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ecleSALia del 11/04/07 al 31/07/10

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-> CEUTA Y MELILLA, LA HORA DE LA VERDAD
-> ¿HASTA CUÁNDO…?
-> ¡SEÑOR: NO PERMITAS QUE ACABEN MURIENDO!

CEUTA Y MELILLA, LA HORA DE LA VERDAD
JOSÉ IGNACIO CALLEJA, Profesor de Moral Social Cristiana
VITORIA (ÁLAVA).

ECLESALIA, 11/10/05.- Yo creo que la mayoría de nosotros estamos viviendo los acontecimientos de Melilla y Ceuta como si nos retorcieran un brazo hasta hacernos gritar, ¡basta! Es un dolor moral que casi podemos sentir de forma física.

Oímos con estupor unas noticias que no queremos asumir y vemos unas imágenes que no podemos reconocer. Pero las noticias son ciertas y las imágenes nos inculpan.

Vamos a dejarnos de pamplinas. Que si es competencia de Marruecos. Que si tiene unos compromisos internacionales que no cumple. Que si hace la vista gorda y presiona para lograr más ayuda económica de Europa. Que si aspira a hacerse con Ceuta y Melilla. Bien. Enredos políticos. Interesante. Pero la gente, la gente que huye de la miseria en África, está ahí, con todos sus derechos de persona y con toda la urgencia de un estado de necesidad. Y en caso de necesidad absoluta, todos los bienes, hasta cubrir los mínimos de una vida digna de tal nombre, son comunes. La tradición moral cristiana, y en esto no hace sino aplicar el sentido común ante la vida, enseña que, en caso de extrema necesidad, prima el uso común de los bienes de la tierra sobre otros derechos, como el de propiedad privada o los derivados de la soberanía de los Estados. Mucho más, como es el caso, si la propiedad privada y las sociedades desarrolladas han acumulado tanto poder que pueden y deben considerarse estructuras de opresión humana. En lenguaje del cristianismo, estructuras de pecado, es decir, pecados que han cristalizado como estructuras de esclavitud contra los pobres.

Se dice que el problema es muy complejo, y es cierto. Pero se están proponiendo medidas que no son tan difíciles. Es la hora de exigirlas. Es la hora del talante socialista en la mayoría de la población y en sus gobernantes. ¿Cuáles? Pensemos en éstas:

- Que se cree una Comisión de Investigación, con la participación de observadores internacionales independientes, que aclare todo lo sucedido en los luctuosos sucesos de Ceuta y Melilla y determine las responsabilidades a que hubiere lugar, por parte de España, de Marruecos y de la Unión Europea.

- Que Europa exija y ayude a poner fin de inmediato a la persecución, hostigamiento, violencia y deportaciones hacia la muerte en las fronteras de Argelia y Mauritania por parte del gobierno marroquí sobre los inmigrantes subsaharianos.

- Que se exija y habilite el acceso de ayuda de emergencia a estas personas a cargo de organismos internacionales de carácter humanitario.

- Que se cumplan escrupulosamente los convenios internacionales y las leyes españolas que protegen al solicitante de asilo y que establecen protocolos de atención a los inmigrantes.

- De forma más general, es imprescindible un cambio de rumbo en las políticas migratorias de la Unión Europea, que tengan como eje inspirador los criterios de solidaridad y de respeto a los derechos humanos, con especial atención a la deuda histórica con el continente africano.

- Es moralmente obligatorio compartir y exigir las campañas internacionales de condonación de la deuda externa, el destino del 0’7% al desarrollo y la puesta en marcha de un ambicioso plan de cooperación para el desarrollo estructural destinado prioritariamente a acabar con las situaciones de pobreza y miseria que vive el continente africano. Cuantos trabajan por el fin de la violencia que arruina a numerosos países africanos, y por su democratización, hacen, sin duda, una aportación irrenunciable para el futuro.

Ideas y llamamientos, por tanto, hay muchos. Voluntad política en los gobernantes, y pueblos que se lo exijan, esto es lo que falta. (Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia).

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¿HASTA CUÁNDO…?
JUAN DE DIOS REGORDÁN DOMÍNGUEZ
ALGECIRAS (CÁDIZ).

