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ecleSALia del 11/04/07 al 31/07/10

de frente

de frente

AHORA MIRO DE FRENTE…
Relectura de Lucas 13, 10-17
THELMA MARTÍNEZ, teresiana
NICARAGUA.

ECLESALIA, 23/05/08.- Sí, ahora miro de frente, erguida, de igual a igual. Ahora puedo sostener la mirada de los jefes de la sinagoga que reprochan mi terquedad de 18 años: asistir al lugar donde yo, desde mi curvatura, daba culto a mi Dios y esperaba en su misericordia.

El espíritu que me tenía enferma se llama Ignorancia… no saber cuál era mi lugar en esta asamblea de Dios o Ecklesia. Se llamaba también cultura patriarcal, o Kyriarcado… Da lo mismo el nombre, porque se trata del mismo espíritu que nos mantiene con la mirada baja a nosotras, las que habíamos sido destinadas a ser discípulas.

Por más que yo intentaba, “no podía en modo alguno enderezarme”. Y continuaba viendo hacia abajo, haciendo reverencia forzada a quienes se decían representar a Dios. Nunca discutí que se adjudicaran el nombre de “representantes”, pero sí el hecho de creerse los “únicos” representantes de un Dios que en su humanidad quiso reflejar su imagen divina en nosotras las mujeres, las gestadoras de vida.

Así pues, pasé 18 años asistiendo a una iglesia que reservaba para mí la última banca, esa banca de la no participación en la toma de decisiones en asuntos tan vitales como las curaciones en sábado… ese tipo de curaciones que van más allá de las normativas litúrgicas… Sin embargo, permanecí. Continué adorando a mi Dios en “espíritu y en verdad”, pese a que mi búsqueda de libertad se veía amenazada por el espíritu malo que nos ha mantenido calladas, encorvadas, sumisas, ignorantes...

Y el permanecer me trajo la liberación. Aquel sábado largo de, intentos, oración, apostolado y entrega, me trajo al Libertador. Se fijó en mí con mayor atención, pues ya me había visto muchas veces en mi asistencia al templo. Y me llamó… me llamó a levantarme, a erguirme, a recuperar mi dignidad frente a las miradas indignadas de quienes observaban estrictamente el sábado.

Me llamó para mirar de frente…

Y por primera vez, después de tantos años, miré al frente y reconocí en mí la misma dignidad de aquellos jefes de la sinagoga, quienes a lo largo de nuestra historia, se habían convertido en los raptores de Dios.

Entonces me volví peligrosa para ellos, pues no estaban acostumbrados a compartir la visión horizontal del mundo con una mujer. El conocimiento me dio poder. El poder, dignidad. Porque lo descubrí como un poder generador de sanación, de vida, como mi vientre de mujer…

No se podía curar en sábado… es decir, no se podía curar siempre. Había que cumplir con ciertas normas y seguir algunas orientaciones de las autoridades. Jesús simplemente obvió las normas defendidas en los discursos y actuó conforme a la justicia de Dios.

“Mujer, quedas libre de tu mal”, me dijo Él. Su palabra cayó como brisa fresca en el ardor de mis labios que se quemaban por gritar: “¡yo también estoy!” Yo también formo parte de esta mesa que llamamos Iglesia… Yo también sé leer las escrituras desde mis ojos de mujer… de mujer digna, apasionada, pensante…

Desde ese día, meses y años de estudio y oración y contemplación de la vida (que ya puedo ver frente a mí), escribo. Todos los días escribo un evangelio nuevo que se me revela en la vida plena que tengo frente a mí.

Puedo ver de frente… y ver más allá del suelo… puedo alzar la mirada y la palabra… pronunciarme… participar… proclamar que aquél que estábamos esperando ya está aquí, liberándonos…

Sin embargo… seguimos siendo peligrosas… aún las autoridades judías no se acostumbran a compartir el poder que implica ver de frente… Pero este hombre a quien seguimos como comunidad de discípulas, nos anima, nos libera, nos llama a compartir la responsabilidad de mirar de frente… contemplar el horizonte y toparnos con las miradas de otros y otras que también, al igual que yo, fueron soltados del yugo de la ley un sábado cualquiera, de esos tantos sábados en los que Jesús acostumbraba hacer cumplir la justicia de Dios. (Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia).


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