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ecleSALia del 11/04/07 al 31/07/10

evangelio aquí

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EL EVANGELIO, AQUÍ Y AHORA
‘Jesús al que habéis mandado matar, hoy ha resucitado, pues Jesús somos todos’
JOSÉ VIDAL TEJERO
ZARAGOZA.

ECLESALIA, 21/03/06.- Cuando estaba realizando los ejercicios de la vida diaria, se me ocurrió el traducir unos pasajes del evangelio a nuestro tiempo, y allí me recomendaron que los terminase.

La posibilidad de traducir la vida de Jesús a nuestros días es, pienso yo, imposible puesto que Jesús vivió en un momento concreto de la historia, y nuestro momento es diferente, pero lo que quiero hacer es un ensayo de lo que me imagino que pasaría hoy si Jesús viniera al mundo y le ocurrieran los mismos hechos que en su vida le ocurrieron.

No obstante con lo anterior, y teniendo en cuenta esa dificultad, me lance a traducir un evangelio, tomé como base el de Marcos, aunque en aquellos pasajes que consideré importantes y que no están en el evangelio de Marcos, los busqué de los otros evangelios.

Lc. 2, 1-21

Sucedió que estando María, encinta para dar a luz, se embarcó en una patera junto con su marido José, para ir a España. En la travesía se puso de parto y dio a luz un niño, que allí mismo le puso por nombre Jesús, recibió los primeros obsequios de la gente que le acompañaba en dicha patera, uno le limpió con la manga de su jersey, otro le dejó su chaqueta para taparlo, y todos le dieron ánimos y felicitaciones a María por el alumbramiento, y las olas al chocar con la patera producirán una sinfonía, como si fuera un canto de alabanza por el nacimiento.

Mt. 2, 13-23

Cuando desembarcaron, y se pusieron a andar por una tierra desconocida y con mucho miedo, trataron de esconderse de la policía, y desde unas rocas vieron como detenían a unos compañeros de la patera, a esos se les acabó la esperanza, los devolverían a su tierra otra vez, pero ellos tuvieron mas suerte, consiguieron esconderse y cuando el peligro pasó, fueron a una ciudad y allí como pudo y de lo que encontró, José fue trabajando y sacando algún dinerillo para subsistir.

Al paso de los años, pudieron conseguir papeles, y así José podía trabajar con seguros, y Jesús fue creciendo junto a sus padres, lleno de sabiduría y la gracia de Dios estaba con él.

Mc. 1, 4-13

Sucedió que Juan estaba trabajando en una asociación en el barrio, de la que era un líder, y desde ella reclamaba justicia para sus vecinos, había mucha gente trabajando con él, y Jesús decidió ir a ver que era aquello, y después de varias reuniones, tuvo su “bautismo” al ir a colocar carteles reclamando mas colegios para la zona, y estando en esa labor, Jesús tuvo una experiencia de Dios, y se dio cuenta que aquello no era suficiente, que no solo de colegios vive el hombre, sino que había que cambiar al hombre en todas sus facetas.

Mt. 4, 1-11

Se fue a meditar al desierto de todo aquello, y empezó pensando, si realmente Dios me ha elegido, que me dé el poder de transformar estas piedras en pan y así podré solucionar el hambre que padece mucha gente, pero a continuación se dio cuenta que no solo pan necesitan los hombres, sino su transformación y conversión.

Después pensó, si Dios hace un gran milagro conmigo, que lo vean mucha gente, por ejemplo que me tire de una torre muy alta y que sus ángeles me recojan en el aire, seguro que me sigue y me escuchan y así podría adelantar el proceso del Reino, pero después razonó, ¿quién soy yo para tentar a Dios?, dejemos a Dios hacer de Dios y que no sea yo quien interfiera en el proceso aunque a mí me parezca lento.

A continuación se dijo: si tengo la protección de Dios, pues me apunto en un partido político, y con su ayuda puedo conseguir puestos claves en la política y de gran poder, y eso sí, yo emplearía mi poder para ayudar a los mas necesitados, no había terminado con su planteamiento cuando pensó: no se puede servir a dos señores a Dios y al poder del dinero.

