de Dios
ORACIÓN DE DIOS
JOAQUÍN AUTRÁN, jautran@ole.com
MADRID.
ECLESALIA, 07/07/05.- Me doy un paseo por los barrios, entro en casas, prisiones, en el metro, en chabolas, en salones oscuros y solitarios... veo el mundo. Los ojos y los corazones se vuelven a Mi con interrogantes de angustia, soledad, necesidad, desorientación... y quiero dar respuesta.
Miro al mundo y me vuelvo a ti, hombre, para rezarte, para orarte y convocarte, para poner ante ti todas estas realidades, para que veas por mis ojos y sientas con mi corazón.
Necesito tus oídos porque quiero escuchar las historias de los 80 años de Rosario, y devolverle una sonrisa para que sepa que no está sola, que no sobra.
Necesito tus brazos porque quiero dar un abrazo y proteger al niño que mira asustado al mundo que le agrede.
Necesito tus palabras porque quiero saludar y llamar por su nombre a José, el que pide en la puerta del metro y es invisible para los ojos de los que vais corriendo detrás del reloj.
Necesito tus manos porque quiero darle una palmada de ánimo a David, que a pesar de sus recaídas lleva 15 días sin consumir.
Necesito tu trabajo porque quiero meter la mano en el bolsillo y ayudar a María, que trabaja sin parar y a su marido Manuel que lleva 5 años en paro y tienen tres niños.
Necesito tu corazón porque quiero acoger a Reinaldo, que tuvo que dejar su país porque no tenía futuro y se ha convertido en un sin papeles.
Te necesito a ti porque quiero explicarles a Marta y Juan que a pesar de que no pueden comprar un piso, Yo tengo un mensaje de amor y libertad para ellos. Te necesito a ti porque quiero acariciar al que no recibe caricias, nombrar al que no tiene nombre, gritar con el olvidado, cantar con el que está alegre y luchar con el que lucha por la justicia.
Necesito que les digas que son el centro de mi Reino, te rezo para que seas mis manos, mis ojos, mis oídos y mi boca.
JOAQUÍN AUTRÁN, jautran@ole.com
MADRID.
ECLESALIA, 07/07/05.- Me doy un paseo por los barrios, entro en casas, prisiones, en el metro, en chabolas, en salones oscuros y solitarios... veo el mundo. Los ojos y los corazones se vuelven a Mi con interrogantes de angustia, soledad, necesidad, desorientación... y quiero dar respuesta.
Miro al mundo y me vuelvo a ti, hombre, para rezarte, para orarte y convocarte, para poner ante ti todas estas realidades, para que veas por mis ojos y sientas con mi corazón.
Necesito tus oídos porque quiero escuchar las historias de los 80 años de Rosario, y devolverle una sonrisa para que sepa que no está sola, que no sobra.
Necesito tus brazos porque quiero dar un abrazo y proteger al niño que mira asustado al mundo que le agrede.
Necesito tus palabras porque quiero saludar y llamar por su nombre a José, el que pide en la puerta del metro y es invisible para los ojos de los que vais corriendo detrás del reloj.
Necesito tus manos porque quiero darle una palmada de ánimo a David, que a pesar de sus recaídas lleva 15 días sin consumir.
Necesito tu trabajo porque quiero meter la mano en el bolsillo y ayudar a María, que trabaja sin parar y a su marido Manuel que lleva 5 años en paro y tienen tres niños.
Necesito tu corazón porque quiero acoger a Reinaldo, que tuvo que dejar su país porque no tenía futuro y se ha convertido en un sin papeles.
Te necesito a ti porque quiero explicarles a Marta y Juan que a pesar de que no pueden comprar un piso, Yo tengo un mensaje de amor y libertad para ellos. Te necesito a ti porque quiero acariciar al que no recibe caricias, nombrar al que no tiene nombre, gritar con el olvidado, cantar con el que está alegre y luchar con el que lucha por la justicia.
Necesito que les digas que son el centro de mi Reino, te rezo para que seas mis manos, mis ojos, mis oídos y mi boca.
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