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ecleSALia del 11/04/07 al 31/07/10

Reflexiones

el pluralismo en la iglesia católica

Conferencia pronunciada en el Curso de Verano de El Escorial del mismo nombre
EL PLURALISMO EN LA IGLESIA CATÓLICA
JUAN JOSÉ TAMAYO, director de la Cátedra de Teología y Ciencias de las Religiones “Ignacio Ellacuría”, Universidad Carlos III de Madrid
MADRID.

 

ECLESALIA, 27/07/10.- Esta conferencia quiere ser una aproximación, entre sociológica y teológica, al pluralismo en la Iglesia católica, tema central de este Curso de Verano que generosamente me invitó a dirigir Alfonso Pérez Agote, catedrático de Sociología de la Complutense y director de los Cursos de Verano, a quien deseo expresar mi agradecimiento por su confianza.

La estructura del curso y los participantes responden estrictamente al título. En él están representadas las diferentes tendencias ideológicas que se dan hoy en la Iglesia católica: la jerarquía eclesiástica, los movimientos cristianos de base, los movimientos institucionales de solidaridad, los movimientos cristianos de mujeres y algunas de las principales corrientes teológicas actuales: teología de la liberación, teología feminista, teología de las religiones… Todos ellos tienen voz y pueden expresarse en un clima de libertad y de creatividad, sin dogmatismos ni censuras, con luz y taquígrafos, como corresponde al entorno universitario en el que se celebra el curso.

Creo que es una de las experiencias más logradas de diálogo, discusión e incluso confrontación entre tendencias con frecuencia en conflicto y con intereses ideológicos enfrentados y a veces contrapuestos, que se encuentran en un plano de igualdad, donde el valor no radica en la autoridad jerárquica o en el poder eclesiástico, sino en la capacidad argumental de los contertulios. Se trata de un ejemplo de encuentro de personas que escuchan las razones del otro, de la otra, del discrepante, al tiempo que exponen las suyas con respeto, pero sin necesidad de llegar a consensos.

Me gustaría que la experiencia sirviera de ejemplo para que, propiciada por autoridades universitarias o por intelectuales católicos de diferentes tendencias, por la propia jerarquía o por los seglares, pueda llevarse a cabo en el seno de la Iglesia católica sin exclusiones, ni anatemas. Este ha sido el deseo que he expresado al cardenal Carlos Amigo, que ha participado en el Curso de verano con una conferencia sobre “El compromiso de la Iglesia con los pobres”.

El punto de partida de esta conferencia es el concilio Vaticano II, que constituye, a mi juicio, el comienzo de un amplio y nuevo pluralismo en el mundo católico. Dividiré la exposición en dos partes. En la primera trataré de la significación histórica, religiosa, cultural y social el concilio Vaticano II como el final de la larga etapa del régimen de Cristiandad y el comienzo de un nuevo paradigma, de una breve pero intensa primavera eclesial. En la segunda analizaré los diferentes modelos de catolicismo que conforman el pluralismo eclesial hoy, entrándome en cuatro: el catolicismo cultural, el integrista, el institucional y el crítico. Haré una caracterización general de cada uno de ellos destacando los aspectos diferenciales. Lo que ofrezco a continuación un guión que desarrollaré más ampliamente cuando publiquemos el libro en septiembre del presente año.

1. Punto de partida: Concilio Vaticano II (1962-1965)

a) Salida (“tumba”, Glez Ruiz) de la cristiandad triunfante considerada consustancial al cristianismo durante 16 siglos.

- Fin de las multiseculares alianzas selladas entre el trono y el altar. Discurso Juan XXIII en la inauguración del Vaticano II: la defensa de la Iglesia por parte de los príncipes constituyó “un perjuicio espiritual y un peligro”.

- Final de una larga etapa de anatemas y condenas contra la Modernidad y sus principales manifestaciones políticas, filosóficas, sociales, culturales y diálogo multilateral con la cultura moderna marcada por la increencia. (ateísmo, agnosticismo, indiferencia religiosa). Diálogo con la historia (Suenens).

b) Revolución copernicana: cambio de paradigma en la concepción de la Iglesia:

- En la definición de la Iglesia: misterio, pueblo de Dios, comunidad de creyentes, frente a la definición anterior de “sociedad perfecta”.

- Concilio de reformas positivas más que de castigos; de exhortaciones, más que de anatemas (Montini). Asume el principio luterano “Ecclesia semper reformanda”. Reforma estructural, no simplemente organizativa.

- Capítulo 2: Iglesia, pueblo de Dios; capítulo 3: Índole jerárquica de la Iglesia. Aquí el orden de factores sí altera el producto.

c) Relaciones Iglesia-sociedad-mundo:

- No por encima, ni contra el mundo como enemigo, no al margen o como juez que condena el mundo, sino en el mundo

- No visión negativa, no huida del mundo, sino visión esperanzada, optimista.

- Mundo: no espacio de condenación, sino escenario de salvación.

- Identificación con los gozos y las esperanzas, las alegrías y las tristezas de los seres humanos, especialmente de los que sufren

d) Valoración positiva y emancipadora de la secularización (GS 34):

- Autonomía de las realidades temporales

- Sociedad y naturaleza: se rigen por sus propias leyes, que el ser humano tiene que descubrir; poseen consistencia, verdad, bondad y orden propio.

- autonomía de cada ciencia y arte.

- Incorporación del pensamiento crítico y de las ciencias sociales en las ciencias sagradas.

2. Pero en los textos del Vaticano II perviven dos concepciones de Iglesia difícilmente armonizables:

a) - Eclesiología comunitaria-horizontal y eclesiología jerárquico-vertical-patriarcal

- Diferencia no de matiz sino sustancial, entre clérigos y laicos, entre sacerdocio común de los fieles y ministerio ordenado.

- Nota Previa de la LG, exigida por Pablo VI: la Constitución Lumen gentium debe interpretarse a la luz de la definición de la infalibilidad del papa del concilio Vaticano I.

b) De ahí van a surgir tres tendencias difícilmente conciliables que van a continuar durante todo el posconcilio y que llegan a nuestros días:

- Tendencia renovadora (teólogos y obispos centroeuropeos)

- Tendencia conservadora (cardenal Wojtila, obispos españoles…)

- Tendencia integrista (Lefébvre)

c) Diferentes sensibilidades de los papas del concilio y del posconcilio:

- Juan XXIII: carismático y profético

- Pablo VI: Intelectual hamletiano; de la apertura al conservadurismo

- Juan Pablo II: neconservadurismo, restauración de la cristiandad; modernidad en las formas, crítico de la modernidad en el fondo; doctrina social rítica del capitalismo.

