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ecleSALia del 11/04/07 al 31/07/10

en nuestro tiempo

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MISERICORDIA MÁS QUE SEVERIDAD
Consideraciones para una valoración crítica de la Nota de clarificación de la Comisión Episcopal de la Comisión Episcopal para la Doctrina de la Fe sobre el libro de J. A. Pagola Jesús. Aproximación histórica (PPC, Madrid 2007, 544 pág.)
RAFAEL AGUIRRE, XAVIER ALEGRE, DOLORES ALEIXANDRE, JOSÉ ARREGUI,CARMEN BERNABÉ, TONI CATALÁ, ENRIC CORTÉS, JOSÉ MARÍA DÍEZ-ALEGRÍA, JUAN ANTONIO ESTRADA, JOAQUÍN GARCÍA ROCA, CARLOS GIL, JOSÉ IGNACIO GONZÁLEZ FAUS, JOSÉ MARÍA LACASIA, LOIS, JULIOJUAN MARTÍN VELASCO, JESÚS MARTÍNEZ GORDO, GUILLERMO MÚGICA, JOAQUÍN PEREA, XAVIER QUINZÁ, JOSÉ MARÍA RAMBLA, LUCÍA RAMÓN, MANUEL REUS, IGNASI RICART, ANDRÉS TORRES QUEIRUGA, PIUS-RAMÓN TRAGAN, ORIOL TUÑÍ, JAVIER VITORIA, JOSEP VIVES.

1. CONSIDERACIONES GENERALES

ECLESALIA, 24/07/08.- 1.1.- La Nota no menciona en ningún momento los criterios metodológicos que emplea Pagola en su libro y que expone claramente en su obra: son los criterios que ofrece la Pontificia Comisión Bíblica (PCB) (págs. 477-480) y los criterios de historicidad de carácter general (págs. 488-490). Sin tener en cuenta los criterios metodológicos que emplea Pagola es imposible enjuiciar de manera correcta la metodología de su investigación.

1.2.- La Nota ignora totalmente el citado Documento de la PCB, «La Interpretación de la Biblia en la Iglesia» (Madrid, PPC, 20078), que es, precisamente, el único documento al que pueden acudir los investigadores católicos, ya que expone directamente y de manera sistemática y prácticamente exhaustiva la posición de Roma sobre la naturaleza, las posibilidades y los límites del método histórico-crítico. Es difícil saber si se trata de ignorancia, olvido u omisión deliberada. En cualquier caso, no es posible juzgar correctamente la obra de Pagola y su conformidad o no con el sentir de la Iglesia, sin tener en cuenta este Documento al que el autor ha seguido fielmente.

1.3.-La Nota ignora en todo momento el «método histórico-crítico» y la utilización de los «métodos científicos», considerados hoy en la Iglesia como indispensables para la investigación histórica de Jesús. Benedicto XVI afirma que «es y sigue siendo una dimensión del trabajo exegético a la que no se puede «renunciar» (Jesús de Nazaret. Madrid 2007, p.11). Esta ignorancia coloca todo el estudio de la Nota en el terreno peligroso de una lectura fundamentalista que consiste precisamente en «oponerse al empleo del método histórico-crítico, así como de todo otro método científico para la interpretación de la Escritura» (PCB, p.67). «En lo que concierne a los evangelios, el fundamentalismo no tiene en cuenta el crecimiento de la tradición evangélica, sino que confunde ingenuamente el estadio final de esta tradición (lo que los evangelistas han escrito) con el estadio inicial (las acciones y la palabra del Jesús de la historia)… El fundamentalismo desnaturaliza así la llamada lanzada por el evangelio mismo».

