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CRUCIFICADOS EN LA HISTORIA
Masacre en Bagua, Perú
JOSÉ MORENO LOSADA, sacerdote capellán en la UEx y consiliario de Acción Católica, jmorenol@unex.es
BADAJOZ.

ECLESALIA, 15/06/09.- Estoy impactado y casi no sé que decir, pero tengo que gritarlo. Acaban de llegarme las fotografías espeluznantes de la masacre en Bagua, población del departamento de Amazonas en Perú. Me las ha hecho llegar, Manolo Vélez, misionero extremeño que vive en aquella zona. He pasado por ese pueblo en muchas ocasiones en mis viajes a Perú, un pueblo de mucho movimiento comercial, lugar de paso y ni puesto a soñar podría imaginar que algún día podría recibir en mi correo electrónico por la mañana, tanto dolor y tanto sufrimiento de una población como aquella. Una vez más me encuentro con los crucificados de la historia, con el sufrimiento de los inocentes, con el pueblo linchado. No puede ser, me digo y me duelen las entrañas. Empiezo a recordar personas concretas que conozco de allí, religiosos, el sacerdote peruano Castinaldo que estuvo varios años realizando sus estudios en Salamanca y los veranos los pasaba en la parroquia de San Fernando en Badajoz y que ahora es párroco de aquella población, catequistas, hombres de campo que aprendieron a leer con la Biblia, y los imagino en medio de la masacre con el corazón en un puño y desgarrados de dolor, algunos de ellos seguro que heridos y con familiares muertos. Y todo ello producto de un sistema neoliberal capitalista donde los pobres no cuentan de ningún modo y cuando pretenden tener autonomía y protagonismo son masacrados, desaparecidos del mapa, posiblemente en un fosa común o con un féretro que habrá sido utilizado para más de uno.

Me pregunto qué tengo que hacer, no puede ser que sigamos durmiendo y que no seamos conscientes del trabajo que cada día nos toca hacer a favor de los últimos. Necesito pensar desde ellos y actuar desde ellos. Cómo pensar y luchar por un mundo en el que quepamos todos con dignidad y justicia. Es necesario repensarnos y poner a la persona en el centro de todo. Trabajo con jóvenes y me prometo en mi interior que esto lo van a conocer todos los que me rodean. Será parte de la formación de los jóvenes universitarios en las jornadas de este verano. Queremos trabajar lo que se refiere a las emociones en las personas humanas, especialmente en los jóvenes, y considero necesario que las realidades de pobreza, de dolor y de injusticia lleguen de un modo directo a los jóvenes para que ello les ayude a salir de la indiferencia y de la actitud indolora ante el sufrimiento humano de la sociedad. Sé que los jóvenes son especialmente abiertos a la vida y a la reflexión pero necesitan espacios que de verdad que les lleven al centro de la realidad y puedan tocar el dolor con sus propias manos. Recuerdo el pasaje de Jesús Resucitado cuando le pide a Tomás, descreído y alejado, que meta su mano en el costado abierto y el dedo en la señal de los clavos, y miro y remiro las fotografías y grito en mi interior: ¡Señor Mío y Dios mío! Tú sigues presente en los crucificados de la historia y lloro y rezo desde Bagua. Sueño y espero un mundo nuevo y me alegro de Manolo Vélez, de Lolo, Antonio, Ángel, Diego, Joseli, Leonardo, Kati, Amor… Personas queridas extremeñas que están dando la vida en aquella parte del mundo donde hoy los crucificados lloran desconsolados. (Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia).

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