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ecleSALia del 11/04/07 al 31/07/10

burguesía

REINO DE DIOS, BURGUESIA, IGLESIA
FAUSTINO VILABRILLE LINARES
GIJÓN (ASTURIAS).

ECLESALIA, 21/02/06.- Hace muchos siglos que la Iglesia Oficial, y detrás de ella muchos de sus feligreses, ha estado ligada a la burguesía conservadora, reaccionaria, elitista y marginadora, capitalista y más o menos adinerada. Está claro que fue y es una iglesia antievangélica, contraria al Reino de Dios.

La burguesía y el dinero fueron siempre de derechas, conservadores, religiosos, cumplidores de ritos y normas, pero anticristianos, fiel reflejo de los fariseos descritos en el Evangelio por Jesús: “no os conozco, me honráis con los labios, pero estáis lejos de mi”. Desde criterios evangélicos la religión burguesa es incompatible con Jesucristo. Incluso hay burgueses sinceramente religiosos, pero objetivamente no son cristianos, siendo incluso un gran obstáculo para la captación transparente y limpia del mensaje de Jesús: lo afirman con sus palabras y ritos, pero lo niegan y enturbian con sus hechos.

Por el contrario, las opciones auténticas de izquierdas, claramente definidas por la solidaridad, la justicia, la igualdad social, económica, política y cultural, están objetivamente mucho más cerca del Evangelio que la misma Iglesia, y por lo mismo es lógico que la rechacen, así como a sus seguidores, por sus opciones y postulados capitalistas, conservadores, verticalistas, tanto de ella como de ellos, así como a sus formas estructurales, asimétricas, integristas, reaccionarias, dictatoriales, no democráticas, sibaritas, incluso en sus liturgias a veces teatrales por sus vestuarios, sus ceremonias burguesoides, sus ostentaciones al más puro estilo de los países ricos, las realezas occidentales, etc. etc.

Pero lo cierto es que el verticalismo jerárquico eclesiástico, va incluso más allá que la misma burguesía, porque la Iglesia no admite ninguna forma de democracia en su funcionamiento al interior de si misma, ni siquiera para la designación de las personas en ninguna escala de su línea jerárquica, incluso concedido y aceptado que las facultades sacramentales sean de sucesión apostólica. En cambio muchas opciones de derechas se someten al sufragio universal y aceptan el veredicto de las urnas, cosa que la Iglesia nunca hizo salvo en los tres primeros siglos de su funcionamiento, pero a partir del siglo IV se mantuvo siempre unida y maridada a los poderes político-económicos, llegando incluso a ejercerlos con absoluto poder hegemónico anexionándose tierras, latifundios, predios, vasallos, incluso poniendo y quitando reyes a su libre albedrío, concediendo el dominio a gobernantes occidentales de grandes territorios de ultramar, al mismo tiempo que manipulaba al pueblo con reglas, leyes, preceptos y obligaciones, atemorizándolo con la pena de condenación eterna por su incumplimiento.

(Nota.-Una señora de un pueblo llamado Busqueimado, de los Oscos, límite con Galicia, le dijo al cura, en tiempos de la dictadura franquista, cuando la obligaba a comprar la bula de carne que dispensaba de abstenerse de comer carne en determinados días: “con ella voy a envolver chorizos y tocino”).

No obstante lo dicho, también hay que decir, que existen comportamientos que desde opciones teóricas de izquierdas, sin embargo en sus formas personales de conducta, son netamente de derechas y responden aun corte netamente burgués y neoliberal capitalista. Desde el punto de vista cristiano tampoco concuerdan en absoluto con el Evangelio.

Si desde una auténtica opción de izquierdas lo lógico es rechazar una iglesia conservadora, ligada a la derecha reaccionaria, y claramente escorada hacia los partidos políticos de derechas y neoliberales, resulta en cambio no comprensible que esas opciones de izquierdas rechacen el Evangelio y a Jesucristo, puesto que El y su mensaje, leídos desde el lenguaje actual, no solo son radicalmente de izquierdas, sino que la conducta y el mensaje de Jesús, son de la más estricta ortodoxia antiburguesa. Su opción por los pobres (empobrecidos), la justicia, la defensa de los débiles y marginados, su rechazo total y frontal hacia los conservadores político-religiosos de su tiempo que lo llevaron a la muerte, sus comportamientos personales y doctrinales hacia ellos, representados social y religiosamente por los fariseos, sus opción por el pueblo, su clamor contra el hambre, contra la injusticia, contra los manipuladores del pueblo, contra los ricos a costa de los pobres o desentendidos de ellos, su pasión por la justicia, la fraternidad y el amor, incluso a los enemigos, la igualdad radical de todos con preferencia hacia los más débiles y necesitados (pobres, niños, mujeres, enfermos): todo esto es algo palmario, evidente e innegable a lo largo de toda la vida personal y social de Jesús, particular y pública, dando además una dimensión trascendente a todo este compromiso personal, social y público como respuesta a los interrogantes más últimos y fronterizos del ser humano, y por lo mismo llenando de sentido profundo, comprometido y esperanzador la existencia de cada persona humana.

Es por lo que desde opciones auténticas de izquierda se entiende claramente el rechazo de una iglesia no evangélica, pero por lo mismo no se entiende en absoluto el rechazo de la persona y el mensaje de Jesús, si bien es cierto que muchas personas, ajenas al funcionamiento de la iglesia oficial y comprometidas con la justicia y los oprimidos de la tierra, tienen mucha más aceptación y reconocimiento público y popular, y se valora mucho su compromiso con los empobrecidos, oprimidos, esclavizados y explotados de la tierra, e incluso se colabora con ellos desde opciones de agnosticismo y en algunos casos increencia, porque se reconoce su autenticidad y coherencia con los valores fundamentales del hombre y de la dignidad humana, y por tanto del Evangelio y su creador Jesucristo, aunque no lo reconozcan explícitamente.

La Iglesia durante siglos ha velado, distorsionado y dañado a veces mucho la imagen de Jesús, de su mensaje y por tanto del Reino de Dios. Es por tanto muy importante distinguir muy bien entre Iglesia y Reino de Dios. El reino de Dios es Jesús, su Evangelio y su mensaje, y aquí es donde hay que centrarse, y la Iglesia solo vale en la medida en que sea fiel al Reino de Dios. Es por lo que es justo, necesario y obligatorio distanciarse de ella en la medida que ella se distancia del Reino, así como ejercer sobre ella y los que la representan la crítica más auténtica y radical que sea necesaria para cuestionarla ante sus fallos y reconducirla más y más a la fidelidad al Reino de Dios; es decir, al hombre; es decir, a la salvación integral inmanente-trascendente de todos y de todo. Es inconcebible que a la altura de los tiempos actuales, con el conocimiento que tenemos de la historia y del mundo y las condiciones actuales del hombre y la tierra, ambos empobrecidos cada vez más, las iglesias, y en particular la católica, (olvidado incluso el pasado negativo y salvado lo que haya que salvar) sigan tan lejos de sintonizar con el mensaje liberador del Evangelio y las aspiraciones de los hombres y mujeres de nuestro tiempo. (Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia).

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