ECLESALIA, 11/10/05.- Vallas que separan y muros que aíslan. En un mundo cada vez más abierto, al mismo tiempo cada vez existe mayor desconfianza y egoísmo. Quiénes vivimos, más o menos, en la abundancia nos convertimos en islas entre un inmenso océano de necesidades. Las vallas, los muros y otras barreras pretenden defender la seguridad y poner a salvo del asalto de los empobrecidos. Ahora se les llama “menos favorecidos” porque la palabra “pobre” nos suena mal y parece que nos deja más tranquilos en nuestros silencios, usando palabras más suaves.

Al otro lado de las vallas-fronteras de Ceuta y Melilla acechan a la suerte varios cientos de africanos procedentes de Níger, Mali, Burkina, Congo…donde la sequía, la guerra, la inseguridad, la necesidad hacen insufrible la vida de las mayorías. Los que esperan pasar, han recorrido miles de Kilómetros, han atravesado el desierto, pagado sobornos y padecido abusos, especialmente las mujeres, para entrar en vía muerta: no pueden volver ni avanzar. Se alzan las vallas y se refuerza la vigilancia. ¿Hasta cuándo va a continuar esta situación? Las encuestas sobre la inmigración reflejan actitudes muy complejas y a veces poco solidarias.

Cuando se acerque y llegue el invierno con sus fríos ¿dónde se podrán cobijar los que esperan ante las vallas o los que se encuentran semiescondidos en los montes, sin nada de comer y con escaso abrigo? En esta situación, intentar saltar vallas es humano. No pueden esperar morir poco a poco y de prisa. Sin entrar en responsables cercanos, las muertes están ahí. Los pobres no son peligrosos, se les hace “molestos” cuando se les niega la comida y el derecho a la vida.

La inmigración no puede solucionarse con controles de fronteras, ni sólo con “cupos de mano de obra” admitidos según el momento económico o las necesidades de nuestras campañas agrícolas. Plantear la inmigración como un problema de orden público puede convertirse en un camino peligroso y sin salida. Por otra parte, dejar el problema en manos de la solidaridad de la buena gente es eludir la responsabilidad de quiénes fueron elegidos para hacer una sociedad más justa.

La inmigración es el resultado de la injusticia y viene a sacar a la luz las propias contradicciones internas de un ensalzado modelo económico y social. Si no se soluciona la inmigración, seguirá agravándose como asignatura pendiente. No podemos quedarnos tranquilos haciendo a las víctimas culpables de su situación y protegiéndonos contra sus intentos de buscar la defensa de sus vidas. ¿Hasta cuándo esperar? (Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia).

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¡SEÑOR: NO PERMITAS QUE ACABEN MURIENDO!
JUAN ZAPATERO
BARCELONA.

ECLESALIA, 11/10/05.- ¡Señor!:
hoy quiero pedirte, de entrada y sin más,
compasión y misericordia para todos los subsaharianos
que han sido abandonados en medio del desierto
sin pan, sin agua y sin ningún tipo de ayuda
con qué poder resistir y aguantar
para poder continuar sobreviviendo.

¿No te acuerdas, Señor,
que tu pueblo de Israel, hace ya unos cuantos siglos,
vivió la misma experiencia,
cuando estuvo viviendo en el desierto
durante cuarenta años?

Seguro que sigues teniendo muy presente
la situación tan desesperada que vivieron aquellos israelitas,
hasta el punto de llegar a renegar de Ti
y echarte la culpa de todos los males
que en aquellos momentos convulsionaban sus vidas.

Pero tu compasión y tu misericordia,
siempre grandes e inmensas hasta rebosar,
hicieron aquel gran milagro
de darles el pan del maná y el agua de la roca,
que les ayudó a aguantar hasta llegar a la Tierra Prometida.

Hoy, Señor,
no te pido que hagas el milagro
de enviar pan y agua a esos pobres subsaharianos;
y no te lo pido sencillamente porque no es necesario.

Pero, en cambio, sí que te pido un milagro aún más difícil:
que muevas nuestros corazones y nuestras conciencias;
pero mueve sobre todo el corazón y la conciencia
de los que gobiernan la Unión Europea,
la del presidente de los Estados Unidos,
y la de los gobernantes de los países más ricos del mundo.
Pues somos nosotros y ellos quienes tenemos la solución.

Pero este milagro, Señor,
sí que te resultará difícil,
debido, entre otras cosas,
a que nuestros ojos están cegados por la avaricia
y nuestro corazón embotado por el egoísmo.

Señor:
hoy te pido que tengas misericordia y te apiades de ellos y de mi.
(Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia).

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