-Benedicto XVI: teólogo tradicional enfrentado con la modernidad y con la teología de la liberación y contrario al pluralismo religioso.

3. Tendencias plurales en el catolicismo hoy

La Iglesia católica no es monolítica, sino realidad plural en todos los campos.

- La mayoría de las tendencias apelan al Vaticano II como punto de apoyo arquimédico, menos la integrista que lo combate y busca su fuente de legitimidad en el concilio de Trento (1545-1563) y el modelo de contrarreforma que pone en marcha.

- Las diferencias entre los distintos modelos no son sólo de matiz, como a veces se quiere hacer ver, sino que tienen lugar en cuestiones fundamentales y disciplinares: de fe, de modelo de Iglesia, de interpretación de la Biblia, de moral, de liturgia, de sacramentos, celibato, ordenación de las mujeres…

- Estamos ante tendencias en conflicto con peligro real de ruptura, sin apenas diálogo, con críticas las unas de las otras y veces con actitudes numantinas. Es un conflicto no disimulado, sino abierto y público. Tres ejemplos en la Iglesia Vasca:

. Oposición del clero guipuzcoano al nombramiento del obispo Munilla.

. Condena del libro de J. A. Pagola: Jesús. Aproximación histórica

, Amenaza de sanciones de monseñor Munilla al teólogo franciscano José Arregui.

La tipología que propongo no es exhaustiva, sino sólo indicativa. Voy a centrarme en cuatro modelos de catolicismo: cultural, integrista, institucional y crítico (de base)

4. Catolicismo cultural

“En España todos somos culturalmente católicos” (Sánchez Ferlosio)

Tiene su reflejo en las encuestas, sin bien es descendente: en los últimos años, del 77% que se declaraban católicos a 71%.

Características:

a) Catolicismo: elemento fundamental de la identidad social y cultural de España.

- Mayoría de las fiestas nacionales se corresponden con fiestas católicas.

- Fiestas patronales (misa, procesión): se corresponden con las fiestas populares.

- Semana Santa y Navidad: incorporación de los símbolos religiosos al folclore y la cultura populares (procesiones), al ámbito familiar, a los espacios públicos (belenes…)

b) Sacramentos: no símbolos religiosos, sino actos sociales puntuales, sin continuidad: funerales, bautizos, bodas, primeras comuniones, matrimonios….

c) no implica adhesión a la doctrina, a los dogmas de la Iglesia ni a la moral católica oficial: catolicismo sin dogmas ni moral institucional.

5. Catolicismo integrista

a) Añoranza del Antiguo Régimen:

- España, reserva espiritual de Occidente

. Monarquía católica: alianza indisoluble Trono-Altar

- Críticas a la monarquía cuando, respetando la voluntad popular y las mayorías parlamentarias, firma leyes que entran en conflicto con la fe y la moral católicas.

- No separación Iglesia-Estado.

- Defensa de los símbolos católicos en el espacio público.

- Unidad de España, bien moral. Cardenales Cañizares y Rouco: oraciones para preservar la unidad de España.

b) Iglesia, figura del papa: papolatría, tradición y concilios:

- “Fuera de la Iglesia no hay salvación”: teología exclusivista

- Contra la reforma de la Iglesia

- Contra el ecumenismo y el diálogo interreligioso

- Xenofobia, sobre todo hacia inmigrantes de otras tradiciones religiosas distintas del cristianismo

- Papa: referencia central de la fe y punto de apoyo arquimédico

- Acompañamiento y aclamación en los viajes

- Divinización de su figura: Juan Pablo II, Benedicto XVI.

- Trento y Vaticano I: Concilios de referencia absoluta; apelación constante a sus enseñanzas dogmáticas y disciplinares

- Rechazo del Concilio Vaticano por herético, reformista y desviado de la tradición.

c) Doctrina: dogma sin hermenéutica. Teología perenne. Denuncia de los teólogos heterodoxos.

d) Mujer, familia y moral:

- Defensa y protección de la familia como célula básica de la sociedad y forma primaria de cohesión social-

- Familia patriarcal: mujer como madre, esposa, cuidadora, “ángel del hogar”

- matrimonio indisoluble como ley natural; consideración del divorcio como destrucción de la familia.

e) Cauces de expresión de esta ideología integrista:

- Internet bajo anonimato

- Prensa

- Actos de masas

6. Catolicismo institucional

a) Estructura jerárquico-patriarcal-vertical: centralidad de la jerarquía: papa, obispos, sacerdotes, clérigos, y de las instituciones religiosas que se pretenden salvaguardar: obispados, parroquias, congregaciones religiosas…

- Falta de democracia.

- Seglares: colaboradores en el apostolado jerárquico, sin autonomía

b) Importancia del buen funcionamiento de la institución:

- A través de la cadena de mando vertical: papa, obispos, sacerdotes, cristiano@s y de instituciones estables

- A través de unas instituciones educativas que reproducen la ideología del sistema: escuelas católicas, clases de religión en colegios, seminarios, universidades, católicas, facultades de teología

- A través de unos medios de comunicación que informan sobre la vida oficial de la Iglesia católica (preferentemente de la jerarquía).y transmiten la ideología conforme al magisterio y a la doctrina social de la Iglesia

c) Sacramentalismo: administración de los sacramentos, centro de la actividad pastoral de los sacramentos con catequesis presacramentales: bautismo de infantes, primeras comuniones, confirmación, bodas entierros, funerales

d) tendencia a los actos rituales masivos con más componente social que religioso.

e) Actividades caritativas, de promoción social, de solidaridad con el mundo de la marginación y la exclusión social en el primer Mundo y ene. Tercer Mundo.

f) Cauces de expresión: encíclicas, cartas pastorales, boletines diocesanos, hojas parroquiales, etc.

7. Catolicismo crítico

Está constituido por movimientos, organizaciones, colectivos, generalmente en redes v. c. “Redes cristianas”) de base, corrientes teológicas renovadoras, sacerdotes obreros, religiosos y religiosas en barrios, comunidades de base, parroquias populares, colectivos de mujeres, grupos de diálogo ecuménico interreligioso, movimientos apostólicos especializados.

Estos colectivos son muy plurales por razones sociales, geográficas, étnicas, sexuales, ideológicas, etc. Pero tienen elementos comunes que paso a exponer:

a) Apelación al Evangelio como norma de conducta y criterio ético.

