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ecleSALia del 11/04/07 al 31/07/10

semáforo bioético

semáforo bioético

DALTONISMO EPISCOPAL*
JUAN MASIÁ, ex Director de la Cátedra de Bioética de la Universidad Pontificia Comillas
MADRID.

ECLESALIA, 15/05/06.- Con fecha 30 de marzo de 2006, la Instrucción pastoral de la LXXXVI Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal Española, opta una vez más por el pesimismo del semáforo en rojo. Cuando en vísperas de la celebración de la Pascua y con motivo de la conmemoración de los cuarenta años de la clausura del Concilio habría sido oportuno un mensaje esperanzador y optimista, la cúpula de la jerarquía eclesiástica española reincide en su postura condenatoria y catastrofista, publicando un documento que parece escrito a finales del siglo XIX.

¿Qué problema de óptica está condicionando a los asesores de semejantes documentos, que sólo perciben semáforos en rojo? Especialmente resalta esta unilateralidad en los párrafos dedicados a la vida y la sexualidad. Si el documento describe la actualidad como un “exasperado pansexualismo”, una lectura crítica más bien denunciará en sus redactores el fundamentalismo teológico y el pesimismo antropológico.

Se puede hacer esta crítica al documento episcopal desde la aceptación de sus valores y principios, compatible con la discrepancia leal y el disentir responsable ante sus conclusiones. De acuerdo en la defensa de la vida y la dignidad humana. Pero hacen un flaco favor a esa defensa las exageraciones retóricas que ven la procreación asistida o la anticoncepción como si fueran algo que “degrada los actos de amor verdadero” (n.62)

Esta especie de daltonismo ético, que solamente conoce semáforos en rojo, unido a la retórica pesimista que sólo ve en la actualidad la “mentalidad hedonista propia de la cultura de la muerte” (n.64) hace daño a los debates de ética cívica, a la sociedad y a la misma iglesia.

Claro está que el daltonismo no afecta sólo a quien todo lo ve rojo. El extremo opuesto sería el de quienes dan luz verde a todo sin condiciones. Por eso están en un atolladero sin salida los debates sobre la manipulación de embriones pre-implantatorios. El diálogo bioético cede el paso a la descalificación ideológica que convierte el tema en cuestión política o religiosa. Hay que aclarar: son temas científicos y éticos. Estar a favor por razones políticas o en contra por motivos religiosos hace imposible un debate social serio, científico y ético, sin crispación.

Pero la teología católica no se puede identificar exclusivamente con un sector, a la vez timorato y beligerante, de la jerarquía eclesiástica de un país que, con talante condenatorio, daña a la misma moral que presume defender y crea una atmósfera anómala en la iglesia y en la sociedad. Un ejemplo de otro talante es la reciente entrevista del Cardenal Martini y el doctor Marino.

La teóloga Lisa S. Cahill, favorable a la investigación, señala los problemas sociales implicados en estos debates: por polarizarse en el estatuto del embrión, se olvidan cuestiones de justicia; por ejemplo, la situación de las mujeres donantes de óvulos o las prisas empresariales por comercializar los resultados.

¿Cómo evitar el daltonismo ético, que sólo ve semáforos en rojo y el daltonismo de sentido contrario, que da luz verde a la ausencia de ética? Mediante el criterio de la gratitud responsable. La vida es don y tarea. Gratitud ante el don de la vida y responsabilidad ante la tarea de cuidarla: tal es el meollo de una ética de la vida. ¿Cómo reacciona esa ética ante los avances biotecnológicos? Lo expresan cinco verbos emblemáticos: admirar, agradecer, mejorar, curar y proteger.

1) La ética admira, junto con la ciencia, el conocimiento de la vida, dispuesta a dejarse sorprender por la realidad y modificar sus paradigmas para interpretarla.

2) La ética agradece los descubrimientos que ayudan a manejar la realidad para beneficio de los vivientes.

3) La ética se siente responsable de investigar y aplicar los resultados para cuidar de la vida, promoverla y mejorarla: tomar las riendas de ciencia y técnica al servicio de la vida, para que ésta “dé de sí, lo mejor de sí misma” (Zubiri).

4) La ética se siente responsable de intervenir para aprovechar recursos biológicos e incrementar posibilidades terapéuticas para bien de los pacientes actuales y futuros.

Hasta aquí, cuatro puntos positivos: luz verde. Añadamos un último punto realista: semáforo amarillo.

5) La ética se siente responsable de proteger a los vivientes frente a cualquier desviación en el uso de las tecnologías, que pudiera arriesgar el bien común humano o la armonía de los ecosistemas

Esta ética no pone semáforo rojo a los avances de la ciencia. Tampoco se pasa por el extremo opuesto. Ni sólo freno, ni sólo acelerador, sino manejo del volante y cambio de marcha, al avanzar unidas ciencia y ética. Nada de línea roja, sino luz verde y, llegado el momento, color amarillo y prudencia para no pasarse. Así evitaríamos el daltonismo ético. (Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia).

- - -> * Extracto de la Conferencia sobre malentendidos en bioética, pronunciada en el Centro Pigantelli, de los jesuitas, en Zaragoza, el 3 de mayo de 2006

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