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ecleSALia del 11/04/07 al 31/07/10

duele

duele

ESTO DUELE…
CARMEN ILABACA HORMAZÁBAL
SANTIAGO (CHILE).

ECLESALIA, 14/07/08.- No entiendo nada… mejor dicho, me cuesta entender cómo una vez más las mujeres estamos siendo dejadas a la orilla del camino en pleno siglo XXI por la Institución de la iglesia católica.

Leí con estupor la noticia publicada por el Vaticano a raíz de la denominación de mujeres como obispos en la iglesia anglicana, donde decía: “Una decisión así, significa un desgarro en la tradición apostólica mantenida por todas las Iglesias del primer milenio y, por lo tanto, un obstáculo ulterior a la reconciliación entre la Iglesia Católica y la Iglesia de Inglaterra".

La palabra Iglesia (ecclesia) se utilizó en su primer sentido para expresar la entera congregación de la Cristiandad Católica unida en una Fe, obedeciendo a una jerarquía en comunión consigo misma. Este es el sentido de Mateo, 16,18; 18,17; Efesios 5,25-27 y otros.

Pero, por otra parte, siempre en toda la formación pastoral que he tenido en mi vida se me ha recalcado con palabras simples: “que la iglesia es la comunidad de los creyentes”. Estoy segura si se hiciese una consulta a la iglesia católica, es decir a la comunidad de los creyentes católicos sobre la participación de la mujer en puestos de responsabilidad (coordinadoras de la pastoral, ministras de comunión, equipos de liturgia, equipos de solidaridad, catequistas sacramentales, etc. en la iglesia, respondería que la participación de la mujer es mayoritaria y es de mucho valor, pues en algunos lugares alejados de las grandes urbes es la gran participación.

Entonces, ¿por qué la Institución es decir la Empresa católica de acuerdo a sus dictámenes nos está dejando cada día más afuera haciéndonos ver como si nosotras fuéramos culpables de ser mujer? Mi corazón siente el amor al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo y también mi corazón reconoce a María, como la madre de nuestra iglesia y esto lo he tratado de proclamar a los cuatro vientos en el servicio de amor a Dios a través de mis hermanos, pero soy mujer… es una lástima que no pueda ser reconocida como una servidora de la iglesia. Qué lástima… no soy hombre. Esto duele.

En los tiempos de Jesús la mujer no era parte integrante de la sociedad. Ella tan sólo era la que le daba los hijos al marido. Por eso, la única garantía de la mujer ante la sociedad era su marido.

¿Hoy es así? ¿Cuál es la participación de la mujer en el ámbito familiar, profesional y social? Hay mujeres en todos los puestos de trabajo, hasta presidentas de la república como es en el caso de Chile y Argentina; en la vida familiar hay muchísimas mujeres que son jefas de hogar; en el área social grandes mujeres impulsoras de grandes obras de ayuda a la comunidad e incluso algunas llegan a ser santas…

Una vez esto lo compartí con un sacerdote y él me contestó lacónicamente: Cámbiate de iglesia, el rol de la mujer en la iglesia católica es otro. Tú no tienes el perfil de católica. Yo me pregunto: ¿Qué diría de esto santa Teresa de Calcuta, santa Teresa de Jesús, santa Catalina de Siena, por nombrar a algunas?

Me botan, esta vez con un lenguaje duro –como un desgarro- en la orilla del camino… esperando que pase un samaritano verdadero… Jesús ¿dónde estás? no te veo entre tanta orden y reglamento. Por otro lado, tengo muy claro no será de la Institución de la Iglesia Católica quien me recoja, me aliente y me dé ánimos. (Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia).

“Soy, mujer, Señor,
y con mis sentimientos,
mi fragilidad y
mi fortaleza de útero materno
puedo decirte de corazón
que te amo infinitamente.
Tú que nos vistes pasar
y nos esperaste sentado en un pozo.
Tú que nos defendiste de un apedreamiento.
Tú que sentiste cuando te tocamos el manto.
Tú, hijo de mujer,
madre nuestra,
derrama tu Espíritu Santo,
muéstranos -ahora- a la sociedad eclesia.
Podemos servir mucho en el reino,
Tú sabes que así es, pero no escondidas, en las sombras,
o aún más tapadas detrás de un hombre.
Es difícil que se nos muestre,
pero seguiremos… aunque hoy nos apedreen con reglamentos.
En tu nombre hacia el Padre Dios, amén.


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