-Centralidad de la figura de del Jesús histórico como persona libre y liberadora, crítica del sistema religioso y político, que opta por los pobres y excluidos, muere como consecuencia del conflicto con las autoridades religiosas y políticas y de la denuncia de las injusticias y de la proclamación del reino de Dios como Buena Noticia para los pobres y Mala Noticia para los ricos.

b) Apelación al concilio Vaticano II como referente magisterial, sobre todo LG, GS, Constitución sobre la Revelación, Declaración de Libertad Religiosa…

c) Centralidad de la ortopraxis sobre la ortodoxia:

- Ubicación en el mundo de la marginación social y de la exclusión cultural y en el seno de los movimientos sociales, de los movimientos alterglobalizadores.

- Compromiso socio-político a nivel personal y comunitario.

- Opción por los marginados como exigencia fundamental y criterio de autenticidad de la fe cristiana.

- Denuncia profética.

d) Relación crítica, dialéctica con la jerarquía y la Iglesia institucional:

.- Crítica de la estructura jerárquico-patriarcal de la Iglesia, de su alejamiento de los pobres, de su excesivo celo por la ortodoxia y su poca preocupación por la lucha por la justicia.

- Sentido comunitario de la fe y vivencia del cristianismo en pequeñas comunidades.

- Democratización de la Iglesia y defensa de los derechos humanos y de las libertades dentro de la Iglesia y ejercicio práctico de la democracia y los derechos humanos en la vida de las comunidades,

e) Desclericalización de la Iglesia y protagonismo de los seglares

- Igualdad radical de todos los creyentes: hombres y mujeres, clérigos y laicos, jerarcas y cristianos de base.

f) Despatriarcalización de la Iglesia y protagonismo de las mujeres:

- Las mujeres como sujetos morales, políticos, cívicos, religiosos, eclesiales, teológicos.

- Acceso de las mujeres al ámbito de lo sagrado: ordenación sacerdotal de las mujeres.

- Acceso a los estudios y a la docencia de la teología.

- Acceso a la interpretación de los textos sagrados desde la perspectiva de género.

- Defensa de los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres.

g) Desacralización de la sexualidad:

-Concepción unitaria, no dualista, del ser humano.

- La sexualidad como cauce de comunicación interhumana

- Respeto hacia las diferentes formas de vivir la sexualidad, siempre que tengan lugar dentro de unas relaciones no opresivas ni dominadoras.

- Vivir la sexualidad como experiencia gozosa, no como fenómeno traumático y pecaminoso.

h) Desoccidentalización de la Iglesia católica y autonomía de las iglesias locales:

- Diversidad cultural y religiosa.

- Diálogo ecuménico entre las diferentes iglesias cristianas

- Diálogo interreligioso e intercultural en un plano de igualdad, sin jerarquizaciones previas.

- Teología intercultural e interreligiosa de la liberación.

i) Desdogmatiación y etización de la Iglesia.

- El dogma divide, separa

- la ética acerca, une en torno a un proyecto común.

j) Carácter histórico del catolicismo, que implica:

- Reforma permanente de la Iglesia

- Respuesta a los nuevos signos de los tiempos: globalización, revolución biogenética, feminismo, ecología, revolución informática, alterglobalización, pluralismo religioso y diversidad cultural

- Trabajo por la justicia a través de movimientos de solidaridad… (Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia).

el dios salario

EL DIOS SALARIO

“Pero si esperamos lo que no vemos, con paciencia lo aguardamos” (Romanos 8.25)

VERÓNICA PÉREZ, Pastora Pentecostal, marimag13@yahoo.es

GUATEMALA.

  

ECLESALIA, 26/07/10.-  El Dios de la vida está siempre presente, en cada mano amiga que se extiende solidaria, se hace realidad en nuestra experiencia cotidiana.

No olvidemos la presencia del Dios de la vida con nosotras y nosotros. Sin lugar a dudas, recibimos muchas bendiciones, una de ellas es el salario. Tenerlo es de estar agradecidas y agradecidos, con alabanza y gloria al Dios de la vida. Cuando se depende ciegamente del salario  se constituye en dios, se le espera cada 15 y 30 días, se sabe que llega completo. Cierto. Es fijo, nos promete seguridad, sentimos que nos da identidad y nos ofrece un poco de dignidad y en muchos casos hasta nos hace sentirnos poderosos. No debemos olvidar que el trabajo y el salario es una bendición de Dios.  Pero cuando el salario se vuelve nuestro dios, nos olvidamos de Ese que lo permitió.  Pero, este, puede esfumarse en un momento inesperado.

Cuando  “dios salario” echa raíces en nuestra vida y  experiencia cotidiana, nos sentimos huérfanos cuando se corta, cuando se trunca por mandato de otros dioses, porque es manipulable por quienes se consideran dueñas o dueños y tienen el poder de decidir. Entonces nos despertamos a la realidad y ¿Qué pasará con tu vida? ¿Qué pasará contigo? ¿Qué pasará con tu familia? ¿Cómo te encontrarás a ti misma de nuevo y cómo te verás sin esos dioses?

En la experiencia cotidiana volver al Dios de la vida nos despierta y mantiene activa, a la expectativa de lo que acontecerá, de cómo actuará y cada día nos sorprenderá.  El Dios de la vida nos mantendrá con fe y enseña a vivir con confianza, en espera de algo mejor, mucho mejor y nos da  firmeza cuando aparezca la duda.

El Dios de la vida no chantajea, no amenaza, no tortura psicológicamente, no corta la libertad, nos invita a vivir con esperanza y a servirle con libertad y alegría, da calma, nos hace ser nosotras mismas, sin chantajes, ni condiciones que esclavicen, no infunde miedo. Fuera de este Dios de la vida, están muchos otros dioses, algunos más perversos que otros.

El Dios de la vida nos lleva por caminos de luz y de amor, demuestra con hechos concretos que está presente, aunque tú veas que ¡nunca es más oscuro que cuando va a amanecer! Dios  nos carga en sus brazos amorosos, hemos caminado, pero no  vemos nuestras huellas… solamente las de Él, porque nos cuida, nos protege y nos provee…

Gracias Dios por ser Dios y a todos y todas por ser sus instrumentos para  dar vida en abundancia. (Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia).

 

celibato y sexualidad

CELIBATO Y SEXUALIDAD

JOSÉ Mª RIVAS CONDE, CORIMAYO@telefonica.net

MADRID.

  

ECLESALIA, 22/07/10.- Paso aquí a lo que dejé pendiente en “El celibato denostable” (ECLESALIA 6/7/2010), sobre una diversa concepción subyacente de la sexualidad en las iglesias persa del siglo V y la latina.

