fuegos artificiales
TRAS LA VISITA DEL PAPA A VALENCIA
GRUP DE RECTORS DEL DISSABTE
VALENCIA.
ECLESALIA, 13/07/06.- Ante el desarrollo de la visita del Papa a València y las reacciones que ha producido todo el montaje de la misma por parte de los organizadores, la reflexión que el Grup de Rectors del Dissabte hizo pública el pasado 24 de abril*, ha resultado lúcida y premonitoria.
En dicha reflexión pedíamos al Papa que nos ayudase a ser fieles al Evangelio, para poder iluminar, desde la fe, los problemas que hoy vivimos. En concreto, que nos ayudase a saber acompañar también cristianamente las nuevas formas de convivencia familiar y las situaciones familiares difíciles; a defender y estar al lado de las familias inmigrantes; a actuar siempre como artífices de reconciliación, perdón y paz; y a saber situarnos con libertad y confianza en la nueva situación socio-política democrática, laica y plural. Estos problemas no han sido tratados en las reflexiones y, por tanto, no hemos recibido la ayuda deseada en estos gravísimos problemas que afectan hoy a tantas familias.
No obstante nos ha dado esperanza el estilo y talante que el Papa ha manifestado en sus discursos y gestos, distanciándose mucho de los modos guerreros, agresivos e inmisericordes de ciertos responsables jerárquicos de nuestra Iglesia española. Sus palabras, enmarcadas en la doctrina tradicional del magisterio, han sido mas propositivas que condenatorias y se han dirigido, fundamentalmente, al Pueblo de Dios para que crea en la belleza del plan de Dios sobre la familia. Creemos que es importante resaltar la sensibilidad que el Papa ha mostrado en no atacar los modos legales como el gobierno legítimo y democrático actual trata los temas relacionados con el matrimonio y la familia, pues esto significa un cierto correctivo para nuestros obispos y una cierta descalificación de sus maneras de manifestarse y de presentarse en nuestra sociedad.
Por otra parte, tenemos que señalar que los organizadores de la visita no han tenido en cuenta la ayuda que nosotros queríamos que se ofreciese al Papa, para que su visita fuese más evangélica y esperanzadora para todos. Como presbíteros, y siguiendo la enseñanza de la encíclica Deus caritas est, señalábamos (en nuestra reflexión de abril) la necesidad de desmercantilizar la religión y no ser instrumentos de intereses espúrios a la fe; potenciar la sencillez y evitar el espectáculo y la masificación; no prestarse a la utilización partidista y política del viaje; y acercarse siempre a los pobres y excluidos. Los organizadores, en cambio, han caído en los peligros contrarios al espíritu que proponíamos. La manipulación selectiva de los sonidos e imágenes ofrecidas por televisión y sus comentarios tendenciosos, provocadores y partidistas, carentes de auténtica caridad pastoral, desfiguran la imagen de la Iglesia y del Papa.
Las reacciones contra la Iglesia que se han producido por el modo de organizar, preparar y desarrollar la visita, han sido y son tan duras y públicas, que nos duelen inmensamente. Como miembros activos de la Iglesia y conocedores de su misión, nos inquieta que todo esto haya provocado el bloqueo de muchos y la adversidad, de no pocos, hacia la Iglesia. Esta situación nos va a hacer, aún más difícil, nuestra tarea evangelizadora.
Nos causa una honda preocupación pastoral constatar cómo para muchas personas, estas maneras de actuación, convierten a la Iglesia -y a su representante mas significativo, el Papa-, no en signo de luz y esperanza, sino más bien en motivo de tropiezo, apostasía, división intransigente de unos y otros y enfrentamiento social y político. Esta constatación nos debe servir no para encerrarnos y aislarnos en una autodefensa a ultranza o en la autosatisfacción por los éxitos de masas conseguidos, sino para hacer una profunda reflexión para ver si el modo y manera en que nos presentamos ante el mundo, son los realmente evangélicos y si son los aptos para la sociedad actual. En esta revisión hemos de tener siempre presente que la Iglesia no está para manifestar fuerza y poder ni para crear bandos, unos en contra de otros, sino para acrecentar y potenciar la unidad del género humano, proclamando la fraternidad de todos por la común condición de hijos e hijas de Dios (L.G. nº1).
Una vez concluido el castillo de fuegos artificiales, esperamos que sabremos sacar las consecuencias correspondientes. Confiamos que todos en la Iglesia renovemos, con fuerza, nuestra profunda fe en el Evangelio y la confianza inquebrantable en el Espíritu. Sólo así podremos mantenernos firmes en el tajo para saber ofrecer, de la mejor manera posible, la bella propuesta cristiana del proyecto amoroso y liberador de Dios para los hombres y mujeres de hoy y estar abiertos a tantas otras formas de vivir en familia como las que la vida nos depara, sabiendo acompañarlas cristianamente y dándoles, también, todo el valor cristiano que puedan representar. (Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia).
València, a 11 de julio 2006
* NOTA DE EDICIÓN: La reflexión llevaba por título "Con motivo de la visita del Papa Benedicto XVI a València"; publicada en Eclesalia el 28 de abril de 2006.
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