Mc. 1, 14-15

Cuando regresó del desierto, y se enteró que habían detenido a Juan, empezó a predicar su mensaje: “Se ha cumplido el tiempo, y el Reino de Dios esta cerca, arrepentíos y trabajar por El”.

Mc. 1, 16-20

Se encontró con Simón y tres mas, a los que conocía de la asociación y les dijo que le siguieran, que los haría hombres nuevos transformadores de la historia, y le siguieron.

Mc. 1, 23-28

Estaba, Jesús enseñando en una plaza, cuando un hombre le increpa, “Mira lo más importante es trabajar poco, ganar mucho, echarse de vez en cuando un lingotazo de vino y un buen polvo con una mujer que esté muy buena, todo lo demás son monserg... ”, al oír esto, Jesús le gritó: “Cállate, sal de ahí, y mira a tu alrededor”, el hombre se retorció por el sobresalto del grito, se giró y vio a una mujer andrajosa, con un niño con los ojos muy grandes y abiertos, pidiendo para comer, y este hombre que siempre miraba hacia arriba, al bajar la vista y ver aquello se le rompieron los esquemas, se acercó a ellos, les dio dinero y les dijo: Vamos al bar de enfrente para que el niño se tome un vaso de leche y tu un bocadillo”

Mc. 1, 29-31

Después se fue Jesús a casa de Pedro, al llegar le dijeron que la suegra de Simón estaba pachucha, pero cuando vió a Jesús, y por las ganas que tenía de escucharle, se sintió mejor se levantó y dijo”: Voy a preparar un café”.

Mc. 1, 40-45

Iba andando Jesús, cuando se le acercó un hombre y se le puso de rodillas y le dijo: “Si quieres puedes ayudarme”, era un “chulo”, o una persona que vivía de la explotación de varias mujeres, Jesús viendo su arrepentimiento le dijo: Reparte el dinero que has ganado en este “oficio” entre los necesitados, deja en paz a las mujeres que explotas, trabaja en algo honrado y luego dedicas tu tiempo a alguna labor humanitaria, y no hagas público esto de momento”, pero el hombre que era tan grande el deseo de dejar aquella vida, y las palabras de Jesús le hicieron tanto bien, que no pudo callarse, y la fama de Jesús se iba extendiendo por la zona.

Mc. 2, 1-12

Estaba Jesús en casa, y como se enteraron la gente del pueblo acudió en masa para escucharle, en esto un hombre de vida licenciosa y que nunca se había movido para hacer algo por nadie, intentaba entrar, pero la gente se lo impedía, por lo que arrastrándose por el suelo pudo llegar hasta donde Jesús estaba, al ver Jesús la fe de este hombre le dijo: “Hijo tus pecados te son perdonados”, algunos de los que estaban allí se dijeron”: ¿Cómo habla este así? ¡Blasfema! ¿Quién puede perdonarle a este hombre?. Jesús adivinando sus pensamientos, les dijo: ¿Por qué pensáis así? ¿Qué es más fácil perdonarle sus pecados o integrarlo en la comunidad?, Por eso le digo: “¡Levántate del suelo y busca a tu hermano!”. El hombre, y como ante las palabras de Jesús le habían hecho un corro, se pudo levantar, y agradecido por las palabras de Jesús, se marcho hacia su casa, y al poco rato encontró una asociación que pedían voluntarios para trabajar en acciones solidarias y entró.

Mc. 2, 13-14

Iba andando Jesús, cuando vio en una orilla a Mateo, que era conocido por sus vecinos por “facha”, y que le había estado observando en silencio las ultimas acciones de Jesús, acercándosele Jesús le dijo: “Sígueme”. El se levanto y le siguió.

Mc. 2, 15-17

Los sacerdotes y la burguesía, al ver a Jesús comiendo con las prostitutas y los chulos, los emigrantes y los fachas, se decían: “¿Por que come con los pecadores y los ilegales?”. Jesús los oyó y les dijo: “No tienen necesidad de médico los sanos sino los enfermos”.