Recalco que no hablo de la faz de ambas concepciones, ya conocida. La del occidente latino quedó plasmada en la conclusión que el papa Siricio (384-399) sacó de su doctrina sobre la pecaminosidad de la relación sexual, aunque fuera conyugal. Aquello de: «No conviene confiar el misterio de Dios a hombres de ese modo corrompidos y desleales, en los cuales la santidad del cuerpo se entiende profanada con la inmundicia de la incontinencia» (P.L. XIII: 1186, 14-19). La de la persa puede materializase en la síntesis de los motivos en que su concilio de Beth Edraï (486) basó su decisión de acabar con toda restricción clerogámica: «Porque el matrimonio legítimo y la procreación de los hijos, ya sea antes o después del sacerdocio, son buenos y aceptables a los ojos de Dios» (“Sacerdocio y Celibato”: BAC. 1971. Págs. 292-293).

Me refiero al sustrato –ahora ya tal vez sólo poso– de dichas concepciones. Dije en “El celibato inválido” (ECLESALIA 4/6/2010), que ya nadie comparte las ideas de Siricio. Pero la vigencia oficial de su doctrina permaneció hasta el siglo pasado y sus leños ardieron prácticamente hasta la Casti connubii (1930). En esta encíclica Pío XI restringió la pecaminosidad de la relación conyugal a la tenida impidiendo de forma artificial la fecundación, y afirmó fines secundarios (?) del matri­monio, la mutua ayuda, el fomento del amor mutuo y la seda­ción de la “concupiscencia”.

Fue un cambio sustantivo, aunque deficitario, que posteriores documentos, por ejem­plo la Gaudium et Spes, han complementado. Con todo, no parece que se haya acabado de eliminar por completo ese sustrato o como poso. El que ineludiblemente ha tenido que dejar una tan larga vigencia oficial y explícita, como la de la doctrina de Siricio. Casi dieciséis siglos. Y sería revelador a este respecto saber a cuántos espectadores cristianos –católicos o no– siguen ahora sin chirriarles las ideas que, como posicionamiento católico vigente, vierte el “abogado del diablo” en la película “El tercer milagro”, sobre la virginidad y el matrimonio.

En la iglesia latina la sexualidad parecería entenderse a la manera más bien de depósito de agua, cuyo grifo puede uno abrir y cerrar simplemente a voluntad. Es lo más afín con su tenacidad en rechazar cambio alguno en la tradición del postsiricio –salvo las pequeñas transigencias de los últimos sesenta años– y con su persistente planteamiento marcadamente sancionador, así como con la actual recrudescencia del celo punitivo ante los casos de pederastia divulgados. Para ella el fallo y causa de lo sucedido está básicamente en la voluntad del hombre. Incluso lo mucho de formativo y de ascesis preventiva, en que sobreabunda su enfoque, da la sensación de concebirse armadura para el combate contra la “tentación de abrir el grifo”.

Por el contrario, aquella iglesia persa parece apuntar a una sexualidad entendida como corriente de agua, que va creciendo hasta correr con ímpetu, aunque de ordinario afloje –tal vez sólo en su componente considerado más externo y “corporal”– al llegar al remanso de la ancianidad. Una corriente que, cuando aumenta su caudal por “lluvias o tormentas”, tanto mayor riesgo tiene de desbordarse por las cotas bajas de las riberas de su cauce, cuanto más angosto y “superficial” sea éste. Una corriente que, salvo que se cuente con un don excepcional –¡no que con toda sinceridad e ilusión se crea poseer!–, lo fácil es que, por más sacos terreros que se pongan y por más terraplenes que se levanten, termine desbordándose cuando encuentra su cauce obstruido. ¡Y con tanto mayor destrozo y desolación, cuanto más eficaz sea la obstrucción! Esto es lo más coherente –aunque la iglesia persa no lo expresara así– con su extirpación mencionada de toda restricción clerogámica, sin exceptuar de ella como he dicho ni al “catholicós" –es decir, al patriarca– en atención a los que no podían contenerse y a los graves males que este hecho había causado.

La invocación resignada –que a veces se hace– de la existencia en todos los grupos, hasta en el de los casados, de vida sexual extramatrimonial y de perversiones de toda índole, encaja mejor con la concepción latina. Sólo entendiéndolas simple “apertura del grifo” puede rechazarse que, pese a los “sucesos”, los centros de formación sacerdotal sean coladero de gente psicológicamente inmadura o sexualmente desviada, a veces hasta la perversión. Esto parece cosa del todo inadmisible, dadas las exigentes y restrictivas normas selectivas existentes y durando tanto tiempo la formación, período a la vez de criba muy tupida.

El fácil a fortiori de esa invocación –si en todos los grupos, cuánto más en el de quienes tienen ocluido por el motivo que fuere el cauce natural de la sexualidad–, casa más bien con la concepción persa, en cuanto que los quebrantamientos del celibato, aunque supongan desviación e incluso perversión, pueden tenerse en principio por “desbordamientos de la corriente” –más o menos destructivos y desoladores según el caso–, sin dar pie con ello a que asalte ni la duda de si los seminarios serán coladero de nada; ni a considerar depravados innatos a los violadores del celibato; sino hombres siempre expuestos, pese a su ilusión y generosidad, al riesgo de “abrasarse” entrañado en aquello de “no es bueno que el hombre esté sólo” (Gn 2,18). Es riesgo que no desaparece por haberse comprometido libremente a celibato –como se supone al exhortar a oración, a ascesis específica, etc.–; sino que reside precisamente en el hecho mismo de ser célibe.

Con la primera concepción sintoniza bastante la relegación a segundo plano del origen creacional de la sexualidad. Me limito a lo más revelador: el hecho de referirse a ella con el término “concupiscencia”. Como cuando expresamente se dice que el matrimonio es su remedio o sedación. Obviamente sin perder el aplomo. Pues, ni se advierte que así se lleva a pensar que la sexualidad no es obra del Creador, sino una propensión del ser humano, consecuencia del pecado original, a obrar el mal. Es el concepto general de concupiscencia y, el particular restringido al tema, “apetito desordenado de placeres deshonestos”. Así, cuando menos se da a la sexualidad aire de lujuria, por no decir que se la identifica, ya que ésta también se define como “apetito desordenado de deleites carnales”. Es “casi” idéntico a decir que el hambre es gula y que, por ende, es inmoral comer. Obvio que las secuelas vitales de ambas identificaciones son radicalmente diversas; pero en el plano de las ideas, la diferencia principal está en que la última no se la cree nadie y la otra se la tiene creída la práctica totalidad de los cristianos.