2. RUPTURA ENTRE FE E INVESTIGACIÓN HISTÓRICA

2.1.- La Nota confunde erróneamente dos realidades diferentes cuando identifica «la ruptura entre investigación histórica sobre Jesús y la fe en Él» con la ruptura entre el llamado «Jesús histórico» y «el Cristo de la fe» (n.5). Una cosa es el papel que ha de ocupar la fe en el ejercicio de la investigación histórica de Jesús y otra muy distinta, la continuidad que ha de existir entre el «Jesús histórico» y el «Cristo de la fe» para entender de manera correcta el nacimiento y desarrollo de la fe en Jesucristo.

2.2.- En contra de lo que hacen la mayoría de los investigadores católicos, que concluyen su estudio en la crucifixión, Pagola ha añadido dos capítulos más: el 14 sobre «Jesús resucitado por Dios» y el 15 «Buscando un nombre para Jesús». De esta manera, subraya la continuidad que existe entre el Jesús de la historia y el Cristo de la fe. Este planteamiento de Pagola ayuda a los lectores a entender mejor cómo va emergiendo la fe en Cristo a partir del conocimiento de Jesús que tienen sus discípulos, interpretado ahora a la luz de la resurrección (págs. 435-439) y formulado cada vez con nombres y títulos más profundos para expresar la verdadera identidad de Jesús (págs. 449-461). Es incomprensible que la Nota ignore toda esta aportación de Pagola, tan importante para clarificar la relación entre el Jesús histórico y el Cristo de la fe. Sólo así se le puede acusar de ruptura entre el Jesús de la historia y el Cristo de la fe, distorsionando toda su obra.

2.3.- La Nota censura a Pagola de intentar «reconstruir la figura histórica de Jesús» prescindiendo de la fe. Si con ello, se quiere afirmar que el investigador católico ha de utilizar la fe como instrumento de su trabajo de investigación de la historia de Jesús, hay que decir que esta posición no parece conforme con la doctrina de Juan Pablo II que proclama: «La exégesis católica no tiene un método de interpretación propio y exclusivo, sino que, partiendo de la base histórica, sin presupuestos filosóficos u otros contrarios a la verdad de nuestra fe, aprovecha todos los métodos actuales, buscando en cada uno de ellos las semilla del Verbo» (Discurso del 23 de abril de 1993 en la presentación del Documento de la PCB: La Interpretación de la Biblia en la Iglesia, pág.16).

2.4.- La posición de Pagola es la del exegeta norteamericano John. P. Meier, el más eminente investigador católico de la historia de Jesús, elogiado por el Papa como «modelo de exégesis histórico-crítica» (Jesús de Nazaret, pág.144). La posición de J. P. Meier es prescindir de la fe como método de investigación histórica, para empeñarse en la reconstrucción de la figura de Jesús «mediante métodos puramente científicos». Meier advierte que «prescindir de la fe no es negarla» (Un judío marginal. Nueva visión del Jesús histórico. Tomo I. Estella, Verbo Divino, 2001, pág.56).

3. LA AUTORIDAD DE LOS LIBROS CANÓNICOS Y APÓCRIFOS

3.1.- La Nota afirma que en la obra de Pagola “se citan con igual autoridad escritos canónicos y apócrifos” (n.6). Esto genera en su libro dos graves consecuencias: «la confusión sobre el valor histórico de las fuentes empleadas» y «la asunción acrítica del prejuicio liberal que considera la fe y su formulación dogmática (el dogma) como una adulteración del auténtico dato histórico».

Es injusto que la Nota haga esta acusación al libro de Pagola ignorando totalmente la valoración que él mismo hace de los libros apócrifos (págs.486-487). Pagola se suma al juicio crítico de J. P. Meier que dice así: «No creo que el material rabínico, los agrapha, los evangelios apócrifos y los códices de Nag Hammadi (en particular, el evangelio de Tomás) nos ofrezcan información nueva y fiable ni dichos independientes del Nuevo Testamento» (pág.487).

3.2.-Además, la Nota no examina la utilización que Pagola hace de los libros apócrifos a lo largo de su trabajo. Un examen riguroso del libro muestra que en su obra estos libros (presentados siempre explícitamente como «apócrifos») son utilizados, no para fundamentar hipótesis ajenas las tradiciones evangélicas sino para reafirmar lo señalado por los evangelios canónicos.