Mc. 2, 23-28

La gente religiosa, y los de una situación económica media, ante la actuación de Jesús y sus acompañantes, se decían: “¡Mira!, Estos no van a la iglesia los domingos con regularidad, admiten entre sus miembros a emigrantes sin papeles, compran discos u otros materiales a los emigrantes en la calle, materiales que son ilegales porque no pagan derechos de autor. Al oír esto les dijo Jesús: “Dios creó al hombre libre, y le dio la tierra para que la poblase, sin limites ni fronteras, fue el hombre el que para defender privilegios adquiridos el que inventó las fronteras, e hizo las normas para conservar dichos privilegios”. Y añadió: “Es que las normas no deben ser hechas para controlar al hombre, sino que el hombre debe hacer las normas para garantizar la justicia”.

Mt. 5, 1-12

Una gran multitud siguió a Jesús, por escucharle, entonces, Jesús se pone a enseñarles así:

-Bienaventurados los pobre de espíritu, los que nada tienen, pero que tampoco ambicionan tener, los que no tienen al dinero como un fin sino como un medio, porque de ellos es el Reino de Dios.

-Bienaventurados los mansos, los que no se alteran ante las vicisitudes, los que siempre ofrecen al otro una sonrisa con cariño, porque ellos heredarán la tierra.

-Bienaventurados los que lloran, porque sufren en su interior un gran dolor al ver la injusticia con que se trata a las personas o a ellos mismos, porque ellos serán consolados.

-Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, al ver la contraposición que soportan los que menos tienen: Los parados, los emigrantes y todos los marginados ante la opulencia, el lujo y el despilfarro de los que más tienen, porque ellos serán saciados.

-Bienaventurados los misericordiosos, que siempre están abiertos a los demás, ofrecen ayuda a todo el que lo necesita, trabajan por la solidaridad, etc. Porque ellos alcanzarán la misericordia.

-Bienaventurados los limpios de corazón, que siempre van con la verdad, sin dobleces ni dobles intenciones, que aman y cuidan la naturaleza, como parte de la creación, porque ellos verán a Dios.

-Bienaventurados los que padecen persecución por enfrentarse al poder público en defensa de la justicia y de los derechos humanos, porque de ellos es el Reino de Dios.

-Bienaventurados los que tienen la paz como único lema en su vida, que se oponen a cualquier injusticia con su palabra y la verdad y que son capaces de ofrecer su vida, antes de atentar contra nadie, porque ellos serán llamados hijos de Dios.

Mc. 6, 35-44

Se hizo muy tarde, y los discípulos, pidieron a Jesús que despidiera a la gente para que pudiese ir a los pueblos cercanos a comprar comida, pero Jesús les dijo: démosles nosotros de comer. Ellos le respondieron: no tenemos comida para tanta gente. Entonces Jesús les dijo: Mirad entre la gente y recoged la comida que lleven. Así lo hicieron, y encontraron alguna tortilla de patata, algo de pan y unos chorizos, entonces Jesús mando sentar a la gente en la hierba, partir la comida que tenían en trozos y distribuirla entre los que allí estaban, después de que comieran todos sobró comida, porque cuando se comparte lo que se tiene entre todos, suele haber suficiente e incluso sobra.

Jn. 8, 1-11

Estaba Jesús sentado a la sombra de un árbol, cuando un grupo le llevó a un joven, con cara de muy asustado, era un joven de los grupos skin, lo dejaron en el suelo, y le dijeron: “Maestro este joven ha sido pillado, asustando a unos pordioseros con este palo, habría que darle una paliza para que escarmentara”, Jesús, haciendo unos dibujos indefinidos con el dedo en el suelo, dijo: “El que de vosotros no tenga pecado, que le dé el primer golpe”, y agachándose otra vez siguió haciendo en el suelo sus dibujos, al oír esto la gente se fue marchando uno detrás de otro, hasta que se quedó solo el muchacho con Jesús, y este le dijo “Muchacho, ¿dónde están?. ¿ninguno te ha condenado?”, Él contestó: “ninguno Señor”. Jesús le dijo: “Tampoco yo te condeno. Vete, y no lo hagas más”.

