coordinación esperada
El pasado 9 de septiembre, en el marco del XXV congreso de teología, Eclesalia participó en la primera reunión de grupos y colectivos cristianos de talante aperturista de la Iglesia católica española. Acudimos a la invitación que se nos había hecho. Después de las presentaciones de unas veinticinco personas, cristianas y cristianos representantes de casi todas las regiones y de varios colectivos de Iglesia, escuchamos con esperanza los planteamientos que fuimos haciendo en torno a la necesaria coordinación de sentires comunes presentes en numerosos grupos dispersos en nuestro país. Apoyamos la idea de saber unos de otros porque, estando tan separados, tan sin noticias unos de otros, nos resulta casi imposible enriquecernos con nuestras propias experiencias y, frecuentemente, quedamos relegados a la periferia y a la marginalidad en la Iglesia y en la sociedad de nuestro país.
Pensamos que una imagen más cohesionada de nosotros mismos, de lo que somos y pretendemos -sin que nadie tenga que renunciar a su propia identidad-, podría ayudarnos a profundizar mejor en nuestro ser y vivir en cristiano y a debilitar la triste figura de la Iglesia de nuestros días. A todos nos ayudaría, se pensaba, a recuperar la esperanza.
En la reunión nos fuimos animando a coordinarnos para mostrar que otra forma de Iglesia posible ya está siendo realidad, con otra presencia pública, otro rostro y otra voz. Nos planteamos que para llevar a cabo esta coordinación no se necesitaría crear un nuevo grupo ni una pesada burocracia, sino simplemente arbitrar un instrumento práctico, ágil y eficaz.
Pensamos entre todos en un sujeto amplio con talante renovador y aperturista. Un sujeto que abarque desde los colectivos que ya están funcionando en cada región (grupos, movimientos, comunidades, asociaciones, coordinadoras, etc.) y aquellos que, bien informados, podrían sumarse a la iniciativa (parroquias y grupos parroquiales, grupos de jóvenes, asociaciones seglares vinculadas a congregaciones religiosas), hasta esa mayoría silenciosa (individual, sin filiación alguna) que espera, busca y desea una Iglesia verdaderamente fraterna.
Llegados aquí, vimos la necesidad de finalizar la reflexión y dejar el estudio sobre otros posibles aspectos de la coordinación para reuniones sucesivas. Antes de finalizar el encuentro nos pareció necesario ponernos la tarea de informar de esta reunión e invitar a formar parte de la coordinación a los grupos, colectivos, comunidades, movimientos, asociaciones, instituciones que se sientan llamados a participar. Esta es la pretensión del texto que hoy publicamos en Eclesalia, fruto de aquella reunión.
Por nuestra parte seguiremos informando.
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INVITACIÓN A LA COORDINACIÓN
CRISTIANOS DESDE LA BASE
ESPAÑA.
ECLESALIA, 14/09/05.- Estimados/as amigos/as: A nadie se le escapa la resistencia que las instituciones habitualmente levantan ante la ineludible ley del cambio. Resistencia que frecuentemente suele provocar profundas crisis e interminables conflictos que sólo el diálogo, la tolerancia mutua y el consenso asumido y compartido logran superar.
Viene muy a cuento esta reflexión porque ante la profunda crisis que está atravesando la religión en nuestro contexto occidental y particularmente las crisis de significación de la fe cristiana y de credibilidad de las Iglesias, todas y todos los creyentes cristianos estamos llamados a dar alguna respuesta.
Frecuentemente nos sentimos desafectados por las respuestas que, en este campo, está dando un sector de la iglesia católica, no sólo la jerarquía. No nos sentimos identificados con la lectura que frecuentemente hace de los acontecimientos, ni con las propuestas que ofrece para superar los nuevos desafíos. Percibimos una lectura mayoritariamente parcial y deformada de la realidad, casi siempre negativa, y unas ofertas de fe y de prácticas éticas anacrónicas y fuera del alcance cultural que estamos viviendo. Nos viene a la memoria, en estas ocasiones, la sabia y evangélica invitación del papa bueno, Juan XXIII, de estar siempre abiertos a la realidad y dispuestos a analizar en profundidad los nuevos signos de los tiempos. Porque, a pesar de sus apariencias, son siempre portadores de alguna Buena Noticia.
Siguiendo este viejo consejo, un amplio grupo de cristianos y de cristianas católicos, con talante renovador y en el espíritu del Vaticano II, nos estamos coordinando para poner en común otras visiones de la realidad, para ayudarnos mutuamente a responder desde la fe a sus nuevos desafíos y para ofrecer a la sociedad y a la misma Iglesia otra voz que complemente la presencia cristiana en el ámbito público. No podemos, como cristianos y cristianas, estar siendo siempre profetas de la desgracia, oponiéndonos por principio a todo lo que, siguiendo la inexorable ley del cambio, se mueve o se renueva. Sin renunciar para nada a la denuncia profética, la oferta cristiana no sería tal si llegáramos a descuidar algún día su papel de mensajera de las buenas noticias. Jesús de Nazaret mismo, cuya denuncia profética es incuestionable, no dejaba de extasiarse ante la presencia y gracia del Abba en lo más ordinario de la vida, en los lirios del campo, en los niños, en los pobres Para esta coordinación que os proponemos, nosotros no tenemos más programa que el Evangelio. No tenemos derecho a ofreceros ningún otro programa que debáis aceptar. Lo que hagamos tendrá que ser fruto de la participación y consenso de todos y de todas. De momento, hemos creído que, para empezar, a lo mejor puede ayudarnos a reflexionar juntos un esquema como el siguiente:
1. Necesidad y oportunidad de la coordinación entre los cristianos seguidores del espíritu del Vaticano II.
2. ¿Qué debería pretender dicha coordinación?