Bajo el montón de pensamientos ennoblecedores, con que es usual orlar el matrimonio, se comprende que se perciba a causa de eso un rumor de fondo interferente que lo presenta, al final de cuentas, como especie de burdel estable –particular y privativo de dirección recíproca–, en el que legítimamente se puede satisfacer la propensión desordenada hacia los placeres deshonestos. Lo comparable entonces con un depósito de agua, más que la sexualidad lo sería la concupiscencia, cuyo grifo se tiene por honesto abrir, cuando se trata de regar el huerto del matrimonio, aunque en sí misma sea mala y deseo desordenado de “carnalidad”. – ¡Sabe tanto a papa Siricio…!–. Y no es que se piense que el fin justifica los medios; sino simple inercia histórica o, a lo sumo, desvelo por evitar los males mayores que se prevén seguros; en la experiencia latina, como consecuencia de la “innata” concupiscencia carnal y, en iglesia persa, achacables básicamente a una sexualidad reprimida o más o menos insatisfactoriamente satisfecha. Digo básicamente queriendo excluir la ingenuidad de creer que no existe lujuria en el mundo.

Esa degradante transformación de la sexualidad en concupiscencia, tuvo su origen en la doctrina dualista bullente en la época de ese papa. En ella, en efecto, la sexualidad no se concibe obra del Creador único; sino de un agente del mal contrario a Él; agente que hoy podría verse personificado en “la carne”, uno de los tres enemigos del hombre a los que, en distintos momentos litúrgicos, se pide al creyente renunciar.

Por el contrario, con la concepción persa parece cuadrar más la idea de una sexualidad creacional, de existencia anterior al pecado e independiente de él. Es lo acorde con su afirmación recordada, la de ser «el matrimonio legítimo y la procreación de los hijos [… siempre] buenos y aceptables a los ojos de Dios». El pecado no depende de la entidad de ninguna cosa creada; sino que tan sólo nace del corazón del hombre (Mt 15,19), de la falta en él de hasta el mínimo amor que es síntesis de la Ley y los Profetas (Mt 7,12). La sexualidad de ninguna manera puede considerarse mala; ni en sí misma desordenada; ni en modo alguno infectada por el pecado. Los hombres no tenemos tanto poder como para vencer a Dios, como sucedería si nuestros pecados pudieran tumbar y pervertir la bondad intrínseca de lo creado por Él. Tan sólo lo tenemos para disponer de ello para bien o para mal, según las miras de nuestro corazón; no según la naturaleza de las cosas, muy buenas todas ellas en sí mismas (Gn 1,31; 1Tim 4,4).

El matrimonio no es en absoluto el remedio o sedación de la concupiscencia; sino el culmen de la sexualidad creacional. Culmen radiante de gozo. Un gozo sintetizable en el entusiasmo de Adán al encontrarse con Eva antes del pecado y después de haber pasado revista a todos los animales cuando aún ella no existía: «¡Ésta sí que es carne de mi carne y huesos de mis huesos!» (Gn 2,20-23). Un gozo abierto a la redundancia de los hijos (Gn 1,28), buscada con la sensatez y la responsabilidad que corresponden al hombre.

De su soledad en este mundo es de lo único de lo que el matrimonio es remedio. Ella es la que el Creador juzgó perniciosa para la vida terrenal del hombre y la que quiso evitar con la creación de la mujer (Gn 2,18). Remedio tanto más eficaz cuanto más profunda y amplia sea la fusión afectiva de los dos en el día a día. Más aún en el momento de la unión corporal. La sexualidad no es dominio del hombre sobre la mujer, ni al revés. Tampoco primariamente posesión mutua, aunque ésta se dé; sino fusión de acogida y de entrega recíprocas, como a “carne de mi carme y huesos de mis huesos” (Ef 5,28-30). Sin limitaciones respectivas por egoísmos personales; sin imposiciones mutuas de la personalidad propia; sin reproches de la singularidad específica del otro. Esta es la senda que lleva y realiza la transformación del hombre y la mujer en una única carne indisoluble, cual es el ideal del matrimonio (Mt 19,4-6). Carne en el sentido bíblico de la palabra: creatura temporal, limitada y frágil (Jr 17,5-6), sentido en el que hasta los vegetales son carne.

Según la concepción que se tenga de la sexualidad, el acto sexual puede leerse entonces, bien como “apertura del grifo de la concupiscencia” –que, aunque pecaminosa, resulta o no tolerable según sea o no extramatrimonial y de la que siempre se es inmediatamente responsable–; bien, o ya como “desbordamiento anegador de la corriente de la sexualidad” –con responsabilidad inmediata o mediata según se produzca o no, por no haber dinamitado a tiempo la obstrucción del cauce–; o ya como cresta maciza del propio fluir de la corriente, destello y resplandor de la superación de la soledad del ser humano y plasmación plena de la comunión del hombre y la mujer en una sola creatura, entrañablemente única, de amor y carnalidad.

Poner el acento en la carnalidad, aunque luego no deje de recalcarse la unidad afectiva como aditamento suyo enriquecedor situado por encima de ella –no entrañado en ella–, y más colocar sólo en ésta el horizonte del ser una sola creatura, ayuda a ver la sexualidad como simple hambre desordenado de sexo, saciable con sólo “comer” hasta en “comedero”. No puede reducirse a eso el matrimonio sin vilipendiarlo. La sexualidad es hambre de comunión afectivosexual hasta la plenitud natural de la unidad más embriagadora e íntima que es posible en este mundo. La que se da en la concurrencia de amor y sexo, que a la vez es interacción de sexo y amor.

Con la concepción latina de la sexualidad sintoniza la exhortación a orar, hecha al obligado a celibato (Presbyterorum Ordinis 16,3), en la confianza de la liberalidad de Dios, a fin de obtener firmeza de voluntad y no ceder a la tentación. Sintoniza también con los motivos aducidos a favor de esa confianza: «Porque Dios no lo niega a quienes rectamente se lo piden, “ni tolera que seamos tentados más allá de nuestras fuerzas (1Cor 10,13)”» (Trento: canon 9 sobre el matrimonio).

Sin embargo, en la concepción de la sexualidad como tendencia presente en el hombre desde su creación y tan natural en él como lo son otras muchas cosas –por ejemplo, la dentición–, el hecho de ratificar la disciplina celibataria, «confiando que el don del celibato será liberalmente concedido por el Padre, con tal de que […se pida] humilde e instantemente» (P.O. 16,3), suena bastante a súplica de milagro.

