aquí y ahora
ESCUCHAR Y EXPERIMENTAR
Navidad 2009
Mª MAGDALENA BENNASAR, cym@espiritualidadintegradoracristiana.com
BILBAO (VIZCAYA).
ECLESALIA, 29/12/09.- Son días de bullicio, de compromisos, también de acusar más los males: las enfermedades, las ausencias; parece que se remueve el pasado porque son fechas para re-cordar que, como sabemos, es re-vivir las experiencias, que no siempre han sido fáciles, o que las sentimos distantes y añoramos y también idealizamos el pasado
Algo así nos puede pasar con la realidad de fe que celebramos: a lo largo del Adviento se nos habla de la promesa de la llegada del Mesías, del que nos libera, del que nos trae la salud, esa salvación de los males, sobre todo emocionales, muchos de ellos causa de los físicos. De alguna manera llega Nochebuena y Navidad y podemos sentir que de nuevo, nada ha ocurrido, y la Liturgia no es que lo arregle mucho.
La añoranza del Mesías, del Amor, es patente en el mundo, en la sociedad, en nuestras vidas. Añorar es, diccionario en mano: recordar con pena la ausencia, privación o pérdida de alguien o algo muy querido.
Ojala esta Navidad no se quede en pena de ausencias
La comunidad cristiana nos pone delante de los ojos textos que eran su ancla de salvación y sujeción ante cualquier embate, interno-emocional o externo-ambiental-social.
Deseo compartir ese texto de Isaías 62, 1-5 que encabeza el tiempo de Navidad. Te invito a que lo leas despacio, varias veces, subrayando en tu corazón-emociones, las palabras que te mueven por dentro. No tiene desperdicio. La comunidad sabe de las añoranzas de promesas y experiencias. La comunidad cristiana primitiva se encuentra sin Jesús, ahora sólo les queda el Cristo de la fe, y añora su amor humano, entre ellos, su llamarles por su nombre, su invitarles a salir a pescar, sus palabras de justicia para los más desafortunados, su trato, su gesto, su palabra, su olor, el tono de su voz, su mano en el hombro, su abrazo de ánimo, su danza con ellas y ellos, sus veladas y sobremesas escuchando, sobre todo esa experiencia personal que a cada una/o le levanta, le endereza, le devuelve las ganas de ver y de oír
La comunidad añora a Jesús, le recuerda con pena y nostalgia y por eso ponen delante de sus ojos esos textos poéticos que les hacen entrar en contacto con la cueva interior, donde residen nuestras ausencias y añoranzas y donde nos resistimos a entrar porque duele y huele. Se nos olvida que el secreto de experimentar la justicia, la salvación, el Amor, está en conectar con mi cueva, entrar y adorar porque allí está el Amor, la niña/o, el dolor o ausencia que hará posible que El venga, llegue, nazca.
¿Cómo ocurrirá esto? Pues, a mí me ocurre cuando soy capaz de escuchar y experimentar desde mi cueva, que me llama por mi nombre, que yo (y la comunidad cristiana) soy su favorita, que lo que pesa no es el sentirme abandonada de tantos y tantas que me engañaron con su aparente amor, sino desposada por el Amor y la Justicia y eso produce alegría honda y ganas de compartir ese Amor y esa Justicia humilde y liberadora
Cuando oigo esto en mi cueva, a pesar del dolor y olor se hace de día, entra el sol que es El, por eso celebramos el 25 día de nacimiento del sol, y mi vida junto con la de la comunidad que lo experimenta es salvada de la eterna añoranza. Por eso entiendo que es aquí y ahora Navidad, aquí y dentro y porque trabajo ese dentro me sale, lo comparto y lo disfruto.
Feliz, no más nostalgia, feliz presente en tu cueva, escuchando la voz del Amado, y compartiendo esa calidad de justicia y solidaridad y evangelización. Os invito a danzar esa alegría de encontrar tu cueva Habitada. (Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia).
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