3. ¿Cuál debería ser el sujeto a coordinarse? Criterios.
4. ¿Cómo queremos que sea? Hacia dónde orientarnos? ¿Con qué mediaciones?
5. Proceso a seguir y agenda: Fechas, tareas, etc.
- - -> Para más información: Ponte en contacto con eclesalia@ciberiglesia.net y reenviamos tus datos a la persona de referencia en tu región.
Pensamos que una imagen más cohesionada de nosotros mismos, de lo que somos y pretendemos -sin que nadie tenga que renunciar a su propia identidad-, podría ayudarnos a profundizar mejor en nuestro ser y vivir en cristiano y a debilitar la triste figura de la Iglesia de nuestros días. A todos nos ayudaría, se pensaba, a recuperar la esperanza.
En la reunión nos fuimos animando a coordinarnos para mostrar que otra forma de Iglesia posible ya está siendo realidad, con otra presencia pública, otro rostro y otra voz. Nos planteamos que para llevar a cabo esta coordinación no se necesitaría crear un nuevo grupo ni una pesada burocracia, sino simplemente arbitrar un instrumento práctico, ágil y eficaz.
Pensamos entre todos en un sujeto amplio con talante renovador y aperturista. Un sujeto que abarque desde los colectivos que ya están funcionando en cada región (grupos, movimientos, comunidades, asociaciones, coordinadoras, etc.) y aquellos que, bien informados, podrían sumarse a la iniciativa (parroquias y grupos parroquiales, grupos de jóvenes, asociaciones seglares vinculadas a congregaciones religiosas), hasta esa mayoría silenciosa (individual, sin filiación alguna) que espera, busca y desea una Iglesia verdaderamente fraterna.
Llegados aquí, vimos la necesidad de finalizar la reflexión y dejar el estudio sobre otros posibles aspectos de la coordinación para reuniones sucesivas. Antes de finalizar el encuentro nos pareció necesario ponernos la tarea de informar de esta reunión e invitar a formar parte de la coordinación a los grupos, colectivos, comunidades, movimientos, asociaciones, instituciones que se sientan llamados a participar. Esta es la pretensión del texto que hoy publicamos en Eclesalia, fruto de aquella reunión.
Por nuestra parte seguiremos informando.
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INVITACIÓN A LA COORDINACIÓN
CRISTIANOS DESDE LA BASE
ESPAÑA.
ECLESALIA, 14/09/05.- Estimados/as amigos/as: A nadie se le escapa la resistencia que las instituciones habitualmente levantan ante la ineludible ley del cambio. Resistencia que frecuentemente suele provocar profundas crisis e interminables conflictos que sólo el diálogo, la tolerancia mutua y el consenso asumido y compartido logran superar.
Viene muy a cuento esta reflexión porque ante la profunda crisis que está atravesando la religión en nuestro contexto occidental y particularmente las crisis de significación de la fe cristiana y de credibilidad de las Iglesias, todas y todos los creyentes cristianos estamos llamados a dar alguna respuesta.
Frecuentemente nos sentimos desafectados por las respuestas que, en este campo, está dando un sector de la iglesia católica, no sólo la jerarquía. No nos sentimos identificados con la lectura que frecuentemente hace de los acontecimientos, ni con las propuestas que ofrece para superar los nuevos desafíos. Percibimos una lectura mayoritariamente parcial y deformada de la realidad, casi siempre negativa, y unas ofertas de fe y de prácticas éticas anacrónicas y fuera del alcance cultural que estamos viviendo. Nos viene a la memoria, en estas ocasiones, la sabia y evangélica invitación del papa bueno, Juan XXIII, de estar siempre abiertos a la realidad y dispuestos a analizar en profundidad los nuevos signos de los tiempos. Porque, a pesar de sus apariencias, son siempre portadores de alguna Buena Noticia.
Siguiendo este viejo consejo, un amplio grupo de cristianos y de cristianas católicos, con talante renovador y en el espíritu del Vaticano II, nos estamos coordinando para poner en común otras visiones de la realidad, para ayudarnos mutuamente a responder desde la fe a sus nuevos desafíos y para ofrecer a la sociedad y a la misma Iglesia otra voz que complemente la presencia cristiana en el ámbito público. No podemos, como cristianos y cristianas, estar siendo siempre profetas de la desgracia, oponiéndonos por principio a todo lo que, siguiendo la inexorable ley del cambio, se mueve o se renueva. Sin renunciar para nada a la denuncia profética, la oferta cristiana no sería tal si llegáramos a descuidar algún día su papel de mensajera de las buenas noticias. Jesús de Nazaret mismo, cuya denuncia profética es incuestionable, no dejaba de extasiarse ante la presencia y gracia del Abba en lo más ordinario de la vida, en los lirios del campo, en los niños, en los pobres Para esta coordinación que os proponemos, nosotros no tenemos más programa que el Evangelio. No tenemos derecho a ofreceros ningún otro programa que debáis aceptar. Lo que hagamos tendrá que ser fruto de la participación y consenso de todos y de todas. De momento, hemos creído que, para empezar, a lo mejor puede ayudarnos a reflexionar juntos un esquema como el siguiente:
1. Necesidad y oportunidad de la coordinación entre los cristianos seguidores del espíritu del Vaticano II.
2. ¿Qué debería pretender dicha coordinación?
3. ¿Cuál debería ser el sujeto a coordinarse? Criterios.
4. ¿Cómo queremos que sea? Hacia dónde orientarnos? ¿Con qué mediaciones?
5. Proceso a seguir y agenda: Fechas, tareas, etc.
- - -> Para más información: Ponte en contacto con eclesalia@ciberiglesia.net y reenviamos tus datos a la persona de referencia en tu región.
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