Súplica similar al ruego por que unos determinados trozos de plomo tengan la capacidad de flotar, en atención –referido al celibato– a la excepcionalidad cristiana y sacerdotal que se afirma tener él. Milagro del todo innecesario; que no fue Dios quien ligó el celibato al orden sacerdotal (P.O 16,1); sino que fue la iglesia quien lo impuso, como reconoce el propio episcopado (P.O. 16,3). Y el hacerlo ella no anula el requerimiento paulino (1Tim 2,2; Tit 1,6) tenido por palabra de Dios comúnmente; no por la ley canónica; para la que parecería obligado decir que lo es del diablo. Ni tampoco anula el dato de no haber considerado nuestro único y verdadero “camino, verdad y vida” necesario el celibato, ni para ser el primer Petros de su Iglesia. Seguramente hubiera tenido otro semblante y otras maneras “la societaria católica romana” (ECLESALIA 1&9/3/2010), si ninguno de sus papas célibes –que también los hubo desposados al inicio– se hubiera conducido tan por bajo del nivel del casado Simón Bayona (Mt 8,14).

La sexualidad es, pues, como natural tirón plúmbeo, no hacia el pecado o lo menos perfecto, sino hacia el vivir terrenal propio del hombre, vida en sí misma buena, que no concupiscente. Ese tirón lastra el intento de flotar en la anticipación a este mundo del existir de los ángeles, anunciado para todos en la resurrección (Lc 20,34-35). Pero es que, además de no darse en ésta ese tirón, en modo alguno existirán soledades y penurias (Ap 7, 15-17) a las que se haya de poner remedio y de las que haya que abrigarse y confortarse en el amor conyugal. Ella es en sí misma desbordante acogida/entrega de Dios al hombre y de éste a Dios (Ap 7,15) hasta la plena unidad identificativa y el éxtasis de verle tal cual es (1Jn 3,2).Es una situación simbolizada en el sentarnos Dios en el trono de su Hijo que también es el suyo (Ap 3,21). Es unidad también comparada por la Revelación a la del matrimonio –los salvados son como esposa y “uxor”, es decir, hembra del Cordero (Ap 21,9)–. Unidad de la que, según la Escritura, la terrenal indisoluble del hombre y la mujer en un único ser completo (Mt 19,5), es símbolo esplendente y como esbozo terrenal (Ef 5,31-32).

Desde la perspectiva de ese tirón propio del ser del hombre, la apelación a 1Cor 10,13 en la exhortación a orar para no «abrasarse», evoca el momento en que el tentador invocó la Escritura al decirle a Jesús: “Tírate abajo, porque está escrito: «A sus ángeles ha ordenado que cuiden de ti, y te llevarán en sus manos para que tu pie no vaya a tropezar con una piedra»”. Todos sabemos la respuesta: “También está escrito: «No tentarás al Señor tu Dios» (Mt 4, 6); sino que, «si no pueden guardar continencia, que se casen» (1Cor 7,9)”. Esta impotencia no es determinable ni mensurable extrínsecamente por leyes; sino sólo por el propio afectado.

Salvo excepciones debidas a la iniciativa de Dios (1Cor 7,7) –tal vez sólo escrutable en cada caso, no por idealismos ni compromisos legales libremente asumidos con toda ilusión y la mejor buena fe; sino a través de las concretas circunstancias de la vida de cada uno–, todo ser humano arrastra de por vida esa impotencia. Es incapacidad inscrita en su entraña y, como otras muchas cosas, límite de la especificidad peculiar de su “ser temporal, limitado y frágil”, tal cual lo diseñó el Creador único y bueno. De ahí que la imposición del celibato por ley al orden sacerdotal, además de ser hecho derogable (ECLESALIA 4/6/2009) y carecer por ello de repercusión en la eternidad (ECLESALIA 16/10/2009), pueda incluso parecer intento de enmendarle la plana a Dios respecto de los clérigos, tan seres humanos como el resto de la humanidad.

Sería un intento tan vano como gritan, a pesar de no ser los más los que se estrellan contra “la señal de tráfico”, tanto la frecuencia no despreciable de “accidentes” celibatarios como su doloroso reguero de creyentes abrasados, de generosas ilusiones truncadas, de vidas hundidas, de psicologías destrozadas, de injusticias con terceros, de perversiones, de infamias, de extrapolaciones injustas e infamantes, de recelo del clero, de desprecio de la sexualidad evangélica, de pitorreo, de chanzas blasfemas, de chistes sin cuento… ¡para desprestigio incluso de la Iglesia de Jesús, que no sólo de la “societaria católica”!

Al menos no parece que Pedro dejaría de valorar tal imposición como forma de «poner vetos a Dios» (Hch 11,17). Aun cuando segurísimo que él no dudaría en absoluto de la buena fe de sus sucesores al establecerla y mantenerla. Como cierto que no dudó lo más mínimo de la suya propia, cuando reconvino a Jesús con ocasión del anuncio de su pasión. Sin embargo la respuesta que recibió fue: «¡Vete de ahí; quítateme de mi vista, Satanás! ¡Incitación a pecado eres para mí, pues tus pensamientos no son los de Dios, sino los de los hombres!» (Mt 16,23). Éste es el denuesto más primario que merece la ley del celibato, sin que él obligue a presuponer perfidia en sus autores y mantenedores. (Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia).


el celibato querido, asumido y disfrutado

EL CELIBATO QUERIDO, ASUMIDO Y DISFRUTADO

FRANCISCO RAFAEL DE PASCUAL, monje cisterciense, revcistercium@planalfa.es

CÓBRECES (CANTABRIA).

 

ECLESALIA, 19/07/10.-  De todo hay en la viña del Señor. Y también se puede opinar de todo. Se puede escribir de todo. Pero en todo lo que se escribe hay que conservar la sabiduría de elegir las palabras: los nombres, adjetivos y los verbos.

No quisiera herir a nadie; pero leo cosas que hieren. Hay verdades que hieren, y no me conformo con el dolor. Hay quienes parecen disfrutan proyectando sombras en medio de la luz. Y no acepto con serenidad que se hable en nombre de otros. No me agradan, lo siento, zelotas y fariseos que administran las verdades, las luces y las sombras, las creencias y sentimientos de otros.

Convivo, comparto, consufro y me alegro con mis amigos, leo y estudio, y no necesito tanto intérprete de nuestro celibato, monástico o sacerdotal, libremente asumido, vivido en la entrega y descubrimiento del afán y del amor de cada día, tropiezo y me levanto con la ayuda de quien tiene todo el tiempo del mundo para estar a mi lado, me acerco a los otros sin reservarme nada para mí, y en la entrega recibo más complementos de los que nunca hubiera programado.

No me comparo con otros, sé los peligros que corro y las metas que he cruzado. Estudio filosofía y sé qué son los sofismas, conozco un poco el corazón humano y sé que es de cada uno.