4. DESCONFIANZA EN LA HISTORICIDAD DE LOS EVANGELIOS

4.1.-La Nota afirma que, para Pagola, «la desconfianza frente al dato de los evangelios es una condición para proceder con rigor en la investigación histórica» (n.7). Curiosamente, la Nota no habla aquí de un error metodológico de carácter objetivo, sino que atribuye a Pagola una actitud interior subjetiva de «desconfianza» ante la historicidad de los Evangelios. Esto que la Nota llama ligeramente «desconfianza» es sencillamente la actitud responsable de todo investigador que ha de proceder a analizar los evangelios con métodos científicos si no quiere caer en una lectura fundamentalista que, como decíamos más arriba, «confunde ingenuamente el estadio final de la tradición evangélica (lo que los evangelistas han escrito) con el estadio inicial (las acciones y las palabras del Jesús de la historia)» (PCB, pág.67).

4.2.- Para sustentar su acusación, la Nota afirma que en su libro hay «frecuentes referencias al carácter no histórico de muchas escenas evangélicas o a la dificultad para determinar si describen acontecimientos reales o invenciones de los evangelios» (n.7). Los autores de la Nota parecen ignorar la exégesis contemporánea de manera supina. Pagola no se distancia en absoluto de los investigadores católicos de mayor autoridad y solvencia. J. P. Meier, en su estudio de los milagros, considerado hoy como el más exhausto y completo llevado a cabo por la exégesis católica (Un judío marginal. Nueva visión del Jesús histórico. Tomo II/2 Los milagros. Estella, Verbo Divino, 2002), ofrece estos resultados: «Cinco relatos de curación con posibilidades de remontarse a algún acontecimiento de la vida del Jesús histórico» (págs.838-839). Relatos de curación cuya historicidad no es posible decidir: curación de la suegra de Simón, curación del hidrópico, curación de la oreja del criado del sumo sacerdote. Relatos que «pueden ser creación cristiana»: el endemoniado de la sinagoga de Cafarnaún, el endemoniado mudo; la mujer sirofenícia (pág.763). Según Meier, todos los relatos de los milagros sobre la naturaleza, «con la sola excepción de la multiplicación de panes, parecen haber sido creados por la Iglesia primitiva para servir a diversos fines teológicos (pág.1113). ¿Son conscientes los autores de la Nota que, censurando de manera tan ligera y arbitraria el libro de Pagola, están censurando el trabajo de investigación que están llevando a cabo lo exégetas católicos del mundo entero, sin recibir condena alguna ni desde Roma ni desde sus Conferencias Episcopales?

5. APROXIMACIÓN A LA HISTORIA DESDE PRESUPUESTOS IDEOLÓGICOS

5.1.- La Nota censura a Pagola el adoptar «el análisis propio de la lucha de clases para describir el entorno familiar, social, económico, político y religioso» (n.8). Según la Nota, el «objetivo de esta descripción es situar la actividad de Jesús y su predicación del Reino en un horizonte preferentemente terreno» (n.8). Por último, sin aportar ninguna prueba, se acusa a Pagola de emplear en su libro este criterio metodológico torpe y simplista: «los relatos evangélicos son adaptaciones posteriores cuando desmienten la propia tesis; son históricos cuando concuerdan con ella» (n.8).

