es de esperar
MIEDO CASTRANTE
REDACCIÓN DE ECLESALIA
MADRID.
ECLESALIA, 11/12/07.- Juan Rubio es el actual director de la revista Vida Nueva. Tiene su propia sección en la revista. Está después del Editorial y se llama a ras de suelo. En el último número (2.592 del 08/12/08) escribe una interesante reflexión bajo el título El miedo es libre, pero castrante. Nos ha llamado la atención. Sus palabras son certeras, claras y directas. Desnudan una realidad agazapada. El miedo se esconde en nuestra Iglesia y se asoma de forma castrante. Sentimos sus palabras como propias. Sentimos que en nuestra Iglesia falta confianza, empatía, cordialidad, frescura, amistad, verdad, perdón, corrección fraterna, como él dice. Sentimos su tristeza.
Me pone triste vivir en una Iglesia en la que el miedo, agazapado y escondido, se asoma a la palestra con burdas justificaciones de su castrante presencia. Me resisto a creer en una Iglesia en la que, por miedo, hay veces que se miente y se calla la verdad. Que se haga en otras instancias, es triste, pero no tan lacerante. Hay mucho miedo cómplice que entumece la labor profética al interior de la propia Iglesia: miedo a disentir, incluso en cosas pequeñas; miedo a los delatores y censores, que los hay y en abundante cosecha últimamente. Miedo al ataque con argumentos ad hominem, que son los que usan los necios. Miedo a que no te den prebendas, que te quiten las que ya tienes o que te manden al ostracismo borrando tu nombre de la mesa de invitados, esa mesa en la que se cuece el futuro de las personas. ¡Pobres gentes! Al miedo lo llaman ahora prudencia y mesura. Cuando anida en el interior de los cristianos produce efectos pésimos. El miedo entumece ideas y tiene profundo olor a naftalina. He visto a gentes llorar amargamente porque el miedo a mostrar como son y a decir lo que piensan los tiene entumecidos y temen perder lo que tanto sudor les costó. el miedo es natural en el prudente, y el vencerlo es lo valiente, decía Alonso de Ercilla. ¡No tengáis miedo!, gritó Juan Pablo II, ni en medio del mundo, pero tampoco en la Iglesia, un recinto para ensayar la valentía. Cuando hay miedo es que faltan muchas cosas en la vida eclesial: confianza, empatía, cordialidad, frescura, amistad, verdad, perdón, corrección fraterna. El miedo no es exclusivo ni del clérigo no del segar. Anida en mitras, sotanas, capelos, cátedras, editoriales, hábitos, claustros, consejos, asociaciones y conventos. Es libre y universal.
Tomamos sus palabras. Es tiempo de adviento. Es de esperar.
Paz y bien.
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