calvario
EL TERROR DEL SILENCIAMIENTO
CÉSAR ROLLÁN SÁNCHEZ, eclesalia@eclesalia.net
MADRID.
ECLESALIA, 29/03/10.- Es algo que puede suceder en distintos ámbitos profesionales. No Hay datos que muestren una relación directa con alguna situación vital concreta. Sin embargo, resulta llamativo cuando sucede con personas que tienen a Dios por norte, se comprometen públicamente a renunciar a su genitalidad y dejan buena parte de su voluntad en manos superiores.
El que abusa de un menor es digno de escándalo público, se conozca o no; por el atentado provocado en la vida del niño y por la podredumbre de su acción. Los casos de pederastia entre el clero católico son una vergüenza pública. La institución los condena cuando salen a la luz, pero los ocultó mientras no se conocían.
Son escasos los pedófilos en relación al número total de sacerdotes, pero todos los que los rodean con su silencio son también terroristas. Terror es lo que siente el que lo padece. Terror lo que sufre cuando no puede contarlo. Terror le da pensar en denunciar. Terror que va desapareciendo cuando va curando la herida.
El problema de la institución es que reaccionó alejando la vista, sin mirar a los ojos dañados de la víctima, evitando la cuestión ¿hay derecho? La respuesta se encuentra en el marco legislativo, donde se juzgan los delitos y se emiten sentencias. El Dios misericordioso que le espera con los brazos abiertos no está reñido con el código civil de una sociedad democrática.
No hay derecho a que se oculten estas violaciones y cualquiera que sepa de ellas tiene la obligación moral, ética, jurídica de denunciarlas. Por el amor de Dios. Por el bien de todos. (Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia).
CÉSAR ROLLÁN SÁNCHEZ, eclesalia@eclesalia.net
MADRID.
ECLESALIA, 29/03/10.- Es algo que puede suceder en distintos ámbitos profesionales. No Hay datos que muestren una relación directa con alguna situación vital concreta. Sin embargo, resulta llamativo cuando sucede con personas que tienen a Dios por norte, se comprometen públicamente a renunciar a su genitalidad y dejan buena parte de su voluntad en manos superiores.
El que abusa de un menor es digno de escándalo público, se conozca o no; por el atentado provocado en la vida del niño y por la podredumbre de su acción. Los casos de pederastia entre el clero católico son una vergüenza pública. La institución los condena cuando salen a la luz, pero los ocultó mientras no se conocían.
Son escasos los pedófilos en relación al número total de sacerdotes, pero todos los que los rodean con su silencio son también terroristas. Terror es lo que siente el que lo padece. Terror lo que sufre cuando no puede contarlo. Terror le da pensar en denunciar. Terror que va desapareciendo cuando va curando la herida.
El problema de la institución es que reaccionó alejando la vista, sin mirar a los ojos dañados de la víctima, evitando la cuestión ¿hay derecho? La respuesta se encuentra en el marco legislativo, donde se juzgan los delitos y se emiten sentencias. El Dios misericordioso que le espera con los brazos abiertos no está reñido con el código civil de una sociedad democrática.
No hay derecho a que se oculten estas violaciones y cualquiera que sepa de ellas tiene la obligación moral, ética, jurídica de denunciarlas. Por el amor de Dios. Por el bien de todos. (Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia).
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