Mc. 10, 17-27

Al salir Jesús al camino, un hombre corrió, se puso delante de El, y le dijo: “Maestro, ¿qué tengo que hacer para alcanzar la vida eterna?”, Jesús le dijo: “Guarda los mandamientos”, él le contestó: “Maestro, eso ya lo hago”, Jesús le miró con amor y le dijo: “Té queda una cosa por hacer, dedica tu tiempo libre a la gente que lo necesita”. Al oír esto, el joven se fue muy triste, y es que después de su trabajo, iba unos días a un gimnasio, otros a un centro deportivo del que era socio y cuando no, se iba a cenar con sus amigos, por lo que no disponía, según su plan de vida, de nada de tiempo libre.

Jesús miró alrededor y dijo a sus discípulos: “Que difícilmente tiene la entrada en el Reino de Dios, los que se dejan dominar por la sociedad de consumo”.

Lc. 10, 13-15

Un día Jesús increpó a la gente de los barrios ricos, diciéndoles: “¡Ay de vosotros!, que vivís con lujo, y gastáis vuestro dinero en cuidar vuestro cuerpo, mientras en pueblos enteros no tienen el que comer, tiráis la comida sobrante a la basura, y en las esquinas hay gente que no tiene el que llevarse a la boca, yo os digo, que cualquiera de estos pobres está mas cerca del Reino que vosotros”.

Mc.4, 1-20

Y Jesús para poder explicar el proceso de construcción del Reino, lo hizo a través de parábolas, y les contó la del sembrador, la que unas semillas caen en un lugar u otro, y se la explico diciendo:

El sembrador siembra el proyecto, los de junto al camino, son los que han oído el proyecto de Dios, pero que están tan involucrados en la sociedad de consumo, que no hacen nada y siguen con su vida desentendiéndose del trabajo por el Reino; los del pedregal, son los que oyen la invitación, se ilusionan, pero son inconstantes y en cuanto tienen él más mínimo contratiempo lo abandonan; los de las zarzas, son los que escuchan la palabra, pero en ellos les predominan el sistema de vida de lujo y riquezas que llevan y pronto abandonan porque son incapaces de dejar su status para trabajar en el proyecto del Reino, y por último los de tierra fértil, son los que oyendo mi mensaje, dedican su vida a trabajar en el proyecto del Reino y cada cual da su fruto, unos treinta, otros sesenta o el ciento por uno.

Lc. 15, 11-32

Después les contó la parábola del hijo que pidió su parte de herencia y la dilapidó rápidamente, pero que dándose cuenta de su situación fue a pedir perdón a su padre y este hizo una fiesta para celebrar el regreso. Jesús a continuación les dijo: Toda persona por muy grande que sean sus errores, puede si, se arrepiente, volver al Reino, la decisión siempre será de cada uno, pero os aseguro que cuando hay un arrepentido habrá una gran fiesta y el Padre lo acogerá con los brazos abiertos, porque al Reino todos estamos invitados.

Mt. 20, 1-16

A continuación les contó una parábola en la que el dueño de una viña contrató obreros por la mañana, al medio día y por la tarde y a todos les pagó lo mismo. Jesús concluyó diciendo: En el Reino todos cobrarán lo mismo, no habrá diferencias entre jefes y empleados, ni entre técnicos y peones, o entre los que trabajen toda la jornada o parte de ella, porque el pago es la satisfacción del deber cumplido, unos darán diez, otros treinta y otros cien, pero todos darán toda su capacidad y por lo tanto recibirán la paga completa.

Mc. 19, 13-16

Iba Jesús paseando por la calle, cuando al llegar a una plaza, vio a un grupo de niños jugando con una pelota, eran los niños del barrio que junto con niños de color, gitanos, hijos de emigrantes, etc. jugaban sin ningún recelo, al verlos Jesús dijo: “Os aseguro que de los niños es el Reino de Dios y que el no se comporte como ellos no entrará en Él”.