No quiero que me interpreten lo que yo también leo y puedo encontrar en cualquier libro. Ya lo he leído. Ya me lo sé. Está escrito. Pero lo que hay en el corazón de cada uno es siempre nuevo. Y en mi corazón hay más alegría que si abundara en trigo y en vino. Me he acostumbrado al vino de solera, al pan bien cocido. Y lo comparto con quien llega a mi mesa como una sorpresa.

No quiero que nadie me quite los invitados a mi mesa. No quiero que nadie les advierta ni les muestre atajos. Que vengan ellos solos libremente. El corazón no se atiene a razones, lo sabemos, aunque estén escritas en los libros, decretadas en los concilios y avaladas por los santos padres: nadie es bueno porque lo digan los santos padres, los concilios o los libros. Es bueno porque quiere ser bueno.

Amo quia amo. Amo porque amo dijo Agustín y copiaron los medievales. Soy como soy porque quiero serlo, porque lo he elegido, porque es mi aventura, y mi aventura es mía.

No quiero que me den guías-útiles, no quiero que me recomienden lugares, no quiero que me programen rutas.

No quiero que me convenzan de nada. Como dije antes, tengo mis amigos, y entre nosotros, como dijo Elredo de Rieval, está Él como uno más. (Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia).

otros goles

OTROS GOLES

KOLDO ALDAI, koldo@portaldorado.com

ARTAZA (NAVARRA).

  

 

ECLESALIA, 12/07/10.- Dicen los comentaristas deportivos que goleó con el corazón, con el alma de todo un país. ¿Quién movió el pie de Iniesta? ¿Solo, el propio delantero, o con el apoyo de los millones de españoles que corrían con él, que insuflaban al futbolista y a su equipo ánimo en su espíritu, fuerza en sus músculos, precisión en sus movimientos? Adquirimos una fuerza impresionante cuando juntos/as apostamos por metas colectivas.

¿Y si nuestros balones volaran más alto? ¿Y si colocáramos más arriba nuestras aspiraciones, nuestras porterías? Hemos de batirnos también en otros campos, sobre otras alfombras, ante otras redes… ¿Y si el sueño de “la roja” fuera más ancho? ¿Y si, tras haber logrado el mundial, ese desbordante caudal de energía colectiva nos siguiera acompañando tras otras metas? ¿Y si la verdadera batalla no fuera contra los de naranja? ¿Y si tuviera más que ver con mejoras globales, con dignificar y elevar la vida en todas sus manifestaciones?

El entusiasmo mantiene vivos a los pueblos, pero un campo de fútbol, por muchas cámaras que se le echen encima, es un espacio muy limitado. La palabra “entusiasmo” viene precisamente de “en-theos”, que significa “lleno de Dios”. Cuando somos “en theos” podemos cumplir imposibles. Vivimos un entusiasmo colectivo que nos ha proporcionado “una roja” campeona, pero dicen que en realidad ese Dios del coraje sin fondo está con nosotros en todos los “choques” que merecen la pena, en todos los desafíos nobles, por difíciles que se manifiesten.

El mundo no cambiará por más balones que se encajen en una u otra portería. Pero todo este “ensayo” del mundial nos ha servido para vivir la experiencia del entusiasmo colectivo. Sudáfrica fue sólo laboratorio. Ahora tocan otros tantos, ahora llegamos a las auténticas finales. Ahora toca gol al hambre, a la explotación, al armamentismo…, cabezazos de muerte a la violencia, a la división, al odio… Ahora toca el “A por ellos” de verdad…, a por la miseria, la enfermedad, el analfabetismo, la degradación de la Tierra… ¿Cuánto mundial aún por jugar? ¿Cuánto gol aún por marcar? El domingo por la noche, los españoles recibimos un hermoso regalo, pero todos merecemos un trozo de gloria, el gozo de constatar que nuestro equipo, por nombre Humanidad, también progresa. Todos somos seguidores de ese gran Club de 6.000 millones de socios. Medien o no brillantes patadas, todos merecemos alzar una copa de victoria.

La dignidad antecede a la gloria. Todos sin exclusión alguna la meritamos, dignidad de todos los niños de la tierra que bien de mañana cogen cuadernos y libros y marchan hacia una pizarra, la dignidad de todas las mujeres de todas las latitudes por fin respetadas y honradas; de todos trabajadores y trabajadoras recompensados con justicia en su tajo; la dignidad de todos los hogares con un pan en su mesa; la dignidad de todos los seres, de todos los pueblos por fin considerados, por fin libres… He ahí sólo algunos goles que nos aguardan.

Mantener el ardor colectivo nos permite atender otros retos. El Dios de la vida y el entusiasmo, el Dios de la fuerza y la bondad infinitas, “que los hombres distintos llamamos con distintos nombres” (Lanza de Vasto), siempre está con nosotros, cuando nuestros balones cobran altura y nuestras porterías también se elevan.

Reciclemos pues ese coraje grupal. Vayamos juntos a por otros goles. Vayamos a por una gloria que vista todos los colores, que campe en todas las geografías; una gloria que no se acabe en una orgía de cuestionable gusto en las céntrica fuentes de unas ciudades eventualmente dichosas; gloria que perdure, gloria eterna de todos los hombres y mujeres de la tierra compartiendo y cooperando, viviendo en auténtica paz, en genuina fraternidad.

Ficción de deporte y cerveza a granel, cuando la realidad permita todo el juego, cuando la explotación y el horror sean derrotados. Mientras tanto, no decaiga la ilusión, no nos abandone el entusiasmo. ¡Juntos podemos! Ese Dios sin nombre, ese Dios con todos los nombres, afina nuestro tiro ante las mentadas y urgentes porterías. Hay camisetas para todos. Sudemos batallas verdaderas, penaltys que harán historia. Saltemos juntos a la causa común, al campo ineludible, mañana puede ser demasiado tarde. (Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia).

bienaventuranzas de la sonrisa

BIENAVENTURANZAS DE LA SONRISA

MIGUEL ÁNGEL MESA, arumami@hotmail.com

MADRID.

 

ECLESALIA, 05/07/10.- Felices quienes ofrecen cada mañana una sonrisa a la primera persona que se cruza en su camino.

Felices quienes derrochan sonrisas, pues sólo este exceso podrá vencer la distancia, los muros y las apariencias.

Felices quienes han descubierto que una sonrisa no cuesta prácticamente nada y en cambio  produce frutos imprevisibles.

Felices quienes después de vivir unos malos momentos renueva el ánimo con la sonrisa y la cercanía del amigo.

Felices quienes no piensan en el valor del mercado por cada sonrisa que ofrecen, sino que las reparte a quien la necesita y reconoce su utilidad en el momento que la regala.

