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ecleSALia del 11/04/07 al 31/07/10

humanizado

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DIOS HUMANIZADO
MIGUEL ESQUIROL VIVES
COCHABAMBA (BOLIVIA).

ECLESALIA, 04/01/07.- “¿De qué lado de la ventana quiere que esté su hijo?” Así hacía publicidad una universidad privada del país. En su propaganda se veía un gran edificio moderno con fachada de vidrio y en la parte exterior del mismo, colgado en un andamio, un obrero limpiando las ventanas. Metáfora inteligente y también de mal gusto, pero que encierra la situación de nuestro país. Los que han nacido en la parte interior de la ventana desconocen la vida de los de afuera, los de afuera ingresan muchas veces dentro del edificio, pero para servir y no sabemos los de adentro lo que el inconsciente irá construyendo en aquellos que ven el contraste de su vida con la vida cómoda y a veces de lujo o despilfarro de los de adentro, claro que nadie tiene la culpa de haber nacido dentro o fuera, pero los de adentro tampoco les ha interesado mucho saber cómo sienten los de afuera. Y eso es lo que hace imposible el diálogo hoy.

Nuestro país, Bolivia, está dividido, y siempre lo ha estado, desde su fundación. Antes gobernaba la clase rica y los pobres bloqueaban y ahora gobiernan los campesinos y bloquean las clases acomodadas, y estando en las entrañas de esta Navidad, podríamos preguntarnos: ¿Qué importancia tendrá esta fiesta ante tal situación? Quizás ninguna o como una pausa, pues seguramente las fuerzas en pugna se replegarán hasta el mes de enero y cada uno interpretará y celebrará la fiesta a su modo. Y eso sí, los comerciantes harán su agosto.

Y yo me preguntaba: ¿Qué querrá decir eso de que Dios se hizo hombre? Y me pareció que lo más lógico, -pues la religión debe ser lógica, no en contra de nuestra inteligencia aunque pueda superarla, pero nunca ir en contra de ella-, que el hacerse hombre era humanizarse.

Sí, me pareció que eso que llamamos Dios, el Misterio de ese cosmos infinito, el Aliento de futuro, el Ansia de vivir, la Capacidad de amar por encima de nuestro instinto, el Deseo de perfección, de belleza y de eternidad se hizo primero agua, tierra y barro, luego sol y luna, y también se hizo planta, se hizo pez y pájaro, es lo que se ha llamado la creación, pues entonces el espíritu de Dios se zambullía en las aguas, como dice la Biblia. Y por fin se hizo niño para llegar a ser hombre y ¿porqué no niña para hacerse mujer? Y todo ello es lo que los cristianos llamamos encarnación.

Y eso es la Navidad. Dios de carne y hueso, lo que nunca nos lo hemos creído del todo y siempre hemos levantado los ojos al cielo para nombrar a Dios o para hablarle y no los hemos dirigido a los demás, sobre todo si son de otra clase u otra raza o diferentes, ni tampoco lo hemos encontrado dentro de nosotros mismos. Es más fácil y cómodo tener a Dios fuera y acudir a Él según nuestras necesidades e intereses.

Y a eso es a lo que somos llamados los seres humanos, esa es nuestra vocación, la misma de Dios, humanizarnos. Pero después de tantos miles o millones de años de estar el ser humano sobre la tierra, seguimos a tientas acertando y equivocándonos en el camino de nuestra humanización. Creyendo que acumulando dinero olvidándose del otro o a costa del otro nos humanizamos. O manipulado al otro o despreciándolo para sentirme más y venciéndolo hasta saborear su derrota. Seguimos mirando sólo nuestro lado, nuestro interés y no el del otro para poder llegar a un acuerdo, preferimos enfrentarnos antes que encontrarnos.

Y ¿cómo se humaniza Dios? Se humaniza haciéndose el otro, poniéndose en la piel del otro, poniéndose en el lugar del otro, comprendiendo al otro. Y si nuestra misión en la vida es humanizarnos para ser felices, ponernos en la piel del otro será el camino para ser felices. Eso será hacerse hombre o mujer, eso será crecer, pero de verdad, no sólo por un crecimiento sólo físico o sólo económico o sólo estético, sino en humanidad completa, Y esta es nuestra misión en el mundo, humanizarlo, humanizar la naturaleza, las cosas, nuestros trabajos, nuestras familias, nuestras relaciones, nuestras estructuras sociales, nuestras ciudades, nuestras vidas. Que nuestras relaciones sean humanizadoras y no cosificadotas y facilitemos y no estorbemos la humanización de los otros, sólo así creceremos nosotros y crecerá el país. Y nuestros hijos crecerán y se humanizarán, estén dentro o fuera de la ventana, si logran ponerse en el lugar del otro. (Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia).


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