Mc. 11, 1-11

En su camino por los diversos pueblos, se fue acercando a la ciudad, allí visitó los barrios de los trabajadores, con sus aledaños llenos de chabolas, y la gente cuando se enteró quien venía, era tal la fama entre la gente humilde que tenía Jesús, que salió de sus casas y se puso a vitorearlo, ofreciéndole a sus paso vino, frutas y otros alimentos, de los que generalmente a ellos no les sobraban, eran trabajadores, parados, prostitutas, emigrantes tanto con papeles como sin ellos, personas indigentes, etc.

Mc. 11, 15-19

Una vez dentro de la ciudad, y junto con sus discípulos, fue a visitar la catedral, un edificio gótico precioso, al llegar vio en la puerta un tenderete vendiendo velas para las ofrendas, postales y otros objetos como recuerdos de un santo del lugar, etc. y un poco mas adelante una taquilla vendiendo las entradas para visitar el edificio y el claustro, Jesús se altero al ver el negocio montado, y dando una patada a uno de los tenderetes, exclamó: ¿No está escrito que la casa de Dios es una casa de oración para todos los pueblos? Pero vosotros la habéis convertido en un negocio de compraventa. El obispo y los sacerdotes, al enterarse buscaron el medio de acabar con él, pues le tenían miedo por la cantidad de gente que le seguía y que estaba asombrada de su doctrina.

Mc. 14, 12-25

Previendo Jesús que su vida podía terminar, y tratando de buscar una continuidad a su mensaje, se reunió a cenar con sus amigos mas allegados, una vez en la mesa, tomó un trozo de pan y les invitó a sus amigos a que lo comieran, diciéndoles que era su cuerpo, después tomo una jarra de vino y les dijo que era su sangre y se la repartió a sus discípulos y añadió: si el pan es mi cuerpo y el vino mi sangre, lo que habéis tomado es mi vida, y es lo que trato de deciros que retoméis el testigo a mi muerte y continuéis mi mensaje por los tiempos y a través de todo el mundo.

Mc. 14, 37-42

Después de la cena se fue con los más cercanos a un monte a orar, allí sintió miedo y dudas de sí lo que había hecho tenía o no tenía sentido, pero a pesar de todo dijo: Padre hágase tu voluntad, no la mía, sus amigos se había dormido y los despertó el paso de un grupo de policías que vino a detener a Jesús.

Mc. 15, 1-20

Y Jesús fue llevado ante el jefe de la policía y el gobernador de la provincia, le acusaban de alborotador, de levantar al pueblo con falsas promesas mesiánicas que rompían el orden establecido, en el interrogatorio la policía lo abofeteó, y le golpeó sin piedad al mismo tiempo que se reían de el, diciéndole: donde está tu ejercito de pordioseros que no te defiende, después el gobernador no encontrando ninguna prueba sólida con la que acusarlo ante un tribunal dijo que lo soltaran.

Mc15, 33-41

Pero al mismo tiempo que soltaba a Jesús, el gobernador llamó a unos sicarios y les dijo: No quiero que este hombre vea amanecer mañana. Al día siguiente unos hombres que paseaban por la orilla del río, se encontraron el cuerpo sin vida de Jesús, le habían acribillado a balazos.

Hc. 2 1-13

Llenos de miedo sus discípulos se encerraron en una casa, y allí empezaron a hablar y a darse ánimos de unos a otros, y estando en esas conversaciones se les encendió la “lucecita”, y empezaron a entender todo lo que había pasado, y entendieron y hablaron todas las “lenguas” en las que se había manifestado Dios a través de los tiempos, e hicieron correr la voz a todos los simpatizantes convocándolos para el día siguiente.

Mc. 16, 1-8

Era el amanecer del tercer día desde la muerte de Jesús, y la gente se congregó en la plaza mayor, junto al palacio del gobernador, eran los seguidores y simpatizantes de Jesús: trabajadores, hombres en paro, emigrantes, prostitutas, indigentes, etc., iban en silencio portando unos cuantos una pancarta doblada, cuando llegaron a la puerta del palacio del gobernador, la desplegaron, decía: Jesús al que habéis mandado matar, hoy ha resucitado, pues Jesús somos todos. (Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia).

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