Felices quienes se han dado cuenta que una sonrisa es un bálsamo que produce milagros y está indicada contra la tristeza, la apatía, la desesperanza y la dureza de corazón.

Felices quienes saben que una sonrisa ofrece serenidad ante el cansancio de la vida, da nuevo vigor a la persona que la recibe y renueva su ánimo.

Felices quienes han experimentado que repartiendo cada día más sonrisas no se empobrecen, sino que aumenta su felicidad al enriquecer a quienes las reciben. (Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia). 

 

cada cual

PEQUEÑOS PERO SIN COMPLEJOS

MARI PAZ LÓPEZ SANTOS, pazsantos@wanaddo.es

MADRID.

 

ECLESALIA, 17/06/10.- Desde hace un tiempo vengo pensando que los pequeños hemos de organizarnos, no para tomar el poder sino para vivir con alegría y coherencia siguiendo el mensaje de Jesús, sólo eso y ya es bastante. También veo que no hay tiempo que perder, ni siquiera en coger rabietas. No, tenemos que mirar hacia delante y organizarnos desde lo sencillo.

El que sepa cantar que cante y expanda el mensaje: como el grupo “Anawin” (www.anawin.org) que con su música intensa, alegre, actual mueve de los asientos y hace batir las palmas.

El que sepa escribir que escriba y expanda el mensaje: como José Antonio Pagola –conocido de todos- aunque ello proporcione muchos quebraderos de cabeza, pero también alegría sabiendo que muchos conocerán a través de su pluma a un Jesús que anima a la compasión, el perdón y la alegría.

Quienes descubran un espacio para la enseñanza teológica desde el hemisferio femenino que se pongan en marcha: como así ha hecho EFETA, Escuela de Teología Feminista de Andalucia (www.efeta.org), porque Dios nos quiere hombres y mujeres, sin que nadie se sienta excluido y porque ya ha llegado la hora de contar el mensaje desde una comprensión completa y falta el cincuenta por ciento femenino.

La entrega de premios ALANDAR en la tarde del martes 15 de junio, fue una fiesta sencilla y alegre, como tienen que ser las fiestas. Los tres premiados: EFETA, José Antonio Pagola y ANAWIN son la muestra de que los pequeños tenemos que organizarnos.

Como dijo José Antonio Pagola en el acto de entrega de premios: “Volver a Jesús, el Cristo, es una tarea urgente”. Y ante las urgencias no podemos perder el tiempo. Sacudámonos los complejos y pongamos a disposición de todos los dones recibidos. Unos cantan, otros escriben, otros enseñan… pero los dones son infinitos. Cada cual descubra como utilizarlos para la expansión del Reino, entregándolos para hacer del mundo un “barrio esperanza”, título de una canción del grupo “Anawin”. (Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia).

 

contacto

SIN PALABRAS

CARMEN NOTARIO, Espiritualidad Integradora Cristiana, cym@espiritualidadintegradoracristiana.com

BILBAO.

 

ECLESALIA, 15/06/10.- El 27 de Febrero, se celebró en Bilbao una Asamblea de Jóvenes convocada por el Secretariado de Juventud de la Diócesis bajo el lema: “Sin Palabras”.

Este lema, basado en Mc 7, 31-37, la curación de un sordomudo, sugiere la necesidad de encontrar nuevos lenguajes para anunciar la Buena Nueva del evangelio. Los jóvenes eligieron entre varios talleres: música, pintura, imagen, percusión, “focusing”, danza y masaje. Estos talleres tenían como motivo el que pudieran experimentar diferentes maneras de expresarse y picarles la curiosidad para que siguieran profundizando.

Yo estaba a cargo del taller de masaje. Cuando me preparé para ser masajista mi motivación fue precisamente esta: buscar otros lenguajes, además de la palabra, para expresar el amor, la preocupación y el deseo de liberación de la persona en su totalidad.

Desde Antiguo se considera la “imposición de manos” como una forma de curación; no tanto por la invocación de poderes mágicos, sino por el efecto del contacto cuando se realiza con amor. La imposición de manos puede ayudar a la curación física, fisiológica, psicológica y hasta espiritual.

En el evangelio se menciona repetidas veces que Jesús curaba por medio de la imposición de manos. También aparece en este pasaje de la curación del sordomudo: “Le llevaron un hombre que era sordo y que apenas podía hablar y le suplicaban que le impusiera la mano” v.32. Jesús le metió los dedos en los oídos y le tocó la lengua con saliva al sordo y pronunciando la palabra Effatha, “que Dios os abra”, se le abrieron los oídos y se le soltó la traba de la lengua. vv 33 y 34. Jesús curaba de una manera “radical”, siempre tocando la raíz del problema. Al no poder oír tampoco podía hablar. Abriendo los oídos con sus propias manos posibilitó que se soltara la lengua y que inmediatamente pudiera hablar correctamente.

Estamos bloqueados muchas veces y nuestros sentidos no nos permiten captar el mundo de fuera y tampoco estamos en contacto con nuestro interior. Necesitamos que se nos “abra por dentro” y entonces sí, sabiendo quien soy me nutro yo y también puedo nutrir a los demás. Los canales de comunicación son muy sutiles. Cuando estemos bloqueados y saturados de palabra, recordemos que también nuestra piel es canal de comunicación. Necesito que me toquen y tocar con respeto.

Hicimos una práctica de masaje muy sencillo poniendo el énfasis en la persona con la que estábamos, el respeto que nos inspiraba, el deseo de comunicarle paz, y de ayudarle a “soltar” la tensión en su cuerpo para provocar el “soltarse” a niveles más profundos.

Al finalizar el taller invité a que los participantes compartieran algunas de las palabras con las que expresarían la experiencia (tanto del momento en el que habían dado el masaje como cuando lo habían recibido): confianza, respeto, amor, ternura, otro nivel de conocimiento más profundo, agradecimiento… son algunas de las palabras que pronunciaron. Se notaba que no eran palabras bonitas sino resumen de una experiencia diferente, para muchos novedosa.

No tenemos por qué vender nuestro cuerpo como mercancía a ningún precio; tampoco tenemos por qué vernos privados del placer del contacto humano, al contrario, lo necesitamos para nuestra salud integral. Lo que sí necesitamos es una experiencia de plenitud que nos haga humildes para pedir cuando necesitamos y generosos para dar sin medida: sin utilizar ni manipular a nadie. No hay mayor placer que experimentar la liberación interior y ayudar a que otros la vayan encontrando también. (Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia).

Para más información: www.espiritualidadintegradoracristiana.com