iglesia herida
IGLESIA HERIDA
JOAQUÍN MARTÍNEZ SÁNCHEZ, teólogo
MADRID.
ECLESALIA, 22/05/06.- Quizá confundíais a Marcial Maciel con Lafuente Estefanía (escritor español 1903-1984). No teníais idea de lo honda que es la herida en esta Iglesia que aparenta ser pulida como chorros de oro brincando de los bancos y las joyerías. No os enfadéis, no maldigáis a ese pobre ser humano que tardó cincuenta años en construir un imperio después de esa noticia que hoy os agobia y os hace pensar en Somorra y Godoma, Morroso y Gomoso, o viceversa. Pasaron cincuenta años.
Mirad, amigas y amigos, cuál es la causa de que os escriba. Hace un poco menos, diez años, estaba yo en México como esas dos chicas catalanas que acaban de expulsar de Chiapas por crímenes tales cuales los míos: acompañar a las comunidades indígenas, dejarse enamorar por los/as más pobres soportar amenazas, vejaciones, hasta dejarse violentar por ser débiles, tan débiles o menos que muchas mujeres machacadas por el mismo terror, en San Salvador Atenco.
Esta comparación también me hace sospechoso pero yo no vivía en una zona zapatista sino en el empeine de la Sierra Madre del Sur, montaña mixteca, estado de Guerrero enviado por el obispo Rafael, acapulqueño de adopción y por un vicario estupendo, Ramón quien más trabajó por organizar la iglesia en comunidades de base, grupos de derechos humanos, empresas sociales formado en seminarios y conferencias de la CELAM tan genuino y cabal como María de Tepeyac. A mí me enseñó que la pastoral es un conjunto y me acogió la esperanza de que la educación, el evangelio y hasta la madre de esta iglesia hablase en mixteco (además de en español y en nahuatl).
La estampa local tenía otros sellos uno, el ejército ocupante de las zonas indígenas por esto o por aquello, para evitar el cultivo de drogas y para rondar la sombra de un pueblo más pobre que el Sudán, sin exagerar Otro sello era de Marcial, los legionarios. Tendría que rimar: ejército con legionarios. Podría conseguirlo, pero eran de Cristo y no me atrevo. Tal legión se encargaba de formar a laicos evangelizadores a tiempo completo, un muchacho a quien bien recuerdo, encariñado con esta cebra de español y mixteco que era yo me contaba que le enseñaban a tener miedo de los teólogos de la liberación y a tener complejo contra las comunidades eclesiales de base, porque eran un foco de izquierdismo lo cual quiere decir que aceptaban todas las novedades. Un horror, ¿verdad?
Mi amigo del alma, el vicario Ramón, tuvo que exiliarse de un país democrático protegido por el estado de derecho. Su historia daría para hacer otro romance entre la Iglesia y Cristo, pero será otro día. A mí me acusaron de izquierdista por hablar mixteco y sobre todo porque no entendían que hacía allí un español sino armar la revolución por mucho que fuera objetor de conciencia y pacifista.
Hace ya diez años que los periódicos mexicanos hablaban de Marcial por lo que ahora hablan todos los periódicos del mundo. Pero ninguno contará que la Iglesia universal sufrió una condena previa contra las comunidades de laicas y de laicos que eran plurales, democráticas, gozosas abiertas a las novedades por fidelidad al evangelio. Nos persiguieron, nos calumniaron y ahora ni siquiera deseamos la venganza.
Marcial, si alguna vez lees esto en un portal de la iglesia de base, puedes creer que al cabo de cincuenta años sólo nos importa la verdad y que se acabe el cuento y que empiece el reino en que todas y todos reinan por lo cual es de Dios-a.
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