5.2.- Esta acusación que ve en el libro de Pagola una obra inspirada en el análisis marxista de la lucha de clases o alguna ideología semejante es sencillamente injusta y distorsiona totalmente su trabajo. Nadie encontrará en su investigación nada que justifique ni remotamente este juicio gratuito y arbitrario. Lo que sucede es que los autores de la Nota no conocen los criterios metodológicos que ofrece la PCB al exégeta católico para que lleve a cabo correctamente el acercamiento sociológico (págs. 55-57) y el acercamiento por la antropología cultural (57-58). La PCB afirma que «el conocimiento de los datos sociológicos que contribuyen a hacer comprender el funcionamiento económico, cultural y religioso del mundo bíblico, es indispensable a la crítica histórica» y pone, como ejemplo, su importancia «para explicar el género de vida pre-pascual adoptado por Jesús y sus discípulos» (pág.56). El documento de la PCB habla también de la importancia de «la antropología cultural» para conocer «los valores reconocidos por la sociedad (honor y deshonor… tradición, genero de educación y de escuelas); el modo como se ejerce el control social; las ideas sobre la familia, la casa, la relación familiar, la situación de la mujer; los binomios institucionales (patrón-cliente, propietario-arrendatario…, libre-esclavo) (pág.58). El documento señala que «en la enseñanza de Jesús, por ejemplo en las parábolas, muchos detalles pueden ser clarificados gracias a este acercamiento»; lo mismo ocurre «con concepciones fundamentales como la del reino de Dios» (pág.58).

5.3.- Benedicto XVI agradece a la exégesis contemporánea que «nos ha proporcionado una gran cantidad de material y de conocimientos a través de los cuales la figura de Jesús se nos pude hacer presente con una vivacidad y profundidad que hace unas décadas no podíamos ni imaginar» (Jesús de Nazaret. Págs.19-20). La Nota de la “Comisión Episcopal para la Doctrina de la Fe” debería mostrar un agradecimiento parecido a Pagola por habernos aportado en su libro lo mejor de la investigación sociológica y de la antropología cultural contemporáneas, divulgando los estudios de Malina, Rohrbaugh, Theissen, Stegemann E.W. y Stegemann W., R. Aguirre, S. Guijarro, Freyne, Horsley, Hanson, Oakman…, y permitiendo a sus lectores aproximarse a Jesús con esa «vivacidad y profundidad» de las que habla el Papa.

5.4.- La Nota atribuye al libro de Pagola todo un conjunto de «deficiencias doctrinales» (3 y 9-18). Sin embargo, en ningún momento explica cuál es la naturaleza de un libro de investigación histórica (así lo presenta Pagola), cuáles son sus límites y cómo ha de ser leído por los cristianos. Tampoco ayuda a diferenciar lo que es una aproximación histórica a Jesús (Jesús histórico) y lo que es un tratado de cristología que tiene como objeto exponer la doctrina de la fe cristiana (el Cristo de la fe). El libro de Pagola puede contener alguna afirmación histórica discutible, como pasa siempre en el campo de la exégesis bíblica, pero no parece legítimo atribuir a un trabajo de naturaleza histórica «deficiencias doctrinales». La Nota lo hace sin explicar en ningún momento cuál es el sentido de sus acusaciones de carácter doctrinal a un libro de carácter histórico.

EN CONCLUSIÓN

No negamos en absoluto que la Iglesia necesita un servicio de vigilancia por la pureza y la integridad de la fe. Pero estamos convencidos de que no cabe confundir esa pureza con nuestra pereza intelectual, ni la integridad con un integrismo que excluye toda pluralidad. Creer que la asistencia del Espíritu puede conseguirse a base de ignorancia y cerrazón sería una especie de “monofisismo eclesiológico” que revelaría un monofisismo cristológico heterodoxo. Todo lo cual hace un enorme daño a la misión de vigilar por la fe.

Sin juzgar la intención de sus autores, la Nota de la Comisión Episcopal traspira más ganas de agredir a una persona que de defender una verdad. Por eso quisiéramos terminar evocando tanto las antiguas palabras de san Agustín (“no se llega a la verdad más que a través de la caridad”: non intratur in veritatem nisi per charitatem), como las más recientes de Juan XXIII en el discurso inaugural de concilio Vaticano II: “En nuestro tiempo la Esposa de Cristo prefiere usar la medicina de la misericordia más que de la severidad”. (Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia).

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