ARAGUAIA (BRASIL).

ECLESALIA, 13/11/09.- Éxodo celebra su número 100 y tiene muchos motivos para celebrarlo; muchos tenemos motivos para celebrar este jubileo de comunicación libre, oportuna, solidaria. Yo me siento particularmente comprometido y en cierta medida responsable porque, desde la primera hora de la revista y desde su prehistoria con Misión Abierta, el equipo fundador ha sido y es gente muy mía, hasta el punto de estar encardinado a nuestra Prelatura de São Félix do Araguaia.

El título de la revista es una expresiva afirmación de su proceso y de la opción inclaudicable por una sociedad alternativa y por una Iglesia ‘otra’, Iglesia y Sociedad que son posibles, necesarias, urgentes. Siempre «en rebelde fidelidad». La revista es una historia de éxodos, de ‘salidas’ hacia tierra extraña, de terca esperanza al servicio de la utopía humanizadora que, a la luz de la fe cristiana, es la propia utopía de la vida y muerte y resurrección de Jesús de Nazaret: el Reino, ese Reino proyecto de Dios, pasión total de nuestras vidas. En éxodo estamos, hacia la tierra de la libertad, a la búsqueda de «la Tierra sin Males» que proclaman nuestros pueblos de Amerindia.

Éxodo está en la frontera del diálogo, es una revista puente a varios niveles, sin claudicaciones, sin ambigüedades, sin crispación, a la luz de la verdad buscada y de la convivencia ensayada diariamente en asambleas y congresos, en gestos y campañas de solidaridad.

La revista mantiene su testimonio cristiano siempre en un diálogo abierto ecuménicamente, macroecuménicamente. En sus páginas caben todas las ‘fes’, todas las dudas, los silencios agnósticos y la forja simultánea de una religión y de una laicidad adultas, corresponsables.

Cada número de Éxodo es una monografía de alguno de los temas más candentes de nuestra hora. Voces consagradas, contribuciones pioneras muchas veces, de un humanismo y de una religión humanizadores. Sin exhibicionismos Éxodo viene siendo una plataforma profética, una instancia revolucionaria.

No es un éxodo hacia dentro desentendiéndose de la responsabilidad que nos cabe a todos a la hora del pensamiento y de la acción. Los teólogos de la liberación nos recuerdan que incluso hay que «practicar a Dios». Éxodo propone en todos sus números un pensamiento práxico. Somos lo que hacemos y hacemos lo que pensamos. Es un éxodo hacia dentro urgiendo la radicalidad.

Los fundadores de la revista confiesan que «aunque nos ha costado algún trabajo, es nuestro trabajo». Es una misión, y venciendo censuras y estrecheces continúa siendo y ensanchando la «misión abierta» de aquellas primeras horas. Se ha merecido un reconocimiento plural, una muy buena imagen en el mundo intercultural e interreligioso.

Hay que seguir, en éxodo siempre. En utopía diaria. «Pueden quitárnoslo todo, menos la fiel esperanza». Me permito decir, en la síntesis de un soneto, lo que siento, lo que agradezco, lo que amo en el fondo y trasfondo de la revista, del personal que la escribe y de todos los lectores y lectoras que la agradecemos. Con el soneto va un abrazo entrañable, de ternura y de compromiso. (Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia).

EN ÉXODO

La vida sobre ruedas o a caballo,
yendo y viniendo de misión cumplida,
árbol entre los árboles me callo
y oigo cómo se acerca Tu venida.

Cuanto menos Te encuentro, más Te hallo,
libres los dos de nombre y de medida.
Dueño del miedo que Te doy vasallo,
vivo de la esperanza de Tu vida.

Al acecho del Reino diferente,
voy amando las cosas y la gente,
ciudadano de todo y extranjero.

Y me llama Tu paz como un abismo
mientras cruzo las sombras, guerrillero
del Mundo, de la Iglesia y de mí mismo.