prepararé la cena
Escenas tras la muerte de Jesús
SIMEÓN CON NICODEMO
Entre el pavor y la esperanza
PACO BARCO, pacolina@telefonica.net
SEVILLA.
ECLESALIA, 09/04/09.-CLEOFÁS.- Pero, entra Simeón, ¿de dónde tanta honra para la casa de mi maestro Nicodemo?
SIMEÓN.- Hola Cleofás ¿está Nicodemo? Me he acercado pero mis piernas ya no sostienen a este viejo y cansado cuerpo,
CLEOFÁS.- Pasa, pasa y siéntate. Enseguida aviso a Nicodemo, se alegrará mucho al verte. Él y yo te contaremos las nuevas de nuestro Señor Jesús. Pero anda, siéntate que enseguida traigo la aljofaina con el agua.
SIMEÓN.- Eso había oído. Decían las mujeres que os habíais encontrado con el Maestro y que él os abrió los oídos.
NICODEMO.- ¡Bendito seas, Simeón! Pensaba pasar por el Templo para verte.
SIMEÓN.- Hola Nicodemo, estoy ansioso por las noticias, ¿es verdad que encontrasteis a Jesús en el camino de Emaús?
Yo ya era viejo cuando nació. En su presentación al Templo di gracias a Dios porque me había permitido conocer al Mesías. Después le seguí junto a muchos, entre ellos, vosotros. El había dicho que destruiría el Templo, que este no es lugar de oración sino cueva de ladrones y que a Dios hay que santificarle en espíritu y en verdad. Ahora acaba de morir como un maldito, en la cruz, ¿dónde iré? Los que le seguían han huido y sólo algunas de las mujeres andan por las calles y pronuncian su nombre sin miedo.
Yo soy muy viejo ¿puedo seguir confiando en él o he de volver a esperar a otro? Ahora, ¿qué he de hacer?
Dicen algunos que Jesús vive, ya lo había dicho María Magdalena y nadie la creíamos. Ahora hablan que tú y tu discípulo Cleofás habéis vuelto de Emaús transformados; vuestro miedo ha desaparecido y proclamáis, a la luz del día, que ha resucitado. ¿Es ahora cuando manifestará su reinado?
NICODEMO.- Ayer noche, cuando llegamos, busqué a Simón, pero nadie supo darme norte de su paradero, incluso algunos decían que había vuelto a Galilea. Tampoco a Santiago pudimos encontrarlo. Hoy por la mañana, en casa de María, la madre de Juan, el conocido como Marco, aquella mujer que siguió al Maestro desde que le salvó la vida cuando querían lapidarla por adultera, hemos estado con Santiago, Juan, los de Zebedeo y Zaqueo que nos hablaron que Simón comió la noche anterior en casa de Zacarías y de Isabel, la prima de María, María, la madre de nuestro Maestro y su hijo Santiago. También estaban María la de Santiago, Juana y María Magdalena.
¿Te parece bien que esta noche comamos todos en tu casa? Todos te quieren y además no levantaremos sospecha ante el Sanedrín porque saben que son muchos los hombres piadosos que buscan tus sabios consejos.
SIMEÓN.- Prepararé la cena. Precisamente había acordado con las mujeres que nos veríamos en casa y allí pasaríamos el sábado. Necesito aclararme. Hay quien dice que Jesús, el que se aparece como resucitado, es el mismo, el Hijo de la María que todos conocemos, pero a la vez uno muy diferente, otro, y que nos dice que esperemos, en oración y compartiendo todo lo nuestro, la fuerza del Espíritu que nos mandarán su Padre y él
NICODEMO.- Simeón ¿te acuerdas cuando nos decía venid a mi los que estáis cansados, los aturdidos y confundidos porque yo soy el camino, yo soy la vida? No lo dudes, Él es el Camino, la Verdad y la Vida. Pero confía, mañana hablaremos y rezaremos juntos, tenemos todo el sábado para nosotros. La Paz sea contigo
SIMEÓN.- La Paz sea contigo. Me voy a casa que se ha hecho tarde ¿Podría acompañarme Cleofás?, ya necesito apoyo para caminar. (Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia).
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